¿Cuál es mi lugar en la iglesia local?
Romanos 12:3-8 (Biblia
Expandida de Fe)
3 La gracia que Dios
me ha confiado en su bondad (como apóstol) me autoriza también a advertirles y
exhortarles a todos y a cada uno de ustedes: que a nadie se le suban los humos
a la cabeza y tenga un concepto más alto de sí que el que debe tener; pensando
en sí mismo con moderación y estimándose con la medida justa sin ideas
exageradas de su propia importancia, conforme al grado y la medida de fe que
Dios le ha concedido a cada uno (y los dones y capacidades que Dios les ha
repartido, distribuido y entregado).
4 Porque de la manera
que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen
idéntico oficio, función o modo de actuar (sino que cada uno tiene su propósito
específico).
5 De manera semejante,
nosotros, siendo muchos de manera colectiva, formamos un solo cuerpo en Cristo,
en el que cada miembro de manera individual y recíproca está unido, pertenece y
está conectado al servicio de los demás.
6 Teniendo diversos y
diferentes dones (aptitudes, capacidades y habilidades), que varían según la
gracia que Dios nos ha concedido a cada uno de nosotros en su generoso amor
(para realizar nuestra labor dentro del cuerpo); si el don que alguien ha
recibido es el de profecía, que profetice en proporción y conforme a la medida de
fe que le fue asignada.
7 Si la gracia que
Dios le ha concedido es el diaconado, que es el don de servicio o ministración
a otros, que use su don sirviendo y ministrando bien. Si la gracia que ha
recibido es el don de maestro, use su don y cumpla su labor dedicándose a la
enseñanza y a la doctrina.
8 Si la gracia que ha
recibido es el don de exhortar y predicar, dedíquese a exhortar y animar a los
demás; si la gracia que ha recibido es el don de repartir hágalo con
generosidad y liberalidad. Si la gracia que ha recibido es el don de presidir,
liderar y dirigir, cumpla su responsabilidad con diligencia y con todo esmero;
si la gracia que ha recibido es el don de misericordia y de ayudar a los
necesitados, hágalo con alegría.
Cada creyente tiene un
lugar y una función dentro del Cuerpo de Cristo. En particular cada creyente
tiene una función o participación dentro de la iglesia local a la cual
pertenece.
A todos nosotros Dios
nos ha repartido, distribuido y entregado dones y capacidades específicas para
su servicio; pero además nos ha dado la fe medida de fe necesaria para cumplir
el servicio que nos ha asignado.
No todos hemos
recibido la misma función sino que cada uno tiene una asignación específica que
cumplir dentro de su iglesia local.
Así que tenemos
diversos y diferentes dones, que varían según la gracia que Dios nos ha
concedido a cada uno de nosotros en su generoso amor para realizar nuestra
labor dentro de la iglesia local a la cual pertenecemos.
Eso es lo que llamamos
los dones de función o de servicio.
En estos dones hay
tres categorías que hablan y cuatro categorías que hacen, y definitivamente te
encuentras en alguna de ellas.
Los dones de función
que hablan son el de profecía, el de enseñanza y el de exhortación. Los dones
de función que hacen son el de servicio, el de repartir, el de presidir y el de
hacer misericordia.
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