sábado, 29 de julio de 2017

Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 16

En esta lección Kenyon nos explica los beneficios que tenemos a causa de la justicia y que recibimos por fe.


LA JUSTICIA POR LA FE

La Iglesia no aprecia lo que es tal como lo declara la Palabra. Se nos ha dicho que éramos indignos e injustos, que éramos débiles y no teníamos fe, tanto que se ha convertido en una enfermedad crónica. Miramos con temor mensaje que traiga alivio, a menos que sea un mensaje sobre obras.

Si pudiéramos sacrificar algo, si pudiéramos orar mucho y lo suficientemente duro, si pudiéramos confesar nuestros pecados lo suficiente, entonces de algún modo podríamos enderezar nuestra vida espiritual.

Todo eso está mal.

La justicia viene por la fe. No es ganada por obras, por arrepentimiento, por llanto o por gritos. Tampoco viene por la manera de suplicar.

Sólo viene por medio de la fe.

El hombre siempre ha buscado conseguir la justicia por obras. Si pensáramos que pudiéramos volvernos la justicia de Dios por orar un cierto número de horas, lo haríamos.

Si nos dijeran que alguien obtiene justicia por confesar todos sus pecados desde la infancia y por hacer la restitución de ellos, estaríamos deseosos de hacer el esfuerzo.

La justicia no viene de esa manera.

Viene por la fe. No por sus obras, sino por la obra de Cristo. No por sus lágrimas, sino por las lágrimas de Cristo.

Si cada uno de nosotros supiéramos que tenemos justicia en nosotros, nos convertiremos totalmente independientes de las circunstancias. Si fuésemos tan conscientes de ser la justicia de Dios como somos conscientes de ser débiles e indignos, no estaríamos más enfermos, no estaríamos atrapados en la esclavitud de la necesidad y la miseria.

Si fuésemos tan conscientes de nuestra identificación con Jesucristo y de nuestra unidad con Él como somos conscientes del dolor físico y de la necesidad física, nunca tendríamos dolor y nunca mencionaríamos nuestras necesidades nuevamente.

Este nuevo sentido de Justicia, este nuevo hecho de Justicia, este nuevo descubrimiento de ser Justicia de Dios, nos da un sentido de libertad en Cristo.

Esto explícitamente destruye la conciencia de pecado, la conciencia de debilidad y la conciencia de necesidad de Cristo.

Sabemos que Él es nuestra justicia y que somos justicia de Dios en él.

Él está con nosotros en toda su capacidad y fuerza, en toda su plenitud y complemento. No tenemos miedo de las circunstancias.

Él nos susurra: "No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”.

Él está con nosotros. Él es el Dios de la nueva creación.

No podemos fracasar. No podemos ser puestos en esclavitud.

Esto nos da una nueva libertad en la oración, un nuevo sentido de autoridad como hijos e hijas de Dios para usar el nombre de Jesús, una nueva alegría en comunión con el Padre.

Hay una nueva frescura en la Palabra. Esta se convierte literalmente en Su Palabra para nosotros.

Su totalidad cautiva nuestros corazones.

Podemos no haber percibido esto antes, pero el Padre y Jesús nos están hablando.

La Palabra es la voz del Padre. No está hablando a multitudes. Él está hablando a cada uno de nosotros.

Él declara que nos convertimos en la justicia de Dios en él.

Sabemos que somos lo que Él declara que somos.

Entonces viene un nuevo sentido de dominio. Entramos a nuestros derechos, nuestros derechos legales en Cristo.

Nuestros pasos están seguros ahora. No hay más incertidumbres.

No tenemos miedo de lo que un día pueda traer más adelante.

Sabemos lo que esto significa cuando Él dice: "Más grande es el que está en nosotros que el que está en el mundo”.

Sabemos lo que esto significa cuando Él dice: "Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido." Él está hablando de nosotros.

El sentido de dominio, la nueva extraña dignidad de filiación, se extiende por nuestro corazón.

Entendemos lo que eso significa, estar bajo órdenes del cielo.

Somos embajadores. Estamos investidos con la autoridad del cielo.

Lucas 24:49 dice: "Pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto."

Ahora entendemos lo que Jesús quiso decir cuando Él dijo que los demonios y las fuerzas de las tinieblas serían sujetas a nosotros.

Debilidad, miedo al fracaso; los pequeños reino que una vez gobernaron al mundo fueron subordinados a Jesús.

Jesús venció a Satanás. Toda fuerza gobernada por Satanás, está sujeta a su nombre.

Él puso a Satanás y todas sus obras debajo de nuestros pies.

Ahora sabiendo lo que significa la redención. Sabemos que nos convertimos en "la plenitud de aquel que todo lo llena en todos."

Sabemos que "de su plenitud hemos recibido gracia sobre gracia."

Sabemos que hemos recibido "la abundancia de la gracia y el don de la justicia."

Reinábamos como reyes en el reino de la vida a través de Jesucristo.

Comenzamos a entender 1 Corintios 12:3: "Nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo".

Ahora somos vistos como nuevas creaciones conscientes de nuestra posición y de nuestros derechos.

El dominio de Satanás fue deshecho.

Nada nos faltará porque somos uno con Él, Él es la vid, nosotros los pámpanos. Somos la porción que da fruto de la vid.

¡Somos sus labios! ¡Somos sus manos!

Estamos viviendo con Él. Él está viviendo con nosotros; invisible, pero real.


Andando con él. Todo esto nos da la justicia.


Traducido del libro "Dos Clases de Justicia" de E. W. Kenyon

Puedes leer los capítulos anteriores siguiendo estos enlaces:


Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 1
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 2
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 3
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 4
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 5
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 6
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 7
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 8
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 9
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 10
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 11
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 12
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 13
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 14
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 15


jueves, 20 de julio de 2017

Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 15

En este capítulo Kenyon nos muestra como es que debido a que tenemos la justicia de Dios en nosotros podemos caminar como Jesús anduvo, en amor.


LA IGLESIA; SU CUERPO POSEYENDO LA JUSTICIA

Efesios 1:4 dice: "Así como nos escogió en él ante la fundación del mundo, para que pudiéramos ser santos y sin fallas ante Él, en amor, nos predestinó para tener la posición de hijos" (traducción literal).

Esta es la declaración de Dios que, en esta vida presente, Él planeó que seamos santos y sin fallas ante Él. Esto no es después de morir, sino hoy.

Esta santidad y belleza de la vida es de gracia, no es de nosotros mismos. Lo único que hacemos es recibirla, aceptarla con alegría.

Efesios 5:25 hablando de Cristo y de la Iglesia y usando el matrimonio como una ilustración dice: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.”

Él no habla de que la Iglesia será vencedora después de ir al cielo, sino que es vencedora ahora. No será santificada después de ir al cielo, sino ahora.

La Palabra es lo que trae conocimiento. La ignorancia de la Iglesia sobre la Biblia es asombrosa. Es por la predicación textual. La exposición de la Palabra hace hombres espirituales. Ella los hace tan hambrientos de la Palabra que estudian la Palabra por su cuenta.

Esta Iglesia "sin mancha o arruga" es la Iglesia que fue purificada por la Palabra de Dios. No es purificada sólo por la oración sino por la Palabra. Es el Espíritu que usa la Palabra para construir la vida de Cristo en nosotros.

Colosenses 1:21-22, nos da otra figura de la Iglesia.

"Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él."

Esta es una hermosa figura del cuerpo recreado; reconciliado, santo, sin falla, sin reprobación, permaneciendo ante el Padre, no sólo vestido de la Justicia de Cristo, sino siendo realmente participantes de Su Justicia. Esta es una foto de nuestra presente caminata en Cristo.

Efesios 4:23-24 dice: "Y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”

La justicia es naturaleza del Dios Padre. Somos participantes de esa justicia; la naturaleza de Dios.

Debemos debemos conducirnos como el nuevo hombre en nuestra vida diaria. No hablar más como el viejo hombre. El viejo hombre vivió en el fracaso, el egoísmo, la codicia, el miedo. El nuevo hombre vive en la plenitud del amor. Él es como Cristo, dominado por el cielo y el dulce Espíritu celeste.

La vieja creación y la nueva están tan separadas como Dios y Satanás.

Hebreos 13:20-21 dice: "Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”

El propósito del Cristo resucitado es "hacernos perfectos en toda buena obra para hacer Su voluntad."

Su trabajo es operar en nosotros Su agradable voluntad, haciéndonos bellos en la visión del Padre.

Filipenses 1:6 nos da un paso más adelante.

"Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo".

Él comenzó su obra. Él comenzó en el nuevo nacimiento. Ahora Él está tomando las cosas de Jesús y edificándolas en nosotros.

La gran vida de Cristo se construye en nosotros. Esto es hecho por nuestra vivencia en la Palabra y la Palabra dominando diariamente nuestro caminar.

La naturaleza del amor debe ganar prominencia en nosotros hasta que nuestras palabras empapadas en amor, hasta que todo nuestro espíritu esté en una solución como si fuera la naturaleza del amor del Padre.

Filipenses 2:13 se convierte en una realidad gloriosa.

"Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad".

Es Dios mismo reproduciéndose en nosotros. Debemos vivir caminar y hablar de amor.

1 Pedro 5:10 tiene otro dulce mensaje para nuestro corazón.

"Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca".

Tú puedes estar en lugares difíciles. Puedes estar sufriendo. Puede que no haya mucha felicidad para ti en esta vida, pero puede haber alegría.

La felicidad viene de nuestro alrededor, el gozo viene de nuestro corazón recreado.

Lo tenemos en nuestros corazones. Él nos fortalecerá, nos estabilizará hasta que nuestras vidas se conviertan en la vida de Jesús.

Efesios 5:1-2 dice: "Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados (O HIJOS DEL AMOR)”.

¿Qué haríamos si imitáramos a Dios?

Nos amaríamos.

"Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros."

Debemos entregarnos como un olor, una dulce fragancia de regalo de amor al mundo. Ellos pueden criticar y odiarnos, pero nosotros los amamos.

Andamos en amor hacia Él. Hasta que nos amemos como Él nos ama, no lo representamos.

Él nunca respondió. Él nunca dijo cosas que no fueran buenas. Él nunca criticó. Él nunca hizo chismes. Él habló palabras amorosas. Él ayudó a hombres y mujeres. Él dijo cosas bonitas.

Este caminar en amor es la cosa más bonita del mundo. Dios es Amor. Somos nacidos del amor. El amor es la regla y la ley de nuestras vidas. El amor es la fuerza de nuestra vida. El amor es la cosa más bella de nuestra vida.

Andamos como Él anduvo. Esta es la justicia de Dios en nosotros. Es una realidad de nuestra vida en Cristo.

En 1 Juan 4:17 dice: "En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo.”

En 1 Juan 4:18 dice: "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor."

No hay temor en el amor, vivimos en el amor. Hemos llegado a creer en el amor. Sabemos que Él es amor. Sabemos que estamos permaneciendo en el amor. Sabemos que el amor permanece en nosotros. Este es el secreto de la fe.

Esta Revelación a Pablo y Juan es una serie de imágenes de nosotros que nuestro Padre ha puesto en su álbum.


Nos encontramos completos en él.

En Colosenses 2:9-10 dice: "Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad."

Así es como nos presentamos a nuestro Padre. Así es como el amor nos ve, tal como lo vio. Nos ve como Nuevas Creaciones de Amor, gobernadas por el amor, viviendo en el amor, y dejando que el amor viva en nosotros. 

Todo esto es posible. Todo esto es nuestro.


Traducido del libro "Dos Clases de Justicia" de E. W. Kenyon
Puedes leer los capítulos anteriores siguiendo estos enlaces:

Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 1
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 2
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 3
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 4
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 5
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 6
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 7
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 8
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 9
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 10
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 11
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 12
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 13
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 14

viernes, 14 de julio de 2017

Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 14

En esta entrada veremos la victoria y autoridad que tenemos por el hecho de la justicia ilimitada que tenemos en Cristo.


JUSTICIA ILIMITADA
Una vez le pedí a Dios entender el valor de nuestra Justicia, nuestra posición ante el Padre y nuestros derechos y privilegios en Cristo; en la nuevo pacto.
Lo encontré en la revelación de Pablo. He visto lo que éramos en la mente del Padre y en la mente del maestro. He visto nuestras posibilidades ilimitadas en el nuevo pacto y en nuestra relación con él como hijos e hijas.
Jesús fue el "ejemplo" del Hijo.
Él dijo: "Mayores obras de lo que éstas harán porque yo voy al Padre".
Entonces nos dio un derecho legal de usar su nombre. Y finalmente la gran comisión que Él define como la habilidad de usar ese nombre.
Él dijo: "En mi nombre echarás fuera demonios."
Cuando Él lo declaró, nos dio el secreto para dominar a Satanás.
Si podemos echar fuera a un demonio, podemos echar fuera a todos los demonios. Si tenemos dominio sobre el adversario, tenemos dominio sobre todas sus obras.
¿Vez que la ilimitación de esta Justicia que nos permite permanecer en la presencia del Padre sin sentido de culpa o condenación y nos da la capacidad de permanecer en presencia de Satanás sin el sentido de inferioridad?
Cuando dijo: "Toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra"; eso fue para la Iglesia, para esta dispensación.
Tal autoridad no fue para Jesús sino para nosotros.
Su nombre nos liberó de la condenación, nos liberó del dominio satánico, por su redención y por su nueva creación.
Sobre la base de lo que Él nos llamó para hacer las cosas que Jesús comenzó a hacer; liberó a los hombres, deshizo las cadenas de Satanás sobre hombres y mujeres, sanó al enfermo, deshizo el poder de los demonios sobre comunidades y naciones.
Él les dijo: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado." Ves que ellos estaban en la escuela de Cristo y hablaban de la posibilidad de todos nuestros derechos y privilegios en Cristo, nuestra completa redención de Satanás y nuestro dominio sobre él. 
Entonces les dijo: "Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."
Comencé a entender la comisión.
Él dijo: "En mi nombre echarán fuera demonios." Y también: "Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo."
Ahora podemos ver muy claramente que debemos tomar el lugar de Jesús y actuar dentro de la autoridad que nos fue investida en Su nombre.
Esa autoridad nos pertenece.
Podemos ver otro hecho. Cuando Adán fue creado, Dios le dio dominio sobre las obras de sus manos, pero Adán volvió a las manos de Satanás y se convirtió en un súbdito de Satanás.
En Cristo este dominio es restaurado a la Iglesia. Es restaurado en el nombre de Jesús. Esta autoridad perdida fue conferida en Cristo.
Cuando Él dijo: "Toda autoridad me fue dada en el cielo y en la tierra. Id, pues y usáis esta autoridad. Yo les daré el derecho legal de usar mi nombre. Yo les daré el poder de los procuradores ", Él nos invita a entrar en la sala del trono, en el trono de la gracia, y a hacer nuestros pedidos conocidos.
No debemos ir allí como esclavos o como siervos.
Nosotros vamos como hijos. Somos los esclavos del amor del Maestro, esclavos del amor; Jesús.
Estamos actuando en su lugar formamos su lugar. Hacemos la obra que Él vino para hacer. Hemos actuado con una justicia ilimitada. Tomamos nuestro lugar y usamos nuestros derechos completos en Cristo.
La Iglesia ha tenido una concepción equivocada de su lugar en Cristo y su dominio.
Hemos estado llenos de miedo. Hemos oído mucha predicación sobre el pecado y la debilidad que se han convertido en parte de nuestra conciencia.
No hemos percibido lo que Él nos dijo: "Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.”
¿Quién es el que está en nosotros? Dios.
Somos señores, somos vencedores.
En el próximo capítulo, 1 Juan 5: 4-5 dice: "Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? ". 
Somos señores en la mente del Padre.
Somos ganadores.
En el momento en que obtenemos esta actitud mental de vencedores, en lugar de ser vencidos iremos a tomar nuestro lugar.
Él pone un punto culminante de la revelación de Pablo en Romanos 8:37 dice: "Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó".
Él nos hace ver en Romanos 5:17 que reinamos como reyes en la esfera de la vida a través de Jesucristo.
De su plenitud hemos recibido gracia sobre gracia para disfrutar de esa medida de plenitud.
Él puso todas las cosas en sujeción a nuestros pies.

Él dio a Jesús nuestro Señor, para ser cabeza por encima de todos los gobiernos del mundo.

Traducido del libro "Dos Clases de Justicia" de E. W. Kenyon
Puedes leer los capítulos anteriores siguiendo estos enlaces:


Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 1
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 2
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 3
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 4
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 5
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 6
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 7
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 8
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 9
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 10
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 11
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 12
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 13

viernes, 7 de julio de 2017

Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 13

En este capítulo Kenyon empieza a enseñarnos acerca de la comunión que tenemos por causa de la justicia












Capítulo 11
LA COMUNIÓN A TRAVÉS DE LA JUSTICIA
1 Corintios 1.9 dice: "Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor".
¿Crees que el Padre nos llamaría para tener comunión con su Hijo si no fuésemos justos?
¿Crees que Juan escribiría 1 Juan 1.1-4 bajo la dirección del Espíritu Santo si no fuésemos justos?
"Lo que era desde el principio (que significa la Encarnación), lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó)”.
Esta vida eterna era Jesús. Ahora podemos entender lo que significa.
"El que tiene al Hijo tiene la vida".
Jesús es la vida eterna que se ha manifestado.
Observa los dos próximos versículos, "lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos".
¿Por qué?
"Para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo".
No somos llamados solamente a la comunión con el Hijo, sino que también estamos llamados a la comunión con el Padre.
La palabra "comunión" se traduce del griego que se traduce en algunos lugares como "compañerismo".
La comunión y el compañerismo son idénticos. Ellos significan una armonía maravillosa. Ellos quieren decir que nuestros espíritus y el Espíritu Santo a través de la Palabra, están en perfecto acuerdo.
Ahora estamos asumiendo la posición de hijos. Estamos llevando la carga del Maestro en su lugar. Estamos teniendo comunión con Él. Estamos tomando Sus cargas.
Nuestra comunión es múltiple. Tenemos comunión con el Padre. Tenemos comunión con el Hijo. Tenemos comunión con el Espíritu Santo. Tenemos comunión con la Palabra. Y también tenemos comunión unos con otros.
La más vital, y que significa más para nosotros, es la comunión con la Palabra.
Tenemos esta revelación del corazón del Padre para alimentarnos.
En Mateo 4.4 dice: "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".
Diariamente nos alimentamos y meditamos en la Palabra hasta que los hombres y mujeres sienten la presencia y el poder de lo invisible en nuestras vidas.
Encaramos los problemas de la vida sin miedo.
Apocalipsis 12.11 dice: "Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos".
La palabra aquí es "LOGOS". Es Jesús.
Ellos lo vencieron por la palabra que estaba en sus labios.

LA COMUNIÓN ROTA
Él nos dice en 1 Juan 1.6: "Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado".
Lo que hace de la Iglesia el lugar más hermoso del mundo no es el edificio (la construcción). Es el pueblo que está en comunión unos con otros y con el Señor Jesús.
En el momento en que pecamos contra nuestro hermano, deshacemos la comunión con Él. Cuando deshacemos la comunión con Él, entramos en las tinieblas y no hay salida de tales tinieblas hasta que confesamos nuestros pecados.

1 Juan 1.9 dice: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad".

Cuando confesamos nuestros pecados al Padre, Él es fiel y justo para perdonarnos.

Si un hombre dijese: "No tengo comunión con el padre; de alguna manera la he perdido, y, sin embargo, no cometí pecado", el hombre o es ignorante o está mintiendo porque el Padre no retira Su comunión a menos que tenga pecado.

"Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está con nosotros.”

Esto es una referencia a la comunión rota. Ningún hombre necesita quedarse con la comunión rota. Actuar sobre Juan 1.9 le restaura la justicia. 

Ninguna religión humana, ninguna filosofía, ninguna obra que el hombre natural pueda hacer, le dará comunión con el Padre o la justicia que hace posible que permanecer delante del Padre sin conciencia de pecado. 

En otras palabras, ningún hombre puede tener comunión con el Padre y estar libre de la conciencia de pecado hasta que sea una nueva creación, hasta que se convierta en la justicia de Dios en Cristo. 

Pero en el instante en que el hombre nace de nuevo, se convierte en la justicia de Dios en Cristo, y entonces él tiene comunión con el Padre. 

Él puede permanecer en la presencia del Padre, como si nunca hubiera pecado.


Traducido del libro "Dos Clases de Justicia" de E. W. Kenyon

Puedes leer los capítulos anteriores siguiendo estos enlaces:


Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 1
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 2
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 3
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 4
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 5
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 6
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 7
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 8
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 9
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 10
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 11
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 12