Reconociendo al Verdadero Autor de la Enfermedad
Esta es un área
donde la mayoría de las personas son engañadas. Muchos creen que Dios es el que
los enferma. Muchos han muerto diciendo:
“Dios me ha enviado esta enfermedad para enseñarme algo.” No se dan cuenta
que le están cerrando la puerta a su sanidad.
Conocí a un pastor,
muy amado por la gente, tenía unos cuarenta años, pero había estado muchos años
en la obra. Un día se enfermó de cáncer, la gente se acercaba para compartirle
y ministrarlo, pero él decía: “Dios me ha
enviado esta enfermedad para enseñarme algo.” Nunca supimos que cosa le
quiso enseñar Dios porque partió a la presencia del Señor. Este pastor se dejó
engañar por el diablo y eso le costó la vida.
Otros dicen: “Estoy sufriendo para la gloria de Dios.”
La enfermedad jamás glorifica a Dios.
En Juan 11:1-45 se
ve la historia de la resurrección de Lázaro. En los versos 3 y 4 dice: “Enviaron, pues, las hermanas para decir a
Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. Oyéndolo Jesús dijo: Esta
enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de
Dios sea glorificado en ella.” ¿Qué era la que iba a traer la gloria Dios?
Cuando Jesús llegó a
Betania encontró que Lázaro había muerto hacia cuatro días. En el verso 33
vemos la actitud de la gente: “Jesús
entonces, al verla llorando (a María),
y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu
y se conmovió.” Notemos que la gente no estaba dando gloria a Dios por lo
que pasó, sino que lloraba llena de dolor.
En el verso 37 vemos
lo que dijeron algunos judíos: “Y algunos
de ellos dijeron: ¿No podía este, que abrió los ojos al ciego, haber hecho
también que Lázaro no muriera?” Ahora las personas no solo estaban tristes
sino que murmurando de Jesús, ¿eso es darle gloria a Dios?
En los versos del 38
al 45 vemos lo que realmente trae la gloria a Dios: “Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una
cueva y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta la
hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro
días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, veras la gloria de Dios?
Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús,
alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo
sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está
alrededor, para que crean que tu me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a
gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y
los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo:
Desatadle y dejadle ir. Entonces muchos judíos que habían venido para acompañar
a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él.”
Lo que trajo gloria
a Dios y que la gente creyera en Jesús fue la resurrección de Lázaro.
Además notemos la
pregunta que Jesús le hizo a María: “¿No
te he dicho que si crees, veras la gloria de Dios?” ¿En que tenía que creer
María para ver la gloria de Dios? ¿En la enfermedad? No, la enfermedad había
traído dolor y murmuraciones en contra de Jesús. Ella tenía que creer que Jesús
iba a resucitar a su hermano para ver la gloria de Dios.
El milagro fue lo
que trajo la gloria a Dios.
En el verso 12 de la
historia de la sanidad del paralítico que fue bajado por sus cuatro amigos en
Marcos 2:1-12 se ve lo que trae la gloria a Dios: “Entonces él se levantó enseguida, y tomando su lecho, salió delante de
todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo:
Nunca hemos visto tal cosa.”
En estos pasajes
vemos que la sanidad es lo que trae la gloria a Dios. En realidad, no hay
ningún verso que diga que la enfermedad trae la gloria a Dios.
Otros dicen: “La voluntad de Dios es que yo esté
enfermo.”
Si esto es cierto,
¿por qué van a los hospitales? ¿Para que asisten donde los doctores? ¿Por qué
toman medicinas? Si su afirmación es correcta, ellos están yendo en contra de
la voluntad al tratar de curarse por medios físicos. Están pecando al tratar de
huir de la voluntad de Dios. Lo mejor para sus vidas seria que dejases de
rebelarse contra Dios y acepten con gozo su dolor y enfermedad.
Esas palabras no
pueden ser respaldadas con la Biblia. No hay ningún verso en la Biblia que diga
que sea la voluntad de Dios enfermar a alguien.
La gente pierde su
oportunidad de recibir su sanidad y las cosas que Dios preparó para ellos por
no conocer la naturaleza de Dios.
La Biblia dice
muchas veces que Dios es bueno.
En el capítulo 5 de
Segunda de Crónicas se ve el traslado del arca al templo recién construido por
Salmón; en el verso 13 dice: “Cuando
sonaban, pues, las trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias
a Jehová, y a medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros
instrumentos de música, y alababan a Dios diciendo: Porque él es bueno, porque
su misericordia es para siempre. . .”
Notemos que la gente
de Israel conocía a Dios y lo alababan diciendo: “Porque él es bueno, porque su misericordia es para siempre.”
El Salmo 136:1 dice:
“Alabad a Jehová, porque él es bueno,
porque para siempre es su misericordia.”
Esta verdad se ve
constantemente en el libro de Salmos.
Cuando se le acerco
el joven rico a Jesús en Marcos 10:17-18 le preguntó: “¿Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo:
¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios.” Jesús le
dijo al joven rico que Dios es bueno.
Dios es un buen
Dios. Un buen Dios hace cosas buenas, el momento que hace algo malo deja de ser
bueno y se convierte en malo.
En Santiago 1:17
dice: “Toda buena dádiva y todo don
perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay
mudanza, ni sombra de variación.”
Al final de Mateo
7:11 dice: “¿Cuánto más vuestro padre que
está en los cielos dará buenas cosas a los que se lo pidan?”
En estos pasajes
vemos que Dios da buenas cosas, “toda
buena dádiva y todo don perfecto.”
¿La enfermedad es
algo bueno? ¿El dolor y el sufrimiento son algo bueno? ¿La miseria es algo
bueno? Si tu respuesta a esas preguntas es no; entonces no le eches la culpa a
Dios de producirlas.
Dios es bueno, y Él
quiere hacer algo bueno por ti hoy.
Además si la
enfermedad fuese una bendición de Dios no enviaría a su enemigo para ponerla
sobre la gente ni a su hijo para quitarla de ellos.
En Hechos 10:38 se
manifiesta claramente quienes son los autores de la enfermedad y de la sanidad:
“Como Dios ungió con el Espíritu Santo y
con poder a Jesús de Nazaret, y como este anduvo haciendo bienes y sanando a
todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.”
En este pasaje vemos
a dos personajes: a Jesús, el sanador y al diablo, el enfermador.
Como hemos visto
Jesús nos sanó por medio de la redención, el proveyó la sanidad para todas las
personas.
También podemos ver
que cada persona que fue sanada por Jesús durante su ministerio estaba oprimida
por el diablo.
En varios pasajes de
la Biblia vemos que la enfermedad es llamada una opresión satánica.
En el relato de la
mujer que tenía el flujo de sangre Jesús le dijo a la mujer que ella estaba
libre de su azote: “Y él le dijo: Hija,
tu fe te ha hecho salva; vé en paz, y queda sana de tu azote” (Marcos
5:34).
Su enfermedad no
había sido una bendición de Dios sino un azote del diablo.
Esto lo vemos más
claramente en el caso de la mujer encorvada.
En Lucas 13:10-16
vemos la sanidad de la mujer encorvada: “Enseñaba
Jesús en la sinagoga en el día de reposo; y había allí una mujer que desde hacía
dieciocho años que tenia espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en
ninguna manera se podía enderezar. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:
Mujer, eres libre de tu enfermedad. Y puso las manos sobre ella; y ella se
enderezó luego, y glorificaba a Dios. Pero el principal de la sinagoga, enojado
de que Jesús hubiese sanado en el día de reposo, dijo a la gente: Seis días hay
en que se debe trabajar; en estos, pues, venid y sed sanados, y no en día de
reposo. Entonces el Señor le respondió y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros
¿no desata en el día de reposo si buey o su asno del pesebre y lo lleva a
beber? Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se
le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo? Y a esta hija de
Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se debía desatar de esta
ligadura en el día de reposo?”
En este pasaje vemos
que Satanás es el autor de la enfermedad. Jesús fue bien claro cuando dijo que
Satanás era el que había atado a la mujer; y, que la enfermedad es una
ligadura.
Dios no es quien
pone enfermedades en el hombre, es el diablo quien está en el negocio de
hacerlo.
En Juan 10:10
podemos ver un contraste entre las obras de Dios y las obras del diablo: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar
y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia.”
Este ladrón es el
diablo. El diablo viene a robarnos con la enfermedad, nos roba la enfermedad,
nos roba nuestro dinero, nos roba nuestra salud.
Pero Jesús vino para
darnos vida, y vida en abundancia.
En 1 Juan 3:8 dice: “El que practica el pecado es del diablo;
porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios,
para deshacer las obras del diablo.”
El propósito por el
cual Jesús vino a la tierra fue para deshacer las obras del diablo. La
enfermedad es una obra del diablo, Jesús vino para sanarnos.
Jesucristo no ha
cambiado, sigue siendo el mismo. En Hebreos 13: 8 dice: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.”
El diablo tampoco ha
cambiado, todavía sigue enfermando a la gente; pero Jesús continua deshaciendo
sus obras.