Vida y
Ministerio Terrenal de Jesús
¿Qué pasó en los “años perdidos” de Jesús? Nada especial.
“Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del
Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. Y el niño crecía y se
fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él” (Lucas 2:39-40).
Aquí vemos que Jesús regresó a su ciudad natal, Nazaret de
Galilea, en la parte norte de Israel, luego de cumplirse todo lo estipulado por
la ley.
Si vamos mas allá en la Biblia veremos que Jesús no se movió
de Galilea, excepto los tiempos que la Ley estipulaba que debía viajar a
Jerusalén.
“Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus
discípulos. Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y
muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y
qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son
hechos? ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José,
de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se
escandalizaban de él. Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su
propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa” (Marcos 6:1-4).
Jesús creció y vivió en Nazaret, tomando la profesión de su
padre, siendo carpintero. La gente lo conocía y estaban sorprendidos porque no
había demostrado nada sobrenatural hasta que cumplió 30 años.
“Aconteció que cuando todo
el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se
abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y
vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo
complacencia” (Lucas 3:21-22).
Ese día fue el cambio, es el momento del inicio de su
ministerio.
En Hechos 10:38 vemos la confirmación de esto: “Cómo Dios
ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo
haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios
estaba con él.”
En los evangelios apócrifos (escondidos, ocultos) y
otros escritos y tradiciones orales, dicen que Jesús hizo una serie de milagros
en su niñez, pero vemos que las sanidades y milagros vinieron después de su
bautismo con el Espíritu Santo. Recordemos que Jesús era conocido como
carpintero, no como milagrero.
Además en Juan 2:1-11 dice que su primera señal (o milagro)
fue el convertir el agua en vino en las bodas de Caná, que es un acontecimiento
posterior a su bautismo con el Espíritu.
Otra cosa que podemos ver es que Jesús no hizo las sanidades y
milagros por ser el Hijo de Dios, sino que el esperó ser lleno del Espíritu
Santo para recién empezar ha hacerlos. Es decir, el hizo las sanidades y
milagros como cualquier creyente lleno del Espíritu Santo y el poder de Dios.
Por eso es que Él dijo en Juan 14:12: “De cierto, de cierto
os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun
mayores hará, porque yo voy al Padre.”
Jesús es nuestro modelo, el ejemplo que debemos seguir.
Para entender el alcance del ministerio público o terrenal de
Jesús, debemos darnos cuenta a quien fue enviado a ministrar. En Mateo 15:24
mientras hablaba con la mujer sirofenicia, Jesús dijo estas palabras: “El
respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de
Israel.”
El carácter universal de su ministerio vino con su muerte y
resurrección, cuando el murió por los pecados de todos los hombres.
Por ese motivo, no es de sorprenderse la fuerte oposición de
los judaizantes de la iglesia judía contra el mensaje de Pablo a lo largo del
Libro de Hechos, acerca del carácter universal del ministerio, ya que ellos
pensaron en primer momento que el evangelio era solo para los judíos (el caso
de la conversión de Cornelio en Hechos 10 y 11), y luego la necesidad de
circuncidarse y cumplir toda la Ley de Moisés para poder ser salvos (tema del
Concilio de Jerusalén en Hechos 15 y la ocasión del libro de Gálatas).
Pero pasemos a lo que estamos viendo del ministerio público de
Jesús.
En Mateo 9:35 vemos en que consistió el ministerio terrenal de
Jesús: “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las
sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda
enfermedad y toda dolencia en el pueblo.”
Son tres cosas principales las que Jesús hizo:
1.
Enseñar
2.
Predicar
3.
Sanar
a los enfermos
Por ejemplo, los evangelios están llenos de las enseñanzas de
Jesús, tenemos el Sermón del Monte (Mateo 5, 6 y 7); las parábolas (Marcos 4);
o las enseñanzas que dio a sus discípulos en la última cena (Juan 13,14, 15 y
16), entre muchas otra más.
El enseñaba con tal autoridad que la gente podía ver la
diferencia. En Marcos 1:27 dice: “Y
todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es
esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus
inmundos, y le obedecen?”
En Mateo 7:28-29 dice: “Y cuando terminó Jesús estas
palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien
tiene autoridad, y no como los escribas.”
Aun sus enemigos reconocían que su enseñanza era diferente a
cualquier otra: “Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a
los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído? Los alguaciles
respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” (Juan
7:45-46).
Otra cosa en cuanto a su enseñanza fue que su auditorio
principal, a quien les enseñaba al detalle todas las cosas era a sus
discípulos: “Con muchas parábolas como estas les hablaba la palabra,
conforme a lo que podían oír. Y sin parábolas no les hablaba; aunque a sus
discípulos en particular les declaraba todo” (Marcos 4:33-34).
Jesús no le enseñaba todo a la gente, solo lo que podían oír,
es a sus discípulos a quienes les declaraba todo.
En cuanto a su predicación veamos lo que dice Lucas 4:16-21,
cuando Jesús fue a Nazaret: “Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el
día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a
leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro,
halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por
cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar
a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a
los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del
Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de
todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha
cumplido esta Escritura delante de vosotros.”
Este pasaje, al inicio del ministerio de Jesús, nos dice que
una parte primordial del ministerio terrenal de Jesús es la predicación de la
Palabra de Dios.
Es interesante que Jesús cita esta profecía de Isaías 61:1-2,
en la cual Él afirma que es el Mesías, cuando dice: “Hoy se cumple esta
escritura delante de ustedes.”
Recordemos que Jesús empezó su ministerio predicando en la
tierra de Zabulón y Neftalí tal como se había profetizado en Isaías 9:1-2: “Cuando
Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea; y dejando a Nazaret, vino y
habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí,
para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Tierra de
Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea
de los gentiles; el pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los
asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció. Desde entonces
comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentios, porque el reino de los cielos
se ha acercado” (Mateo 4:12-17).
Jesús tuvo un ministerio de predicación.
Finalmente podemos ver que Jesús tuvo un ministerio de
sanidades y milagros.
A lo largo de los evangelios podemos ver
como la gente venia para oírle y recibir sanidad: “Descendió con ellos, y se
detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud
de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que
había venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades” (Lucas
6:17).
En Mateo 8:16-17 dice: “Y cuando llegó la noche, trajeron a
él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a
todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías,
cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.”
Este ministerio de sanidades era una de
las marcas del Mesías y este verso en particular es el cumplimiento de la
profecía hecha en Isaías 53:4-5.
Podemos ver que Jesús tuvo un ministerio de sanidades.
Una cosa más para ver, en cuanto al ministerio público de
Jesús, es que Él llamó discípulos en los cuales multiplicarse.
Desde el mismo llamado de Pedro y Andrés en Mateo 4:18-19,
Jesús les estaba mostrando el carácter del ministerio al cual los estaba
llamando, para alcanzar el mundo: “Andando Jesús junto al mar de Galilea,
vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la
red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os
haré pescadores de hombres.”
Vemos que en los tres años y medio de su ministerio público
Jesús anduvo con sus discípulos por todos lados, enseñándoles en privado y
dándoles ejemplo en público.
En Marcos 3:13-19 vemos el grupo principal de discípulos que
llamó Jesús y el propósito te este llamado: “Después subió al monte, y llamó
a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que
estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para
sanar enfermedades y para echar fuera demonios: a Simón, a quien puso por
sobrenombre Pedro; a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a
quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno; a Andrés, Felipe,
Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, y
Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron a casa.”
Aquí vemos el propósito del llamado de los doce:
1.
Estar
con Jesús
2.
Enviarlos
a predicar
3.
Darles
autoridad
Es interesante que el primer ministerio de los doce era estar
con Jesús. Y es que para poder reproducirse en ellos, lo primero era instruirlos de una manera personal.
Lo segundo que hizo
fue darles una misión, los envió a predicar.
Y lo tercero es
darles la provisión, o los medios para cumplir con su misión, es decir. Les dio
autoridad.
En el Libro de Hechos podemos ver lo bien que aprendieron su
trabajo.
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