Clase 6
Cómo Usar Nuestra
Autoridad
La autoridad es el poder o la influencia delegada que
nos han sido conferidos por ser creyentes.
Hemos visto en Mateo 28:18 que cuando Jesús dijo: "Toda autoridad me ha sido dada en el
cielo y en la tierra. Por tanto, id....” Lo que Él estaba diciendo era
esto: “Como Yo que soy la cabeza he
recibido toda la autoridad, ustedes que son el cuerpo también han recibido la
misma autoridad, por eso vayan y realicen la Gran Comisión”.
En el Salmo 133 vemos una idea más clara de esto:
Salmos 133:1
1 Mirad cuán
bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!
2 Es como el
buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón,
y baja hasta el borde de sus vestiduras;
3 Como el rocío
de Hermón, que desciende sobre los montes de Sino; porque allí envía Jehová
bendición, y vida eterna.
Así como Jesucristo, la Cabeza, tiene toda la
autoridad, esta desciende a todo su cuerpo.
Cuando nos metemos a la ducha, el agua cae sobre todo
el cuerpo, de la cabeza a los pies.
El miembro más pequeño del cuerpo de Cristo tiene toda
la autoridad de la Cabeza.
1 Corintios 12:12-14, 18-20, 27
12 Porque así
como el cuerpo es uno, y tiene muchos
miembros, pero todos los miembros del
cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.
13 Porque por un
solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo
Espíritu.
14 Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.
18 Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada
uno de ellos en el cuerpo, como él
quiso.
19 Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
20 Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo.
27 Vosotros, pues, sois el cuerpo de
Cristo, y miembros cada uno en
particular.
Nosotros
como creyentes somos parte del cuerpo de Cristo; cada uno posee la misma
autoridad.
Efesios
1:22-23 (Reina Valera Actualizada)
22
Aun todas las cosas las sometió Dios bajo sus pies y le puso a él por cabeza
sobre todas las cosas para la iglesia,
23
la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que todo lo llena en todo.
Como
cuerpo de Cristo ya tenemos la autoridad, entonces, el problema no es tanto el tenerla
sino el saber usarla.
En
la historia paralela de Mateo 28 en Marcos 16 vemos lo siguiente:
Marcos
16:17-18
17 Y estas señales seguirán a los que creen: En
mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;
18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
Vemos
aquí tres características de los que usan esta autoridad:
La
primera característica es que estas
señales seguirán a los que creen.
El
término creer es pisteuo y según Vine
significa: Creer, ser persuadido de, y
por ello fiarse de, confiar. Significa, en este sentido de la palabra, apoyarse
en, no una mera creencia.
Debemos
apoyarnos en la declaración de Jesús: “Toda
autoridad me ha sido dada, por tanto vayan.”
Debemos
estar persuadidos, convencidos y confiados que lo que Jesús dijo es la verdad y
que va ha suceder lo que ha dicho.
Eso
es fe, y la fe viene por el oír y el oír la Palabra de Dios; lo que nos dice
que debemos depositar la Palabra de Dios continuamente en nosotros en cuanto al
área de la autoridad del creyente para llegar a esa convicción.
La
segunda característica es que conocen
el valor del nombre de Jesús.
La
autoridad que tenemos la desatamos mediante el uso del nombre de Jesús.
Juan
14:13-14
13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
14 Si
algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.
En
este pasaje dice que debemos pedir en el nombre de Jesús. ¿A quien debemos
pedirle?
Veamos
Juan 14:13 en otras versiones para tener una idea más clara:
Biblia
al Día
Cualquier
cosa que pidáis en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el
Hijo.
Biblia
Latinoamericana
Todo
lo que pidan en mi Nombre lo haré, de manera que el Padre sea glorificado en su
Hijo.
Biblia
del Pueblo de Dios
Y
yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo.
La
Septuaginta (Versión de Junemann)
Y
lo que pidiereis en mi nombre, esto haré; para que sea glorificado el Padre en
el Hijo.
Reina
Valera 1865
Y
todo lo que pidiereis en mi nombre, esto haré; para que el Padre sea
glorificado en el Hijo.
En
realidad en cerca de 60 versiones de la Biblia que he revisado en los idiomas
español e ingles solo usan la frase “al Padre” algunas de las revisiones de la
Reina Valera, la versión de Scio, la Castilian, la Torres Amat y la Versión
Moderna; y no he encontrado ninguna versión en inglés que use esa frase.
Y
lo que sucede es que la frase “al Padre,”
no se encuentra en el griego; fue aumentada por los traductores para contrastar
con Juan 16:23-24. Las traducciones modernas de la Biblia han corregido esto.
Al
colocar esa frase se pierde el sentido de lo que Dios quiere decirnos. Además,
la palabra que se usa para pedir es aiteo que denota la acción de exigir o
demandar.
Podemos
escribir este pasaje de este modo: “Todo
lo que demandes, o exijas, en mi nombre, yo lo haré.”
Para
los discípulos esto quedo bien claro; pues en Hechos 3:1-8 podemos ver como
usaron el Nombre de Jesús:
Hechos
3:1-8
1 Pedro y Juan subían juntos al templo a la
hora novena, la de la oración.
2 Y era traído un hombre cojo de
nacimiento, a quien ponían cada día a la
puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban
en el templo.
3 Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna.
4 Pedro, con Juan, fijando en él los
ojos, le dijo: Míranos.
5 Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo.
6 Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.
7 Y tomándole por la mano derecha le
levantó; y al momento se le afirmaron
los pies y tobillos;
8 y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró
con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.
Pedro
y Juan sabían muy bien lo que tenían; sabía que podían usar su autoridad en el
nombre de Jesús para traer una sanidad.
Nosotros
como cuerpo de Cristo tenemos la autoridad y el derecho de usar el nombre de
Jesús.
Hechos
19:13-16
13 Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús
sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por
Jesús, el que predica Pablo.
14 Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que
hacían esto.
15 Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es
Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?
16 Y el hombre en quien estaba el espíritu
malo, saltando sobre ellos y
dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa
desnudos y heridos.
Es
interesante ver que tanto los hijos de Esceva y el demonio conocían quien era
Jesús.
Los
hijos de Esceva sabían que había autoridad en el nombre de Jesús pero ellos no
tenían derecho a usarle porque no eran parte del cuerpo de Cristo.
La
tercera característica es que tenemos
que hacer algo con esa autoridad.
Hechos
16:16-18
16 Aconteció que mientras íbamos a la
oración, nos salió al encuentro una
muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando.
17 Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos
hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación.
18 Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando
en el nombre de Jesucristo, que salgas
de ella. Y salió en aquella misma hora.
El
verso 17 en la Biblia de Jerusalén nos dice lo que realmente decía la mujer: “Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando:
«Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian un camino de
salvación.»”
Pablo
no estaba predicando “un” camino de salvación, lo que él predicaba era el
predicaba el único camino de salvación.
Pablo
hizo algo al respecto, él echó fuera el espíritu de adivinación en el nombre
de Jesús.
Nosotros
hemos recibido la autoridad ahora debemos usarla.
Este pasaje nos da más luz acerca de lo que debemos hacer al usar nuestra autoridad.
Santiago
4:7
7 Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
El
término someteos es jupotasso que es principalmente un término
militar, ordenar abajo (jupo, debajo; tasso, ordenar). Denota: ponerse en
sujeción, sujetarse.
Al
someternos estamos poniéndonos bajo las ordenes de Dios; nos sometemos a Su
Palabra; es decir, la aceptamos como una realidad en nuestras vidas.
Si
Él ha dicho que tenemos autoridad, lo aceptamos como un hecho; si Él ha dicho
que somos sanos por la llagas de Jesús, lo somos, lo aceptamos como un hecho;
si Él dice que somos prósperos, lo somos.
Este
verso nos dice tres cosas
Lo
primero es que debemos aceptar su
Palabra como un hecho real para nosotros.
Lo
segundo es resistir al diablo.
¿Cómo
lo hacemos? Usando la Palabra de Dios y el nombre de Jesús.
Lo
tercero es que el diablo huirá de
nosotros.
El
huirá, escapará de nosotros, como una mosca al ver un matamoscas.
Vayamos
ahora a Primera de Pedro
1
Pedro 5:6-9
6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de
Dios, para que él os exalte cuando fuere
tiempo;
7 echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
8 Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario
el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;
9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van
cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.
Vemos
aquí el mismo principio de Santiago, humillarnos ante la poderosa mano de Dios,
someternos a Él y Su Palabra.
Si
Dios ha dicho algo es así; debemos creerle, no dependiendo de nuestras propias
fuerzas sino de las del Señor.
Debemos
ser sobrios y velar; es decir mantenernos firmes en la Palabra; no ir a derecha
ni ha izquierda.
Y
debemos resistir al diablo con la Palabra de Dios y el nombre de Jesús.
Una
cosa final en este verso es que no estamos solos, ni que recibimos “el gran ataque”, uno como nunca tuvo
nadie; no es así, los mismos ataques que sufrimos los han sufrido otros
hermanos; y si otros los han vencido nosotros también venceremos.
Lo
que importa es la actitud que tenemos a la hora del ataque.
Estaba
hace 10 años en el hospital, habiendo sufrido lo que parecía era un infarto;
en medio de de tubos y máquinas.
De
pronto llegó mi amigo, el Pastor Julio Aguije, y me preguntó: “¿Cómo te sientes de ánimo?”, detrás de esa voz escuché la voz del Espíritu Santo diciéndome: "Vas a vivir o vas a morir"; y le respondí: “Quiero
vivir, voy a vivir y salir completamente sano de aquí.”
Dos
días después estaba en mi casa, con mi corazón completamente sano.
En
Efesios 6 vemos más de nuestra actitud como creyentes:
Efesios
6:10-18
10 Por lo demás,
hermanos míos, fortaleceos en el
Señor, y en el poder de su fuerza.
11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las
asechanzas del diablo.
12 Porque no tenemos lucha contra sangre y
carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de
este siglo, contra huestes espirituales
de maldad en las regiones celestes.
13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar
firmes.
14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,
15 y calzados los pies con el apresto del
evangelio de la paz.
16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que
podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;
18 orando en todo tiempo con toda oración y
súplica en el Espíritu, y velando en
ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.
El
creyente que se pone esta armadura y se enlista en la milicia espiritual esta
calificado y cumple con los requisitos para la victoria.
El
diablo hasta lo imposible para impedir obtengas este conocimiento de la
autoridad que tenemos sobre él; pero párate firme en esta verdad, deja que se
haga parte de tu vida.
Veamos
ahora nuestra armadura:
Las
distintas partes de esta armadura simbolizan las actitudes espirituales que el
creyente debe mantener.
En
primer lugar está el cinturón de la
verdad, que representa el tener un claro entendimiento de la Palabra de
Dios. Como el cinturón de un soldado,
mantiene el resto de la armadura en su lugar.
En
segundo lugar, está la coraza de la
justicia.
Esta
coraza tiene una doble aplicación: Jesús es nuestra justicia, y debemos ponerlo
primero. También muestra nuestra obediencia a la Palabra de Dios.
En
tercer lugar, nuestros pies están
calzados con el apresto del evangelio de la paz. Esto es nuestro ministerio de proclamación
de la Palabra de Dios.
En
cuarto lugar está el escudo de la
fe.
El
escudo es un arma defensiva que cubre todo el cuerpo. Representa
nuestra completa seguridad bajo la sangre de Cristo, donde ningún poder del
enemigo puede penetrar.
En
quinto lugar se encuentra el yelmo de
la salvación, al cual se refiere a la seguridad de nuestra salvación. No hay duda en nuestra mente que la vida de Dios está en nosotros.
En
sexto lugar está la espada del Espíritu,
que es la Palabra de Dios.
Esta
es un arma ofensiva, es la Palabra de Dios saliendo poderosamente de nuestra
boca. Es nuestra confesión victoriosa de la Palabra de Dios.
En
sétimo lugar esta nuestra oración,
como dice el verso 18 dice: "Orando en todo tiempo con toda oración
y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica
por todos los santos."
Después
de ponernos toda la armadura es el momento de orar. Orar en el Espíritu nos
ayudará a edificar y reforzar nuestra fe.
El entender esto, nos ayudará a resistir más fácilmente el ataque del diablo.
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