viernes, 4 de junio de 2021

Como Aumentar Tu Fe


 

Como Aumentar Tu Fe

Romanos 10:8-17

Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? 15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios

En esta enseñanza veremos como aumentar nuestra fe.

Fe Para Salvación

En Romanos 10:8-17 vemos el proceso de la fe para recibir salvación, el cual puede usarse para cualquier cosa que necesites de Dios. En Efesios 2:8-9 dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no es de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe.

De este pasaje vemos que la fe es necesaria para la salvación. La salvación no viene por las obras o acciones del hombre, sino por la gracia de Dios y se recibe por medio de la fe fe. Por eso debemos entender de donde viene.

En nuestro pasaje de Romanos vemos que hay tres elementos para la fe:

1.El que da el mensaje

2.El mensaje

3.El oyente

En el capitulo 10 y 11 del libro de Hechos, vemos la conversión de Cornelio.

Hechos 10:1-6

Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre.

Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía: Cornelio. El, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios. Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro.  Este posa en casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que es necesario que hagas.

En este pasaje, vemos dos cosas. Lo primero es que por más justos que seamos, esto no es suficiente para recibir la salvación. No importa lo bueno que seamos, nuestras obras no son suficientes para darnos la salvación.

En el verso 22 vemos el testimonio que dieron de Cornelio: “Ellos dijeron: Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos, ha recibido instrucciones de un santo ángel, de hacerte venir a tu casa para oír tus palabras.”

No es suficiente ser bueno a los ojos de los demás, necesitamos oír las palabras de la salvación.

Lo segundo que vemos es que los ángeles no pueden predicar el evangelio, Dios no les encomendó esa tarea a ellos sino a nosotros. Es por eso que Jesús nos dio La Gran Comisión.

Marcos 16:15-16

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

En Hechos 11:11-17 Pedro relató al concilio de Jerusalén lo que sucedió:

Hechos 11:11-17

Y he aquí, luego llegaron tres hombres a la casa donde yo estaba, enviados a mí desde Cesarea. Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón, quien nos contó cómo había visto en su casa un ángel, que se puso en pie y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa. Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio.

Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?

Notemos que Cornelio necesitaba oír palabras, para poder ser salvo. Y al oír esas palabras es que recibió la vida eterna.

En este pasaje vemos los tres elementos de la salvación:

1. El que da el mensaje fue Pedro.

2. El mensaje fue la predicación del evangelio.

3. El oyente fue Cornelio y su casa.

De ahí vemos que la fe para salvación vino por el oír la predicación de la Palabra, específicamente en el área de la salvación.

El Logos y el Rhema

Romanos 10:17

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

Es interesante notar la palabra griega que se usa para palabra. Hay dos palabras que se usan en el Nuevo Testamento para palabra:

1. Logos: Nos habla de toda la Biblia en conjunto, toda junta en un paquete. La Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis.

2. Rhema: Nos habla de una materia especifica, de un tema de la Palabra de Dios.

La base de la fe es la Palabra de Dios; por eso, debemos entender que aspecto de la Palabra de Dios se necesita, para poder conseguirla.

En este pasaje bíblico, se utiliza la palabra Rhema; es decir, la fe viene cuando estamos oyendo una y otra vez un tema especifico de la Palabra de Dios. Notemos que la fe no viene por oír una sola vez la Palabra, sino por el oír de una manera continua la Palabra de Dios.

Mucha gente no recibe de Dios, porque no se toman tiempo para dejar que la fe crezca en su corazón. A lo largo de la Biblia podemos ver que debemos ser diligentes en nuestro estudio de la Palabra.

Josué 1:7-9

Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartara de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditaras en el, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en el está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.

En este pasaje vemos que Dios le dice a Josué, que la clave para el éxito en la vida se encuentra en el estudio diario de la Palabra de Dios. No solo una vez a la semana sino algo constante.

Si queremos tener fe para recibir de Dios necesitamos pasar tiempo en la Palabra de Dios para recibir lo que necesitamos.

Otra cosa que debemos entender es que a la hora de estudiar la Palabra de Dios siempre debemos tener un norte. 

Mucha gente lee la Biblia como si leyera un el horóscopo; toma la Biblia y le dice al Señor: “que tienes hoy para mi,” la abren y lo que les sale, es lo que piensan les está diciendo Dios.

Un hermano que usaba ese método, abrió su Biblia donde dice: “Judas fue y se ahorcó;” cuando lo leyó, pensó: “seguro que Dios se equivocó, leeré de nuevo para estar seguro.”

Volvió a abrir la Biblia y encontró: “Anda tu y haz lo mismo.” Al leer dijo: “Necesito una confirmación.”

La tercera vez abrió la Biblia y encontró: “Apresúrate, no te detengas;” y fue y se ahorcó.

Y aunque es una broma, muchos creyentes hacen así con la Biblia.

Esa no es la manera de leer la Biblia, ni es la manera de buscar dirección de Dios. En Romanos 8:14 vemos la forma como Dios guía a sus hijos: “Por que todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.” La forma en que Dios guía a sus hijos es a través de Su Espíritu.

Volviendo a nuestro tema; debemos de ser específicos a la hora que queremos desarrollar la fe en nuestras vidas.

Gálatas 6:7

No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare eso también segara.

En la parábola del sembrador, en Marcos 4:14 dice: “El sembrador es el que siembra la palabra.” Nosotros somos los que sembramos la Palabra en nuestros corazones; y cada semilla produce una cosecha en nuestras vidas. 

Si tu siembras semillas de salvación, eso es lo que tu recibirás en tu vida. Si siembras semillas de prosperidad, recibirás fe para prosperar. Si siembras semillas de sanidad, tendrás fe para ser sano.

Aunque en este caso estamos hablando de la salvación, esto puede aplicarse a cualquier área de la Biblia.

Fe Para Sanidad

Ahora veremos este proceso de la fe en la sanidad divina.

Hechos 14:7-10

Y allí predicaban el evangelio. Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado.

Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado,  dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo.

En este pasaje vemos a los tres elementos en el proceso de la fe:

1. El que da el mensaje es el apóstol Pablo

2. El mensaje es el evangelio

3. El oyente es el cojo de Listra

Hemos visto que la fe viene cuando un oye la Palabra de Dios; aquí vemos que Pablo estaba predicando el evangelio. ¿Qué es el evangelio? Evangelio significa buenas noticias.

En Lucas 4:18-19 el evangelio es descrito:

Lucas 4:18-19

El Espíritu del Señor esta sobre mi, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; ha predicar el año agradable del Señor.

En Hechos 10:38 vemos quienes son los oprimidos:

Hechos 10:38

Como Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y como este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Cuando Pedro predicó a Cornelio y los suyos, les dijo que los oprimidos que Jesús vino a liberar eran las personas enfermas. Y además que el opresor es el diablo. Por eso, cuando Pablo le predico el evangelio al cojo de Listra, le estaba diciendo que Jesús había venido a librarlo de su enfermedad, y eso produjo la fe en el para recibir su sanidad.

El cojo hizo tres cosas para poder recibir su milagro:

1. Oyó el evangelio.

2. Tuvo fe para ser sanado.

3. Actuó en la palabra de Pablo.

Este milagro que recibió el cojo también lo podemos recibir nosotros. Si tu sigues estos tres pasos también recibirás las cosas que necesitas para tu vida.

Tres Pasos Para Recibir Tu Milagro

Lo primero que debemos hacer es oír la Palabra de Dios acerca de lo que queremos recibir de Dios.

Debemos ser específicos; es decir, debemos oír el Rhema de Dios. Eso fue lo primero que hizo el cojo de Listra: “Este oyó hablar a Pablo;” estaba escuchando el evangelio que lo haría libre de su enfermedad.

Si necesitas sanidad, tu debes buscar los versos que te ofrecen la sanidad divina; por ejemplo, 1 Pedro 2:24 donde dice: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis curados.”

Si necesitas que Dios te prospere busca Filipenses 4:19 donde dice: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”

Debes mantenerte firme leyendo una y otra vez los versos que ofrecen lo que tu necesitas para estar listo para el siguiente paso.

Lo segundo que debemos hacer es tener fe en la Palabra acerca de lo que queremos recibir de Dios. Hemos visto que si estamos oyendo la Palabra es inevitable que tengamos fe; porque la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

Eso fue lo que le sucedió al cojo de Listra: “Viendo que tenia fe para ser sanado.”  Pablo vio que tenia fe para ser sanado; la fe se había producido debido a que había escuchado el evangelio, específicamente en el área de su sanidad. La fe es un asunto especifico; la fe siempre se utiliza para cosas especificas.

Si quieres recibir sanidad necesitas fe para sanidad; si quieres ser prosperado necesitas fe para ser prosperado; debes buscar los versos específicos para recibir lo que necesites.

Lo tercero que debemos hacer es actuar en la Palabra. Esto fue lo que produjo el milagro del cojo: “(Pablo) dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo.”

El cojo tuvo que hacer algo para poder recibir su milagro; de nada le hubiera servido tener fe, si es que el no hubiera saltado y caminado. Su acción fue lo que finalmente le dio su milagro.

En Santiago 2:17 dice: “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.” La Versión Amplificada lo traduce así: “Así también la fe, si no tiene obras (hechos y acciones de obediencia que la respalden) se ha destituido ella sola de poder (esta inoperativa, muerta).

La fe siempre se expresa a través de nuestras acciones, si no hacemos la Palabra de Dios, no recibiremos lo que queremos recibir de Dios.

En Santiago 1:22 dice: “Pero sed hacedores de la Palabra y no tan solo oidores, engañándoos a vosotros mismos.

Si tu no actúas en la Palabra de Dios; te estas engañando a ti mismo, pensando que vas ha recibir algo de Dios.

Cuando era joven, y recién estaba aprendiendo estas verdades, me encontré en la situación del cojo de Listra; jugando fútbol me fracturé la rodilla derecha; el liquido sinovial se derramó y mi rodilla creció al doble de su tamaño. Como sabía algo acerca de la sanidad divina, empecé a colocar en mi los versos que la ofrecían. Leí Isaías 53:4-5, Mateo 8:17 y 1 Pedro 2:24; donde dice que Jesús tomó nuestras enfermedades, llevó nuestras y por sus llagas fuimos nosotros curados.

Me pasaba horas leyendo y declarando estos versos, pero no llegaba el Rhema. Al tercer día fui al hospital para que me revisen. El doctor me colocó un yeso en la pierna y me dijo que debía estar por dos semanas, y después debía estar un tiempo indefinido con una venda elástica alrededor de la rodilla.

Al regresar a mi casa, continué estudiando la Palabra de Dios, hasta que finalmente, al tercer día, recibí el Rhema y junto a él la fe para recibir mi sanidad. Ese viernes fui a un servicio de la iglesia; y mientras escuchaba la predica, el Espíritu Santo me dijo: “Si tu dices que Dios te ha sanado; ¿qué haces con un yeso?

Así que tome una decisión de actuar; en la mañana siguiente, me metí a la ducha, y deje que el agua cayera durante una hora sobre el yeso, hasta que se salió de mi pierna. Cuando salió el yeso, mi rodilla estaba completamente sanada.

Había seguido esos tres pasos y recibido mi sanidad.

Tu también puedes recibir lo que necesitas de Dios, solo debes de hacer estas tres cosas:

1. Oye la Palabra de Dios.

2. Ten fe en la Palabra de Dios.

3. Actúa en la Palabra de Dios.



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