martes, 24 de marzo de 2009

Como Cambiar Tu Futuro - Parte 4

Paso 4
Recibe lo que Deseas de Dios

Y enseguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.

En Marcos 5:29 vemos que la mujer sintió en su cuerpo que estaba sana de la enfermedad.

Notemos que la SENSACION FISICA y la SANIDAD, fueron posteriores al CREER y al ACTUAR,

Mucha gente dice: “Tengo que sentir mi sanidad, para creer que estoy sano.”

Esto es porque no están poniendo sus ojos en la Palabra de Dios sino en lo que siente su carne.

El hombre tiene cinco sentidos físicos: el tacto, la vista, el gusto, el oído y el olfato; y la mayoría de las personas basan su relación con Dios por estos sentidos.

Si las cosas la salen bien piensan que Dios esta con ellos, si fracasan sienten que Dios los olvido. Si se “sienten bien,” piensan que son salvos; si se “sienten mal,” piensan que Dios los abandonó y que necesitan recibir a Jesús nuevamente.

Cuando recién conocí al Señor, a veces no me “sentía salvo,” y volvía a repetir la oración para recibir a Jesús. Eso paso durante un tiempo hasta que conocí mas de la Palabra de Dios y tuve confianza de la seguridad de mi salvación.

En cada área de la vida cristiana si nos dejamos gobernar por nuestras sensaciones físicas seremos derrotados.

En Juan 20:24–29 vemos un ejemplo de esto:

Juan 20:24–29
24 Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
25 Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. 26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.
27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!
29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.


Tomás estaba creyendo solamente lo que sus sentidos físicos le decían: Si no puedo ver, no lo puedo creer.

Mucha gente piensa así, pero Jesús los llama incrédulos. Si tu estas esperando ver para creer, no eres mas que un incrédulo. Un creyente cree antes de ver.

2 Corintios 4:17-18
17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez mas excelente y eterno peso de gloria;
18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.


¿Cuáles son las cosas que vemos? Los problemas, las circunstancias que nos rodean, las enfermedades, la pobreza.

¿Que cosas no vemos? La solución para todas estas cosas.

Esto es lo que pasaba con Tomás, el no podía ver a Jesús vivo; lo había visto muerto en la cruz y enterrado en el sepulcro.

Pero Pablo nos dice aquí que veamos las cosas que no se ven. Debemos ver la solución, no el problema. Debemos sacar los ojos de las circunstancias y ponerlos en la Palabra de Dios.

Estas cosas que vemos son temporales. Si estas pasando por enfermedad, Dios te ha provisto la sanidad; si estas pasando pobreza, Dios te ha provisto su bendición financiera.

Por eso en Marcos 11:24 dice: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.”

Me gusta como lo dice la Versión Amplificada: “Por esta razón les digo, que todo lo que pidan en oración, crean (confíen y estén seguros) que les es concedido, y lo tendrán.”

¿En qué momento debes creer que recibes?

Al momento de orar o pedirle algo a Dios, debes creer que Dios ya te lo ha dado.

Eso es recibir, creer que ya lo tienes aunque aun no lo hayas visto; es mirar las cosas que no se ven. Es mirar la solución no el problema.

Una definición de la fe dice que la fe es el brazo que se extiende del mundo natural (las cosas que se ven) hasta el mundo espiritual (las cosas que no se ven) y recibe las cosas que estas esperando de Dios.

Si oíste la Palabra y la creíste, la estas hablando y actuando en ella, solo te falta recibir lo que ya es tuyo.

1 Juan 5:14–15
14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
15 Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que le pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.


Dios nos ha oído, por eso sabemos que ya tenemos las cosas que le hemos pedido.

Eso es recibir, tener confianza y plena seguridad que Dios nos ha oído, respecto a las cosas que son conforme a su voluntad, es decir, a Su Palabra.

¿Qué debemos hacer durante el tiempo que esperamos la manifestación de lo que estamos creyendo?

Hebreos 6:11–12 nos da la respuesta: “Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.”

No debemos rendirnos sino mantenernos firmes hasta el momento que recibamos la respuesta. Recordemos que la fe y la paciencia, trabajando juntas, son las que heredan las promesas.

No te basta creer un día, debes continuar hasta el momento que tengas aquello que quieres de recibir de Dios.

En 1983 postule a Ingeniería Civil la Pontificia Universidad Católica del Perú; como es la mejor universidad de mi país, Muchos jóvenes se presentan para un numero limitado de vacantes. Ese semestre se presentaron mas de 700 postulantes para 400 vacantes.

Antes del examen de admisión, yo tenia la convicción que iba a ingresar; y le decía a mis amigos: “Yo no voy a postular, yo voy a ingresar.”

El Domingo anterior al examen, le pedí a la iglesia que hiciera la oración de acuerdo conmigo, aunque yo estaba plenamente convencido que iba ha ingresar.

Así que cuando llegó el día, di el examen confiado, sabiendo que iba ha ingresar; pero cuando salieron los resultados, me encontré con que me había quedado en el puesto 437. No había ingresado por 37 puestos.

Continué yendo a la universidad, pues tenia la opción de ingresar por ampliación; pero en la universidad me dijeron que era muy difícil que ampliaran tantas vacantes, ya que lo máximo que habían ampliado eran 25, hacia varios años.

Sin embargo, me mantuve firme y continué yendo a la universidad para ver si ya había salido la ampliación. Y 21 días después, a la sétima vez que fui, encontré un letrero que decía que habían ampliado 37 vacantes, y que se podía matricular hasta el numero 437; es decir ampliaron hasta mi puesto.

¿Qué hubiera pasado si no me hubiera mantenido firme yendo a la universidad? Nada. Hubiera perdido mi bendición del Señor.

La fe y la paciencia, heredan siempre las promesas. Solo debes acercarte a Dios en fe y recibir las cosas que El ya ha provisto para ti.

Si tú le has pedido algo a Dios, ten plena confianza que El ya te ha dado aquello que le has pedido.

No te rindas antes que la respuesta te llegue, continua creyendo, manténte firme, porque ya lo tienes.

Haz como la mujer que tenia el flujo de sangre, acércate a Jesús con un toque de fe y recibe todas las cosas que Ha provisto para ti.

viernes, 20 de marzo de 2009

Como Cambiar Tu Futuro - Parte 3

Paso 3
Debes Actuar en la Palabra de Dios

Cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud y toco su manto.

Nuestras acciones nos derrotan o nos llevan a la victoria; de acuerdo a ellas recibiremos o estaremos listos para recibir.

Esta mujer se dio cuenta que no era suficiente con oír lo que Jesús estaba haciendo, ni decir continuamente lo que le iba a suceder. Ella debía tomar una acción correspondiente con las cosas que estaba creyendo.

Santiago 2:17
Así también la fe si no tiene obras, es muerta en si misma.


La Biblia amplificada lo cita así: “Así también la fe, si no tiene obras (hechos y acciones de obediencia que la respalden) se ha destituido ella sola de poder (esta inoperativa, muerta).”

Eso mismo me paso hace años cuando jugaba un partido de fútbol. Yo jugaba de defensa, así que tenia que detener a los delanteros rivales, mientras trataba de parar a un delantero de dos metros de altura, que iba directo a nuestro arco, me fracture la rodilla.

Estuve tres días estudiando la Palabra de Dios, diciendo que Jesús era mi sanador, y que estaba sano por las llagas de Jesús. Pero en vez de mejorar iba empeorando, y mi rodilla iba creciendo de día en día, hasta tomar la forma de un puño. Así que fui al doctor.

El doctor me puso un yeso en la pierna y me dijo que junto con la fractura se me había derramado el liquido sinovial, por lo cual debía estar durante dos semanas con el yeso en la pierna y luego de eso, un tiempo indefinido con una venda en la rodilla hasta que me cure.

Estuve tres días con el yeso hablando la palabra de Dios, diciendo que estaba sano por las llagas de Jesús, pero nada sucedía.

Hasta que la noche del tercer día mientras estaba en un servicio el Espíritu Santo me dijo: “Si tu dices que estás sano, ¿qué estás haciendo con un yeso en la pierna?”

Así que la mañana siguiente, hice lo que el doctor me dijo que no debía hacer por ningún motivo, me metí en la ducha y dejé que el agua cayera por una hora, hasta que al fin se salió el yeso, cuando lo hizo, yo estaba completamente sano.

Yo debía hacer algo para que la sanidad viniese a mi vida, tuve que hacer una acción de fe.

Eso fue lo que le paso a Pedro en Lucas 5:4–7; siendo pescador, el sabia que de día no podía pescar, pues por el brillo del sol los peces verían las redes. Por eso le dijo: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas EN TU PALABRA echaré la red.”

A pesar que el sabia que era algo imposible, Pedro tomó la decisión de actuar conforme a las palabras de Jesús: “Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía.”

Pedro recibió la mayor pesca de su vida por actuar en base a lo que Jesús le había dicho.

Otro milagro que vemos es la historia de Elíseo y Naamán en 2 Reyes 5:1–14.

2 Reyes 5:1-14
1 Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso.
2 Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán.
3 Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.
4 Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel.
5 Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos.
6 Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra.
7 Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.
8 Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel.
9 Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.
10 Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.
11 Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.
12 Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado.
13 Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?
14 El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.


Este general victorioso y amado por su rey tenia un problema grave. Sus muchos triunfos y valentía no le habían dado la sanidad que el necesitaba.

En los versos del 9 al 14 vemos que para recibir su sanidad, Naamán tuvo que hacer algo. Tuvo que bañarse siete veces en el Jordán.

Nota que Naamán no recibió la sanidad a la primera, ni a la tercera, ni a la sexta vez, tuvo que zambullirse siete veces, tal como le dijo el profeta.

Si quieres recibir algo de Dios, debes tomar la decisión de actuar.

lunes, 16 de marzo de 2009

Como Cambiar tu Futuro - Parte 2

Paso 2
Debes estar Diciendo lo que Dios Hará por Ti


Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.

En Marcos 5:28 vemos que la mujer decía continuamente: “Si tan solo tocare su manto seré salva.”

En Romanos 10:8-10, encontramos la importancia de las palabras:

Romanos 10:8-10
8 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, EN TU BOCA y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:
9 que si CONFESARES CON TU BOCA que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la BOCA SE CONFIESA PARA salvación.”


Debemos entender la importancia que hay en nuestras palabras, en este pasaje vemos que con nuestra boca confesamos para soteria, esta palabra griega significa preservación, liberación, salvación y nos habla de todos los beneficios de nuestra salvación.

Por ese motivo cuando esta mujer estaba diciendo lo que Jesús iba ha hacer con ella en su corazón ella estaba creyendo que Jesús iba a liberarla de la enfermedad que la aquejaba desde hacia doce años.

2 Corintios 4:13
13 Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que esta escrito: Creí por lo cual hable, nosotros también creemos por lo cual también hablamos.


Nosotros tenemos el espíritu de fe, el cual habla las cosas que cree. Esta mujer tenía ese espíritu de fe, el cual colocó palabras de sanidad en su boca.

Marcos 11:23
23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijera a este monte: Quítate y échate en el mar y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.


Cuando fui pastor en la iglesia “La Palabra de Fe,” en la ciudad de Talara en el norte del Perú, una hermana nos contó como Dios le había pagado sus cuentas.

Esta hermana tenia una deuda de 25,000 dólares con el banco y no tenia como pagarlo. Pero ella había escuchado que Dios quería bendecirla, así que fue donde el gerente del banco y le dijo: “Dios va ha enviarme un cheque por el total de la deuda.”

Como el gerente sabia que ella había sido una buena cliente durante años, le dijo que iba esperar hasta que ella pudiese pagar.

Ella le decía a todos que Dios iba ha enviarle un cheque para pagar todas sus deudas, una y otra, hasta que luego de un año de decirlo le llego el cheque y pago toda su deuda.

Proverbios 18:20–21
20 Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; se saciará del producto de sus labios.
21 La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.


Esta hermana fue saciada del fruto de sus labios.

Nuestras palabras deben ser llenas de fe y confianza en Dios, no llenas de incredulidad.

Un hermano lo dijo así:

Si tu dices que no puedes,
en el momento que lo digas serás azotado,
Si dices que no tienes fe,
la duda se levantara como un gigante
Si tu hablas fracaso,
toda tu vida se convertirá en fracaso

Efesios 5:1
5 Sed, pues imitadores de Dios como hijos amados.


Siendo padre de cuatro hijos, he visto esto muy de cerca.

Cuando empezamos la escuela bíblica de niños en Talara, Ricardito que en esa época tenia dos años, se paraba en una silla y se ponía a predicarles a los otros niños tal como su papá lo hacia.

Los niños siempre imitan lo que los padres hacen, por ese motivo los padres deben tener cuidado de las cosas que hacen y dicen el hogar. Si los padres hablan fuman, beben bebidas alcohólicas, ven películas indebidas y hablan malas palabras, los hijos harán lo mismo. Por otro lado, si andamos en la palabra de Dios, si actuamos y hablamos las cosas que Dios dice, eso será lo que veremos en nuestros hijos.

En particular, debemos de imitar a Dios en nuestra forma de hablar.

¿Dios habla duda, incredulidad o fracaso?

Ciertamente que no. En Romanos 4:17 dice: “. . . delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos y llama las cosas que no son, como si fuesen.”

Dios llama las cosas que no son, como si fuesen. ¿Qué significa esto? Que Dios siempre habla la respuesta no el problema.

Génesis 17:4-5
4 He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes.
5 Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes.


Por ejemplo, en este verso, antes de la promesa del nacimiento de Isaac, Dios le da un nuevo nombre a Abram (que significa Padre Enaltecido) y lo llama Abraham (Padre de Multitudes).

Mucho antes del nacimiento de su hijo, Dios la dio a Abraham una nueva perspectiva de si mismo, paso de ser un Padre Enaltecido a ser un Padre de Multitudes. Y paso ser el padre del pueblo hebreo, del pueblo árabe y de los creyentes.

Como imitadores de Dios tenemos que empezar ha hablar como Dios habla, debemos hablar su Palabra.

Si estas enfermo, empieza a decir las cosas que Dios dice; empieza a decir lo que dice Su Palabra en 1 Pedro 2:24 y Mateo 8:17 : “Soy sano por las llagas de Jesús; El mismo tomó mis enfermedades y mis dolencias.”

Si estas pasando por problemas financieros cita Filipenses 4:19 : “Mi Dios suplirá todo lo que me falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”

Empieza a decir las cosas que Dios ha dicho en su Palabra y empezaras a disfrutar de las bendiciones que el ha provisto para ti.

lunes, 9 de marzo de 2009

Como Cambiar Tu Futuro - Parte 1

Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.

Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.

Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; vé en paz, y queda sana de tu azote.

Marcos 5:25–34



Paso 1:
Debes Oír lo que Jesús Hará Por Ti

Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando OYO hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud y toco su manto.

En Marcos 5:27 vemos que la mujer oyó hablar de Jesús. La pregunta es, ¿qué cosa oyó la mujer?

Marcos 1:28
28 Y muy pronto se difundió su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.


¿Por qué motivo ocurrió esto? Debido a las sanidades y liberaciones que Jesús estaba haciendo en esa zona.

Marcos 1:32–34
32 Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados;
33 y toda la ciudad se agolpó a la puerta.
34 Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían.


Jesús había sanado a muchas personas, y estas cosas estaban siendo conocidas en la región de Galilea, que era la zona donde vivía esta mujer.

Marcos 1:40–42
40 Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.
41 Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio.
42 Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio.

Al sanar a este leproso en Galilea, Jesús nos dio nos a conocer su voluntad respecto a la enfermedad: sanar a todos los enfermos.

Y en el verso 45 dice “Pero ido él, comenzó a publicarlo mucho y a divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes.” El leproso había salido por todos lados difundiendo lo que le había ocurrido. De tal forma lo hizo, que Jesús ya no podía entrar en las ciudades porque todo el mundo lo reconocía. Fue un hecho tan conocido que con toda seguridad la mujer debía haberlo sabido.

Debemos tomar en cuenta de que la lepra era una enfermedad que tenia la misma categoría que el flujo de sangre. Así que la mujer supo que había esperanza para alguien que sufriera una enfermedad como la de ella.

Marcos 3:7–10
7 Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió gran multitud de Galilea. Y de Judea,
8 de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón, oyendo cuán grandes cosas hacía, grandes multitudes vinieron a él.
9 Y dijo a sus discípulos que le tuviesen siempre lista la barca, a causa del gentío, para que no le oprimiesen.
10 Porque había sanado a muchos; de manera que por tocarle, cuantos tenían plagas caían sobre él.


Esta mujer oyó que mucha gente estaba sanando por tocar a Jesús. Por ese motivo ella estaba convencida que si tan solo tocaba el manto de Jesús, seria sanada.

Esto mismo le paso a Bartimeo el ciego.

Marcos 10:46–47
46 Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
47 Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!


Bartimeo estaba sentado junto al camino mendigando, pero cuando oyó que venia Jesús, empezó a llamarlo a voces. El supo que su milagro estaba en camino.

Es interesante ver que llamó a Jesús, Hijo de David, el cual era un titulo de Mesías.

Es decir, Bartimeo conocía las escrituras, y al oír los milagros de Jesús el estaba listo para recibir el suyo.

Lucas 5:4–7
4 Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.
5 Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red.
6 Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía.
7 Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.


En este pasaje se encuentra la historia de la pesca milagrosa. ¿Qué cosa motivó a Pedro para volver a tirar las redes al mar?

En el verso 5, Pedro le dijo: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas EN TU PALABRA echaré la red.”

Aquí esta la clave: EN TU PALABRA.

Si quieres recibir algo de Dios debes oír lo que Jesús hará por ti.

Volviendo al leproso en Marcos 1:40–42, vemos que Jesús no solo puede sanarte sino que también quiere hacerlo. Su voluntad es sanarte. Su voluntad es que tu seas bendecido.

En Juan 10:10 dice: “. . . yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” En 3 Juan 2 vemos el deseo de Dios: “Amado, yo deseas que tu seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.”

La voluntad de Dios es bendecirnos, que tengamos salud y que seamos prosperados en todas las cosas; pero El nos da una condición: “así como prospera nuestra alma.”

¿Cómo podemos prosperar nuestra alma?

Santiago 1:21
21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.


Lo que salva o prospera nuestras almas es recibir la Palabra de Dios, ahí se encuentra la respuesta, debemos recibir la palabra de Dios.

Romanos 10:17
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.


De ahí vemos que para que la fe venga a tu corazón, debes oír, ¿qué cosa? La Palabra de Dios

Oír la Palabra de Dios es el primer paso para cambiar tu futuro.