Finalmente, hermanos, continúen orando por nosotros, para que la palabra del Señor corra libremente (se difunda y se extienda rápidamente) y sea glorificada, así como sucedió también con ustedes.
- 2 Tesalonicenses 3:1 (Biblia Expandida)
En el siglo XIX, Dios hizo una obra poderosa en Londres a través de un gigante de la fe, conocido como el Príncipe de los Predicadores, Charles H. Spurgeon, .
Se dice que predicaba 10 veces a la semana en diversos auditorios y que predico a 10 millones de personas en una época que no había radio ni televisión y mucho menos internet.
Sus sermones se estudian hasta el día de hoy, y sus frases circulan constantemente en memes de Facebook.
Un domingo por la tarde, una comitiva de ministros llegó por sorpresa al enorme Tabernáculo Metropolitano donde predicaba para observarlo.
Suponiendo que el hombre corpulento al costado del edificio que vestía un overol el el conserje, sin darse cuenta de que era Spurgeon, le preguntaron: "Señor, ¿podría mostrarnos la planta de energía de esta enorme estructura?" "Por supuesto", respondió el hombre, llevándolos al sótano.
Cuando abrió la puerta al final de un pasillo, los ministros esperaban ver un poderoso horno. En cambio, vieron a más de doscientos hombres de rodillas orando por el próximo servicio vespertino. "La oración, señores", les dijo, "es la planta de energía del Tabernáculo Metropolitano".
El hombre, el propio Spurgeon, sabía dónde descansaba el poder.
Al concluir su segunda carta a los Tesalonicenses, Pablo les dice: "Oren por nosotros". Fíjate que él no dice, "Oren por nuestros programas". Tampoco dice: "Oren por nuestros proyectos". Y menos aún les dice "Oren por nuestra visión". Él simplemente les pide: "Oren por nuestra predicación".
Juan Crisóstomo, fue un importante Padre de la Iglesia del Siglo IV, que fue Obispo de Antioquía, y fue conocido como "El Predicador de la Boca de Oro", por la elocuencia y profundidad de sus mensajes.
Él comenta de este verso: “Él mismo que había orado por ellos; ahora les pide que oren por él”. En continúa diciendo: "No para que no corra ningún peligro, sino para que cumpla con aquello para lo que fue destinado".
¡Cuánto del poder de un maestro cristiano, que aumenta con el tiempo, proviene de la acumulación de intercesión de sus hijos espirituales!
Pablo le pide a la gente que ore por él en todas sus Epístolas (Romanos 15: 30; 2 Corintios 1: 11; Efesios 6: 18-19; Colosenses 4: 3; 1 Tesalonicenses 5: 25). En todos estos casos, la solicitud es de ayuda activa en su obra de evangelización.
Pablo no solo ora por sus "hijos" en Cristo, sino que les ruega que oren por él. Pero en otro sentido, el hombre está absorto en su apostolado que si busca la bendición para sí mismo; es para el fin que la palabra del Señor tenga curso libre.
Jowett comenta "Es a la manera del apóstol poner eso como un deseo para sí mismo, que era un deseo para el avance del Evangelio".
Pablo sintió su necesidad de osadía para competir con aquellos que se oponían a la predicación del Evangelio, de constancia para aprovechar cada oportunidad para presentarlo a nuevas audiencias, y una y otra vez hizo un llamado a las iglesias para que oren por él en conexión con este asunto.
Su gozo en el encarcelamiento fue que la palabra de Dios "no estaba atada" (2 Timoteo 2:9); su deseo, era que mientras él mismo estaba amenazado y se le oponían, es que la palabra pueda circular libremente (pueda correr), que no se detenga en su carrera, que se extienda a todas partes.
Eso es lo que debemos hacer como creyentes, orar por nuestros pastores, orar por nuestros ministros que predican, pera que la Palabra siga corriendo libremente, y extendiéndose para alcanzar un mundo que no conoce a Cristo.
Ricardo Botto
No hay comentarios:
Publicar un comentario