martes, 1 de julio de 2025

Curso de Evangelismo Personal - Kenyon - Clase 12

En esta clase veremos el peligro del consentimiento mental, si creemos la palabra debemos actuar en ella, y esto es verdad cuando creemos para nuestra salvación. 

¿Cual es esa acción?

Declarar que Jesús es el Señor y que por el hecho de recibirlo tenemmos la vida de Dios.


CAPÍTULO DOCE 

TRATANDO CON EL NO SALVO 

(Continuación) 

Hemos estudiado dos grupos de dificultades: las que surgen de una sensación de falta de habilidad para vivir la vida cristiana y las que provienen de una indisposición para convertirse en cristiano. 

Ahora vamos a estudiar cómo tratar otro tipo de problema: las dificultades que encontraremos en el evangelismo personal que surgen de una sensación de 

desesperanza. ¿Cuántos han perdido toda esperanza de algún día convertirse en hijos de Dios? Veremos algunos de los problemas individuales que debemos suplir en este grupo. 

  

1. Existe un gran número de personas que han buscado a Dios durante mucho tiempo y parecen no poder encontrarlo. 

Muchos, por eso, han quedado sin esperanza alguna. La dificultad normalmente viene del hecho de que confunden el consentimiento mental con la fe. 

Para tener éxito, el trabajador en el evangelismo personal debe entender la diferencia entre consentimiento mental y fe. Un entendimiento del consentimiento mental y cómo manejarlo le permitirá ayudar no solo a un gran número de personas que buscan la salvación, sino también a otras que necesitan sanidad o una vida victoriosa en Cristo. 

El consentimiento mental es admitir el hecho de que la Biblia es verdadera y profesar que se cree en ella. Sin embargo, esta profesión está vacía de acción. No significa nada para el Padre. 

Santiago 2:17 dice: “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”. Una mejor traducción es “la fe, si no tiene ninguna acción relacionada, está muerta”. En otras palabras, la fe sin acciones correspondientes es el consentimiento mental. 

Una fe que profesa, que no permanece sobre la Palabra de Dios y actúa sin miedo sobre ella, independientemente de sentimientos o circunstancias, es sólo un consentimiento mental. Una persona nace de nuevo por la fe en la Palabra de Dios. No nace de nuevo por consentimiento mental. La persona es generada por la Palabra de Dios cuando actúa sobre ella y la hace su confesión. 

Efesios 2:8 dice: “Porque por gracia sois salvos mediante la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. En el momento en que la persona cree, recibe la vida de Dios. El nuevo nacimiento es la Palabra de Dios. Es Dios quien pone Su naturaleza en el espíritu de la persona. 

Cuando una persona cree, el resto es con Dios. Somos Su obra maestra creada en Cristo Jesús (Efesios 2:9-10). 

Muchos dicen: “Yo creo, pero no soy salvo”. No creyeron, porque creer trae una confesión positiva. 

El siguiente incidente ilustrará esta verdad. 

Una noche estaba hablando con una mujer que se quedó después del culto, algo para aquellos que buscaban a Cristo. Ella lloraba amargamente, diciendo: “Durante seis meses he buscado a Cristo. Es tan difícil ser salva”. 

Le di Apocalipsis 3:20, mostrando que Cristo estaba pidiendo entrar en su vida, y que cuando Él fue invitado, Él entró. También le entregué Juan 5:24, mostrando que en el momento en que creyó en Su Palabra, ganó vida eterna. 

Ella dijo: “Creo, pero no estoy salva. Realmente creo. Creí en la Biblia toda mi vida”. Sin embargo, ella no estaba creyendo. Creer es actuar sobre la Palabra de Dios. Creer es confesar que lo que Dios dice, es. Si ella creyera, diría lo siguiente: “Invité a Jesús a entrar en mi vida. Por lo tanto, Él entró, porque Su Palabra así lo declara” (ver Apocalipsis 3:20). 

Durante seis meses, esa joven sólo consintió mentalmente. El consentimiento mental es admitir que la Biblia es la Palabra de Dios, pero sin acción ni confesión positiva. El consentimiento mental no comprende la santidad de la Palabra de Dios. La fe se satisface sólo con la evidencia de la Palabra de Dios. 

Le pedí que leyera en voz alta Apocalipsis 3:20 y Juan 5:24 repetidas veces. Mientras leía, le explicaba que es imposible que la Palabra de Dios falle, que la integridad de la Palabra es la integridad de Dios. La Palabra comenzó a trabajar en su vida. Ella salió de la esfera del consentimiento mental hacia la fe. 

De repente, ella rió, diciendo: “Es tan simple. Creo; por lo tanto, tengo Vida Eterna”. 

Cuando actuó sobre la Palabra de Dios, Dios resolvió la situación y puso Su naturaleza en ella. 

En tu trabajo personal de evangelismo, encontrarás muchos que han ido varias veces al altar sin encontrar a Cristo. Para ellos debes mostrar la diferencia entre consentimiento mental y fe. Muestra que necesitan creer en lo que Dios dice en Su Palabra. Procura llevarlos a un conocimiento de la santidad de la Palabra de Dios para con Él mismo. 

Puedes ilustrar con un ejemplo de la santidad de la palabra de una persona honesta. 

Si perdemos la fe en la palabra de una persona, perdemos la fe en ella. Una persona honesta cuidará sus palabras. No prometerá lo que no pueda cumplir. Cuidará sus palabras para poder cumplirlas en todas las situaciones. 

Muestra que sólo por la Palabra de Dios una persona puede conocerle. Por lo tanto, es sagrada, porque si la Palabra falla, Él falla. 

Usa Jeremías 1:12 para mostrar que Dios cuida Su Palabra para cumplirla en la vida del hombre o la mujer que actúe sobre ella. Muestra a la persona que no debe esperar el sentimiento de salvación antes de confesar que está salva. Explica que la alegría del cristiano no viene necesariamente en el momento del nuevo nacimiento, sino de su comunión con el Padre. 

Muestra que mayor que la evidencia de sentimientos o experiencias es la evidencia de la Palabra de Dios que declara que cuando una persona cree, tiene Vida Eterna (Juan 5:24), o que cuando invita a Cristo, Él entra. 

El consentimiento mental es una de las armas que Satanás utiliza para impedir a aquellos que están ansiosos por ser salvos. El consentimiento mental es peligroso y sutil, pues viene disfrazado de “fe”. Quien busca no se da cuenta de que esto no es fe, y no puede analizar sus dificultades para encontrar a Cristo como su Salvador y Señor. 

Como trabajadores del evangelismo personal, debemos estar preparados para destruir el consentimiento mental y construir fe en su lugar mediante la Palabra (ver Romanos 10:17). 

Existen aquellos que han perdido las esperanzas porque creen que es demasiado tarde. Muchos rechazaron previamente a Cristo y sienten que por esa razón Dios no los aceptará. 

La necesidad de este grupo puede atenderse edificando la Palabra en sus vidas para que lleguen al punto de actuar sobre ella. 

Muchas veces sus actitudes son simplemente de consentimiento mental respecto a las grandes promesas de la Palabra de Dios que traerían vida a ellos. 

Usa 2 Pedro 3:9 para mostrar que no es voluntad de Dios que ningún hombre perezca. Juan 6:37 es un buen versículo para este grupo, porque muestra que Cristo recibirá a cualquiera que vaya a Él en cualquier momento. 

En Romanos 10:13, Dios declara que cualquiera que invoque Su Nombre será salvo. Otros versículos que pueden usarse son Deuteronomio 4:30-31; Isaías 1:18 y Apocalipsis 22:17. 


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