La Fe y las Acciones
Veamos Santiago 2:17 en varias versiones:
Reina Valera 1960
Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí
misma.
Moffat
La fe sin acciones correspondientes es estéril.
Biblia en
Lenguaje Sencillo
Lo mismo pasa con la fidelidad a Dios: de nada nos sirve
decir que somos fieles a Dios si no hacemos nada que lo demuestre. Esa clase de
fidelidad está muerta.
Castilian
Esa fe que no produce obras buenas no tiene ningún valor.
Es una fe inútil, que está totalmente muerta.
Versión
Amplificada
Así también la fe, si no tiene obras (hechos y acciones
de obediencia que la respalden), se destituye a si misma de poder (es
inoperativa y está muerta).
En Romanos 10:17 vemos que la
fe viene por oír la Palabra de Dios; entonces la fe actúa o hace lo que dice la
Palabra de Dios.
Si vemos cada milagro que hubo
a lo largo de la Biblia, veremos que hubo una acción de fe involucrada.
Esto lo he visto de manera
práctica cuando he ministrado campañas de sanidad divina, cuando toma acciones
correspondientes basadas en la Palabra que escucha recibe su milagro.
Una hermana llegó con muletas a
una campaña que hice en la ciudad de Los Andes; después de terminar de
compartir la Palabra le pedí que tome acciones correspondientes con su fe y
empezase a caminar sin las muletas, ella las dejó y empezó a caminar sin ningún
problema.
Las acciones que acompañaron a
su fe fueron lo que trajo el milagro que ella necesitaba.
1. La Sanidad del Cojo de Listra
Hechos 14:7-10
7 y allí
predicaban el evangelio.
8 Y cierto hombre
de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que
jamás había andado.
9 Este oyó hablar
a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser
sanado,
10 dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y
él saltó, y anduvo.
En este milagro podemos ver la
conexión que hay entre la Palabra de Dios y las acciones a la hora de recibir
un milagro.
Mientras Pablo y Bernabé
estaban predicando la Palabra, este hombre de Listra estaba escuchando, y la fe
se empezó a levantar en él. Pablo se dio cuenta de esto y le dijo que tome una
acción, el cojo hizo una acción de fe y recibió su milagro.
Si el hombre no hubiera actuado
sobre la Palabra de Dios nunca hubiera caminado.
2. Las Bodas de Caná
Si vamos a los evangelios
veremos que Jesús siempre motivo a la gente a actuar para recibir su milagro.
Juan 2:1-11
1 Al tercer día
se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.
2 Y fueron
también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.
3 Y faltando el
vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.
4 Jesús le dijo:
¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.
5 Su madre dijo a
los que servían: Haced todo lo que os dijere.
6 Y estaban allí
seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los
judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros.
7 Jesús les dijo:
Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.
8 Entonces les
dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron.
9 Cuando el
maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo
sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo,
10 y le dijo:
Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces
el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.
11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de
Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
Este milagro es muy
interesante. Aquí Jesús convirtió el agua en vino.
En esa fiesta habían seis
tinajas de piedra para agua, cuya capacidad era alrededor de 100 litros por
tinaja, así que estamos hablando de unos 600 litros
Jesús les dijo a los sirvientes
que llenasen las tinajas de agua, ellos necesitaban vino, pero Jesús les pidió
agua.
Los sirvientes fueron
obedientes y llenaron las tinajas de agua hasta el tope. Fueron donde Jesús y
aquí vino lo difícil, les dijo que fueran donde su jefe con el agua.
Meditemos un momento en esto;
fue fácil llevar el agua a Jesús, no tenían nada que perder, pero el ir donde
su jefe con el agua; eso era otro asunto, les podía costar el empleo o algo
más.
Sin embargo, mientras ellos
llevaban las tinajas de agua, algo sucedió, el agua se convirtió en vino; y en
un vino de la más alta calidad.
La acción de obediencia produjo
el milagro.
3. La Sanidad del Hombre Enfermo en el Estanque de Betesda
Juan 5:1-11
1 Después de
estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.
2 Y hay en
Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo
Betesda, el cual tiene cinco pórticos.
3 En éstos yacía
una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el
movimiento del agua.
4 Porque un ángel
descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero
descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de
cualquier enfermedad que tuviese.
5 Y había allí un
hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.
6 Cuando Jesús lo
vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser
sano?
7 Señor, le
respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el
agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.
8 Jesús le dijo:
Levántate, toma tu lecho, y anda.
9 Y al instante
aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel
día.
10 Entonces los
judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito
llevar tu lecho.
11 El les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo:
Toma tu lecho y anda.
Veamos qué es lo que pasó aquí.
Estamos en un estanque llamado
Betesda; nombre que significa misericordia. Este estanque debe haber sido un
poco grande pues habían cinco pórticos por donde entraba la gente; además había
una multitud de enfermos.
En este estanque de
misericordia cada cierto tiempo venía un ángel que movía las aguas, y el
primero que descendía era sanado de la enfermedad que tuviese.
Para que hubiese una sanidad se
necesitaba un acto de fe, el enfermo debía ir y descender al agua lo más rápido
posible.
Smith Wigglesworth solía decir
al principio de sus campañas: “La primera
persona que llegue al púlpito será sanada de cualquier enfermedad que tenga.”
E invariablemente la primera persona que llegaba era sanada de la enfermedad
que tuviese, sea cáncer, apendicitis, asma, o cualquier otra.
Uno tenía que actuar para
recibir su milagro.
Volviendo a nuestra historia,
había un hombre que estaba enfermo hacía treinta y ocho años. No sabemos que
enfermedad tenía, solo que no podía ir solo al estanque pues necesitaba la
ayuda de otro.
Jesús le preguntó: ¿Quieres ser
sano?” El hombre le empezó a contar su historia y su imposibilidad. Pero Jesús
le dijo: “No pongas tus ojos en las cosas
que no puedes hacer; haz un acto de fe, levántate, toma tu lecho y ve a tu
casa.”
El hombre entonces se levantó,
tomó su lecho y se fue a su casa. Él colocó acciones a su fe y recibió su
milagro.
La gente religiosa le dijo: “¿Qué haces llevando tu lecho en el día de
reposo?” No les importaba que este hombre hubiese recibido un maravilloso
milagro, lo único que querían era que cumplan con todas sus reglas y leyes.
El hombre sanado solo les dijo:
“El que me sanó me dijo que tomase mi
lecho y me fuese a casa; y yo como soy obediente le estoy obedeciendo.”
La acción de obediencia a la
Palabra de Dios es lo que trae los milagros a nuestra vida.
4. El Ciego de Nacimiento
Juan 9:1-11
1 Al pasar Jesús,
vio a un hombre ciego de nacimiento.
2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus
padres, para que haya nacido ciego?
3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las
obras de Dios se manifiesten en él.
4 Me es necesario
hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene,
cuando nadie puede trabajar.
5 Entre tanto que
estoy en el mundo, luz soy del mundo.
6 Dicho esto,
escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del
ciego,
7 y le dijo: Ve a
lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se
lavó, y regresó viendo.
8 Entonces los
vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el
que se sentaba y mendigaba?
9 Unos decían: El
es; y otros: A él se parece. El decía: Yo soy.
10 Y le dijeron:
¿Cómo te fueron abiertos los ojos?
11 Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús
hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me
lavé, y recibí la vista.
Aquí los discípulos están en
medio de una discusión teológica: “¿Quién pecó, este hombre o sus padres?”
Muchas veces cuando vemos a una
persona enferma lo único que pensamos es que la persona tuvo la culpa de estar
enferma; pero la mayoría de veces ese no es el caso.
Jesús les dijo: “No fue culpa de él o sus padres. Sin
embargo, como yo tengo que hacer las obras de Dios voy a sanarlo.”
Luego de hacer esto escupió en
tierra, hizo barro, lo esparció en los ojos del ciego y lo mandó al estanque de
Siloé para limpiarse.
El cojo pudo haberse molestado
y decir: “No voy a ir después de que
pusiste está cochinada en mis ojos.”
Pero vemos que no hizo eso sino
que obedeció a Jesús fue al estanque y recibió su milagro. Es decir, el milagro
llegó después de la acción de fe del ciego.
Cuando la gente que lo conocía
le preguntó como había sanado, el daba testimonio de que había recibido su
milagro luego de hacer lo que Jesús le había dicho.
La fe y las acciones son lo que
nos trae los milagros.
5. La Pesca Milagrosa
Para terminar veremos la pesca
mas grande de la vida de Pedro
Lucas 5:1-7
1 Aconteció que
estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para
oír la palabra de Dios.
2 Y vio dos
barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo
descendido de ellas, lavaban sus redes.
3 Y entrando en
una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra
un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud.
4 Cuando terminó
de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.
5 Respondiendo
Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos
pescado; mas en tu palabra echaré la red.
6 Y habiéndolo
hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía.
7 Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en
la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas
barcas, de tal manera que se hundían.
Jesús iba a predicar ese día, y
había una multitud de personas; y como buen ingeniero de sonido sabía que la
mejor forma para que todas las personas pudiesen escucharlo era alejarse un
poco de la orilla en una barca y hablar de ahí a la gente para que ondas
sonoras chocasen con el mar y este le sirviese de amplificador. Así que le
pidió a Pedro prestada su barca y empezó a predicar.
Cuando terminó de hacerlo, le
dijo a Pedro: “Echa tus redes al mar.”
Ahora Pedro había estado
trabajando toda la noche y no había pescado ni un zapato; el era pescador y
sabía que no se podían echar las redes al mediodía pues los peces la verían;
así que le dijo a Jesús: “Mira Jesús, tu
eres predicador pero yo pescador, yo conozco mi negocio y tu él tuyo; pero ya
que tu lo dices, voy a actuar en fe a tu palabra y tirar mis redes.”
Cuando Pedro tiro sus redes al
mar en obediencia a la palabra de Jesús, los peces vieron la red y empezaron a
decirse uno al otro: “Vamos corriendo a las redes de Pedro, porque está
actuando en fe al obedecer a Jesús.” Y fueron se metieron en las redes y Pedro
recibió la mayor pesca de su vida.”
Pedro recibió su milagro por
actuar en la Palabra de Dios y tu recibirás el tuyo por hacerlo.
La fe actúa siempre en la
Palabra de Dios.
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