martes, 3 de octubre de 2017

Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 20

En este capítulo, Kenyon nos muestra que el hecho de ser la justicia de Dios en Cristo nos da autoridad sobre el mal.


Capítulo 12
La justicia nos hace amos del mal

SI podemos entrar en la Sala del Trono sin temor, si podemos estar en Su presencia sin temor, entonces sabemos que somos Su justicia en Cristo y que somos amos de todo mal. Satanás y los demonios conocían a Jesús. Ellos sabían quién era, y sabían lo que era. También sabían que Jesús sabía quién era. Satanás y demonios saben quiénes somos, pero muchas veces nosotros mismos no sabemos. Jesús dijo: "Yo he salido del Padre". Podemos decir: "Sabemos que hemos nacido de Dios y que todo aquel que es nacido de Dios, vence al mundo".

¿Alguna vez te has dado cuenta de lo que significa llegar con confianza al trono de la gracia? ¿Alguna vez te has dado cuenta de lo que significa para nosotros poder estar en la presencia del Padre hoy como Jesús lo hizo en su caminar en la tierra? ¿Sabes que tenemos tanto derecho a liberarnos de la Conciencia del Pecado como Jesús en Su ministerio terrenal? Si podemos estar en la presencia del Padre sin el sentido de inferioridad o pecado, somos amos de todas las fuerzas y poder del infierno. Satanás fue derrotado. Cuando sabemos que somos Su justicia y sabemos que Jesús sabía quién era, no temeremos el mal, no temeremos ninguna enfermedad, no temeremos la falta de dinero. Sabremos que somos amos absolutos sobre cada poder del Enemigo.

Sabremos que Filipenses 4:19 es nuestro. "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús." No habrá preocupación por nuestras finanzas. Simplemente llamaremos Su atención hacia nuestras necesidades y ellas serán suplidas. Jesús dijo: "Tu Padre celestial sabe que necesitas todas estas cosas, pero busca primeramente su reino y su justicia, y todas estas cosas te serán añadidas". Hemos buscado Su justicia y la hemos encontrado. Hemos llegado a ser Su justicia en Cristo.

La justicia significa la capacidad de estar en la presencia del Padre como si el pecado nunca nos hubiera tocado, con la misma libertad y confianza que Jesús tenía con el Padre en Su caminar terrenal. Cuando confesamos el señorío de Jesús, no sólo es su señorío sobre nosotros, sino que es su señorío sobre todo mal a través de nosotros y por nosotros. En el momento en que hacemos esta confesión, somos uno con Él. Somos Sus representantes en la tierra. Estamos actuando en el Nombre de Jesús.

En Su Nombre somos amos. En Su Nombre somos conquistadores. En Su Nombre dominamos las circunstancias y las fuerzas del mal. Cuando reconocemos a Su Señorío sobre nosotros, es Su Señorío a través de nosotros. Es Su Señorío en nuestras palabras, así podemos decir: "En el Nombre de Jesús, demonio, deja ese cuerpo". Podemos decir a esa enfermedad, "TBC en el Nombre de Jesucristo, tu amo, deja ese cuerpo", y se irá. Somos amos porque Él es nuestro Amo. Y como nuestro Amo, Él está trabajando a través de nosotros.

Él está dominándolo sobre las fuerzas de la oscuridad a través de nosotros. Nos hemos convertido en su Justicia recibiendo la Vida Eterna, la misma naturaleza del Padre. El momento que se convierte en una realidad para nosotros, nos convertimos en vencedores. Los demonios nos temerán mientras temen a Jesús. Cuántas veces deben haber dicho: "Si ese hombre conociera su autoridad, nos enviaría al abismo". ¡Pero él no conocía su autoridad! Él estaba orando por fe. Estaba tratando de obtener poder. Estaba ayunando, llorando y suplicando a Dios que le diera algo que ya poseía.

Tenía la autoridad. Tenía la capacidad de usar esa autoridad. ¡Pero él no lo sabía! Nos hemos vuelto como Él era en Su caminar terrenal. Él llegó a ser como fuimos a fin de que pudiéramos ser como Él era, y ahora lo es. Por la Nueva Creación somos ramas de la vid, miembros de su cuerpo. "Como Él es, así somos nosotros en este mundo". Él es una Nueva Creación, nosotros también. Él es la Justicia de Dios, nosotros también. Él es un heredero de Dios, nosotros también. Él es el Amo del inframundo, así que nosotros lo somos en Su Nombre. Como Él tiene comunión con el Padre, nosotros también.

Como Él tenía autoridad en el cielo y en la tierra, así también en el Nombre de Jesús tenemos autoridad en el cielo. Podemos decir a la TBC: "En el Nombre de Jesús, demonio, deja ese cuerpo". De inmediato la Palabra sale al cielo, y ese hombre es liberado instantáneamente. Jesús tenía "toda autoridad" dada a Él después de que resucitó de entre los muertos. Él no necesitaba esa autoridad para sí mismo. Esa autoridad pertenece a Su cuerpo, la Iglesia. Así que tenemos el derecho de ejercer esta autoridad al hacer el trabajo que Él comenzó a hacer, y nos dejó continuar. Él dijo: "Harán mayores obras que éstas, porque yo voy al Padre".


En el momento en que se sentó a la diestra del Padre, le dio poder a la Iglesia para que hiciera el trabajo que estaba haciendo antes de Su crucifixión. Él tiene toda la sabiduría, y Él es nuestra sabiduría. Él tiene autoridad. Somos uno con Él para usar esa autoridad para glorificar al Padre.

Tomado del libro "Dos Clases de Justicia" de E. W. Kenyon, puedes leer los capítulos anteriores siguiendo estos enlaces:

Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 1
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 2
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 3
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 4
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 5
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 6
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 7
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 8
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 9
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 10
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 11
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 12
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 13
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 14
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 15
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 16
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 17
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 18
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 19

lunes, 4 de septiembre de 2017

Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 19

En esta lección Kenyon nos muestra como es que el no reconocer el señorío de la Palabra de Dios es un impedimento para que caminemos en la realidad de nuestra justicia.


El Señorío de la Palabra

No hay sentido del aprecio del señorío de la Palabra, de su autoridad en sus labios, o de su capacidad a través de la Palabra para mover a hombres y a mujeres a la acción verdadera. Si uno carece del sentido del Señorío de la Palabra, nunca podrán usarlo aunque puedan saber intelectualmente que son la Justicia de Dios, que tienen la capacidad de Dios, que tienen el derecho legal al uso del Nombre de Jesús con toda su autoridad. Esto viene por un tipo bajo de comunión, por no caminar en amor.

No reconocen el señorío del amor ni el señorío de la Palabra. No tienen ninguna confesión sin temor de lo que son en Cristo. Hay una sensación de debilidad del espíritu, una fe vacilante, un ceder a las circunstancias. Todo el tiempo reconocerán que ellos son la Justicia de Dios, sin embargo ellos no están aprovechándose de ella. Ellos están viviendo en la esclavitud de los sentidos. No están practicando la Palabra de Justicia. Inconscientemente están recurriendo a los Sentidos para obtener ayuda y socorro en su momento de necesidad.


Actúan como hombres comunes. Son movidos por los celos de los que les rodean. Ignoran su lugar en Cristo. En el momento de crisis buscan a otra persona para orar por ellos o para actuar por ellos. Ellos ignoran el uso del Nombre de Jesús. Se olvidan de qué clase de hombres son. Viven vidas mediocres cuando deben ser superhombres. Ellos son débiles cuando deben ser fuertes. Lo tienen todo. Ellos conocen su riqueza. Ellos conocen sus derechos. Y sin embargo viven en la pobreza espiritual. ¿Por qué? Porque no están tomando su lugar y actuando en la Palabra.


Tomado del libro "Dos Clases de Justicia" de E. W. Kenyon, puedes leer los capítulos anteriores siguiendo estos enlaces:


Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 1
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 2
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 3
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 4
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 5
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 6
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 7
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 8
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 9
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 10
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 11
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 12
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 13
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 14
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 15
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 16
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 17
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 18

miércoles, 16 de agosto de 2017

Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 18

En este artículo Kenyon nos muestra algunos motivos por los que limitamos el uso de nuestra justicia.

E. W. Kenyon - Dos Clases de Justicia

LO QUÉ LIMITA QUE USEMOS NUESTRA JUSTICIA

¿Qué es esto que nos limita a actuar bajo la Palabra para tomar nuestros lugares en Cristo? ¿Qué es eso que nos impide tomar ventaja de nuestra Justicia en Cristo?

Sabemos que somos la justicia de Dios en Cristo. Sabemos que Dios es la fuerza de nuestras vidas. Sabemos que Él es nuestra suficiencia para suplir en toda crisis de nuestras vidas. Sabemos que su Palabra en nuestros labios sanará al enfermo, fortalecerá al débil, despertará a los no salvos de sus condiciones y los traerá al conocimiento de Cristo que salva.

Todo esto lo sabemos. ¿Por qué somos tan lentos en el actuar?

Puede ser por una mente no renovada.

Después de que alguien nace de nuevo y tiene esta enorme herencia de la gracia, su mente no está en armonía con su espíritu recreado. Entonces es necesario que su mente sea renovada.

Esa mente no renovada impide que muchos hombres y mujeres, que podrían ser ampliamente usados ​​por el Señor, en un estado de desuso.

Sus mentes pueden ser renovadas por actuar en la Palabra, y por un íntimo conocimiento del Amo a través de la Palabra.

Cuando la palabra es ignorada, la razón reina.

Otra razón por la que los hombres fallan en usar su justicia es porque sus sentidos dominan sus espíritus. El miedo y la incredulidad reinan sobre ellos. Ellos tienen miedo de tomar sus lugares.

Ellos ven la necesidad. Ellos saben que serían capaces de liberar a aquella persona que está atrapada en la esclavitud por el adversario, pero esa mente no renovada, esa falta de iniciativa espiritual, los deja dormidos.

Esto sucede por tener poca comunión con el Padre.


No tienen apetito real por la Palabra. Ellos disfrutan más el leer acerca de la Biblia que alimentarse de ella.


Tomado del libro "Dos Clases de Justicia" de E. W. Kenyon, puedes leer los capítulos anteriores siguiendo estos enlaces:


Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 1
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 2
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 3
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 4
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 5
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 6
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 7
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 8
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 9
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 10
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 11
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 12
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 13
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 14
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 15
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 16
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 17

jueves, 3 de agosto de 2017

Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 17

En esta lección Kenyon nos muestra que si personas que vivieron bajo el Antiguo Pacto que tenía una justicia limitada hicieron grandes logros y prodigios, cuanto más nosotros que vivimos bajo un mejor pacto de justicia ilimitada


LA JUSTICIA EN LOS PACTOS

Me emocioné cuando percibí qué grandes logros fueron hechos por hombres que tenían sólo una justicia limitada bajo el primer pacto.

Pensé en Abraham. Tan pronto como fue circuncidado e hizo el pacto, Dios le dio una justicia limitada.

Piense en su desafío de permanecer en la presencia de Dios y litigar por Sodoma y Gomorra con esa gran falta de miedo que no es igual en los días modernos con hombres que no conocen su justicia ilimitadas y sus derechos en Cristo.

Pensé en los poderosos actos de Moisés, que sólo tenía el lugar de siervo delante de Jehová, con todo él se atrevió a obedecer a Dios y realizó esas maravillosas victorias por esa nación esclava, Israel.

Pensé en Josué que se atrevió a obedecer a Jehová, y guió a esa nación a las orillas del Jordán cuando oye una inundación. Él se atrevió a decir a los sacerdotes: "Tomen el arca y bajen y hundan vuestros pies en el agua, y cuando lo hagan un camino será abierto para para que pasen con los calzados secos." Y con todo, este hombre Josué sólo tenía una justicia limitada; la justicia de un siervo.

Nosotros lo vemos parado ante los ejércitos y clamar al sol: "Detente ahí hasta que la nación se vengue de sus enemigos."

Aquel hombre dominó el universo, y con todo sólo tenía una justicia limitada.

Vemos Elías en la batalla de los dioses en el monte Carmelo clamando fuego del cielo, trayendo lluvia a una tierra arrasada por la sequía.

Él era un absoluto dominador de las leyes de la naturaleza. Y con todo, él era sólo un siervo con una posición de siervo y la justicia limitada de un siervo.

El espacio no nos permite hablar sobre Daniel y los tres jóvenes hebreos, o de los poderosos hombres de David en la guerra.

Sólo tenía justicia limitada, y aún así que prodigios hicieron.

Sus justicias fueron atribuidas a ellos bajo el fundamento del valor que Dios puso en la sangre de toros y carneros, bajo la santidad de su pacto con Abraham.

Ellos no eran hombres y mujeres recreados como nosotros. Sólo eran siervos bajo una ley que debían ser dejada de lado por otra que tomaría su lugar, que se basaría en un mejor sacrificio y una mejor sangre.

Nuestros corazones se emocionan cuando leemos de su obediencia al mandato de un ángel.

Ellos no andaban por fe como nosotros andamos. Ellos andaban por vista. Ellos vieron el ángel. Ellos oyeron su voz. Ellos vivieron en el reino de los sentidos.

sábado, 29 de julio de 2017

Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 16

En esta lección Kenyon nos explica los beneficios que tenemos a causa de la justicia y que recibimos por fe.


LA JUSTICIA POR LA FE

La Iglesia no aprecia lo que es tal como lo declara la Palabra. Se nos ha dicho que éramos indignos e injustos, que éramos débiles y no teníamos fe, tanto que se ha convertido en una enfermedad crónica. Miramos con temor mensaje que traiga alivio, a menos que sea un mensaje sobre obras.

Si pudiéramos sacrificar algo, si pudiéramos orar mucho y lo suficientemente duro, si pudiéramos confesar nuestros pecados lo suficiente, entonces de algún modo podríamos enderezar nuestra vida espiritual.

Todo eso está mal.

La justicia viene por la fe. No es ganada por obras, por arrepentimiento, por llanto o por gritos. Tampoco viene por la manera de suplicar.

Sólo viene por medio de la fe.

El hombre siempre ha buscado conseguir la justicia por obras. Si pensáramos que pudiéramos volvernos la justicia de Dios por orar un cierto número de horas, lo haríamos.

Si nos dijeran que alguien obtiene justicia por confesar todos sus pecados desde la infancia y por hacer la restitución de ellos, estaríamos deseosos de hacer el esfuerzo.

La justicia no viene de esa manera.

Viene por la fe. No por sus obras, sino por la obra de Cristo. No por sus lágrimas, sino por las lágrimas de Cristo.

Si cada uno de nosotros supiéramos que tenemos justicia en nosotros, nos convertiremos totalmente independientes de las circunstancias. Si fuésemos tan conscientes de ser la justicia de Dios como somos conscientes de ser débiles e indignos, no estaríamos más enfermos, no estaríamos atrapados en la esclavitud de la necesidad y la miseria.

Si fuésemos tan conscientes de nuestra identificación con Jesucristo y de nuestra unidad con Él como somos conscientes del dolor físico y de la necesidad física, nunca tendríamos dolor y nunca mencionaríamos nuestras necesidades nuevamente.

Este nuevo sentido de Justicia, este nuevo hecho de Justicia, este nuevo descubrimiento de ser Justicia de Dios, nos da un sentido de libertad en Cristo.

Esto explícitamente destruye la conciencia de pecado, la conciencia de debilidad y la conciencia de necesidad de Cristo.

Sabemos que Él es nuestra justicia y que somos justicia de Dios en él.

Él está con nosotros en toda su capacidad y fuerza, en toda su plenitud y complemento. No tenemos miedo de las circunstancias.

Él nos susurra: "No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”.

Él está con nosotros. Él es el Dios de la nueva creación.

No podemos fracasar. No podemos ser puestos en esclavitud.

Esto nos da una nueva libertad en la oración, un nuevo sentido de autoridad como hijos e hijas de Dios para usar el nombre de Jesús, una nueva alegría en comunión con el Padre.

Hay una nueva frescura en la Palabra. Esta se convierte literalmente en Su Palabra para nosotros.

Su totalidad cautiva nuestros corazones.

Podemos no haber percibido esto antes, pero el Padre y Jesús nos están hablando.

La Palabra es la voz del Padre. No está hablando a multitudes. Él está hablando a cada uno de nosotros.

Él declara que nos convertimos en la justicia de Dios en él.

Sabemos que somos lo que Él declara que somos.

Entonces viene un nuevo sentido de dominio. Entramos a nuestros derechos, nuestros derechos legales en Cristo.

Nuestros pasos están seguros ahora. No hay más incertidumbres.

No tenemos miedo de lo que un día pueda traer más adelante.

Sabemos lo que esto significa cuando Él dice: "Más grande es el que está en nosotros que el que está en el mundo”.

Sabemos lo que esto significa cuando Él dice: "Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido." Él está hablando de nosotros.

El sentido de dominio, la nueva extraña dignidad de filiación, se extiende por nuestro corazón.

Entendemos lo que eso significa, estar bajo órdenes del cielo.

Somos embajadores. Estamos investidos con la autoridad del cielo.

Lucas 24:49 dice: "Pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto."

Ahora entendemos lo que Jesús quiso decir cuando Él dijo que los demonios y las fuerzas de las tinieblas serían sujetas a nosotros.

Debilidad, miedo al fracaso; los pequeños reino que una vez gobernaron al mundo fueron subordinados a Jesús.

Jesús venció a Satanás. Toda fuerza gobernada por Satanás, está sujeta a su nombre.

Él puso a Satanás y todas sus obras debajo de nuestros pies.

Ahora sabiendo lo que significa la redención. Sabemos que nos convertimos en "la plenitud de aquel que todo lo llena en todos."

Sabemos que "de su plenitud hemos recibido gracia sobre gracia."

Sabemos que hemos recibido "la abundancia de la gracia y el don de la justicia."

Reinábamos como reyes en el reino de la vida a través de Jesucristo.

Comenzamos a entender 1 Corintios 12:3: "Nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo".

Ahora somos vistos como nuevas creaciones conscientes de nuestra posición y de nuestros derechos.

El dominio de Satanás fue deshecho.

Nada nos faltará porque somos uno con Él, Él es la vid, nosotros los pámpanos. Somos la porción que da fruto de la vid.

¡Somos sus labios! ¡Somos sus manos!

Estamos viviendo con Él. Él está viviendo con nosotros; invisible, pero real.


Andando con él. Todo esto nos da la justicia.


Traducido del libro "Dos Clases de Justicia" de E. W. Kenyon

Puedes leer los capítulos anteriores siguiendo estos enlaces:


Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 1
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 2
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 3
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 4
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 5
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 6
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 7
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 8
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 9
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 10
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 11
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 12
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 13
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 14
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 15


jueves, 20 de julio de 2017

Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 15

En este capítulo Kenyon nos muestra como es que debido a que tenemos la justicia de Dios en nosotros podemos caminar como Jesús anduvo, en amor.


LA IGLESIA; SU CUERPO POSEYENDO LA JUSTICIA

Efesios 1:4 dice: "Así como nos escogió en él ante la fundación del mundo, para que pudiéramos ser santos y sin fallas ante Él, en amor, nos predestinó para tener la posición de hijos" (traducción literal).

Esta es la declaración de Dios que, en esta vida presente, Él planeó que seamos santos y sin fallas ante Él. Esto no es después de morir, sino hoy.

Esta santidad y belleza de la vida es de gracia, no es de nosotros mismos. Lo único que hacemos es recibirla, aceptarla con alegría.

Efesios 5:25 hablando de Cristo y de la Iglesia y usando el matrimonio como una ilustración dice: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.”

Él no habla de que la Iglesia será vencedora después de ir al cielo, sino que es vencedora ahora. No será santificada después de ir al cielo, sino ahora.

La Palabra es lo que trae conocimiento. La ignorancia de la Iglesia sobre la Biblia es asombrosa. Es por la predicación textual. La exposición de la Palabra hace hombres espirituales. Ella los hace tan hambrientos de la Palabra que estudian la Palabra por su cuenta.

Esta Iglesia "sin mancha o arruga" es la Iglesia que fue purificada por la Palabra de Dios. No es purificada sólo por la oración sino por la Palabra. Es el Espíritu que usa la Palabra para construir la vida de Cristo en nosotros.

Colosenses 1:21-22, nos da otra figura de la Iglesia.

"Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él."

Esta es una hermosa figura del cuerpo recreado; reconciliado, santo, sin falla, sin reprobación, permaneciendo ante el Padre, no sólo vestido de la Justicia de Cristo, sino siendo realmente participantes de Su Justicia. Esta es una foto de nuestra presente caminata en Cristo.

Efesios 4:23-24 dice: "Y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”

La justicia es naturaleza del Dios Padre. Somos participantes de esa justicia; la naturaleza de Dios.

Debemos debemos conducirnos como el nuevo hombre en nuestra vida diaria. No hablar más como el viejo hombre. El viejo hombre vivió en el fracaso, el egoísmo, la codicia, el miedo. El nuevo hombre vive en la plenitud del amor. Él es como Cristo, dominado por el cielo y el dulce Espíritu celeste.

La vieja creación y la nueva están tan separadas como Dios y Satanás.

Hebreos 13:20-21 dice: "Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”

El propósito del Cristo resucitado es "hacernos perfectos en toda buena obra para hacer Su voluntad."

Su trabajo es operar en nosotros Su agradable voluntad, haciéndonos bellos en la visión del Padre.

Filipenses 1:6 nos da un paso más adelante.

"Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo".

Él comenzó su obra. Él comenzó en el nuevo nacimiento. Ahora Él está tomando las cosas de Jesús y edificándolas en nosotros.

La gran vida de Cristo se construye en nosotros. Esto es hecho por nuestra vivencia en la Palabra y la Palabra dominando diariamente nuestro caminar.

La naturaleza del amor debe ganar prominencia en nosotros hasta que nuestras palabras empapadas en amor, hasta que todo nuestro espíritu esté en una solución como si fuera la naturaleza del amor del Padre.

Filipenses 2:13 se convierte en una realidad gloriosa.

"Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad".

Es Dios mismo reproduciéndose en nosotros. Debemos vivir caminar y hablar de amor.

1 Pedro 5:10 tiene otro dulce mensaje para nuestro corazón.

"Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca".

Tú puedes estar en lugares difíciles. Puedes estar sufriendo. Puede que no haya mucha felicidad para ti en esta vida, pero puede haber alegría.

La felicidad viene de nuestro alrededor, el gozo viene de nuestro corazón recreado.

Lo tenemos en nuestros corazones. Él nos fortalecerá, nos estabilizará hasta que nuestras vidas se conviertan en la vida de Jesús.

Efesios 5:1-2 dice: "Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados (O HIJOS DEL AMOR)”.

¿Qué haríamos si imitáramos a Dios?

Nos amaríamos.

"Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros."

Debemos entregarnos como un olor, una dulce fragancia de regalo de amor al mundo. Ellos pueden criticar y odiarnos, pero nosotros los amamos.

Andamos en amor hacia Él. Hasta que nos amemos como Él nos ama, no lo representamos.

Él nunca respondió. Él nunca dijo cosas que no fueran buenas. Él nunca criticó. Él nunca hizo chismes. Él habló palabras amorosas. Él ayudó a hombres y mujeres. Él dijo cosas bonitas.

Este caminar en amor es la cosa más bonita del mundo. Dios es Amor. Somos nacidos del amor. El amor es la regla y la ley de nuestras vidas. El amor es la fuerza de nuestra vida. El amor es la cosa más bella de nuestra vida.

Andamos como Él anduvo. Esta es la justicia de Dios en nosotros. Es una realidad de nuestra vida en Cristo.

En 1 Juan 4:17 dice: "En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo.”

En 1 Juan 4:18 dice: "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor."

No hay temor en el amor, vivimos en el amor. Hemos llegado a creer en el amor. Sabemos que Él es amor. Sabemos que estamos permaneciendo en el amor. Sabemos que el amor permanece en nosotros. Este es el secreto de la fe.

Esta Revelación a Pablo y Juan es una serie de imágenes de nosotros que nuestro Padre ha puesto en su álbum.


Nos encontramos completos en él.

En Colosenses 2:9-10 dice: "Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad."

Así es como nos presentamos a nuestro Padre. Así es como el amor nos ve, tal como lo vio. Nos ve como Nuevas Creaciones de Amor, gobernadas por el amor, viviendo en el amor, y dejando que el amor viva en nosotros. 

Todo esto es posible. Todo esto es nuestro.


Traducido del libro "Dos Clases de Justicia" de E. W. Kenyon
Puedes leer los capítulos anteriores siguiendo estos enlaces:

Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 1
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 2
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 3
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 4
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 5
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 6
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 7
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 8
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 9
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 10
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 11
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 12
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 13
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 14

viernes, 14 de julio de 2017

Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 14

En esta entrada veremos la victoria y autoridad que tenemos por el hecho de la justicia ilimitada que tenemos en Cristo.


JUSTICIA ILIMITADA
Una vez le pedí a Dios entender el valor de nuestra Justicia, nuestra posición ante el Padre y nuestros derechos y privilegios en Cristo; en la nuevo pacto.
Lo encontré en la revelación de Pablo. He visto lo que éramos en la mente del Padre y en la mente del maestro. He visto nuestras posibilidades ilimitadas en el nuevo pacto y en nuestra relación con él como hijos e hijas.
Jesús fue el "ejemplo" del Hijo.
Él dijo: "Mayores obras de lo que éstas harán porque yo voy al Padre".
Entonces nos dio un derecho legal de usar su nombre. Y finalmente la gran comisión que Él define como la habilidad de usar ese nombre.
Él dijo: "En mi nombre echarás fuera demonios."
Cuando Él lo declaró, nos dio el secreto para dominar a Satanás.
Si podemos echar fuera a un demonio, podemos echar fuera a todos los demonios. Si tenemos dominio sobre el adversario, tenemos dominio sobre todas sus obras.
¿Vez que la ilimitación de esta Justicia que nos permite permanecer en la presencia del Padre sin sentido de culpa o condenación y nos da la capacidad de permanecer en presencia de Satanás sin el sentido de inferioridad?
Cuando dijo: "Toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra"; eso fue para la Iglesia, para esta dispensación.
Tal autoridad no fue para Jesús sino para nosotros.
Su nombre nos liberó de la condenación, nos liberó del dominio satánico, por su redención y por su nueva creación.
Sobre la base de lo que Él nos llamó para hacer las cosas que Jesús comenzó a hacer; liberó a los hombres, deshizo las cadenas de Satanás sobre hombres y mujeres, sanó al enfermo, deshizo el poder de los demonios sobre comunidades y naciones.
Él les dijo: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado." Ves que ellos estaban en la escuela de Cristo y hablaban de la posibilidad de todos nuestros derechos y privilegios en Cristo, nuestra completa redención de Satanás y nuestro dominio sobre él. 
Entonces les dijo: "Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."
Comencé a entender la comisión.
Él dijo: "En mi nombre echarán fuera demonios." Y también: "Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo."
Ahora podemos ver muy claramente que debemos tomar el lugar de Jesús y actuar dentro de la autoridad que nos fue investida en Su nombre.
Esa autoridad nos pertenece.
Podemos ver otro hecho. Cuando Adán fue creado, Dios le dio dominio sobre las obras de sus manos, pero Adán volvió a las manos de Satanás y se convirtió en un súbdito de Satanás.
En Cristo este dominio es restaurado a la Iglesia. Es restaurado en el nombre de Jesús. Esta autoridad perdida fue conferida en Cristo.
Cuando Él dijo: "Toda autoridad me fue dada en el cielo y en la tierra. Id, pues y usáis esta autoridad. Yo les daré el derecho legal de usar mi nombre. Yo les daré el poder de los procuradores ", Él nos invita a entrar en la sala del trono, en el trono de la gracia, y a hacer nuestros pedidos conocidos.
No debemos ir allí como esclavos o como siervos.
Nosotros vamos como hijos. Somos los esclavos del amor del Maestro, esclavos del amor; Jesús.
Estamos actuando en su lugar formamos su lugar. Hacemos la obra que Él vino para hacer. Hemos actuado con una justicia ilimitada. Tomamos nuestro lugar y usamos nuestros derechos completos en Cristo.
La Iglesia ha tenido una concepción equivocada de su lugar en Cristo y su dominio.
Hemos estado llenos de miedo. Hemos oído mucha predicación sobre el pecado y la debilidad que se han convertido en parte de nuestra conciencia.
No hemos percibido lo que Él nos dijo: "Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.”
¿Quién es el que está en nosotros? Dios.
Somos señores, somos vencedores.
En el próximo capítulo, 1 Juan 5: 4-5 dice: "Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? ". 
Somos señores en la mente del Padre.
Somos ganadores.
En el momento en que obtenemos esta actitud mental de vencedores, en lugar de ser vencidos iremos a tomar nuestro lugar.
Él pone un punto culminante de la revelación de Pablo en Romanos 8:37 dice: "Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó".
Él nos hace ver en Romanos 5:17 que reinamos como reyes en la esfera de la vida a través de Jesucristo.
De su plenitud hemos recibido gracia sobre gracia para disfrutar de esa medida de plenitud.
Él puso todas las cosas en sujeción a nuestros pies.

Él dio a Jesús nuestro Señor, para ser cabeza por encima de todos los gobiernos del mundo.

Traducido del libro "Dos Clases de Justicia" de E. W. Kenyon
Puedes leer los capítulos anteriores siguiendo estos enlaces:


Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 1
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 2
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 3
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 4
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 5
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 6
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 7
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 8
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 9
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 10
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 11
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 12
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 13