Edificando Fe en Nosotros
8 Más ¿qué dice?
Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de
fe que predicamos:
9 que si
confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios
lo levantó de los muertos, serás salvo.
10 Porque con el
corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para
salvación.
11 Pues la
escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.
12 Porque no hay
diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico
para con todos lo que le invocan; 13 porque todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo.
14 ¿Cómo, pues,
invocaran a aquel en el cual no han creído? ¿Y como creerán en aquel de quien
no han oído? ¿Y como oirán sin haber quien les predique?
15 ¿Y como
predicaran si no fueren enviados? Como esta escrito: ¡Cuan hermosos son los
pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!
16 Mas no todos
obedecieron al evangelio: pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro
anuncio?
17 Así que la fe
es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
El día que nos predicaron el evangelio la fe se produjo en nosotros para
poder recibir la vida eterna; en ese momento, cuando recibimos a Jesús vino la
fe a nosotros.
El asunto es que si ya tenemos la fe como podemos hacer para aumentarla.
En nuestro pasaje de Romanos vemos que hay tres elementos para la fe:
1. El que da el mensaje
2. El mensaje
3. El oyente
En el capítulo 10 y 11 del libro de Hechos, vemos la conversión de
Cornelio.
En los versos del 1 al 6 del capítulo 10 dice: “Había en Cesárea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía
llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía
muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre. Este vio claramente en una
visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios entraba donde él
estaba, y le decía: Cornelio. El, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo:
¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria
delante de Dios. Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que
tiene por sobrenombre Pedro. este posa en casa de cierto Simón curtidor, que
tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que es necesario que hagas.”
En este pasaje, vemos dos cosas. Lo primero es que por más justos que
seamos, esto no es suficiente para recibir la salvación. No importa lo bueno
que seamos, nuestras obras no son suficientes para darnos la salvación.
En el verso 22 vemos el testimonio que dieron de Cornelio: “Ellos dijeron: Cornelio el centurión, varón
justo y temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los
judíos, ha recibido instrucciones de un santo ángel, de hacerte venir a tu casa
para oír tus palabras.”
No es suficiente ser bueno a los ojos de los demás, necesitamos oír las
palabras de la salvación.
Lo segundo que vemos es que los ángeles no pueden predicar el evangelio,
Dios no les encomendó esa tarea a ellos sino a nosotros. Es por eso que Jesús
nos dio La Gran Comisión en Marcos 16:15-16: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere,
será condenado.”
En Hechos 11:11-17 Pedro relato al concilio de Jerusalén lo que sucedió: “Y he aquí, luego llegaron tres hombres a la
casa donde yo estaba, enviados a mí desde Cesárea. Y el Espíritu me dijo que
fuese con ellos sin dudar. Fueron conmigo estos seis hermanos, y entraron en
casa de un varón, quien nos contó como había visto en su casa un ángel, que se
puso en pie y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene
por sobrenombre Pedro; el te hablará palabras por las cuales serás salvo tu y
tu casa. Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también,
como sobre nosotros también al principio. Entonces me acorde de lo dicho por el
Señor cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis
bautizados con el Espíritu Santo. Si Dios, pues, les concedió también el mismo
don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que
pudiese estorbar a Dios?”
El verso 14 se lee así en la Biblia Castilian: “El ángel también le
aseguró que, por mis palabras, él y toda su familia serían instruidos para
alcanzar la salvación”; y en la Nueva Versión Internacional: “Él te traerá un
mensaje mediante el cual serán salvos tú y toda tu familia”.
Notemos que Cornelio necesitaba oír palabras, para poder ser salvo. Y al
oír esas palabras es que recibió la vida eterna.
En este pasaje vemos los tres elementos de la salvación:
1. El que da el mensaje fue Pedro.
2. El mensaje fue el evangelio.
3. El oyente fue Cornelio y su casa.
De ahí vemos que la fe para salvación vino por el oír la predicación de
la Palabra, específicamente en el área de la salvación.
El Logos y
el Rhema
En Romanos 10:17 dice: “Así que la
fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.”
En la Biblia Dios Habla Hoy se lee: “Así
pues, la fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo”;
y en la Nueva Versión Internacional: “Así
que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de
Cristo”.
Es interesante notar término griego que se usa para palabra. Hay dos
palabras que se usan en el Nuevo Testamento para palabra:
1. Logos: Nos habla de toda la Biblia en conjunto, toda junta en
un paquete. La Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis.
2. Rhema: Nos habla de una materia específica, de un tema de la
Palabra de Dios.
La base de la fe es la Palabra de Dios; por eso, debemos entender que
aspecto de la Palabra de Dios se necesita, para poder conseguirla.
En este pasaje bíblico, se utiliza la palabra Rhema; es decir, la fe
viene cuando estamos oyendo una y otra vez un tema específico de la Palabra de
Dios.
Notemos que la fe no viene por oír una sola vez la Palabra, sino por el
oír de una manera continua la Palabra de Dios.
Mucha gente no recibe de Dios, porque no se toman tiempo para dejar que
la fe crezca en su corazón. A lo largo de la Biblia podemos ver que debemos ser
diligentes en nuestro estudio de la Palabra.
En Josué 1:7-9 dice: “Solamente
esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que
mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra,
para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartara de
tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditaras en el, para
que guardes y hagas conforme a todo lo que en el está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te
esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará
contigo en dondequiera que vayas.”
En este pasaje vemos que Dios le dice a Josué, que la clave para el éxito
en la vida se encuentra en el estudio diario de la Palabra de Dios. No solo una
vez a la semana sino algo constante.
Si queremos tener fe para recibir de Dios necesitamos pasar tiempo en la
Palabra de Dios para recibir lo que necesitamos.
Otra cosa que debemos entender es que a la hora de estudiar la Palabra de
Dios siempre debemos tener un norte.
Mucha gente lee la Biblia como si leyera un el horóscopo; toma la Biblia
y le dice al Señor: “que tienes hoy para
mí,” la abren y lo que les sale, es lo que piensan les está diciendo Dios.
Un hermano que usaba ese método, abrió su Biblia donde dice: “Judas fue y se ahorcó”; cuando lo
leyó, pensó: “seguro que Dios se equivocó, leeré de nuevo para estar seguro.”
Volvió a abrir la Biblia y encontró: “Anda
tú y has lo mismo.” Al leer dijo: “Necesito
una confirmación.”
La tercera vez abrió la Biblia y encontró: “Apresúrate, no te detengas;” y fue y se ahorcó.
Esa no es la manera de leer la Biblia, ni es la manera de buscar
dirección de Dios. En Romanos 8:14 vemos la forma como Dios guía a sus hijos: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu
de Dios, estos son hijos de Dios.”
La forma en que Dios guía a sus hijos es a través de Su Espíritu.
Volviendo a nuestro tema; debemos de ser específicos a la hora que
queremos desarrollar la fe en nuestras vidas. En Gálatas 6:7 dice: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado;
pues todo lo que el hombre sembrare eso también segara.” La Biblia al Día lo
dice así: “No os engañéis: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que
siembra.”
En la parábola del sembrador, en Marcos 4:14 dice: “El sembrador es el que siembra la palabra.” Nosotros somos los que
sembramos la Palabra en nuestros corazones; y cada semilla produce una cosecha
en nuestras vidas.
Si siembras semillas de salvación, eso es lo que tu recibirás en tu vida.
Si siembras semillas de prosperidad, recibirás fe para prosperar. Si siembras
semillas de sanidad, tendrás fe para ser sano.
Aunque en este caso estamos hablando de la salvación, esto puede
aplicarse a cualquier área de la Biblia.
Fe Para Sanidad
Ahora veremos este proceso de la fe en la sanidad divina.
En Hechos 14:7-10 dice: “Y allí
predicaban el evangelio. Y cierto hombre de Listra estaba sentado,
imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este
oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en el sus ojos, y viendo que tenia fe para
ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y el saltó, y
anduvo.”
En este pasaje vemos a los tres elementos en el proceso de la fe:
1. El que da el mensaje es el apóstol Pablo
2. El mensaje es el evangelio
3. El oyente es el cojo de Listra
Hemos visto que la fe viene cuando un oye la Palabra de Dios; aquí vemos
que Pablo estaba predicando el evangelio.
¿Qué es el evangelio? Evangelio significa buenas noticias. En Lucas
4:18-19 el evangelio es descrito: “El
Espíritu del Señor esta sobre mi, por cuanto me ha ungido para dar buenas
nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a
pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a
los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.”
En Hechos 10:38 vemos quienes son los oprimidos: “Como Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret,
y como este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el
diablo, porque Dios estaba con él.”
Cuando Pedro predico a Cornelio y los suyos, les dijo que los oprimidos que
Jesús vino a liberar eran las personas enfermas. Y además que el opresor es el
diablo.
Por eso, cuando Pablo le predico el evangelio al cojo de Listra, le
estaba diciendo que Jesús había venido a librarlo de su enfermedad, y eso
produjo la fe en el para recibir su sanidad.
El cojo hizo tres cosas para poder recibir su milagro:
1. Oyó el evangelio.
2. Tuvo fe para ser sanado.
3. Actuó en la palabra de Pablo.
Este milagro que recibió el cojo también lo podemos recibir nosotros. Si
tú sigues estos tres pasos también recibirás las cosas que necesitas para tu
vida.
Tú ya tienes la fe, así que como este cojo de Listra debes ponerla en
operación.
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