Profecías
Acerca de Jesús en el Antiguo Testamento
Para la preparación y con anterioridad de la entrada de Jesús
al mundo, Dios inspiró a través del Espíritu Santo a los escritores del Antiguo
Testamento para profetizar acerca de la venida de Jesús, para que no tuviéramos
ninguna duda acerca de quien era el Mesías.
Hay más de 300 profecías en el Antiguo Testamento acerca de
Jesús, y la exactitud de ellas es realmente asombrosa, veamos algunas para
demostrar que Jesús es el Mesías o Salvador del mundo.
La primera de todas se encuentra en Génesis 3:14-15: “Y
Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre
todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás,
y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la
mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y
tú le herirás en el calcañar.”
El cumplimiento de esta profecía lo vemos
en Gálatas 4:4 donde dice: “Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios
envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley;" y también en 1
Juan 3:8 donde está escrito: “El que practica el pecado es del diablo,
porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios,
para deshacer las obras del diablo."
Aquí vemos varias cosas, en primer lugar la enemistad que
siempre ha existido entre Satanás y los hombres. Nos habla de la
simiente de la mujer, es decir de Jesús, quien no nacería de forma natural,
sino por medio de una virgen, y finalmente la victoria que tendría la simiente
de la mujer sobre la simiente de la serpiente. La victoria de Jesús sobre
Satanás a través de su muerte en la cruz (este te herirá en la cabeza y tu le
herirás en el calcañar).
Otra profecía impactante se encuentra en Isaías 7:14, donde
habla acerca del nacimiento virginal de Jesús: “Por tanto, el Señor mismo os
dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su
nombre Emanuel.”
Esta profecía tiene su cumplimiento en Mateo 1:18-25: “El
nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José,
antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su
marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y
pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le
dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en
ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su
nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció
para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:
He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre
Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño,
hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la
conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.”
María se encontraba encinta y José, decidió separarse de ella
porque pensó que le había sido infiel. Pero un ángel se le apareció y le dijo
que había concebido del Espíritu Santo y que el niño que iba a nacer era el
Mesías.
Mateo interpreta que este hecho fue el cumplimiento de la
profecía de Isaías.
Otra promesa interesante en cuanto al nacimiento de Jesús es
que Miqueas predijo el lugar de su nacimiento: “Pero tú, Belén Efrata,
pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor
en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la
eternidad” (Miqueas 5:2).
El cumplimiento de esto se ve en Lucas 2:1-7: “Aconteció en
aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el
mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de
Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió
de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se
llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado
con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que
estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a
su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre,
porque no había lugar para ellos en el mesón.”
Es interesante ver que José y Maria vivían en Nazaret, que
quedaba al norte de Israel, pero tuvo que haber un censo para que ellos
viajasen a Belén, que era el lugar dispuesto por las Escrituras para que nazca
el Mesías.
Otra cosa acerca de esta profecía es que la gente de Israel
conocía el lugar donde iba a nacer el Mesías. En Mateo 2:1-6 dice: “Cuando Jesús nació en Belén de Judea en
días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo:
¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto
en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda
Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas
del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En
Belén de Judea; porque así está escrito
por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre
los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi
pueblo Israel.”
Esto nos lleva a otra profecía
interesante que es la venida de los reyes del oriente para adorarle y traerle
regalos.
En el Salmo 72:10 dice: “Los
reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; los reyes de Sabá y de Seba
ofrecerán dones;” y en Isaías 60:6 dice: “Multitud de camellos te cubrirá;
dromedarios de Madián y de Efa;
vendrán todos los de Sabá;
traerán oro e incienso, y
publicarán alabanzas de Jehová.”
El cumplimiento lo estamos viendo en este pasaje de Mateo, así
que continuemos leyéndolo:
“Entonces Herodes,
llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la
aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia
acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo
también vaya y le adore. Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la
estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.Y al
ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la
casa, vieron al niño con su madre
María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le
ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra” (Mateo 2:7-11).
Los reinos de Sabá y Seba quedaban en Arabia, que se encuentra
al oriente de Israel; además los regalos que le trajeron, además, 2 de los
regalos que se nombran en Isaías 60:6, el oro y la mirra fueron parte de los
regalos que trajeron estos reyes del oriente.
En este relato se ven dos profecías más que fueron cumplidas
en Jesús.
La primera es la huida de Jesús y su familia a Egipto: “Pero siendo avisados por revelación en
sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Después que partieron ellos, he aquí un
ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a
su madre, y huye a Egipto, y permanece
allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para
matarlo. Y él, despertando, tomó de noche
al niño y a su madre, y se fue a Egipto, y estuvo allá hasta la muerte de
Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta,
cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo” (Mateo 2:12-15).
Esta profecía se encuentra en Oseas 11:1
La otra profecía es la muerte de los niños de Belén por parte
de Herodes: “Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó
mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y
en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los magos. Entonces
se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Voz fue oída en Ramá, grande
lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos, y no quiso ser
consolada, porque perecieron” (Mateo 2: 16-18).
Esta profecía se encuentra en Jeremías 31:15.
Una serie de profecías nos muestran el linaje de donde vendría
el Mesías:
a. Jesús
como simiente de Abraham (Génesis 22:18), su cumplimiento lo vemos en Mateo 1:1
y Gálatas 3:16.
b. Hijo
de Isaac (Génesis 21:12) su cumplimiento lo vemos en Lucas 3:23-24.
c. Hijo
de Jacob (Números 24:17), su cumplimiento lo vemos en Lucas 3:23-24.
d. Hijo
de Judá (Génesis 49:10) su cumplimiento está en Lucas 3:23, 33.
e. Descendiente
de Isaí (Isaías 11:1), su cumplimiento está en Lucas 3:23, 32.
f. Hijo
de David (Jeremías 23:5), su cumplimiento está en Lucas 3:23, 31; además
podemos ver varias veces en los evangelios que la gente llamaba a Jesús: hijo
de David.
Aquí vemos una línea recta desde Abraham viendo de que familia
y linaje provendría Jesús.
Otras profecías importantes son las que se refieren al tiempo
de su venida. Hay dos principales en Génesis 49:10 y Daniel 9:24-27.
En Génesis 49:10 dice: "El
cetro no será quitado de Judá, ni la vara de autoridad de entre sus pies, hasta
que venga Siloh; y le obedecerán los pueblos."
El cetro y la vara significaban la autoridad y el poder
judicial que tenían los reyes para gobernar la nación. Siloh significa descanso
o enviado y es un título del Mesías como “Príncipe de Paz.”
El cetro empezó a ser quitado cuando Herodes el Grande que no
tenía sangre judía empezó a gobernar sobre Judea, después de los Macabeos que
fueron los últimos gobernadores judíos.
Otro aspecto de la pérdida del cetro fue cuando el Sanedrín
fue restringido en su capacidad para dictar las leyes y se le quitó el poder
para dictar la pena de muerte unos 20 años antes del juicio de Jesús.
Además Judea empezó a pagar sus primeros impuestos a Roma en
ese tiempo.
Todo esto ocurrió en la época en que Siloh, es decir.
Jesucristo, el Mesías, vino al mundo.
La profecía de Daniel nos da el tiempo de la muerte del Mesías
y además que no sería por si mismo:
"Setenta semanas
están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar con
la transgresión, para acabar con el pecado, para expiar la iniquidad, para
traer la justicia eterna, para sellar la visión y la profecía, y para ungir el
lugar santísimo. Conoce, pues, y entiende que desde la salida de la palabra
para restaurar y edificar Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete
semanas, y sesenta y dos semanas; y volverá a ser edificada con plaza y muro,
pero en tiempos angustiosos. Después de las sesenta y dos semanas, el Mesías
será quitado y no tendrá nada; y el pueblo de un gobernante que ha de venir
destruirá la ciudad y el santuario. Con cataclismo será su fin, y hasta el fin
de la guerra está decretada la desolación. Por una semana él confirmará un
pacto con muchos, y en la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la
ofrenda. Sobre alas de abominaciones vendrá el desolador, hasta que el
aniquilamiento que está decidido venga sobre el desolador."
La palabra "semana" significa "siete" en
hebreo y se interpreta como períodos de 7 años de duración.
En Génesis 29:27-28 podemos ver cuanto duraba una semana: “Cumple la semana de ésta, y se te dará también la otra, por el servicio que hagas conmigo otros siete
años. E hizo Jacob así, y cumplió la
semana de aquélla; y él le dio a Raquel
su hija por mujer.”
Aquí vemos que la semana que trabajo Jacob para pagar el dote
por su esposa eran en realidad siete años.
Volviendo a Daniel vemos que las 69 semanas que iban a pasar
hasta que muriera el Mesías en manos de otros hombres eran en realidad 483 años.
Fecha que se cumplió estrictamente.
En Nehemías 2:1,7-8 podemos ver la época en que fue dado el
edicto para reconstruir Jerusalén: “Sucedió
en el mes de Nisán, en el año veinte del
rey Artajerjes, que estando ya el vino
delante de él, tomé el vino y lo serví
al rey. Y como yo no había estado antes
triste en su presencia... Además dije al rey: Si le place al rey, que se me den cartas para los gobernadores al
otro lado del río, para que me franqueen
el paso hasta que llegue a Judá; y carta para Asaf guarda del bosque del
rey, para que me dé madera para
enmaderar las puertas del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y la
casa en que yo estaré. Y me lo concedió
el rey, según la benéfica mano de mi
Dios sobre mí.”
Este edicto fue dado alrededor del año
445 AC, en ese tiempo es que empezó la restauración de Jerusalén. Desde es
tiempo pasarían 483 años hasta la muerte de Jesús.
El calendario Judío dura 360 días, así
que el tiempo en nuestro sistema de 365 días por año nos darían 476 años, lo
que pondría la fecha de la muerte del Mesías por manos de otros entre los años
32 y 33 DC, es decir, el año histórico de la muerte de Jesús.
Como estas hay muchas profecías que trata de su vida,
ministerio, muerte y resurrección, lo cual nos da plena convicción de que Jesús
es el Hijo de Dios.
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