sábado, 31 de agosto de 2013

La Confesión de la Palabra de Dios 7 - Lo Que Dios a través de Su Palabra y el Espíritu Santo Han Hecho en Nosotros en el Nuevo Nacimiento y el Bautismo con el Espíritu

Lo Que Dios a través de Su Palabra y el Espíritu Santo Han Hecho en Nosotros en el Nuevo Nacimiento y el Bautismo con el Espíritu


En Romanos 10:8-10 hemos visto que hay dos aspectos en la confesión de la Palabra de Dios:
  1. La confesión para fe
  2. La confesión de fe

La confesión para fe se apropia de las promesas y beneficios de la Palabra de Dios que ya nos fueron concedidos.

La confesión de fe las trae a nuestra vida.

En este capítulo veremos lo que Dios a través de Su Palabra y el Espíritu Santo han hecho en nosotros en el Nuevo Nacimiento y el Bautismo con el Espíritu.


El Aspecto Legal Y El Aspecto Vital De La Palabra

En 2 Pedro 1:3-4 dice: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.”

Dios ya nos dio todas las cosas que necesitamos para la vida y la piedad; son promesas y beneficios que están establecidos en la Palabra; pero de nada nos servirán a menos que se hagan una realidad en nuestra vida.

Hace años escuche esta historia:

Una pareja de esposos, estuvo ahorrando durante varios años para hacer un crucero romántico. Iban ha estar 30 días pasando un tiempo juntos.

Para eso viaje fueron bien preparados; como no tenían mucho dinero, compraron una gran provisión de pan y queso para el viaje para no tener que ir al comedor.

El primer día comieron pan con queso, el segundo día pan con queso, el tercer día otra vez pan con queso, estuvieron así varios días, así que se les ocurrió algo para variar, ese día comieron queso con pan.

Después de varios días ya estaban desesperados, pues se habían hastiado del pan con queso; así que fueron donde el capitán y le preguntaron si había forma que pudieran comer algo en el barco.

El capitán les respondió: “Ya nos habíamos dado cuenta que ustedes no bajaban al comedor, no sabíamos el motivo, pues sus comidas siempre han estado separadas en la mesa.”

“¿Nuestras comidas?”, le contestaron. "Nosotros pensamos que uno tenía que pagar por su comida.”

El capitán les respondió: “Debieron consultarme antes, ya que la comida está incluida en el pago del boleto.”    

Mucho tiempos hemos estado comiendo pan con queso y Dios nos ha provisto una mesa de banquete.

Como dice el Salmo 23:5: “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores.”

Dios ya preparó una mesa para nosotros donde están todas sus bendiciones. Esa mesa es Su Palabra.

Si quieres salvación solo debes ir a Romanos 10:9-10; si deseas sanidad solo debes ir a 1 Pedro 2:24; si deseas prosperidad solo debes ir a Filipenses 4:19. Hay un verso en la Palabra para cualquier necesidad que tengas.

Pero eso de nada te servirá a menos que vayas a la Palabra, encuentres esos versos y los hagas una realidad en tu vida.

Por eso debemos entender que hay dos aspectos en la Palabra:
  1. El aspecto legal
  2. El aspecto vital

El aspecto legal consiste en todas las promesas, hechos y beneficios que se encuentran en la Palabra de Dios. Son las cosas que son legalmente nuestras. 

Por ejemplo, en Isaías 53:5 dice que “por su llaga fuimos nosotros curados.” Eso es un hecho legal. En el plan de redención nosotros ya fuimos sanados.

Sin embargo, hay muchos creyentes que continúan enfermos, ¿por qué? Porque todavía no han experimentado el aspecto vital.

El aspecto vital consiste en poder experimentar en nuestra propia vida las cosas que son legalmente nuestras.

Por ejemplo, de nada te sirve ser legalmente sano si no sabes que la sanidad es para el día de hoy.

Es como en nuestra historia, la pareja de esposos no sabía que les correspondía tener tres comidas diarias en el barco, y sufrieron comiendo queso con pan.

De igual manera, de nada nos sirve que las promesas sean legalmente nuestras si no las experimentamos en nuestras vidas.

Para eso nos sirve la confesión para fe, para poder experimentar las promesas que legalmente nos pertenecen.


El Nuevo Nacimiento

Veamos como experimentar los beneficios del nuevo nacimiento.

En Juan 3:1-7 vemos una historia que nos ayudará a entender el nuevo nacimiento:
Juan 3:1-7
1 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.
2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tu haces, si no está Dios con él.
3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar reino de Dios.
6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.

Jesucristo le esta diciendo a Nicodemo que debe de nacer de nuevo.

¿De que manera?

Del agua y del Espíritu.


Nacidos del Agua

En Efesios 5:26 dice: “Para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua de la palabra.”

En 1 Pedro 1:23 dice: “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.”

El agua de la que se habla en Juan 3 es la Palabra de Dios. Es decir debemos nacer de la Palabra de Dios para entrar en el reino de Dios.


Nacidos del Espíritu

Lo segundo que debemos hacer es nacer del espíritu; lo cual ocurre en el bautismo del creyente en el cuerpo.

En 1 Corintios 12:13 dice: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.”

En la Biblia nos habla de varios tipos de bautismos: el bautismo para arrepentimiento de Juan, el bautismo en agua del creyente, el bautismo del Espíritu Santo y el bautismo del creyente en el cuerpo de Cristo.

En todo bautismo hay tres elementos:
  1. El bautizador
  2. La persona bautizada
  3. El elemento en que se es bautizado


El Bautismo de Juan

Por ejemplo, en Mateo 3:1,5,6 se ve el bautismo de Juan para arrepentimiento:

Mateo 3:1,5,6
1 En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea.
5 Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia alrededor del Jordán,
6 y eran bautizados por en el Jordán, confesando sus pecados.

Aquí vemos los tres elementos del bautismo: El bautizador es Juan, quien bautizaba para arrepentimiento; las personas bautizadas eran las personas que lo oían e iban al Jordán para ser bautizados; y el elemento es el agua.


El Bautismo en Agua del Creyente

El bautismo en agua del creyente se ve en Mateo 28:19, dentro de la Gran Comisión: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.”

Un ejemplo del bautismo de agua se ve en la predicación de Felipe al eunuco etíope:

Hechos 8:35-38
35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.
36 Y yendo por el camino llegaron a cierta agua, y dijo al eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?
37 Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.
38 Y mandó parar el carro; descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco y lo bautizó.

En este pasaje vemos en primer lugar el requisito para ser bautizado en agua: creer en Jesucristo; es decir, ser un creyente.

También vemos los tres elementos del bautismo: El bautizador es un discípulo, quien bautizaba en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; la persona bautizada es un creyente que ha oído y creído la Palabra; y el elemento es el agua.


El Bautismo con el Espíritu Santo

El bautismo del Espíritu, también llamado la promesa del Padre se ve en Hechos 1:4-5: “Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.”

En el evangelio de Juan vemos quien es el que bautiza con el Espíritu Santo.
Juan 1:29-34
29 El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
30 Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí, porque era primero que yo.
31 Y yo no lo conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua.
32 También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu Santo que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.
33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquel me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ese es le que bautiza con el Espíritu Santo.
34 Y yo le vi, y he dado testimonio que este es el Hijo de Dios.

Jesucristo es el que bautiza con el Espíritu Santo, él es el bautizador. El elemento es el Espíritu Santo.

¿Quiénes son los bautizados?

En Hechos 2:1-4 dice: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos (los ciento veinte hermanos – Hechos 1:13-15). Y de repente vino del cielo como un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas según el Espíritu le daba que hablasen.”

También podemos ver en Hechos 8:14-17; 9:17; 10:44-46 y 19:1-7, que el bautismo con el Espíritu Santo es para los creyentes.

De estos pasajes vemos que el que es bautizado es el creyente.

Entonces: Jesús es el que bautiza; el Espíritu Santo es el elemento en que se bautiza; y, el creyente en Jesucristo es el que es bautizado.


El Bautismo del Creyente en el Cuerpo de Cristo

En 1 Corintios 12:13 dice: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos (los creyentes) bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.”

El Bautismo del Creyente en el Cuerpo de Cristo es aquel en el que el creyente nace de nuevo y es injertado en el Cuerpo de Cristo.

Es interesante notar que este bautismo es diferente al bautismo en agua del creyente.

Aquí el bautizador es el Espíritu Santo; el bautizado es el creyente; y el elemento en que es bautizado es el Cuerpo de Cristo.

Este bautismo ocurre cuando nacemos de nuevo. El Espíritu Santo nos injerta dentro del Cuerpo de Cristo. Pasamos a formar parte de la Iglesia. Nos convertimos en hijos de Dios.

El bautismo de agua, por otro lado, es una declaración pública de la fe que hemos tomado. 
Es decirle a Dios, a los hombres y Satanás que hemos decidido seguir a Jesucristo.

Por este motivo en Marcos 16:15-16 dice: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere  (no dice el que no fuere bautizado) será condenado.”

Vemos aquí que el creer es lo esencial para salir de la condenación. El bautismo en agua tiene su importancia, y todo creyente debería hacerlo; pero no es lo que nos salva; como hemos dicho, es por el creer.

Yo creo que todo creyente debería bautizarse en agua lo mas pronto posible; debido a que, al obedecer al Señor en esta ordenanza, su entrega al Señor tendrá mayor significado; pero debe entender que eso no le da la salvación.

En 1 Corintios Pablo es claro respecto a la misión de la iglesia: 

1 Corintios 1:17
17 Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo.

Dios nos envió a predicar el evangelio, esa es la misión de la Iglesia.

Yo recibí a Cristo el 4 de Noviembre de 1979, fui bautizado en el Espíritu Santo el 2 de Enero de 1980, y fui bautizado en agua en Mayo de 1982.

A finales de 1980 me repartieron un folleto de un grupo cristiano que se reunía cerca de mi casa. Decidí ir el domingo en la mañana; pues, yo me reunía en las tardes.

Ya tenía cerca de un año de creyente, había casi terminado de leer la Biblia por primera vez, oraba, estaba predicando el evangelio, siendo guiado y usado por Dios.

Pero llego a este lugar y me dicen que si no soy bautizado en agua no soy salvo. El confesar a Jesús como Señor de mi vida no había sido suficiente, necesitaba algo más.

Mi abuelita paterna recibió a Jesús a los 96 años, 3 días antes de morir. Cuando Cristo entró en su corazón ella tuvo una visión, ella empezó a ver a mi abuelo, que había partido al cielo 20 años antes, y a otros familiares. Y le dijo a mi abuelo que pronto iba ha estar con él. Los días siguientes, ella decía, que Jesús era bello y maravilloso. A los tres días ella partió al cielo sin dolor.

No tuvo tiempo para bautizarse; había estado 6 meses en cama, y no se levantó. Sin embargo, nadie me va ha decir que se fue al infierno por no bautizarse. Eso no es bíblico. Ella creyó en Jesús y lo confesó como su Señor.

Este grupo estaba equivocado, el bautismo en agua no nos salva; ciertamente es una experiencia espiritual, pero no es requisito para la salvación.

Sin embargo hay un bautismo que entra en acción cuando nacemos de nuevo, el bautismo del creyente dentro del cuerpo.

Esto es el  nacer del Espíritu de Juan 3.


Una Nueva Creación

El nuevo nacimiento es el renacimiento del espíritu humano. En ese momento somos nuevas criaturas y recibimos la misma clase de vida de Dios.

2 Corintios 5:17
17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

2 Corintios 5:17 (Versión Amplificada)
17 De modo que si alguna persona está [injertada] en Cristo (el Mesías) es un nueva creación (una criatura completamente nueva); lo antiguo [su condición moral y espiritual previa] ha pasado. ¡He aquí, lo fresco y nuevo ha llegado!

Somos una nueva creación en Cristo, la vieja naturaleza ya no está. Tenemos una nueva naturaleza, la naturaleza de Dios. 

En Juan 10:10 dice: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”

La palabra vida es zoe. 

W. E. Vine la define así: 

Es usada en el Nuevo Testamento “de la vida como un principio, la vida en sentido absoluto, vida como la que Dios tiene, que el Padre tiene en sí mismo, y la que El le dio a Su Hijo Encarnado, Juan 5:26, y que fue manifestada en el mundo, 1 Juan 1:2. El hombre fue despojado de esta vida como consecuencia de la Caída, Efesios 4:18, y los hombres se hacen participantes de esta vida por la fe en el Señor Jesucristo, Juan 3:15, que se convierte en el Autor para todos los que confían en El, Hechos 3:15, y de quien por lo tanto se dice que se vuelve “la vida” del creyente, Colosenses 3:4, debido a la vida que él mantiene, Juan 6:35,63. La vida Eterna es la posesión actual del creyente debido a su relación con Cristo, Juan 5:24; 1 Juan 3:14, y habrá un día asegurado por la Resurrección de Cristo de que extenderá su dominio a la esfera del cuerpo, 2 Corintios 5:4; 2 Timoteo 1:10. Sin embargo, esta vida no es solamente un principio de poder y movilidad por las asociaciones morales que son inseparables de ella, tales como la santidad y justicia.

La vida zoe, la misma clase de vida que Dios tiene, la vida de la que fuimos despojados en la caída, es la que recuperamos al nacer de nuevo.

Tenemos la misma clase de vida que Dios tiene.

Somos una nueva clase de ser; una nueva creación que tiene la misma clase de vida que Dios tiene.

Haz esta confesión:

Soy una nueva creación en Cristo,
las cosas viejas pasaron y todo es hecho nuevo
tengo la vida zoe
tengo la misma clase de vida de Dios


Somos Hijos de Dios

En 1 Juan 3 Dios nos llama hijos:

1Juan 3:1-2
1 Mirad cual amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él
2 Amados ahora somos hijos de Dios y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando el se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es.

Eso fue lo que pasó en el nuevo nacimiento, recibimos la vida de Dios en nuestro interior, nuestro espíritu fue cambiado y pasamos a ser hijos de Dios.

En 2 Corintios 6:18 Dios dice: “Y yo seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas dice el Señor Todopoderoso.”

En Juan 1:12 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios.”

Dios es nuestro Padre y nosotros somos sus hijos, así que haz esta confesión:

He recibido a Jesús y soy un hijo de Dios
Dios es ahora mi Padre


Somos Justos Delante de Dios

En 2 Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”

Al nacer de nuevo fuimos hechos justos delante de Dios por medio de Cristo. Dios ya no tiene nada contra nosotros.

En  Romanos 8:1 dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”

Estamos en Cristo, nuestros pecados han sido perdonados; el diablo ni persona alguna puede condenarnos, somos libres de la condenación por causa de Cristo.

Podemos pararnos delante de Dios sin ningún sentimiento de culpa, inferioridad ni condenación; como si nunca hubiéramos pecado.

Haz esta confesión:

Soy justo delante de Dios por causa de Cristo,Dios no tiene nada en mi contra,
Mis pecados han sido perdonados, no hay ninguna condenación para mi 
porque estoy en Cristo Jesús;soy la justicia de Dios en Cristo.


Tenemos el Amor de Dios

En Romanos 5:5 dice: “Y la esperanza no averguenza; porque el amor de Dios ha sido derramado por el Espíritu Santo que nos fue dado.”

En el nuevo nacimiento Dios derramó en nosotros Su amor.

En 1 Juan 4 vemos que tenemos en nosotros la naturaleza de amor:

1 Juan 4:7-8
7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.
8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.

Dios es amor, él amor es la naturaleza misma de Dios. Por eso el que conoce a Dios, tiene en si mismo esa naturaleza de amor.

Yo tengo cuatro hijos: mi sangre corre en sus venas, ellos tienen mi misma naturaleza. Ambos llevan mi apellido, yo me apellido Botto y ellos también.

Nosotros como hijos de Dios también tenemos la naturaleza de Dios. Así como Dios es amor, nosotros también somos amor.

Tu y yo, al recibir a Jesucristo la naturaleza de amor llegó a nuestras vidas, ahora podemos amar.

Al poco tiempo de recibir a Jesús, escuche por primera vez 1 Corintios 13, el capítulo del amor. La revelación de la Palabra llegó a mi. Fue algo tan refrescante que me sentí tan lleno de amor, era como si pudiese amar a todo el mundo; me parecía que era como Juan, al apóstol del amor. Ese día experimente por primera vez el amor de Dios en mi.

Dios ya derramó el amor en ti, ya es tuyo. No necesitas que orar por mas amor, solo tienes que dejar que fluya de tu interior. 

Haz esta confesión conmigo:

Yo tengo el amor de Dios,Dios lo derramó en mi espíritu,
soy un hijo de Dios y tengo Su naturaleza,
Dios es amor, por lo tanto, yo también soy amor.

El Bautismo del Espíritu Santo

Hemos estado viendo que debemos confesar las cosas que hemos recibido cuando nacemos de nuevo; aquí veremos algunas cosas que debemos confesar por el hecho de ser llenos del Espíritu Santo.

Como ya hemos visto lo que es el bautismo en Espíritu, en esta parte veremos la obra que hace en nuestras vidas.

El bautismo del Espíritu Santo es sencillamente recibir el Espíritu Santo, o ser lleno del Espíritu.


Las Dos Obras del Espíritu Santo

El bautismo del Espíritu Santo, es una experiencia posterior a la salvación. 

Ciertamente cuando recibimos a Jesucristo el Espíritu Santo entra en nosotros. Como dice en Efesios 1:13:  “En él también vosotros, habiendo oído la Palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa.”

Pero eso no es todo.

En Juan 20 vemos el Nuevo Nacimiento de los discípulos de Jesucristo.

Juan 20:19-22
19 Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.
20 Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor.
21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.
22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. 

En ese momento los discípulos nacieron de nuevo. Cuando Jesús sopló sobre ellos, ellos recibieron el Espíritu Santo.

Pero a pesar de eso, a ellos les faltaba algo.

En Juan 7:37-39 se encuentra la obra que ocurre en nosotros en el bautismo del Espíritu:

Juan 7:37-39
37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mi y beba.
38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aun glorificado.

Cuando recibí el Espíritu Santo, ocurrió algo especial en mi, empecé a tener un gozo que no había tenido antes. Era como si ríos de agua viva corrieran de mi interior.

Ciertamente no tuve ninguna sensación física externa. Sencillamente impusieron manos sobre mi, y empecé ha hablar en lenguas; yo veía a mis amigos teniendo experiencias gloriosas, algunos me dijeron que habían sentido como un fuego que entraba a ellos.

Pero yo no; como dice en 2 Corintios 5:7: “Porque por fe andamos, no por vista.” Las sensaciones son engañosas. Al ver lo que pasaba con los demás, me sentí triste, aunque estaba orando en lenguas, me preguntaron si había recibido, yo les dije que no, y seguí orando en lenguas; entonces alguien me preguntó: “Y entonces, ¿qué estas hablando?” 

Estaba hablando en lenguas y no me había dado cuenta.

Gracias a Dios no tuve ninguna sensación física, más adelante en mi caminar con Dios, aprendí a depender de El y no de mis sensaciones.


Poder de lo Alto

En Lucas 24:49 dice: “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.”

El bautismo del Espíritu es ser investido con poder de lo alto.

La palabra investido es enduo, que significa: Poner algo sobre uno, ser vestido por alguien.

La palabra poder es dunamis, que significa: Poder o habilidad.

Es interesante ver que Jesús también recibió este poder dunamis después de recibir el Bautismo del Espíritu Santo luego de ser bautizado en agua por Juan.

Lucas 4:14
14 Y Jesús volvió en el poder (dunamis) del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.

Fue algo tan importante para el ministerio de Jesús que se relata en los cuatro evangelios (Mateo 3:13-17, Marcos 1:9-11, Lucas 3:21-22 y Juan 1:32-33).

Otra cosa que vemos es que Jesús no hizo ningún milagro hasta ser Bautizado con él Espíritu Santo. 

Jesús fue vestido con el manto de poder luego de recibir el Espíritu Santo; nosotros también seremos vestidos con ese manto de poder luego de recibir el Espíritu Santo.

El Bautismo del Espíritu es la llave para el poder de Dios


Poder Para Testificar

En Hechos 1:8 dice: “Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”

Cuando recibimos el Espíritu santo recibimos el poder para ser testigos.

Una de las cosas principales que ocurrió cuando recibí el Espíritu Santo fue la facilidad para ganar a la gente para Jesucristo. Tenía solo dos meses de creyente, pero de pronto vi como las personas empezaban a recibir a Jesús.

Recuerdo una ocasión en que estábamos reunido los cuatro discípulos del líder del grupo de jóvenes donde recibí a Jesús. Era un grupo hermoso pero no creían en el Bautismo del Espíritu Santo. El ayudante de este líder nos preguntó a cuantas personas habíamos ganado para Jesús. Primero le preguntaron al que tenía mas tiempo, uno dos años, y el dijo que ninguno; luego le preguntaron al siguiente que tenía un año y dos meses, el dijo que dos personas; después al que tenía ocho meses y el dijo que a uno; y al final me preguntaron a mi, que era el que tenía menos tiempo, solamente cuatro meses, y les dije que había ganado 25 personas.

¿Qué hizo la diferencia? El Bautismo del Espíritu Santo. Yo lo había recibido, pero ellos no creían que fuese de Dios. Sin embargo, uno de sus frutos se estaba manifestando en mi vida; el poder para testificar.

Desde que recibí a Jesús ese poder ha estado en mí, y esta sobre todo aquel que recibe el Bautismo del Espíritu Santo.

Ciertamente tu puedes ganar gente sin haber sido bautizado por el Espíritu Santo; el joven que me ganó no lo había recibido, pero el tenerlo hace la diferencia.


La Evidencia del Bautismo del Espíritu

En Hechos 2:1-4 dice: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo como un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas según el Espíritu le daba que hablasen.”

Ellos comenzaron ha hablar en otra lenguas; no fue el Espíritu Santo sino ellos.

Mucha gente se confunde con esto, piensan que es el Espíritu santo quien hablará por ellos, pero están equivocados.

Una vez le impuse las manos a una señora, el poder de Dios entró en ella, pero no habló en lenguas.

Le pregunte: “¿Quién va ha hablar en lenguas?” Ella me contestó: “El Espíritu Santo.”

Le dije que lea Hechos 2:4 y le volví a preguntar: “¿Quién va ha hablar en lenguas?” Ella me contestó nuevamente: “El Espíritu Santo.” 

Después de hacer lo mismo cuatro veces, ella leyó: “Y – fueron – todos – llenos – del – Espíritu – Santo, - y – comenzaron – a – hablar – en – otras – lenguas – según – el – Espíritu – le – daba – que – hablasen.”

En ese momento ella se dio cuenta y me dijo: “Ellos fueron los que hablaron en lenguas, no el Espíritu Santo.”

Yo le pregunté: “Entonces quien hablará en lenguas, ¿usted o él Espíritu Santo?” Ella me contestó: “Yo hablaré en lenguas.”

Le volví a imponer las manos, y al instante ella recibió el Espíritu Santo con la evidencia de hablar en otras lenguas.

En la conversión de Cornelio y los suyos en el Capítulo décimo de Hechos, podemos ver algo muy interesante.

Hechos 10:44-47
44 Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso.
45 Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo.
46 Porque les oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios.
47 Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?

Si vemos los Capítulos 10 y 11 vemos que los creyentes hebreos pensaban que la salvación era solo para ellos, no entendían que Dios también había provisto salvación para los gentiles.

¿Cómo supieron que Dios proveyó salvación para los gentiles? Porque recibieron el Espíritu Santo tal como ellos (Vs. 47).

¿Cómo supieron que habían recibido el Espíritu Santo? Porque les oyeron que hablaron en lenguas y magnificaron a Dios (Vs. 46).

La evidencia inicial que una persona ha recibido el bautismo del Espíritu Santo es que habla en lenguas.

En Hechos 19 nos encontramos otra vez con las lenguas.

Hechos 19:1-7
1 Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando ciertos discípulos,
2 les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo.
3 Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan.
4 Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es en Jesús el Cristo.
5 Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. 
6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.
7 Eran por todos unos doce hombres.

Vemos que cuando Pablo les impuso las manos a estos doce discípulos de Juan, recibieron el Espíritu Santo y hablaron en otras lenguas.

Es lo que me pasó a mi, como no sentí nada cuando recibí el Espíritu Santo, pensé que no había recibido nada. Pero mis amigos y yo supimos que lo había recibido porque estaba hablando en lenguas. Esa evidencia inicial nos hizo saber que había recibido ya el Espíritu Santo. 

Recuerda: la forma como uno puede saber que ha recibido el Espíritu Santo es porque habla en lenguas.

En una ocasión estaba predicando en una iglesia; Dios me había dicho que hable acerca del Bautismo del Espíritu Santo.

Después de compartir la Palabra, hice el llamado para que la gente recibiese el Espíritu Santo, prácticamente pasó toda la iglesia, parece que solamente el Pastor y algún otro hermano lo había recibido.

Después de la ministración cerca del 70% de los hermanos había recibido el Bautismo del Espíritu Santo. ¿Cómo supimos que lo habían recibido? Porque estaban hablando en lenguas.

¡Si! El hablar en lenguas es la evidencia de haber recibido el Bautismo del Espíritu Santo.


Una Experiencia Continua

En Efesios 5:18-20 vemos que el Bautismo del Espíritu es una experiencia continua.

Efesios 5:18-20
18 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,
19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones;
20 dando gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 

Una traducción literal del griego es: “sed siendo llenos.” Es decir, que debemos estar siendo llenados continuamente del Espíritu Santo.

En Hechos 4:31 vemos que los mismos discípulos que fueron llenos del Espíritu Santo en Pentecostés tuvieron otra experiencia similar.

Hechos 4:31
Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y TODOS FUERON LLENOS DEL ESPIRITU SANTO, y hablaban con denuedo la Palabra de Dios.

El ser lleno del Espíritu Santo no es algo que ocurre una vez y nunca más. Es algo que podemos experimentar en nuestra vida diaria.

En 2 Timoteo 1:6 dice: “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.”

Es decir, somos nosotros los que debemos avivar el Espíritu Santo en nuestro interior.

¿Cómo lo hacemos?

Principalmente por medio de la oración en lenguas. Como hemos visto en los pasajes anteriores, cada vez que alguien fue lleno del Espíritu, habló en lenguas.

Ademas hablando con salmos, himnos y cánticos espirituales.

Un salmo es un poema espiritual o una oda.  Puede que rime o puede que no; sin embargo, hay un elemento de poesía al respecto. Puede ser cantando, entonado o simplemente recitado.

Un himno es una canción de alabanza y adoración dirigida y dedicada a Dios.

Un cántico espiritual es una canción que da revelación de la Palabra que el Espíritu Santo le ha dado.

En Colosenses 3:16 dice: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñandoos y exhortandoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.”

Los salmos, himnos y cánticos espirituales son dados por el Espíritu Santo; y son basados en la Biblia, porque cualquier cosa que da el Espíritu Santo esta basado en ella.

Debemos dejar que el Espíritu Santo nos de estas cosas en nuestra vida diaria, para mantener una vida llena del Espíritu Santo.


Como ser Bautizado con el Espíritu Santo

Lo primero que necesitas es saber que Dios lo ha provisto para ti.

Efesios 5:18 dice: “Sed llenos del Espíritu Santo;” esto es un mandamiento que Dios le hace a todos los creyentes.

¿Cómo puede pedirte Dios que hagas algo si es que no lo ha provisto para ti?

En Hechos 2:39, Pedro, dijo refiriéndose al Espíritu Santo: “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”

Hechos 2:39 (Versión Amplificada)
39 Porque la promesa [del Espíritu Santo] es por ti y para ti y tus hijos, y por y para todos los que estén lejos, [inclusive] por y para todos los que el Señor nuestro Dios invite y les ofrezca que vengan a El. 

La promesa es para todos, no es solo para el tiempo de los apóstoles, si Dios te ha ofrecido la salvación y tu la has aceptado, entonces el Bautismo del Espíritu Santo es para ti.

Dios ya te proveyó el Bautismo del Espíritu Santo.

Lo segundo que debes hacer es pedirlo.

En 1 Juan 5:14-15 dice: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que le pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.”

Hemos visto que la voluntad de Dios es que todos los creyentes reciban el Bautismo del Espíritu; así que si lo quieres solo debes pedirlo y el te lo dará.

Lucas 11:13 nos dice esto mas claramente: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”

Yo tengo cuatro hijos, yo los amo y quiero que tengan las mejores cosas; ¿cuánto más Dios?

En este pasaje Dios nos dice que si le pedimos el Espíritu Santo nos lo dará, que estás esperando para hacerlo.

Haz esta oración ahora:

Padre Celestial
te pido conforme a tu Palabra que me des el Espíritu Santo.
Creo que en este momento soy Bautizado con el Espíritu,
en el nombre de Jesús, amén

Lo tercero que debes hacer es creer que recibes.

En Marcos 11:23 dice: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.”   

Si le has pedido algo a Dios debes creer que ya lo has recibido; que es tuyo.

Es como cuando tienes ganas de comerte una pizza y llamas por teléfono a la pizzería para que te envíen una a tu casa. Tu sabes que antes de 30 minutos estará en tu casa, ¿no es cierto?

De la misma forma que sabes que esa pizza llegará a tu casa, debes de estar seguro que ya tienes lo que le has pedido a Dios.

Al momento que oras debes creer que el Espíritu Santo ha entrado en tu interior, y que has sido bautizado en el Espíritu Santo.

Lo cuarto que debes hacer es  hablar en fe el nuevo idioma que Dios te da en tu interior.

Hemos visto que la señal inicial del Bautismo el Espíritu Santo es hablar en lenguas.

Al momento que crees que has recibido el Bautismo del Espíritu, vas ha escuchar en tu interior un idioma que no conoces, puede que sea una frase, una palabra o una sílaba.

Cuando mis hijos nacieron ellos no me dijeron un día: “Hola Papi, hoy día he empezado ha hablar.” No ellos empezaron diciendo “pa,” “ma,” luego dijeron “mamá,” “papá,” y después poco a poco fueron añadiendo palabras a su vocabulario.

Igual ocurre a veces cuando una persona recibe el Espíritu Santo, he visto personas que empiezan diciendo “ba,” o “abba” y luego empezaron a hablar poco a poco de una manera fluida.

Otras personas recibirán una palabra, una frase o un idioma, no importa lo que recibas, es algo sobrenatural que viene de Dios.

Cuando yo recibí empecé ha hablar un idioma, pero esa fue mi experiencia; Dios es un Dios personal, y El hará algo especial para ti.

En Hechos 2:4 dice: "Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas según el Espíritu le daba que hablasen.”

El Espíritu Santo les dio las palabras que hablasen. Fueron palabras que salieron del interior de ellos; fueron cosas que vinieron de su interior.

Pero, fueron ellos los que la hablaron. 

Tu acto de fe es hablar las palabras que salen de tu interior. Tu tienes que decirlas.

No ores en tu idioma nativo, o en alguno que ya conoces, empieza ha hablar ese idioma que Dios te ha dado.

Una vez que los has recibido continúa hablándolo una y otra vez, recuerda que es una experiencia continua.


Confesión

Ahora que has nacido de nuevo, has esta confesión:

Yo he nacido de nuevo, soy un hijo de Dios,
he sido sellado con el espíritu Santo, la vida de Dios está en mí,
la naturaleza de Dios está en mi,
el amor de Dios está en mi,soy una nueva creación,
soy santo y justo delante de Dios,porque he nacido de Dios.

Ahora que has recibido el Espíritu Santo haz esta confesión de fe:

Soy bautizado con el Espíritu Santo,hablo en un nuevo idioma celestial,
tengo el poder de Dios, soy un testigo con poder,
soy lleno del Espíritu, hablo con salmos, himnos y cánticos espirituales.

miércoles, 28 de agosto de 2013

La Confesión de la Palabra de Dios 6 - Confesando Lo que Dios ha Hecho por Nosotros en el Plan de Redención

Lo que Dios ha Hecho por Nosotros en el Plan de Redención


La palabra redención significa: “Ser rescatado mediante el pago de un precio."

En Colosenses 1:12-14 dice: “Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar en la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”


Fuimos Redimidos Por La Sangre De Jesús

Dios. el Padre, nos ha trasladado del reino de las tinieblas, al reino de Jesús.

Hemos sido rescatados mediante el pago de la sangre de Jesús. Ya no le pertenecemos al diablo sino a Dios.

Como dice una antigua canción cristiana: “Yo fui comprado por un precio muy grande, ese precio fue la sangre derramada por Jesús.”

Puedes hacer esta confesión: “Yo fui comprado por la sangre de Jesús; fui trasladado del reino de las tinieblas al reino de Jesús. He sido redimido por su sangre y mis pecados fueron perdonados.”


Fuimos Redimidos De La Maldición De La Ley

En Gálatas 3:13-14 dice: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado de un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.”

Cristo nos redimió de la maldición de la ley; el mismo se hizo maldición para hacernos libres.

Haz esta confesión: “Soy libre de la maldición de la ley por causa de Cristo.”

Para poder entender plenamente la redención de la maldición de la ley, debemos entender en que consiste esa maldición.

En el capítulo 28 del libro de Deuteronomio se ven las bendiciones y maldiciones de la ley. Bendiciones para aquel que cumpliera la ley y maldiciones para aquel que la dejara de lado.

En los versos del 15 al 68 se ve que la maldición de la ley consistía en básicamente tres cosas:
  1. Pobreza
  2. Enfermedad
  3. Muerte espiritual


Redimidos De La Pobreza

En Deuteronomio 28:16-19 dice: “Maldito serás tú en la ciudad, y maldito en el campo. Maldita tu canasta y tu artesa de amasar. Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas.”

Los versículos 47 y 48 dicen: “Por cuanto no serviste a Jehová tu Dios con alegría y con gozo de corazón, por la abundancia de todas las cosas, servirás, por tanto, a tus enemigos que enviare Jehová contra ti, con hambre y con sed y con desnudez, y con falta de todas las cosas; y él pondrá yugo de hierro sobre tu cuello para destruirte.”

Estos versículos, y otros mas dentro de Deuteronomio 28, nos hablan que parte de la maldición de la ley, es la pobreza; y, pobreza hasta tal grado que llega a la destrucción.

La pobreza es una maldición, no una bendición; y, Cristo nos redimió de ella.

En 2 Corintios 8:9 vemos como Cristo nos redimió de la maldición de la pobreza: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.”

En este pasaje vemos que Jesús se hizo pobre físicamente; no como algunos dicen que se hizo “pobre espiritualmente.”

El verbo griego que se usa para pobre es ptocheuo. W. E. Vine traduce esa palabra así: "Ser tan pobre como un mendigo, un destituido".

Cristo no se hizo “pobre espiritualmente;” ¡no! El se hizo pobre para que tu y yo podamos ser ricos.

La palabra para enriquecidos es plouteo, que significa: ser rico ó volverse rico.

Nótese que aquí no dice millonario sino rico; un significado bíblico de rico es: tener lo suficiente para que todas nuestras necesidades sean suplidas, y que nos sobre para suplir las necesidades de los demás.

En 2 Pedro 1:3 dice: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia.”

Dios ya nos dio todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad.

Las cosas que pertenecen a la vida son las que necesitamos para vivir mientras estemos en esta tierra. Nos habla acerca de cosas materiales. Esto es dinero, ropa, comida, un lugar donde vivir, comodidades, y cada cosa que deseemos o necesitemos.

Las cosas que pertenecen a la piedad son las cosas que necesitamos para nuestro caminar con Dios; la salvación, el Espíritu Santo, la oración, la Palabra, el nombre de Jesús, y cada cosa que esté relacionada con nuestra vida espiritual.

En 1 Timoteo 6:17 dice: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni que pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.”

En este pasaje vemos dos cosas, no debemos poner los ojos en las riquezas, que son inciertas sino poner los ojos en Dios, el dador de las riquezas.

Eso me recuerda algo que paso en mi país a principio de los años 90 en mi país; una financiera llamada CLAE, ofrecía intereses altísimos a las personas que invertían en ella. La gente cobraba una tasa de interés del 10% mensual para los ahorros en dólares; mientras que el promedio de interés en los bancos era del 7% anual.

La gente pensaba que estaba haciendo el negocio de su vida. Decenas de miles de personas pusieron los ahorros de toda su vida ahí. Estaban poniendo su esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas.  

¿Qué paso? En muy pocos años quebró. La gente perdió todo su dinero. Nunca lo pudieron recuperar.

Si ponemos los ojos en el dinero, el dinero se desvanecerá.

Debemos poner los ojos en Dios, porque El es quien nos da TODAS las cosas en abundancia, para que las disfrutemos.

Ese es el deseo de Dios, que tengamos abundancia de todo.


El Propósito De La Prosperidad Divina

En 2 Corintios 9:8 dice: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en nosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.”

Aquí encontramos el propósito de la prosperidad divina. 

Mucha gente es muy egoísta, y quiere todo para ellos. Para ellos primero es yo, segundo es yo y al final también es yo. Su vida esta centrada en ellos. Y lo más triste es que muchos de ellos son cristianos.

Cuando Dios empieza a prosperarlos, quieren todo para ellos, y se olvidan de compartir lo que tienen.

Sin embargo, Dios tiene otro propósito para la prosperidad.

El propósito de la prosperidad es tener lo suficiente para suplir todas las necesidades que tengamos y las de los nuestros; y que nos sobre para suplir las necesidades de la gente que nos rodea.

Dios quiere que prosperemos para poder suplir las necesidades de otras personas.

En Filipenses 4:19 dice: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”

Dios es el que suple todas tus necesidades, el que te da todas las cosas en abundancia, así que tienes una base bíblica para confesar prosperidad.

Cada vez que el diablo te traiga pensamientos de pobreza, haz esta confesión de fe:

“Cristo me redimió de la maldición de la ley; Cristo me redimió de la maldición de la pobreza; Él se hizo pobre para que yo fuese hecho rico; me da todas las cosas en abundancia para que las disfrute, pues él suple todas mis necesidades conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” 
Haz esta confesión de fe cada día hasta que la fe se levante para recibir tu prosperidad.


Redimidos De La Maldición De La Enfermedad

En Deuteronomio 28:21,22,27,28,35,59-61 dice: “Jehová traerá sobre ti mortandad, hasta que te consuma de la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. Jehová te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo, y te perseguirán hasta que perezcas.... Jehová te herirá con úlcera de Egipto, con tumores, con sarna, y con comezón que no puedas ser curado. Jehová te herirá con locura, ceguera y turbación de espíritu.... Te herirá Jehová con maligna pústula en las rodillas y en las piernas, desde la planta de tu pie hasta tu coronilla, sin que  puedas  ser curado.... Entonces Jehová aumentará maravillosamente tus plagas y las plagas de tu descendencia, plagas grandes y permanentes, y enfermedades malignas y duraderas; y traerá sobre ti todos los males de Egipto, delante de los cuales temiste, y no te dejarán. Asimismo toda enfermedad y toda plaga que no está escrita en el libro de esta ley, Jehová la enviará sobre ti, hasta que seas destruido.”

Leyendo estos versos podemos ver que la enfermedad es una maldición que vino debido a desobediencia de la ley.

Sin embargo, como dice Gálatas 3:13: Cristo nos redimió de la maldición de la ley.  

En Isaías 53:4-5 dice: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” 

Jesús, para poder redimirnos de la enfermedad, se hizo enfermedad. El tomó cada enfermedad del hombre, para poder librarnos de ellas.

No hay enfermedad que el no haya curado, solo debemos aceptar el hecho de que El ya nos sanó.

En Mateo 8: 16-17 dice: “... y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.”

Aquí vemos que Jesús sanó a todos los enfermos; es decir, sin importar cual fuese la enfermedad que tuviesen, Jesús los sanó.

Así como en la maldición de la ley, las enfermedades que no estaban en el libro de la ley, iban a caer sobre las personas que no la cumplieran; al decir sanó a todos los enfermos, nos habla que aún las enfermedades que no existían en esa época, como el sida, o de las que no se habla en la Biblia, como el cáncer, están incluidas entre las enfermedades que Jesús tomó y llevó en su cuerpo para que nosotros no las suframos.

En 1 Pedro 2:24, vemos una mayor luz acerca de nuestra redención: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.”

En la cruz del calvario ocurrió una doble cura, nuestros pecados fueron perdonados y nuestras enfermedades fueron sanadas.

La sanidad divina es la parte del plan de redención, en la que Jesús se hizo enfermedad para que nosotros caminemos en salud.
Haz esta confesión:

“Cristo me redimió de la maldición de la enfermedad; El mismo tomó mis enfermedades y llevó mis dolencias; soy sano por las llagas de Jesús.”

Redimidos De La Maldición De La Muerte Espiritual

En Deuteronomio 28:20,21,45,63 dice: “Y Jehová enviará contra ti la maldición, quebranto y asombro en todo cuanto pusieres mano e hicieres, hasta que seas destruido, y perezcas pronto a causa de la maldad de tus obras por las cuales me habrás dejado. Jehová traerá sobre ti mortandad, hasta que te consuma de la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella.... Y vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te perseguirán, y te alcanzarán hasta que perezcas; por cuanto no habrás atendido a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos, que él te mandó.... Así como Jehová se gozaba en haceros bien y multiplicaros, así se gozará Jehová en arruinaros y en destruiros; y seréis arrancados de sobre la tierra a la cual entráis para tomar posesión de ella.”

Aquí está hablando la fase final de maldición de la ley, la muerte espiritual.

El pecado siempre nos guiará a la muerte eterna; por eso es que Jesús tuvo que hacer una obra para poder darnos vida eterna.

En 2 Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”

Así es, Jesús mismo se hizo pecado para que nosotros podamos ser justos delante de Dios. Él pagó el precio de nuestra redención.

Como dice en Romanos 10:9-10: “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.”

La salvación viene como resultado de una confesión; confesar a Jesús como el Señor de nuestras vidas.

En 1 Juan 5:13 dice: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”

¿Qué mayor seguridad que esta? En este pasaje vemos la seguridad de nuestra salvación. 
No solo debemos creer que hemos recibido la vida eterna, debemos saberlo.

Este pasaje me ayudço mucho cuando era un recién convertido. A veces el diablo me decía que posiblemente no era salvo, y yo le creía. Me despertaba con temor de no ser salvo, y repetía la oración del pecador nuevamente.

Pero un día me enseñaron este verso en un estudio bíblico, lo memoricé, y aunque no sabía nada de la confesión, empecé a repetirlo una y otra vez, hasta que quedó grabado en mi corazón. Llegué a tener la seguridad de mi salvación. 

Como dice en Marcos 4:15: “Estos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones.” 

Mateo 13:19 y Lucas 8:12 nos dan mas luz de este pasaje: “Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene le malo y arrebata lo que fue sembrado en su corazón.... Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven.”

Cuando uno nace de nuevo, el diablo siempre va ha venir para robar la Palabra que ha sido sembrada en su corazón.

El viene y te dice: “Tu no eres salvo, lo que te han dicho es una mentira, vas ha irte al infierno.” O si has pecado te dice: “Has cometido el pecado imperdonable, Dios nunca te va ha perdonar.”

Lo único que quiere hacer es arrebatar la palabra de salvación que has recibido, y si es posible hacerte volver al mundo.

Pero te tengo buenas noticias: si has recibido la Palabra de verdad, el evangelio de tu salvación, ya eres salvo. No importa cuantas mentiras te traiga el diablo, ni como te sientas: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”

Ya tienes la vida eterna; haz esta confesión conmigo:

“Yo tengo vida eterna, he confesado a Jesús como mi Señor, el se hizo pecado para que yo pueda ser justificado, y hoy yo tengo la seguridad de que he recibido la salvación.”


Confiesa Los Beneficios De La Redención

Jesús hizo una obra completa en nuestra redención, cada día debemos confesar los beneficios de ella.

Haz esta confesión ahora:

“Soy libre de la maldición de la ley, soy libre de la maldición de la pobreza, soy libre de la maldición de la enfermedad, soy libre de la maldición de la muerte espiritual.

En lugar de pobreza tengo riquezas, en lugar de enfermedad tengo salud, en lugar de muerte tengo vida eterna. Soy verdaderamente libre porque Jesús me redimió."