viernes, 29 de mayo de 2015

Tradiciones de Hombres


Marcos 7:5-9
5 Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas?
6 Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí.
7 Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.
8 Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes.
9 Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

Las tradiciones son los valores, creencias, costumbres y formas de expresión característicos de una comunidad, los cuales muchas veces han pasado oralmente de generación en generación 

Jesucristo durante su vida se encontró con este problema. La gente le daba más importancia a sus propias tradiciones que a la Palabra de Dios.

Lo mismo sucede el día de hoy, muchas veces nuestras tradiciones religiosas impiden que podamos recibir lo mejor que Dios tiene para nosotros.

Mi pastor cuenta una historia que muestra esto claramente:

Un día fue a la casa de su suegra que estaba enferma para ministrarle sanidad divina. Cuando iba a hacerlo ella le dijo: "Yo se que la Biblia dice eso pero en nuestra iglesia creemos de otra manera."

El creer en nuestras tradiciones impide que podamos recibir la sanidad que Dios proveyó para nosotros.

No todas las tradiciones son malas, en especial las que se basan en la Palabra de Dios, el problema es cuando estas la sustituyen.

Cuando entre en el movimiento carismático al principio de los años ochenta, ellos tenían un estudio bíblico llamado: "Las 7 semanas en el Espíritu", al final de los cuales ministraban el bautismo con el Espíritu Santo; según ellos porque eso hacía que su experiencia fuese más significativa.

Yo no pasé por esas 7 semanas, apenas me enteré del bautismo con el Espíritu lo recibí, y después de más de 35 años puedo decir que mi experiencia fue de lo más significativa.

Esa tradición no era mala, era una buena idea, pero no era algo dentro de la Biblia, los apóstoles no esperaron 7 semanas para recibir el bautismo con el Espíritu; apenas llegó los recibieron (Hechos 2:1-4).

No cambiemos la verdad de Dios por una tradición.

Me acuerdo que cuando me convertí me decían que en su encuentro con Jesús camino a Damasco, Pablo se cayó de su caballo. Hasta que un día alguien preguntó: "¿De que color era el caballo del que se cayó Pablo camino a Damasco?" Al buscar la respuesta descubrí que no había ningún caballo en ese relato:

Hechos 9:1-5
1 Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote,
2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén.
3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;
4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
5 El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.

Una idea tradicional no me permitía ver lo que en realidad dice la Biblia. Era como tener una venda en los ojos que me impedía ver lo que decía la Biblia. Daba por sentado que Pablo se había caído de un caballo.

Es como cuando le hablo a la gente del aguijón de Pablo, el cual veremos más adelante en las próximas entradas.

La gente piensa, debido a sus tradiciones religiosas, que fue Dios quien le envió ese famoso aguijón; el problema es que eso no es lo que dice la Biblia:

1 Corintios 12:7
7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera.

¡El aguijón era un mensajero de Satanás! Dios no está usando al diablo para tratar con sus ministros. Era el diablo mismo enviando a uno de sus demonios para atacar a Pablo e impedir que siga haciendo estrago en su reino de tinieblas al predicar el Evangelio de Jesucristo.

Como estas hay muchas tradiciones más, y la solución para evitarlas es poner en el primer lugar de nuestras vidas la Palabra de Dios; ver que es lo que dice, y si es contraria a nuestras tradiciones desecharlas.

En las próximas entradas, siguiendo el tema de la sanidad divina, estaremos viendo algunas tradiciones que impiden que la gente pueda recibir su sanidad.


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