Juan 4:35-38
35 ¿No decís vosotros: Aún
faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros
ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
36 Y el que siega recibe
salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce
juntamente con el que siega.
37 Porque en esto es
verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega.
38 Yo os he enviado a segar
lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus
labores.
Aquí Jesús nos dice
que los campos están blancos para la siega, la cosecha ya está lista.
El evangelio ha sido
predicado desde hace 2000 años, mucha gente ha dado su vida por él, y lo sigue
haciendo hoy.
Hemos entrado en las
labores que otros empezaron, hubo gente que se sacrificó por llevar este
glorioso Evangelio que predicamos.
Hace 30 años conocía
un pastor anciano en Arequipa, me contó que hacía 50 años había predicado 52
domingos en la Plaza de Armas de Arequipa, y 52 domingos durmió en la cárcel.
En 1950 Gordon
Lindsay trajo al Perú al evangelista Clifton Erickson para hacer una campaña en
Lima en el Estadio Nacional y a los 5 días vino la policía para arrestarlos y
tuvieron que huir a Trujillo donde empezaron otra campaña y pasó lo mismo,
tuvieron que huir a su país. Pero gracias a Dios se convirtieron 5000 personas
esas 2 semanas.
Estamos entrando en las
labores de otros.
Yo conocí al Señor a
los 17 años, unos meses antes que comience el avivamiento carismático entre los
jóvenes de Lima de los años 80.
Uno de los momentos
más importantes de mi vida ocurrió cuando me encontraba con un amigo del
colegio que se había convertido un mes antes que yo, le estábamos compartiendo
el evangelio a otro compañero, y yo con mi mes y medio de creyente estaba
aprendiendo, escuchaba cosas que no había oído antes. De pronto lo llaman para
su estudio bíblica y él me deja diciéndome: “Si
quieres síguele predicando.” Yo pensé: “¿Y
ahora qué hago? Pablo ya le dijo todo lo que sabía y mucho más.”
Entonces no me di
cuenta pero ahora sé que fue el Espíritu Santo quien me dio la idea, así que le
dije: “Iván, Pablo ya te dijo todo lo que
se debe saber del cristianismo, ¿quieres recibir a Jesús?” Me dijo que si,
oramos juntos y el recibió a Jesús.
No lo sabía entonces
pero ese fue el primero de miles que han recibido a Jesús conmigo, predicando
de persona a persona. Quince días después recibí el bautismo con el Espíritu
Santo y ocurrió una revolución en mi vida, de pronto estaba hablando de Jesús
con todos; como dijo Jesús en Hechos 1:8 recibí el poder de Dios para
testificar, y eso es lo que hago desde entonces, trato de no desaprovechar toda
oportunidad que tenga.
Una cosa que me he
dado cuenta todos estos años es que la gente está lista para recibir el
maravilloso regalo de la salvación, solo tenemos que acercarnos sin temor y
darles las buenas nuevas del evangelio.
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