El Calzado de la Predicación del Evangelio de la Paz
Y
calzados vuestros pies con el celo por anunciar el mensaje de la paz.
-
Efesios 6:15 (Arcas y Fernández)
La
Biblia Expandida de Fe lo traduce así: “Y
calzados los pies con la disposición (solicitud y prontitud) para proclamar
(predicar, anunciar) el Evangelio de la paz.”
El
calzado del soldado romano tenía 2 partes, el zapato y el escarpín.
Los
escarpines eran hechos de un metal formado alrededor de sus piernas; eran muy
ajustados y muy bellos que bajaban desde las rodillas hasta los pies.
Los
zapatos eran de cuero con suela de metal y se ataban con tiras de cuero; la
planta del zapato tenía púas, como los chimpunes de los futbolistas de hoy pero
mucho más peligrosos. En las ciudades con calles de piedra medían 3 cm. Pero en
el campo de batalla 8 cm.
Esto
tenía 2 razones principales, poder darles estabilidad y a la vez era un arma
muy eficaz; un solo pisotón de esos zapatos causaba mucho daño.
Mucho
se habla de la pax romana (en español, “paz romana”), que en realidad era una
paz armada, porque los emperadores conservaron las fronteras del Imperio
gracias a la fuerza de sus armas.
En
tiempos modernos hemos visto esto, durante la Segunda Guerra Mundial, después
que Alemania invadió Francia, mantuvo este país bajo la fuerza de su ejército y
armamento.
Lo
mismo sucedió más recientemente con la invasión de Estados Unidos a Irak, Irak
después de ser derrotado se mantiene dominado bajo las armas de Estados Unidos.
Nosotros ya tenemos
la victoria, por medio de Cristo ya hemos conquistado nuestro territorio, pero
en esta batalla espiritual que nos enfrentamos con los ejércitos del enemigo.
En Efesios 1:19-23
dice: “Y cuál la supereminente grandeza
de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de
su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a
su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y
poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino
también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por
cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de
Aquel que todo lo llena en todo” (Reina Valera 1960).
Jesús ya derrotó al
ejercito enemigo y lo puso bajo sus pies, y esa victoria nos la dio a nosotros
y como somos el Cuerpo de Cristo también está bajos nuestros pies.
Pero cuando
hablamos acerca de la disposición para predicar el Evangelio de la Paz, no solo
hablamos de la victoria que ya tenemos sino de la urgencia que tenemos para ir
y predicar el evangelio a todas las naciones.
En Isaías 52:7
dice: “¡Cuán hermosos son sobre los
montes los pies del que trae alegres nuevas,
del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica
salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios
reina!” (Reina Valera 1960).
Hemos sido llamados
a predicar el Evangelio, como un ejército conquistador debemos ir y salir a
todas las naciones para llevar las buenas nuevas acerca de Jesucristo.
En Mateo 28:19-20
Jesús nos encomendó lo que es llamada como la Gran Comisión: “Por tanto,
vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo
lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre,
hasta el fin del mundo” (Nueva Versión Internacional).
En Marcos 16:15-16
también nos habla de nuestra responsabilidad como creyentes: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad
el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo; pero el
que no crea será condenado” (La Biblia de las Américas).
Aquí Jesús está
dando una orden clara: “Vayan por todo el
mundo para predicar el Evangelio a todas las personas.” Esta es la
disposición para predicar el Evangelio; hay un mundo perdido que está esperando
por escuchar las palabras de vida que van a darles la salvación.
El apóstol Pablo,
hablando de esta Gran comisión nos dice lo siguiente: “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es
impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio! Por lo cual, si
lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada. ¿Cuál,
pues, es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente gratuitamente el
evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio” (1
Corintios 9:16-18, Reina Valera 1960).
Hemos sido llamados
a predicar gratuitamente el evangelio de Cristo, es una comisión que nos ha sido
encomendada y que debemos colocar todo nuestro empeño.
En 2 Timoteo 4:1-2
Pablo instruyo a Timoteo acerca de la importancia y necesidad de predicar la
Palabra: “En presencia de Dios y de
Cristo Jesús, que ha de venir en su reino y que juzgará a los vivos y a los
muertos, te doy este solemne encargo: Predica la Palabra; persiste en hacerlo,
sea o no sea oportuno corrige, reprende
y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar” (Nueva Versión
Internacional).
Es una necesidad
para todo creyente el predicar el evangelio, prácticamente desde que nací de
nuevo he tenido ganas de llevar a otros a los pies de Cristo, persona a
persona, en los parques, en los autobuses, en todo lugar donde tuviera una
oportunidad.
Tenemos un mensaje
que llevar al mundo, un ministerio que Cristo nos encomendó.
Veamos 2 Corintios
5:17-20: “De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura (nueva creación) es; las cosas viejas pasaron, ahora han
sido hechas nuevas. Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió con El
mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; es
decir, que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo con El mismo, no
tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a
nosotros la palabra de la reconciliación. Por tanto, somos embajadores de
Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les
rogamos: ¡Reconcíliense con Dios!” (Nueva Biblia de los Hispanos).
Somos embajadores
de Dios, un embajador es la persona que representa a la persona misma del
gobernante del país que lo envía; y eso es lo que somos nosotros, somos los
representantes aquí en la tierra de la misma persona de Dios, gente con una
misión, gente con un mensaje.
Se nos ha dado un
ministerio, el ministerio de la reconciliación, es como si Dios mismo estuviese
rogando al mundo a través nuestro: “Reconcíliense
con Dios.”
En Romanos 10:8-17
podemos ver más acerca de esto:
Romanos 10:8-17
(Reina Valera 1960)
8 Mas ¿qué dice? Cerca
de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que
predicamos:
9 que si confesares
con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó
de los muertos, serás salvo.
10 Porque con el
corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
11 Pues la
Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.
12 Porque no hay
diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico
para con todos los que le invocan;
13 porque todo
aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
14 ¿Cómo, pues,
invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien
no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
15 ¿Y cómo
predicarán si no fueren enviados? Como está escrito:¡Cuán hermosos son los pies
de los que anuncian la paz, de los que
anuncian buenas nuevas!
16 Mas no todos
obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro
anuncio?
17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la
palabra de Dios.
En el griego dice: “La fe es por el oír, y el oír por la
palabra de Cristo.”
El término “palabra” es “rhema”, que como vimos anteriormente es la parte vital o
experimental de la escrituras, es una porción específica de la Palabra de Dios,
no toda la Biblia en su conjunto; es la información específica que necesitamos
para enfrentar una situación determinada.
.
Y lo que tenemos
que llevarle a la gente es la revelación acerca de Cristo, como es que el vino
a la tierra a tomar nuestro lugar y morir por nuestros pecados en la cruz.
El apóstol Pablo
entendía estoy muy claramente, el le dijo a la iglesia de Corinto:
1 Corintios 2:1-5
(Reina Valera 1960)
1 Así que,
hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui
con excelencia de palabras o de sabiduría.
2 Pues me propuse
no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado.
3 Y estuve entre
vosotros con debilidad, y mucho temor y
temblor;
4 y ni mi palabra
ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con
demostración del Espíritu y de poder,
5 para que vuestra fe no esté fundada en la
sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Era uno solo su
mensaje, Jesucristo muriendo en la cruz por nosotros y completando la obra de
la salvación por nosotros.
Y el sabía que su
mensaje estaba lleno del poder de Dios; como dice en Romanos 1:16: “Porque no me avergüenzo del evangelio, pues
es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente
y también del griego” (La Biblia de las Américas).
Este mensaje que
predicamos es el mismo poder para traer la salvación a todo aquel que cree.
La Biblia Expandida
de Fe lo dice de esta manera: “Porque no
me averguenzo del Evangelio de Cristo (el Ungido), porque es el poder
(milagroso) de Dios para la salvación de todos los que creen: de los judíos en
primer lugar, y también de los griegos. Porque en el Evangelio se revela la
justicia de Dios, por la fe y para la fe, conforme a lo que dice la Escritura:
El justo vivirá por la fe” (Romanos 1:16-17).
El evangelista
Felipe entendía esto claramente:
Hechos 8:5-8
5 Entonces
Felipe, descendiendo a la ciudad de
Samaria, les predicaba a Cristo.
6 Y la gente,
unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las
señales que hacía.
7 Porque de muchos
que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos
paralíticos y cojos eran sanados;
8 así que había
gran gozo en aquella ciudad.
Notemos que el
mensaje que predicaba Felipe era acerca de Cristo, y el evangelio era
confirmado con señales, milagros y prodigios.
Veamos nuevamente
Marcos 16 para entender el poder de Dios que se mueve cuando predicamos:
Marcos 16:15-20
(Nueva Versión Internacional)
15 Les dijo:
"Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura.
16 El que crea y
sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado.
17 Estas señales
acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en
nuevas lenguas;
18 tomarán en sus
manos serpientes; y cuando beban algo venenoso, no les hará daño alguno; pondrán las manos sobre los enfermos, y éstos
recobrarán la salud."
19 Después de
hablar con ellos, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha
de Dios.
20 Los discípulos
salieron y predicaron por todas partes, y el Señor los ayudaba en la obra y
confirmaba su palabra con las señales que la acompañaban.
Tenemos
un mensaje que llevar a la gente y es el mensaje de Jesucristo; la salvación
eterna de la gente depende de lo que haga con Jesucristo, no sabes si tú eres
la última oportunidad para alguien.
Es
por eso que debemos tener la disposición y la urgencia para predicar el
evangelio de la paz; llevarles a la gente el mensaje que Dios ya no tiene nada
contra ellos, que en la cruz de Cristo el precio ya fue pagado, Dios ya hizo
paz con ellos y ahora les corresponde a ellos recibir o rechazar esta oferta de
paz que Dios les dio.
De
cada uno depende ir al cielo o al infierno, el precio ya fue pagado la decisión
es nuestra.
Al
predicar el evangelio no lo hacemos sin ayuda divina, Dios nos ha dado armas
espirituales para poder predicar el evangelio.
Veamos
la primera parte de Marcos 16:17 en varias versiones:
Biblia
en Lenguaje Sencillo
Los
que confíen en mí y usen mi nombre podrán hacer cosas maravillosas. . .
Biblia
del Pueblo de Dios
Y
estos prodigios acompañarán a los que crean. . .
EUNSA
A
los que crean acompañarán estos milagros. . .
Traducción
Literal de la Santa Biblia (en inglés)
Y
señales milagrosas seguirán a los que creen estas cosas. . .
Palabra
de Dios para Todos
Los
que crean podrán hacer todo esto para demostrar el poder de Dios. . .
El
término griego usado para “señal” es “semeión” que Vine define como: “Señal, marca, prenda, signo (relacionado con
semaino, dar una señal; sema, signo). Se utiliza de milagros y señales como
signos de la autoridad divina.”
Estas
señales que nos acompañan son milagros y ayudas sobrenaturales que nos ayudan
en la predicación del Evangelio.
Es
lo que pasaba con el evangelista Felipe; los milagros que habían en su
ministerio llamaban la atención de la gente y hacía que se congregasen para
recibir la Palabra.
Veamos
nuevamente Hechos 8:6: “Y la gente,
unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las
señales que hacía.”
Un
milagro nos sirve para que la gente esté atenta a lo que vamos a decirles.
Hace
años hicimos un viaje misionero con nuestra iglesia en la ciudad de Arequipa,
en el Perú. Vino un grupo de 50 norteamericanos, y unas 70 personas de la
iglesia viajamos como traductores y otros para predicar en las calles; el cabo
de una semana se habían convertido más de 5 mil personas.
Un
día estábamos en medio de la Plaza de Armas de Arequipa predicando, mi amigo el
Evangelista Martín Valdez vio a una mujer ciega, que no tenía ojos, por los
años la abertura de los ojos se le había pegado a la piel, y por eso tampoco
tenía pestañas.
Cuando
él oró por ella, se le empezó a formar una línea en la zona de los ojos, se
formaron pestañas, se formaron los ojos y ella empezó a ver.
La
gente alrededor que la conocía empezó a acercarse para ver que pasaba, y al ver
tan poderoso milagro estuvieron atentos para escuchar la Palabra; a los pocos
minutos más de 50 hombres adultos recibieron a Jesús en plena calle.
Si
estas señales seguirán a los que creen, ¿para que? Para confirmar el Evangelio
que predicamos.
Veamos
que dice Marcos 16:20 en la versión Arcas y Fernández: “Los discípulos salieron en todas direcciones a anunciar el mensaje. Y
el Señor mismo les ayudaba, y confirmaba el mensaje acompañándolo con señales
milagrosas.”
Las señales
milagrosas confirman el mensaje que predicamos, son el sello que el mensaje que
predicamos es el correcto; y una cosa que vemos es que el Señor Jesús nos ayuda
cada vez que predicamos; en griego dice: “El
Señor trabajaba juntamente con ellos.”
Cuando salimos a
predicar no estamos solo, es Cristo juntamente con nosotros, salimos con Su
ayuda, con Su habilidad, con Su poder; recordemos que somos embajadores en
nombre de Cristo, no nos representamos a nosotros mismos, estamos representando
a Dios mismo aquí en la tierra y lo hacemos con la autoridad de Cristo.
En Hechos 3 podemos
ver esta gran verdad, como un solo milagro fue suficiente para que 5 mil
personas se convirtieran.
Hechos 3:1-11
1 Cierto día subían
Pedro y Juan al templo a las tres de la tarde, que es la hora de la
oración.
2 Junto a la puerta
llamada Hermosa había un hombre lisiado de nacimiento, al que todos los días
dejaban allí para que pidiera limosna a los que entraban en el templo.
3 Cuando éste vio
que Pedro y Juan iban a entrar, les pidió limosna.
4 Pedro, con Juan,
mirándolo fijamente, le dijo: — ¡Míranos!
5 El hombre fijó en
ellos la mirada, esperando recibir algo.
6 —No tengo plata
ni oro —declaró Pedro—, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de
Nazaret, ¡levántate y anda!
7 Y tomándolo por
la mano derecha, lo levantó. Al instante los pies y los tobillos del hombre
cobraron fuerza.
8 De un salto se
puso en pie y comenzó a caminar. Luego entró con ellos en el templo por sus
propios pies, saltando y alabando a Dios.
9 Cuando todo el
pueblo lo vio caminar y alabar a Dios,
10 lo reconocieron
como el mismo hombre que solía pedir limosna sentado junto a la puerta llamada
Hermosa, y se llenaron de admiración y asombro por lo que le había ocurrido.
11 Mientras el
hombre seguía aferrado a Pedro y a Juan, toda la gente, que no salía de su
asombro, corrió hacia ellos al lugar conocido como Pórtico de Salomón.
Un solo milagro
llamó la atención de la gente; fue tal el impacto que empezaron a correr hacia
donde estaban los apóstoles, fueron para escuchar las palabras de vida, el
Evangelio de Jesucristo.
He visto esto a lo
largo de los años, es más fácil que la gente reciba a Jesús después de ver un
milagro, ya que están viendo que el Dios que predicamos es el Dios verdadero.
Finalmente no
debemos de ayudar la ayuda del Espíritu Santo a la hora de la predicación.
Esto lo hace de 3
maneras principales, convenciendo al hombre de su pecado; dirigiéndonos donde,
como y cuando predicar; y a través del Bautismo con el Espíritu.
En Juan 16 podemos
ver como nos ayuda el Espíritu Santo a la hora de predicar.
Juan 16:7-11 (Reina
Valera 1960)
7 Pero yo os digo
la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no
vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.
8 Y cuando él
venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
9 De pecado, por
cuanto no creen en mí;
10 de justicia, por
cuanto voy al Padre, y no me veréis más;
11 y de juicio, por
cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.
Es bien claro lo
que dice aquí, al momento de predicar el Espíritu Santo empieza a predicar a las
personas inconversas (al mundo) de su pecado.
¿Cuál es su pecado?
No creer en Jesús.
Durante los años he
visto numerosas personas venir a los pies de Cristo convencidas de su pecado al
creer que había muerto por sus pecados.
Siempre que
predicamos contamos con su ayuda, por eso no tengamos temor de predicar a
otros, al hablar la Palabra de Dios la gente será convencida.
Otra forma como el
Espíritu Santo es guiándonos a la hora de la predicación.
En Hechos 16
podemos ver esto claramente:
Hechos 16:6-10
(Reina Valera 1960)
6 Y atravesando
Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo
hablar la palabra en Asia;
7 y cuando llegaron
a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió.
8 Y pasando junto a
Misia, descendieron a Troas.
9 Y se le mostró a
Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y
diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos.
10 Cuando vio la
visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios
nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.
Pablo quería
predicar el evangelio pero no sabía donde, ir a Asia, pero el Espíritu se lo
impidió, a Bitinia y tampoco, el Espíritu Santo quería otra cosa, y los envió a
Macedonia.
Lo interesante es
que de ese viaje se formaron las iglesias de Filipenses, Tesalónica, Corinto y
Éfeso, a las cuales les dirigió 6 de las Epístolas del Nuevo Testamento.
Smith Wigglesworth
tenía por costumbre predicarle cada día por lo menos a una persona, según el
Espíritu Santo lo dirigiese.
Un día su mamá le
pregunto “¿Qué fue lo que hiciste con el
Señor Fulano?”
Él le respondió: “¿Por que mamá?”
“Ayer partió con el Señor pero nos contó que hace unas
tres semanas sabiendo que iba morir salió a pasear por última vez y que un
hombre se subió a su carruaje y le predicó el Evangelio y recibió al Señor, y
supuse que fuiste tú.”
“Si mamá fui yo, vi a una persona en un carruaje y el
Espíritu Santo me urgió para subir a su carruaje y predicarle, no sabía que esa
era su última oportunidad.”
Debemos estar
atentos a la dirección del Espíritu Santo, siempre nos guiará a predicarle a la
gente en el momento indicado.
Y también nos ayuda
con el Bautismo con el Espíritu.
En Hechos 1:8 dice:
“Pero recibiréis poder, cuando haya
venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en
toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Reina Valera
1960).
Veamos este verso
en otras versiones:
Versión de Arcas y
Fernández
Vosotros recibiréis
la fuerza del Espíritu Santo, que os capacitará para que deis testimonio de mí
en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta el último rincón de la tierra.
Biblia Amplificada
Pero ustedes
recibirán poder (habilidad, eficiencia y fuerza) cuando haya venido el Espíritu
Santo sobre ustedes y serán mis testigos en Jerusalén y en toda Judea y Samaria
y hasta los confines (los mismos límites) de la tierra).
Biblia del Pueblo
de Dios
Pero recibirán la
fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en
Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra".
El Bautismo con el
Espíritu nos da el poder para ser testigos.
Yo lo experimenté
en mi propia vida. Me convertí en un grupo paraeclesiástico de corte
tradicional, no creían en el Bautismo con el Espíritu Santo, sin embargo a los
2 meses de creyente yo lo recibí, y algo pasó en mi vida.
Hasta ese momento
solo había ganado a una persona para el Señor, pero en los siguientes meses
gane 24 más, y de ahí no paré, y no les hablo de predicaciones, empecé haciéndolo
persona a persona, era lo más fácil ganar a alguien para Jesús,
Miren, era solo un
joven de 17 años, no conociendo mucho de la Palabra pero teniendo el poder de
Dios dentro de mi para testificar.
Para concluir,
debemos tener la disposición y urgencia de predicar el Evangelio, no lo hacemos
solos, tenemos ayuda sobrenatural, tenemos la Palabra de Dios, el Espíritu
Santo, las señales que nos acompañan y especialmente a Jesús que trabaja
juntamente con nosotros.
Tenemos la comisión
y el equipo para cumplirla.
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