Paso 4
Recibe lo que Deseas de Dios
Recibe lo que Deseas de Dios
Y enseguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.
En Marcos 5:29 vemos que la mujer sintió en su cuerpo que estaba sana de la enfermedad.
Notemos que la SENSACION FISICA y la SANIDAD, fueron posteriores al CREER y al ACTUAR,
Mucha gente dice: “Tengo que sentir mi sanidad, para creer que estoy sano.”
Esto es porque no están poniendo sus ojos en la Palabra de Dios sino en lo que siente su carne.
El hombre tiene cinco sentidos físicos: el tacto, la vista, el gusto, el oído y el olfato; y la mayoría de las personas basan su relación con Dios por estos sentidos.
Si las cosas la salen bien piensan que Dios esta con ellos, si fracasan sienten que Dios los olvido. Si se “sienten bien,” piensan que son salvos; si se “sienten mal,” piensan que Dios los abandonó y que necesitan recibir a Jesús nuevamente.
Cuando recién conocí al Señor, a veces no me “sentía salvo,” y volvía a repetir la oración para recibir a Jesús. Eso paso durante un tiempo hasta que conocí mas de la Palabra de Dios y tuve confianza de la seguridad de mi salvación.
En cada área de la vida cristiana si nos dejamos gobernar por nuestras sensaciones físicas seremos derrotados.
En Juan 20:24–29 vemos un ejemplo de esto:
Juan 20:24–29
24 Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
25 Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. 26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.
27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!
29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.
Tomás estaba creyendo solamente lo que sus sentidos físicos le decían: Si no puedo ver, no lo puedo creer.
Mucha gente piensa así, pero Jesús los llama incrédulos. Si tu estas esperando ver para creer, no eres mas que un incrédulo. Un creyente cree antes de ver.
2 Corintios 4:17-18
17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez mas excelente y eterno peso de gloria;
18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
¿Cuáles son las cosas que vemos? Los problemas, las circunstancias que nos rodean, las enfermedades, la pobreza.
¿Que cosas no vemos? La solución para todas estas cosas.
Esto es lo que pasaba con Tomás, el no podía ver a Jesús vivo; lo había visto muerto en la cruz y enterrado en el sepulcro.
Pero Pablo nos dice aquí que veamos las cosas que no se ven. Debemos ver la solución, no el problema. Debemos sacar los ojos de las circunstancias y ponerlos en la Palabra de Dios.
Estas cosas que vemos son temporales. Si estas pasando por enfermedad, Dios te ha provisto la sanidad; si estas pasando pobreza, Dios te ha provisto su bendición financiera.
Por eso en Marcos 11:24 dice: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.”
Me gusta como lo dice la Versión Amplificada: “Por esta razón les digo, que todo lo que pidan en oración, crean (confíen y estén seguros) que les es concedido, y lo tendrán.”
¿En qué momento debes creer que recibes?
Al momento de orar o pedirle algo a Dios, debes creer que Dios ya te lo ha dado.
Eso es recibir, creer que ya lo tienes aunque aun no lo hayas visto; es mirar las cosas que no se ven. Es mirar la solución no el problema.
Una definición de la fe dice que la fe es el brazo que se extiende del mundo natural (las cosas que se ven) hasta el mundo espiritual (las cosas que no se ven) y recibe las cosas que estas esperando de Dios.
Si oíste la Palabra y la creíste, la estas hablando y actuando en ella, solo te falta recibir lo que ya es tuyo.
1 Juan 5:14–15
14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
15 Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que le pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
Dios nos ha oído, por eso sabemos que ya tenemos las cosas que le hemos pedido.
Eso es recibir, tener confianza y plena seguridad que Dios nos ha oído, respecto a las cosas que son conforme a su voluntad, es decir, a Su Palabra.
¿Qué debemos hacer durante el tiempo que esperamos la manifestación de lo que estamos creyendo?
Hebreos 6:11–12 nos da la respuesta: “Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.”
No debemos rendirnos sino mantenernos firmes hasta el momento que recibamos la respuesta. Recordemos que la fe y la paciencia, trabajando juntas, son las que heredan las promesas.
No te basta creer un día, debes continuar hasta el momento que tengas aquello que quieres de recibir de Dios.
En 1983 postule a Ingeniería Civil la Pontificia Universidad Católica del Perú; como es la mejor universidad de mi país, Muchos jóvenes se presentan para un numero limitado de vacantes. Ese semestre se presentaron mas de 700 postulantes para 400 vacantes.
Antes del examen de admisión, yo tenia la convicción que iba a ingresar; y le decía a mis amigos: “Yo no voy a postular, yo voy a ingresar.”
El Domingo anterior al examen, le pedí a la iglesia que hiciera la oración de acuerdo conmigo, aunque yo estaba plenamente convencido que iba ha ingresar.
Así que cuando llegó el día, di el examen confiado, sabiendo que iba ha ingresar; pero cuando salieron los resultados, me encontré con que me había quedado en el puesto 437. No había ingresado por 37 puestos.
Continué yendo a la universidad, pues tenia la opción de ingresar por ampliación; pero en la universidad me dijeron que era muy difícil que ampliaran tantas vacantes, ya que lo máximo que habían ampliado eran 25, hacia varios años.
Sin embargo, me mantuve firme y continué yendo a la universidad para ver si ya había salido la ampliación. Y 21 días después, a la sétima vez que fui, encontré un letrero que decía que habían ampliado 37 vacantes, y que se podía matricular hasta el numero 437; es decir ampliaron hasta mi puesto.
¿Qué hubiera pasado si no me hubiera mantenido firme yendo a la universidad? Nada. Hubiera perdido mi bendición del Señor.
La fe y la paciencia, heredan siempre las promesas. Solo debes acercarte a Dios en fe y recibir las cosas que El ya ha provisto para ti.
Si tú le has pedido algo a Dios, ten plena confianza que El ya te ha dado aquello que le has pedido.
No te rindas antes que la respuesta te llegue, continua creyendo, manténte firme, porque ya lo tienes.
Haz como la mujer que tenia el flujo de sangre, acércate a Jesús con un toque de fe y recibe todas las cosas que Ha provisto para ti.