miércoles, 25 de marzo de 2020

Sanidad Divina - Clase 3 - 5 Tradiciones




5 Tradiciones de Hombres que Obstaculizan el Recibir nuestra Sanidad
Clase 3


Marcos 7:5
5 Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas?
6 Respondiendo él,  les dijo: Hipócritas,  bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí.
7 Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.
8 Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes.
9 Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

Unos de los mayores obstáculos para recibir la sanidad vienen de las tradiciones de los hombres.

Estos obstáculos no solo vienen de la tradición, sino también de las supersticiones, y de la mala interpretación de las Escrituras.

Para poder quitar estos obstáculos que nos impiden recibir sanidad, veamos algunos de las más conocidas.


Primera Tradición
Dios Enferma a las Personas

Esta es una de la excusas que más he escuchado, que Dios enferma a las personas.

Los que creen esto dicen que en el Antiguo Testamento dice que Dios envía enfermedades sobre las personas.

Siempre citan Éxodo 15:26 donde dice: “Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.”

Otros versos que usan son Isaías 45:7 que dice: “Que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad (otras versiones dicen “creo el mal” y otras “creo la desgracia”). Yo Jehová soy el que hago todo esto.” Y Miqueas 1:12 donde dice: “Porque los moradores de Marot anhelaron ansiosamente el bien; pues de parte de Jehová el mal había descendido hasta la puerta de Jerusalén.”

Es obvio que estos pasajes escritos en la Versión Reina Valera no nos dan el verdadero significado del manuscrito original en idioma hebreo. Sabemos que Dios no crea las tinieblas; y que el mal no viene del cielo. Dios solo permite el mal, no lo crea.

El mal no puede venir del cielo, porque ahí no hay mal. Dios permitió que venga, pero no lo creó. Tampoco creó la enfermedad. Solo permite que venga como resultado de la desobediencia del hombre.

Como decía John Alexander Dowie: "La enfermedad es el asqueroso engendro de su padre el diablo y su madre el pecado."

La clave para estas dificultades en el idioma consiste en el hecho de que el verbo activo en hebreo ha sido traducido en el sentido causativo cuando debería haber sido traducido en el sentido permisivo.

Robert Young, señala este error en su libro Sugerencias y Ayudas para la Interpretación Bíblica. Dice que Éxodo 15:26 se traduce literalmente de esta manera: “Ninguna enfermedad, que yo permití que sean traídas sobre los egipcios, permitiré que sean enviadas sobre ti, porque yo soy el Señor que te sana.”

Otros piensan que Dios enfermó a Job; deberían leer un poco su Biblia y darse cuenta que no fue así,  Pero si leemos bien el libro veremos que no fue Dios quien lo hizo, Él solo lo permitió, el diablo fue quien lo hizo.

En Job 2:4-7 vemos esto claramente: “Respondiendo Satanás,  dijo a Jehová:  Piel por piel,  todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Pero extiende ahora tu mano,  y toca su hueso y su carne,  y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. Y Jehová dijo a Satanás:  He aquí,  él está en tu mano;  mas guarda su vida. Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová,  e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza.

¿Cómo pueden decir que fue Dios quien enfermó a Job cuando la Biblia muestra claramente que fue Satanás?

Debemos tener en cuenta lo que dice en Hechos 10:38: “Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.” 

Este verso muestra que Jesús es el sanador, y Satanás el opresor.

No existe ningún caso en la Biblia en que Dios ó Jesús hayan puesto enfermedad sobre alguien.

Además si Dios era el que enfermaba a la gente, Jesús se levanto conta la voluntad misma de Dios ya que el sanó a todos los enfermos.

Así que no le echemos la culpa a Dios de algo que no hace, Dios no es el enfermador, lo es el diablo.


Segunda Tradición
Quizás No Sea la Voluntad de Dios Sanarme

Aquí hay otra excusa religiosa de la gente para no recibir su sanidad.

Muchas personas que cuando oran por sanidad piensan que deben terminar con la frase: “Si es Tu voluntad.” 

Escuche un programa de cristiano de televisión en que una mujer oraba por su hijo enfermo: “Señor si es Tú voluntad sánalo y si es Tú voluntad llévalo contigo.” 

Cuando su hijo murió pensó que esa había sido la voluntad de Dios; y anunciaba públicamente que eso fue un trato de Dios con ella.

Ese tipo de oración es total falta de conocimiento de la voluntad de Dios, porque claramente está escrito en Su Palabra que Su voluntad es sanarnos.

Los pecadores no oran: “Señor, sálvame si es Tu voluntad.” Sería algo ridículo, pues la Palabra de Dios declara que el Señor esta: “... queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:8).

También dice que “... el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). Por eso, el pecador jamás debe orar: “Si es Tu voluntad.”

Esto es tan tonto como el que un hijo de Dios ore: “Señor, sáname si es tu voluntad.”

La Palabra de Dios nos dice claramente que Jesús ya pagó el precio de nuestra sanidad. Por ejemplo, en Mateo 8:17 dice: “El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.”

Cuando leemos este verso y nos damos cuenta completamente lo que realmente está diciendo, va a provocar el punto de quiebre en nuestras vidas, porque seremos capaces de enfatizar la palabra “nuestras.” Declararemos confiadamente que Jesús mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias; y que por sus llagas hemos sido sanados.

Al decir confiadamente que Jesús tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias; traerá nuestra sanidad directamente a donde vivimos. Nunca más tendremos que llevar nuestras enfermedades. ¡Él las llevo para que nosotros podamos estar libres!

Cuando llegué a Santiago de Chile estaba con 2 maletas bien pesadas, lo último que quería hacer era llevarlas, un hermano cargó las maletas por mí y las llevó al lugar donde me alojaba; fue un gran alivio, ya no tenía que llevar mis maletas, el hermano lo hizo por mi.

Del mismo modo Jesús ya llevó nuestras enfermedades; así que no hay necesidad alguna de que ambos las llevemos. Si Jesús las llevó para que fuésemos libres, ¿Por qué debemos orar “si es tu voluntad”? ¡La Biblia declara cual es su voluntad!

A la mayoría de personas que no creen en la Sanidad Divina no les gusta este verso.

Una persona dijo que este verso significa que Cristo tomó las enfermedades de la gente que vivió en su tiempo, pero que no es para nosotros hoy.

Parece que se olvidó que Mateo escribió su evangelio después que Jesús murió. Si la sanidad solo era para los que vivieron cuando Jesús vivió en la tierra, Mateo hubiera escrito: “El mismo tomó SUS enfermedades y llevó SUS dolencias.” Pero Mateo no escribió eso. El Espíritu Santo, a través de Mateo, escribió: “El mismo TOMÓ nuestras enfermedades y LLEVÓ nuestras dolencias.”

Otra persona desarrolló la teoría de que este verso en vez de referirse al pasado, se refiere al futuro, que este verso se cumplirá en el Milenio. Pero esto no puede ser cierto, porque entonces no habrá necesidad de sanidad, ya que la maldición será quitada.

Pablo dijo que seríamos transformados en un instante, “en un abrir y cerrar de ojos” (1 Corintios 15:52). Nuestros cuerpos no estarán llenos de enfermedad en el Milenio, así que no necesitaremos la provisión de la sanidad.

La promesa de la sanidad divina nos pertenece ahora, porque es en esta vida que estamos sujetos a la enfermedad. El hecho consumado de que Jesús tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias nos pertenece hoy. Por eso no necesitamos orar: “Sáname si es Tu voluntad”; porque Su Palabra nos muestra claramente cual es Su voluntad.

He escuchado gente preguntar, sin citar el verso completo; “¿Queeeee? ¿Pero Cristo no nos enseñó a orar: “Padre, hágase tu voluntad?” Lo que no se da cuenta esta persona es que el usar esta porción de la Biblia es solo usar la mitad de la verdad. Y como alguien dijo: “¡Cuídense de las medias verdades! ¡Puede que reciban la mitad incorrecta!"

Y como dice la ley de la hermenéutica: "Un texto sin contexto no es más que un pretexto, pero jamás un punto doctrinal".

Lo que Cristo nos enseño a orar es: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Lo que Cristo nos estaba enseñando a orar es que la voluntad de Dios sea hecha aquí en la tierra así como es hecha en el cielo.

Y por ese motivo, como no hay enfermedades ni dolencias en el cielo, entonces Su voluntad es que tampoco haya enfermedades ni dolencias en la tierra. Si Su voluntad se hace verdaderamente en la tierra como se hace en el cielo, no habrá enfermedades ni dolencias aquí en la tierra.

Un hombre dijo que él sabía que la voluntad de Dios era que no fuese sanado de una dolencia física que tenía. Decía que una mañana cuando se despertó, su cuarto se llenó de luz y alguien que tenía una túnica larga y blanca se le apareció. Aunque no vio su rostro, el hombre pensó que era Jesús. Esta persona le dijo: “No es mi voluntad sanarte.” Luego desapareció. El hombre aceptó como cierto que no era la voluntad de Dios sanarle.

No se dio cuenta de que era el diablo que lo estaba engañando.

Podemos estar tan seguros que la sanidad divina es la voluntad de Dios como lo estamos de que salvar a los perdidos es Su voluntad. Nosotros lo sabemos porque conocemos Su Palabra; y Su Palabra es su voluntad.

La misma Biblia que dice en Juan 3:16 que "de tal manera amó Dios al mundo que dio a Hijo Unigenito para que todo aquel que crea en Él no se pierda sino que tenga vida eterna" es la misma que dice en Mateo 8:17 que “Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.

Es la misma Biblia que dice: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:4-5).

Y es la misma Biblia que dice: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1 Pedro 2:24).

Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por siempre (Hebreos 13:8). El nunca cambia. El sigue sanando porque Su Palabra sigue vigente hoy.

Así que no ores: "Padre, si es Tu voluntad sáname"; sino: "Padre, yo recibo mi sanidad hoy conforme a Tu voluntad."

Tercera Tradición 
El Aguijón en la Carne de Pablo era una Enfermedad 

Esta es una de la excusas favoritas de la gente religiosa. 

2 Corintios 12:7-10 
7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 
8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 
9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 
10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. 

El pensamiento que Pablo tenía una enfermedad que Dios no quiso sanar es ampliamente aceptada. Esta enseñanza ha guiado a que muchos crean que la voluntad de Dios debe ser que muchos de sus hijos estén enfermos. Esto ha tenido a muchos atados cuando deberían estar libres. 

Una creencia común es que Pablo sufría una dolencia en los ojos que lo tenía casi ciego. La Biblia declara que el Señor Jesús se le apareció en visión a Ananías y lo envió a imponerle las manos a Saulo para que reciba la vista (Hechos 9:12-17). El siguiente verso dice que Dios lo sanó. El concluir que Pablo tenía un problema en los ojos debido a su breve ceguera sería rebajar la obra de Dios. 

Recientemente estuve conversando con una pareja que querían saber acerca del famoso aguijón de la carne de Pablo; yo les dije que solo debían ir a los capítulos 11 y 12 de Segunda de Corintios para ver que cosa era el famoso aguijón de la carne. 

Una y otra vez Pablo dice que esa debilidad eran las aflicciones, tribulaciones y persecuciones que recibía debido al hecho de que había sido llamado para predicarle el evangelio a los gentiles. 

Es verdad que Dios permitió que Pablo tuviese ese “aguijón de la carne,” pero no fue obra de Dios. La Biblia dice que “fue permitido un mensajero de Satanás para abofetearle.” La Biblia no dice que este aguijón de la carne fuese una enfermedad. 

Note como se usa esta expresión “aguijón de la carne” en otros lugares de la Biblia. Antes que los hijos de Israel fuesen a la tierra de Canaán, Dios les dijo que destruyesen a los habitantes de esa nación, los cananitas, porque si no lo hacían, les darían problemas a los hijos de Israel, serían un aguijón en su costado. No se habla de enfermedad (Números 33:55). 

El aguijón de Pablo tampoco fue una enfermedad; fue un mensajero de Satanás enviado para abofetearlo. Esa palabra mensajero viene del término griego "angelos", que significa un ángel; era un ángel caído o demonio asignado por Satanás para obstaculizar su ministerio. En cada lugar donde iba Pablo, el diablo levantaba persecución contra Pablo. 

Pablo dijo en estos capítulos como es que fue apedreado, azotado y dejado por muerto, de los naufragios que sufrió y como fue descolgado por un muro en la ciudad de Damasco. 

En otras Epístolas escribió las veces que fue puesto en la cárcel y que incluso llegó a luchar contra fieras; en 1 Corintios 15:32 nos cuenta: “Si como hombre batallé en Efeso contra fieras, ¿qué me aprovecha?” 

A pesar de esto, en todos sus escritos donde habla acerca de persecuciones y tribulaciones nunca incluye enfermedades. En ningún lugar de la Biblia encontramos que en algún momento de su ministerio Pablo estuviese incapacitado por enfermedad. 

Le dije a esta pareja: “Miren bien lo que dice el libro de Hechos; ¿Qué pasaba cada vez que Pablo entraba a una ciudad? ¿Lo recibían con los brazos abiertos?” 

Ellos me respondieron que no, que por donde iba tenía persecuciones y tribulaciones. 

¿Por qué permitió Dios que este aguijón en la carne abofetee a Pablo? La Biblia dice que fue para que Pablo no desarrolle orgullo debido a las visiones y revelaciones que había tenido. 

Por eso, antes que escuches a alguien decir que tiene un aguijón en la carne, sería bueno que le preguntes cuantas visiones y revelaciones ha tenido. Muchos de los que piensan que tienen un aguijón en la carne no han tenido ningún tipo de revelación o visión. En su ignorancia y duda lo único que hacen es permitirle a Satanás que los derrote y los mantenga lejos de las bendiciones de Dios. 

Sin embargo, podrá se que algunos tengan algún tipo aguijón en la carne en algunas de las formas que tuvo Pablo, porque el diablo esta siempre para levantarle problemas y obstaculizar la obra que están haciendo para Dios. Pero noten que Dios dijo: “Bástate mi gracia.” La gracia de Dios nos da poder para levantarnos por encima de las bofetadas del diablo. 

Dios ya nos dio todo lo necesario para vencer la oposición, ya está a nuestra disposición Su gracia para enfrentar cualquier oposición que se levante contra nosotros.

La enfermedad que te aqueja no es un aguijón. tienes la gracia de Dios, su favor inmerecido, que trae sanidad a tu vida por la obra terminada de Cristo en la cruz.


Cuarta Tradición 
Estoy Sufriendo Para La Gloria De Dios 

Otra respuesta típica de la gente que no puede explicar por que motivo esta enferma, en su ignorancia creen que están sufriendo para la gloria de Dios. 

Los que apoyan esta creencia usan, por lo general, el capítulo nueve de Juan, donde se encuentra la historia del ciego que Jesús envió al estanque de Siloé. 

Sus discípulos le preguntaron si había pecado él o sus padres, provocándole la ceguera. Jesús les dijo: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.” 

Algunos concluyen con este verso que el hombre nació ciego para que Dios obtenga la gloria con ello. 

Sin embargo, Jesús continuo diciendo: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entretanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.” Las obras de Dios no se manifestaron en el ciego hasta que Cristo hizo aquello para lo cual fue enviado; cuando sanó la ceguera del hombre. 

¿Qué podemos decir de Lázaro? ¿No dice la Biblia que estaba enfermo para la gloria de Dios? Al leer la historia en el capítulo 11 del evangelio de Juan, vemos que Jesús estaba con sus discípulos cuando le llegaron noticias que Lázaro estaba enfermo. 

En lugar de correr al lado de su amigo, Jesús se tardó a propósito. Le dijo a sus discípulos: “Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella” (verso 4). 

Cuando Jesús legó a Betania con sus discípulos, hacía 4 días que Lázaro estaba muerto. Marta corrió a Jesús y le dijo que si hubiese estado ahí, su hermano no hubiera muerto. Jesús le dijo que era la resurrección y la vida: 

Juan 11:24-26 
24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. 
25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 
26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? 

Poco después, Marta se quejó de la orden de mover la piedra de la tumba que dio Jesús; ella sabía que el cuerpo estaba descompuesto y apestando después de 4 días. Por lo que Jesús le dijo: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” (Verso 40). 

Marta no había visto aún la gloria de Dios. No veía la gloria de Dios en su hermano porque aún no se había manifestado. La gloria de Dios se manifestó en la resurrección y sanidad de Lázaro. No solo fue resucitado, sino que también fue sanado de la enfermedad que le causo la muerte. 

Dios es glorificado por la sanidad y la liberación, no por la enfermedad y el sufrimiento. 


Quinta Tradición 
La Enfermedad es la Disciplina de Dios 

Esta es una excusa que es más una forma de traer condenación a la persona enferma; y también de decirles, si es de Dios, sopórtala. 

Es verdad que la Biblia dice: “Porque el Señor al que ama disciplina...” (Hebreos 12:6). Sin embargo no dice: “El Señor enferma al que ama.” 

Es un error tomar una pequeña porción de la Biblia y tratar de probar algo. 

No hay referencia a la enfermedad en este texto. La palabra disciplina no significa enfermedad o dolencia en el texto original griego. 

Al leer el diccionario de palabras griegas de Vine aprendemos que la palabra disciplina significa entrenar a un niño, educar o enseñar. Así como los bebés necesitan ser enseñados y corregidos para poder crecer como niños saludables y adultos, así también los bebés cristianos necesitan ser enseñados y corregidos para crecer y llegar a ser cristianos espiritualmente saludables. Esta palabra en el griego original significa que necesitan ser disciplinados y gobernados. 

Muchos de los problemas de hoy se originan en la falta de disciplina y entrenamiento religioso en el hogar. Los niños deben ser disciplinados, corregidos y entrenados en amor. 

En Mateo 7:9-11 dice: “¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” 

Dios nos entrena y disciplina con mano amorosa, “porque el Señor al que ama disciplina.” 

Así que la enfermedad no viene por disciplina de Dios, no lo acusemos por algo que no hace. 

así que desechemos estas tontas tradiciones y pongamos nuestra confianza en el Padre que nos ama para recibir la sanidad que nos proveyó en la obra terminada de Cristo.



No hay comentarios: