miércoles, 6 de noviembre de 2019

Jesucristo - Cuarta Parte


Vida y Ministerio Terrenal de Jesús

¿Qué pasó en los “años perdidos” de Jesús? Nada especial.

“Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él” (Lucas 2:39-40).

Aquí vemos que Jesús regresó a su ciudad natal, Nazaret de Galilea, en la parte norte de Israel, luego de cumplirse todo lo estipulado por la ley.

Si vamos mas allá en la Biblia veremos que Jesús no se movió de Galilea, excepto los tiempos que la Ley estipulaba que debía viajar a Jerusalén.

“Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él. Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa” (Marcos 6:1-4).

Jesús creció y vivió en Nazaret, tomando la profesión de su padre, siendo carpintero. La gente lo conocía y estaban sorprendidos porque no había demostrado nada sobrenatural hasta que cumplió 30 años.

“Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Lucas 3:21-22).

Ese día fue el cambio, es el momento del inicio de su ministerio.

En Hechos 10:38 vemos la confirmación de esto: “Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.”

En los evangelios apócrifos (escondidos, ocultos) y otros escritos y tradiciones orales, dicen que Jesús hizo una serie de milagros en su niñez, pero vemos que las sanidades y milagros vinieron después de su bautismo con el Espíritu Santo. Recordemos que Jesús era conocido como carpintero, no como milagrero.

Además en Juan 2:1-11 dice que su primera señal (o milagro) fue el convertir el agua en vino en las bodas de Caná, que es un acontecimiento posterior a su bautismo con el Espíritu.

Otra cosa que podemos ver es que Jesús no hizo las sanidades y milagros por ser el Hijo de Dios, sino que el esperó ser lleno del Espíritu Santo para recién empezar ha hacerlos. Es decir, el hizo las sanidades y milagros como cualquier creyente lleno del Espíritu Santo y el poder de Dios.

Por eso es que Él dijo en Juan 14:12: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.”

Jesús es nuestro modelo, el ejemplo que debemos seguir.

Para entender el alcance del ministerio público o terrenal de Jesús, debemos darnos cuenta a quien fue enviado a ministrar. En Mateo 15:24 mientras hablaba con la mujer sirofenicia, Jesús dijo estas palabras: “El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.”

El carácter universal de su ministerio vino con su muerte y resurrección, cuando el murió por los pecados de todos los hombres.

Por ese motivo, no es de sorprenderse la fuerte oposición de los judaizantes de la iglesia judía contra el mensaje de Pablo a lo largo del Libro de Hechos, acerca del carácter universal del ministerio, ya que ellos pensaron en primer momento que el evangelio era solo para los judíos (el caso de la conversión de Cornelio en Hechos 10 y 11), y luego la necesidad de circuncidarse y cumplir toda la Ley de Moisés para poder ser salvos (tema del Concilio de Jerusalén en Hechos 15 y la ocasión del libro de Gálatas).

Pero pasemos a lo que estamos viendo del ministerio público de Jesús.

En Mateo 9:35 vemos en que consistió el ministerio terrenal de Jesús: “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.”

Son tres cosas principales las que Jesús hizo:

1. Enseñar
2. Predicar
3. Sanar a los enfermos

Por ejemplo, los evangelios están llenos de las enseñanzas de Jesús, tenemos el Sermón del Monte (Mateo 5, 6 y 7); las parábolas (Marcos 4); o las enseñanzas que dio a sus discípulos en la última cena (Juan 13,14, 15 y 16), entre muchas otra más.

El enseñaba con tal autoridad que la gente podía ver la diferencia.

En Marcos 1:27 dice: “Y todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen?”

En Mateo 7:28-29 dice: “Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.”

Aun sus enemigos reconocían que su enseñanza era diferente a cualquier otra: “Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído? Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” (Juan 7:45-46).

Otra cosa en cuanto a su enseñanza fue que su auditorio principal, a quien les enseñaba al detalle todas las cosas era a sus discípulos: “Con muchas parábolas como estas les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír. Y sin parábolas no les hablaba; aunque a sus discípulos en particular les declaraba todo” (Marcos 4:33-34).

Jesús no le enseñaba todo a la gente, solo lo que podían oír, es a sus discípulos a quienes les declaraba todo.

En cuanto a su predicación veamos lo que dice Lucas 4:16-21, cuando Jesús fue a Nazaret: “Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.”

Este pasaje, al inicio del ministerio de Jesús, nos dice que una parte primordial del ministerio terrenal de Jesús es la predicación de la Palabra de Dios.

Es interesante que Jesús cita esta profecía de Isaías 61:1-2, en la cual Él afirma que es el Mesías, cuando dice: “Hoy se cumple esta escritura delante de ustedes.”

Recordemos que Jesús empezó su ministerio predicando en la tierra de Zabulón y Neftalí tal como se había profetizado en Isaías 9:1-2: “Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea; y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí, para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles; el pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció. Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentios, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:12-17).

Jesús tuvo un ministerio de predicación.

Finalmente podemos ver que Jesús tuvo un ministerio de sanidades y milagros.

A lo largo de los evangelios podemos ver como la gente venia para oírle y recibir sanidad:

“Descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades” (Lucas 6:17).

En Mateo 8:16-17 dice: “Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.”

Este ministerio de sanidades era una de las marcas del Mesías y este verso en particular es el cumplimiento de la profecía hecha en Isaías 53:4-5.

Podemos ver que Jesús tuvo un ministerio de sanidades.

Una cosa más para ver, en cuanto al ministerio público de Jesús, es que Él llamó discípulos en los cuales multiplicarse.

Desde el mismo llamado de Pedro y Andrés en Mateo 4:18-19, Jesús les estaba mostrando el carácter del ministerio al cual los estaba llamando, para alcanzar el mundo: “Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.”

Vemos que en los tres años y medio de su ministerio público Jesús anduvo con sus discípulos por todos lados, enseñándoles en privado y dándoles ejemplo en público.

En Marcos 3:13-19 vemos el grupo principal de discípulos que llamó Jesús y el propósito te este llamado: “Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios: a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron a casa.”

Aquí vemos el propósito del llamado de los doce:

1. Estar con Jesús
2. Enviarlos a predicar
3. Darles autoridad

Es interesante que el primer ministerio de los doce fuera estar con Jesús. Y es que para poder reproducirse en ellos, lo primero era instruirlos de una manera personal.

Lo segundo que hizo fue darles una misión, los envió a predicar.

Y lo tercero es darles la provisión, o los medios para cumplir con su misión, es decir. Les dio autoridad.

En el Libro de Hechos podemos ver lo bien que aprendieron su trabajo.

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