¡¿Sabías que en la Biblia se esconde una PROFUNDA verdad sobre lo que en realidad somos los humanos?!
Así es, en Génesis hay un dato increíble sobre cómo Dios nos creó que te va a SORPRENDER.
Resulta que no somos solo un cuerpo físico y ya. Dios nos hizo a su imagen como seres ESPIRITUALES.
¿Quieres entender MEJOR tu propia naturaleza y propósito?
Entonces échale un vistazo a este video y descubre la fascinante historia detrás de Génesis 2:7.
El relato bíblico de la creación del hombre en Génesis capítulo 2 verso 7 nos da una profunda comprensión de la naturaleza humana. Vemos que "Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente."
A simple vista puede parecer una descripción sencilla. Sin embargo, al analizar los términos originales en hebreo, descubrimos maravillosas profundidades de significado teológico en este pasaje.
La palabra hebrea traducida como "aliento" o "soplo" es "ruach", la cual también se puede traducir como "espíritu". Así, una traducción alternativa sería "sopló en su nariz espíritu de vida." Esto transmite la idea del espíritu vivificador que Dios sopló en Adán.
Luego se utiliza la frase "lenefesh chayah" que significa "alma viviente" o "criatura viviente". Entonces, una traducción precisa sería "sopló en él espíritu de vida y fue el hombre un alma viviente."
Esto revela un concepto fascinante: que el hombre no es un ser puramente físico y material. Más bien, la esencia de la vida humana radica en el espíritu infundido por Dios, el cual anima nuestra existencia como "alma" viviente.
El alma o nefesh representa nuestra persona consciente, pensante y sintiente. El cuerpo es simplemente el vehículo físico. Pero es el espíritu el que verdaderamente nos vivifica.
Esta cosmovisión se reafirma en el Nuevo Testamento. Primera de Tesalonicenses 5:23 dice que nuestro ser integral se compone de "espíritu, alma y cuerpo." Nuevamente vemos esa naturaleza tripartita: lo físico, lo espiritual y lo psíquico y anímico.
Así pues, el relato de Génesis establece que, más allá de nuestro cuerpo material, como seres humanos poseemos un espíritu que procede de Dios. Gracias al soplo divino de vida, no somos simplemente una masa biológica sino un alma viviente, una criatura con dimensión eterna. Esta verdad infunde un sentido de identidad, propósito y dignidad a nuestra existencia.
En conclusión, al tomarse el tiempo de analizar los matices del texto original, las Sagradas Escrituras nos entregan profundas perlas de conocimiento. Contemplar el significado espiritual del pasaje en Génesis 2:7 a la luz de Primera de Tesalonicenses 5:23, nos lleva a maravillarnos de lo que Dios ha puesto dentro de nosotros: ¡nada menos que su soplo de vida!
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¡Es hora de destapar las gemas ocultas de las Escrituras! ¡Vamos a ello!
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