martes, 29 de junio de 2021

El Nombre de Jesús - Clase 7 - El Nombre de Jesús y la Oración


Clase 7
El Nombre de Jesús y la Oración

La mayoría de los cristianos sabe que puede usar el Nombre en oración; pero no se imaginan la plenitud de lo que significa.

Algunos repiten el Nombre como si fueran loros; pero no les funciona; otros ni siquiera esperan que funcione; y después se preguntan porque no hay respuesta para sus oraciones.

Sin embargo en Juan 16:23-24 Jesús dijo: “En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.”

Esta si que es una declaración realmente asombrosa; todo lo que pedimos al Padre en el nombre de Jesús nos lo dará.

Yo tengo la llave de mi casa; cuando llegó a mi casa puedo decir que abro la puerta; pero en realidad no soy yo sino que es la llave la que lo hace.  

Si no tuviera esa llave sería como Pedro Picapiedra teniendo que gritar ¡¡¡Vilmaaaaaaa!!! Ya que no podría entrar en ella.

En la oración también tenemos una llave que abre las puertas del cielo y sin la cual nos quedaremos solamente ante sus umbrales y esa llave es el nombre de Jesús.

Tengamos en cuenta algo, en este verso dice claramente a quien le debemos orar; nuestra oración es al Padre en el Nombre de Jesús.

Nuestra oración no debe ser a Jesús; Él dijo: “En aquel día no me preguntaréis nada. . .todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre os lo dará”.

Jesús lo puso bien claro pedimos al Padre en el Nombre de Jesús.

A veces en los periódicos veo que la gente coloca: “Gracias Espíritu Santo por la gracia concedida.” Pero nuestra oración no es al Espíritu Santo, ese no es su lugar dentro de la Trinidad; las promesas en cuanto a la oración de petición no vienen por orarle.

Mucho menos debemos orarle a los ángeles, muchísimos padres le enseñan a orar a sus hijos: “Ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día”.

No se dan cuenta que les están enseñando idolatría a sus hijos,

Colosenses 2:18 es bien claro respecto a esto: “Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal.”

Además, porque tendría que pedirle a un ángel que no me desampare cuando Dios dijo: “No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5).

Nuestra oración siempre debe ser al Padre en el nombre de Jesús.

Para tener plena certeza de que tendremos respuesta a nuestras oraciones debemos seguir las reglas determinadas en la Palabra; por eso oramos al Padre en el Nombre de Jesús.

Cuando Jesús dijo: “En aquel día”, Él estaba hablando acerca del día en que vivimos hoy. Jesús hizo esta declaración antes de morir por nosotros en la cruz. Antes de dar inicio al Nuevo Pacto.  

Podemos parafrasearlo de esta Manera y darle un mejor significado: “En el día del Nuevo Pacto, ya no me pedirán nada; porque todo lo que pidan al Padre en Mi Nombre se los concederá”.

Mientras Jesús estaba en la tierra, sus discípulos no usaban Su Nombre en la oración; es por eso que les dijo: “Hasta ahora, no han pedido nada en Mi Nombre”.

Fue después que resucitó de los muertos, habiendo conquistado y despojado a las huestes del infierno y haberse sentado a la diestra del Padre; muy por encima de todo principado, autoridad, y poder, y señorío, que llegó el tiempo en que la iglesia usaría este Nombre tan glorioso en la oración.

Ahora podemos pedir y recibir para que nuestra alegría sea completa.

El pedir al Padre en el Nombre de Jesús garantiza la respuesta a nuestra oración.


Reclamando nuestros derechos

Muy ligado a este pasaje se encuentra Juan 14:13-14 que dice: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.”

El único problema con este pasaje es que Reina y Valera añadieron la frase “al Padre” en este pasaje robándonos el significado real de este pasaje y colocándolo en el campo de la oración.

La gran mayoría de traducciones en español y todas las de inglés no contienen este añadido.

Queriéndonos ayudar a entender la Biblia nos confundieron.

Jesús no esta hablando aquí de la oración de petición (como si lo hace en Juan 16). Aquí dice: “Y todo cuanto pidiereis en Mi Nombre, YO LO HARÉ….Si pidiereis alguna cosa en Mi Nombre, YO LO HARE.”

Jesús está hablando acerca del uso del Nombre de Jesús contra el enemigo en nuestra vida diaria.

La palabra “pedir” usada aquí es el término griego aiteo que significa pedir o demandar, e incluso exigir.

No es a Dios a quien le demandamos o exigimos, Él no es quien nos ha robado nuestra salud o dinero, el que nos roba es el diablo y a él es a quien debemos exigirle que saque sus manos de nosotros y a todas las cosas que nos envíe.

Pedro y Juan sabían esto, como hemos estado viendo en el caso del cojo que se sentaba en la puerta del templo llamada la Hermosa.

Hechos 3:4-8
4 Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos.
5 Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo.
6 Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.
7 Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos;
8 y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando,  y saltando, y alabando a Dios.

Demandaron que la enfermedad se fuese del hombre y al momento se fue.

Kenneth Hagin cuenta que una vez, después de enseñar acerca de esto, se le acercó un profesor universitario de griego después del culto, diciéndole: “Hermano Hagin, nunca pensé en esto antes de escucharlo enseñar, pero luego de eso al leer mi Nuevo Testamento en Griego me di cuente que ese verso dice literalmente: ‘Todo cuanto exigiereis como vuestros derechos y privilegios, yo lo haré’”

La concordancia Strong resalta que el significado de la Palabra griega que aquí se traduce como “pedir” es en realidad “exigir algo que se nos debe”.

El problema es que no podemos exigir nuestros derechos y privilegios si no los conocemos.  

En el Nuevo Pacto tenemos muchos derechos y privilegios debido a la obra terminada de Cristo en la cruz; y uno de nuestros derechos y privilegios es que podemos usar el nombre de Jesús.

Para poder usar este derecho y privilegio vayamos a la Biblia y estudiemos lo que dice acerca del Nombre glorioso de Jesús.

lunes, 28 de junio de 2021

El Nombre de Jesús - Clase 6 - El Nombre de Jesús en Nuestra Vida Diaria

 


Clase 6
El Nombre de Jesús en Nuestra Vida Diaria

Y todo lo que hacéis,  sea de palabra o de hecho,  hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús,  dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Colosenses 3:17

Que clara es la Palabra de Dios; el nombre de Jesús debe ser una parte integral de nuestra vida diaria; cada cosa que hagamos debemos hacerla en el Nombre del Señor Jesús.

Si barremos, debemos hacerlo en el Nombre de Jesús; si lavamos, debemos hacerlo en el Nombre de Jesús; si planchamos debemos hacerlo en el Nombre de Jesús; cada cosa que hacemos debemos hacerlo en el Nombre de Jesús.

Cada cosa que hacemos en nuestra vida diaria sea natural o espiritual debemos hacerlo en el nombre de Jesús.

Nuestras palabras también deben de estar llenas del nombre de Jesús; todo lo que hagamos sea de hecho o palabra debe estar lleno de este glorioso Nombre.

Este Nombre Glorioso debe de estar continuamente en nuestros labios y  debe  significar tanto para nosotros, que la gente del mundo lo note.

Eso fue lo que pasó con la primera iglesia en Jerusalén; llenaron de tal modo la ciudad del nombre de Jesús que los ancianos y gente del concilio se quejaron amargamente: “¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre” (Hechos 5:28).

Nosotros también llenemos nuestro país de tan Glorioso Nombre.

Dando Gracias En El Nombre

En Efesios 5:20 dice: “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre,  en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.”

Debemos dar siempre gracias a Dios en el Nombre de Jesús por todos los beneficios que nos ha dado.

Por ejemplo, en 1 Corintios 6:11 dice que hemos sido lavados, santificados y Justificados en el Nombre de Jesús.

Como buenos hermeneutas que somos veamos este verso en su contexto para darnos cuenta de toda la riqueza que tiene esta afirmación.

1 Corintios 6:9-11
9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,
10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.
11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

Este es uno de los versos que más se usan para condenar a los creyentes, pero aquí es claro que eso éramos antes, pero ya no, Dios nos ve de otro modo, lavados, santificados y justificados en Cristo.

Deberíamos dejar de pensar en lo que éramos y empezar a pensar en nlo que somos, y declararlo confiadamente en el Nombre de Jesús.

Dando Gracias al Nombre de Jesús

En Hebreos 13:15 dice: “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.”

Que poderosa es la manera que lo traduce la Biblia Latinoamericana: “Ofrezcamos a Dios en todo tiempo, por medio de Jesús, el sacrificio de alabanza, que consiste en celebrar su Nombre.”

Todo el tiempo y de manera continua en nuestras bocas debe salir un canto de celebración del nombre de Jesús, la confesión de tan glorioso nombre.

Ungiendo en el Nombre

En Santiago 5:14 vemos como los ancianos de la iglesia ungían con aceite en el Nombre de Jesús: “¿Está alguno enfermo entre vosotros?  Llame a los ancianos de la iglesia,  y oren por él,  ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.”

El Nombre de Jesús era tan parte de ellos que aún al ungir con aceite  los enfermos lo hacían en el nombre de Jesús.

Creyendo en el Nombre

En 1 Juan 3:23 vemos que el creer en el nombre de Jesús es un mandamiento para nosotros: “Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo,  y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado.”

No solamente creer en el Señor Jesucristo; sino que también debemos creer en Su Nombre.

En el Nuevo Pacto tenemos como mandamiento no solo amar a los demás como a nosotros mismos sino también creer en el Nombre de Jesús; lo cual es de gran beneficio para nosotros ya que podemos recibir así todas las bendiciones que hay en ese Glorioso Nombre.

Después de ver estos puntos podemos darnos cuenta claramente como el Nombre de Jesús tiene una parte muy importante en nuestra diaria.

domingo, 27 de junio de 2021

El Nombre de Jesús - Clase 5 - El Nombre de Jesús y la Salvación


Clase 5
El Nombre de Jesús y la Salvación

Una de las frases que más vemos en la Biblia es: “. . .y todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo” (Joel 2:32; Hechos 2:21; y. Romanos 10:13).

De por si esto nos muestra la importancia que tiene el Nombre de Jesús para nuestra salvación.

Ya vimos la frase que dijo Pedro durante su discurso posterior a la sanidad del cojo que se sentaba en la puerta del templo llamado la Hermosa: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:12).

Solo en el nombre el Jesús hay salvación, no hay otro nombre en el cual el pecador pueda acercarse a Dios.

Desde su misma concepción milagrosa ya se estaba declarando la salvación que venía por medio de Jesús:

Mateo 1:21-23
21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:
23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.

La única manera de llegar al Padre es a través de Jesús; no hay otro modo, la religión no nos lleva al Padre, la naturaleza tampoco, no hay ningún otro modo aparte de Jesús.

Jesús fue muy claro cuando dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.  Nadie viene al Padre sino por mi” (Juan 14:6).

Como hemos visto en Hechos 4:12: “Y en ningún otro hay salvación;  porque no hay otro nombre bajo el cielo,  dado a los hombres,  en que podamos ser salvos.”
           
Esa fue la predicación en la iglesia primera; eso fue lo que Pedro predicó en Pentecostés en Hechos 2; fue lo que predicaron Pedro y Juan en la puerta del templo llamada La Hermosa en Hechos 3 y 4; fue lo que predico Felipe en Hechos 8 y lo que predico Pablo en Hechos 9.

Veamos esto último: “Entonces Bernabé,  tomándole,  lo trajo a los apóstoles,  y les contó cómo Saulo había visto en el camino al Señor,  el cual le había hablado,  y cómo en Damasco había hablado valerosamente en el nombre de Jesús” (Hechos 9:27).

No debemos cambiar nuestra predicación, debemos predicar el nombre de Jesús para salvación.

Es lo que llevo haciendo por 30 años, predicando a la gente acerca de Jesús y dándoles la oportunidad que invoque su nombre para recibir salvación,


El Nombre de Jesús y los Bautismos

Para poder entender el bautismo en el nombre de Jesús debemos entender los bautismos en la Biblia, para de ese modo no caer en errores doctrinales como los “Solo Jesús” y otras sectas que colocan el bautismo en agua como requisito de la salvación.

En Hebreos 6:1-3 dice: “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la fe en Dios, DE LA DOCTRINA DE BAUTISMOS, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite.”

En este pasaje se habla de la doctrina de bautismos. No nos habla de un solo bautismo, sino de varios bautismos, por los que un creyente debería pasar.

En la Biblia nos habla de que hay 3 bautismos disponibles para los creyentes: el bautismo en agua del creyente, el bautismo del Espíritu Santo y el bautismo del creyente en el cuerpo de Cristo.

En todo bautismo hay tres elementos:

El bautizador

La persona bautizada

El elemento en que se es bautizado

El Bautismo en Agua del Creyente

El bautismo en agua del creyente se ve en Mateo 28:19, dentro de la Gran Comisión: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.”
           
Un ejemplo del bautismo de agua se ve en la predicación de Felipe al eunuco etíope:

Hechos 8:35-38
35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.
36 Y yendo por el camino llegaron a cierta agua, y dijo al eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?
37 Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.
38 Y mandó parar el carro; descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco y lo bautizó.

En este pasaje vemos en primer lugar el requisito para ser bautizado en agua: creer en Jesucristo; es decir, ser un creyente.
           
También vemos los tres elementos del bautismo: El bautizador es un discípulo, quien bautizaba en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; la persona bautizada es un creyente que ha oído y creído la Palabra; y el elemento es el agua.

El Bautismo del Espíritu Santo

El bautismo del Espíritu, también llamado la promesa del Padre se ve en Hechos 1:4-5: “Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.”

En el evangelio de Juan vemos quien es el que bautiza con el Espíritu Santo.
           
Juan 1:29-34
El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
30 Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí, porque era primero que yo.
31 Y yo no lo conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua.
32 También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu Santo que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.
33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquel me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ese es le que bautiza con el Espíritu Santo.
34 Y yo le vi, y he dado testimonio que este es el Hijo de Dios.

Jesucristo es el que bautiza con el Espíritu Santo, Él es el bautizador. El elemento es el Espíritu Santo.

¿Quiénes son los bautizados?
           
En Hechos 2:1-4 dice: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos (los ciento veinte hermanos – Hechos 1:13-15). Y de repente vino del cielo como un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas según el Espíritu le daba que hablasen.”

De estos pasajes vemos que el que es bautizado es el creyente.
           
Entonces: Jesús es el que bautiza; el Espíritu Santo es el elemento en que se bautiza; y, el creyente en Jesucristo es el que es bautizado.

El Bautismo del Creyente en el Cuerpo de Cristo

Este es el punto que queremos ver          

En 1 Corintios 12:13 dice: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos (los creyentes) bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.”

El Bautismo del Creyente en el Cuerpo de Cristo es aquel en el que el creyente nace de nuevo y es injertado en el Cuerpo de Cristo.
           
En Gálatas 3:27-28 dice: “Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo,  de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.

Este bautismo es diferente al bautismo en agua del creyente.

Aquí el bautizador es el Espíritu Santo; el bautizado es el creyente; y el elemento en que es bautizado es el Cuerpo de Cristo.

Este bautismo ocurre cuando nacemos de nuevo. El Espíritu Santo nos injerta dentro del Cuerpo de Cristo. Pasamos a formar parte de la Iglesia. Nos convertimos en hijos de Dios.
El bautismo de agua, por otro lado, es una declaración pública de la fe que hemos tomado. Es decirle a Dios, a los hombres y Satanás que hemos decidido seguir a Jesucristo.
           
Por este motivo en Marcos 16:15-16 Jesús dije: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere  (no dice el que no fuere bautizado) será condenado.”
           
Vemos aquí que el creer es lo esencial para salir de la condenación. El bautismo en agua tiene su importancia, y todo creyente debería hacerlo; pero no es lo que nos salva; como hemos dicho, es por el creer.

Yo creo que todo creyente debería bautizarse en agua lo mas pronto posible; debido a que, al obedecer al Señor en esta ordenanza, su entrega al Señor tendrá mayor significado; pero debe entender que eso no le da la salvación.
           
En 1 Corintios Pablo es claro respecto a la misión de la iglesia:

1 Corintios 1:17
17 Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo.

Dios nos envió a predicar el evangelio, esa es la misión de la Iglesia.
           
Yo recibí a Cristo el 4 de Noviembre de 1979, fui bautizado en el Espíritu Santo el 2 de Enero de 1980, y fui bautizado en agua en Mayo de 1982.
           
A finales de 1980 me repartieron un folleto de un grupo cristiano que se reunía cerca de mi casa. Decidí ir el domingo en la mañana; pues, yo me reunía en las tardes.
           
Ya tenía cerca de un año de creyente, había casi terminado de leer la Biblia por primera vez, oraba, estaba predicando el evangelio, siendo guiado y usado por Dios.
           
Pero llego a este lugar y me dicen que si no soy bautizado en agua no soy salvo. El confesar a Jesús como Señor de mi vida no había sido suficiente, necesitaba algo más.
           
Mi abuelita paterna recibió a Jesús a los 96 años, 3 días antes de morir. Una mañana ella empezó a gritar desesperada, estaba viendo el infierno, veía gente que se quemaba y no quería ir ahí. Mi esposa y yo la escuchamos y fuimos a su cuarto, mientras yo oraba en lenguas, ella la guiaba a Jesús, después de tres horas, la paz estaba en ella.
           
Todo cambió, cuando Cristo entró en su corazón ella tuvo otra visión, ella empezó a ver a mi abuelo, que había partido al cielo 20 años antes, y a otros familiares. Y le dijo a mi abuelo que pronto iba ha estar con él. Los días siguientes, ella decía, que Jesús era bello y maravilloso. A los tres días ella partió al cielo sin dolor.
           
No tuvo tiempo para bautizarse; había estado 6 meses en cama, y no se levantó. Sin embargo, nadie me va ha decir que se fue al infierno por no bautizarse. Eso no es bíblico. Ella creyó en Jesús y lo confesó como su Señor.
           
Este grupo estaba equivocado, el bautismo en agua no nos salva; ciertamente es una experiencia espiritual, pero no es requisito para la salvación.
           
Sin embargo hay un bautismo que entra en acción cuando nacemos de nuevo, el bautismo del creyente dentro del cuerpo.

Estos tres bautismos los hacemos en el nombre e Jesús.

sábado, 26 de junio de 2021

El Nombre de Jesús - Clase 4 - El Nombre de Jesús y la Primera Iglesia

 


Clase 4
El Nombre de Jesús y la Primera Iglesia

Como estamos viendo; toda la autoridad y todo el poder que estaba en Jesús esta en Su Nombre, y Él  le dio Su Nombre a la Iglesia.

Cuando nos paseamos por el libro de Hechos vemos que los primeros cristianos conocían acerca de la autoridad que hay en el Nombre y como lo utilizaban para la expansión del reino de Dios.

Un caso clásico es la curación del cojo que solía pedir limosna en la puerta del templo que se llamaba la Hermosa:

Hechos 3:1-8
1 Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración.
2 Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.
3 Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna.
4 Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos.
5 Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo.
6 Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.
7 Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos;
8 y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.

Quiero que notemos aquí la seguridad que tenía Pedro al ministrar a este hombre; él conocía la autoridad que tenía en el nombre de Jesús; la cuestión no era si iba a sanar o no, sabía claramente que al usar el nombre de Jesús ese hombre sería sano.

Pedro no esperó que el hombre se levante sino que lo tomó de la mano derecha y lo levantó y en ese mismo instante el cojo fue completamente sanado.

En las campañas de sanidad que he tenido no he tenido la menor duda que la gente recibiría su sanidad al declarar el nombre de Jesús con confianza, sin necesidad de gritar sino solo diciendo: “Sean sanos en el nombre de Jesús.”

A veces me decían que no les diga que están sanos, y más de una vez me retaron, pero yo les decía que no tenía duda porque la sanidad no dependía de mi, cuando ministro yo dependo de la Palabra y del glorioso nombre de Jesús.

Esto fue lo que Pedro le explicó al pueblo de Israel que se congregó alrededor de ellos luego de este milagro:

Hechos 3:11-16
11 Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo,  atónito,  concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón.
12 Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?
13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad.
14 Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida,
15 y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.
16 Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.

Pedro sabía claramente que no era él quien estaba sanando  a este hombre sino que la fe en el nombre de Jesús estaba trayéndole esta sanidad al hombre cojo.

Otra cosa que vemos es como Pedro aprovechó el milagro producido en el nombre de Jesús para testificar acerca de Jesucristo.

En Hechos 4:12 podemos ver la conclusión de su mensaje: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”

Pedro les esta diciendo otra cosa que el sabía que en ningún otro nombre hay salvación, solo en el nombre de Jesús.

Me parece sorprendente lo que dice mucha gente, que no les gustan las sanidades y que luego se predique, por que según dicen ellos la persona vendría por las “añadiduras.”

Pero como vemos Pedro siendo “un ignorante galileo” no conocía estas cosas, si tan solamente hubiera sido tan sabio como estos hermanos hubiera dejado al pobre hombre pidiendo limosna, en fin era su medio de vida.

Pero no hizo eso, sino que usó el nombre de Jesús, sanó al hombre y luego la multitud estaba lista para escuchar el mensaje y recibir a Jesús.

En 1988 viajamos un grupo de 120 personas entre estadounidenses y peruanos a la ciudad de Arequipa al sur del Perú.

Un día en la plaza de armas había una mujer que no solo estaba ciega sino que tampoco tenía ojos su piel se había pegado y tapado la cavidad donde habían estado antes los ojos.

Entonces mi amigo le predicó y empezó a orar por ella, en ese momento la gente empezó hacer un círculo alrededor él viendo lo que pasaba con la mujer.

Y cuando oró por ella en el nombre de Jesús, 50 personas vieron como se formo primero una línea, luego pestañas, después se separó la piel y se empezaron a formar los ojos, finalmente la mujer empezó a ver.

Luego de esto 50 personas adultas vinieron a los pies de Cristo.

Y luego me encuentro con gente que me dice que no ore por los enfermos sino que solo les predique; perdónenme. . . pero, ¡no lo voy hacer!

Seguiré orando por los enfermos porque es parte del evangelio, y las sanidades llaman la atención de la gente para que luego acepten a Cristo.

Dejemos de lado las tradiciones y posturas religiosas y hagamos confiadamente lo que la Palabra dice; tengamos plena confianza en el poder del nombre de Jesús sobre todo nombre que se nombra.

Otra cosa que vemos en cuanto al Nombre es que los enemigos de la iglesia se dieron cuenta del poder que había en él.

Hechos 4:17-18
17 Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre.
18 Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.

Es tal el poder de este nombre que los ancianos de Israel con tal de paralizar el crecimiento de la iglesia les prohibieron hacer uso de este glorioso nombre, cosa que no estaba dispuesto hacer la primera iglesia.

En los versos 19 y 20 vemos que Pedro y Juan decidieron no obedecer esta prohibición: “Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.”

En Hechos 4:30 vemos como es que ellos sabían claramente cual era la clave del poder en su predicación: “Mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús”.

Era bien claro para ellos que al usar el nombre de Jesús Dios extendería su mano en sanidades, señales y prodigios.

Cuanto más el uso del glorioso nombre el día de hoy nos permitirá ver este poder de Dios en acción.

Yo he visto con mis propios ojos la manifestación de sanidades, señales y prodigios al usar el nombre de Jesús.

Hace unos años estaba gozándome al final de una reunión con el evangelista Gilmer Mucha Meza, cuando una hermana se nos acerca en silla de ruedas; yo le dije a Gilmer; “¿Quién la levanta? ¿Tu o yo?” el me respondió: “Los dos”. 

La tomamos cada uno de una mano, la sacamos de la silla de ruedas y solo me acuerdo que le gritaba una y otra vez mientras caminaba: “¡Camina en el Nombre de Jesús!”

La misma autoridad que tenía la primera iglesia la tenemos hoy en el nombre de Jesús.

El primer evangelista, Felipe, sabía esto claramente:

Hechos 8:5-12
5 Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo.
6 Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.
7 Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados;
8 así que había gran gozo en aquella ciudad.
9 Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande.
10 A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este es el gran poder de Dios.
11 Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas les había engañado mucho tiempo.
12 Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.

Aquí está Felipe, predicándoles acerca del Nombre de Jesús y la gente convirtiéndose y siendo sanada.

Una cosa en particular es el caso del mago Simón, quien aparentemente decía que tenía “el gran poder de Dios”, pero los samaritanos se dieron cuenta donde estaba ese gran poder de Dios, estaba en el Nombre de Jesús.

Es por eso que al momento de predicar no debemos dejar de lado la predicación de tan glorioso nombre ya que si queremos tener los resultados de la primera iglesia debemos usar los mismos principios espirituales que ellos usaron ya que Dios no ha cambiado ni acortado su mano para dejar de hacer milagros.

En Hechos 9 vemos la importancia del nombre en la vida del Apóstol Pablo:

Hechos 9:10-16
10 Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí,  Señor.
11 Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora,
12 y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.
13 Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén;
14 y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.
15 El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste,  para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;
16 porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.

Venía un gran cambio en la vida de Pablo, de ser un perseguidor del nombre estaba por convertirse en un predicador del Nombre de Jesús.

Hechos 9:20-22
20 En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios.
21 Y todos los que le oían estaban atónitos,  y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes?
22 Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo.

Casi al instante de convertirse Pablo ya estaba predicando acerca de la salvación que hay en el Nombre de Jesús.

En Hechos 16 podemos ver que Pablo también conocía la autoridad que tenía sobre los demonios en el nombre de Jesús:

Hechos 16:16-19
16 Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando.
17 Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación.
18 Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora.
19 Pero viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades

Pablo no tenía problemas en usar la autoridad que le había sido delegada, el sabía que el demonio tenía que irse al usar el nombre de Jesús.

Estos son parte de los pasajes que hablan acerca del Nombre de Jesús en el libro de los Hechos y que nos muestran claramente el uso que le dieron en esos tiempos iniciales de la iglesia.

Lo usaron para predicar el evangelio, para ministrar a los enfermos y lo usaron para echar fuera demonios; aprendamos de estos ejemplos y usemos el Nombre provechosamente.