jueves, 17 de junio de 2021

El Ministerio de Apóstol - Clase 9 - La Gracia Para Servir


La Gracia Para Servir

Efesios 4:7 (Biblia Expandida)
7 Pero a cada uno de nosotros (individualmente) se nos ha concedido (repartido) la gracia (el favor de Dios que nos capacita para cumplir nuestro llamado) conforme (en proporción) a la medida del don de Cristo (el Ungido).

Junto con el llamado todo creyente ha recibido una gracia específica para servir dentro del Cuerpo de Cristo y que lo capacita cumplir con aquello que Dios le ha encomendado hacer; sea como parte del ministerio quíntuple (Efesios 4:8-16) o para su funcionamiento dentro de la iglesia local (Romanos 12:3-8).
Definamos la gracia para servir:
La gracia para servir es la habilidad de Dios liberada y obrando hacia una persona capacitándolo para trabajar efectivamente en el área a la cual Dios lo ha llamado.
Es distribuida por Dios en varias medidas de acuerdo a Su elección y llamado. Uno no puede escoger tener todos ni cualquier aspecto de la gracia para servir. Uno no puede elegir ser apóstol, profeta o cualquier otro llamado; Dios es quien los coloca.
La gracia de Dios es un depósito divino que Dios coloca en una persona, y obra a través de su vida y ministerio. Uno puede ver a una persona y pensar que nunca podría hacer lo que esa persona hace; es una gracia especial que Dios puso en esa persona.
La gracia para servir es la fuente de donde salen todos los dones ministeriales y habilidades divinas que fluyen en el Cuerpo de Cristo.
Dios nos da la gracia (o gracias) para servirle en ciertas capacidades para las cuales Él nos equipa. Por eso, si descubrimos que no estamos equipados entonces es posible que no estemos llamados para hacer eso.
Romanos 1:1-5
1 Pablo,  siervo de Jesucristo,  llamado a ser apóstol,  apartado para el evangelio de Dios,
2 que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras,
3 acerca de su Hijo,  nuestro Señor Jesucristo,  que era del linaje de David según la carne,
4 que fue declarado Hijo de Dios con poder,  según el Espíritu de santidad,  por la resurrección de entre los muertos,
5 y por quien recibimos la gracia y el apostolado,  para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre.

En este pasaje vemos que Pablo siempre reconocía y colocaba en primer lugar su posición de servicio. Debemos tener siempre esto en mente para que no se nos suba a la cabeza; es bien fácil caer en el orgullo.
Nosotros no entramos en el ministerio por nosotros mismos; no es cuestión de nuestras propias habilidades sino de aquel que nos llamó y equipo para la obra.
Pablo (al igual que nosotros) tenía una gracia divina para pararse en el oficio para el cual había sido llamado.
Debemos encontrar nuestro llamado para operar en esa área.
Romanos 12:3-8
3 Digo,  pues,  por la gracia que me es dada,  a cada cual que está entre vosotros,  que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener,  sino que piense de sí con cordura,  conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
4 Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros,  pero no todos los miembros tienen la misma función,
5 así nosotros,  siendo muchos,  somos un cuerpo en Cristo,  y todos miembros los unos de los otros.
6 De manera que,  teniendo diferentes dones,  según la gracia que nos es dada,  si el de profecía,  úsese conforme a la medida de la fe;
7 o si de servicio,  en servir;  o el que enseña,  en la enseñanza;
8 el que exhorta,  en la exhortación;  el que reparte,  con liberalidad;  el que preside,  con solicitud;  el que hace misericordia,  con alegría.

Dios trata con cada creyente de acuerdo a la gracia que le ha dado; a diferencia de la gracia salvadora y la gracia para estar firme que es la misma para todos.
El contexto del versículo 3 nos muestra que la “medida de fe” no es tanto una proporción de fe que Dios reparte en el nuevo nacimiento sino la que recibe el creyente para ir realizando su función según el don que ha recibido para bendecir al cuerpo de Cristo.

Lo que Pablo está tratando de decir es lo siguiente: “Miren, ustedes saben que yo no me enorgullezco por la medida del don de gracia que he recibido sino que pienso de mi correctamente, porque se que no fui yo sino fue Dios quien me dio la proporción necesaria de fe para realizarlo. Así que ustedes no tengan más alto concepto de sí mismos del que debieran, porque no fueron ustedes sino Dios quien les dio la medida exacta de fe para realizar la función que están realizando dentro del Cuerpo de Cristo.”
Aquí Pablo colocó el balance, todos tenemos la gracia para servir pero hay unciones mayoras que otras y Dios le dio a cada creyente una medida de fe para realizar el ministerio que nos ha encomendado.
Veamos cómo funcionan estos dones:
No toda la predicación es profecía pero la profecía puede ocurrir durante la predicación; algunos ni siquiera se dan cuenta. La percepción de la gente de los dones espirituales a menudo no es nada más que su entendimiento del paquete.
Por ejemplo, cuando hablamos del don de misericordia; todos los creyentes deberían mostrarla pero hay una gracia especial de misericordia.
El peligro ocurre cuando pensamos que por tener una inclinación hacia un área significa que no debemos servir, ni tener misericordia ni dar, ni cualquier otra función.
Recordemos que somos llamados para servir no para edificar un trono basado en nuestro depósito de gracia de un don especial.
1 Corintios 3:10
10  Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada,  yo como perito arquitecto puse el fundamento,  y otro edifica encima;  pero cada uno mire cómo sobreedifica.

La gracia ministerial es una gracia para servir; esta gracia nos capacita para ministrar y servir a Dios con efectividad; solo debemos cedernos a esa gracia.
Es posible también que Dios te haya concedido la gracia para hacer algo y no quieras cederte a ella, a pesar que Dios haya puesto en ti el depósito para poder servirlo.
1 Corintios 4:6-7
6 Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros,  para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito,  no sea que por causa de uno,  os envanezcáis unos contra otros.
7 Porque  ¿quién te distingue?  ¿o qué tienes que no hayas recibido?  Y si lo recibiste,  ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?

Otro peligro es que a veces exaltamos las personalidades humanas en vez de agradecer por la gracia que hay en ellos.
Debemos entender que no hay motivo para gloriarnos ya que todo lo que hacemos es debido a la gracia que hemos recibido de Él. Cuando hacemos algo, en realidad es Dios haciéndolo a través nuestro para poder bendecir a otras personas.
1 Corintios 15:10
10  Pero por la gracia de Dios soy lo que soy;  y su gracia no ha sido en vano para conmigo,  antes he trabajado más que todos ellos;  pero no yo,  sino la gracia de Dios conmigo.

Pablo nos está diciendo aquí que el lugar donde Dios quiere llevarnos como ministros es un lugar donde estemos tan sincronizados y armonizados con Él que no sepamos si somos nosotros o la gracia de Dios que está en nosotros.
Colosenses 1:24-29
24 Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros,  y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo,  que es la iglesia;
25 de la cual fui hecho ministro,  según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros,  para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios,
26 el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades,  pero que ahora ha sido manifestado a sus santos,
27 a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles;  que es Cristo en vosotros,  la esperanza de gloria,
28 a quien anunciamos,  amonestando a todo hombre,  y enseñando a todo hombre en toda sabiduría,  a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre;
29 para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.

Al hacer la obra de Dios. Es Dios quien está actuando poderosamente en nosotros a través de Su gracia.
Marcos 16:20
20  Y ellos,  saliendo,  predicaron en todas partes,  ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían.  Amén.

Marcos 16:20 (Nuevo Testamento de Arcas y Fernández)
20 Los discípulos salieron en todas direcciones a anunciar el mensaje. Y el Señor mismo les ayudaba, y confirmaba el mensaje acompañándolo con señales milagrosas.

Marcos 16:20 (Biblia en Lenguaje Sencillo)
20 Y los discípulos, por su parte, salieron a anunciar por todas partes las buenas noticias del reino. El Señor Jesús los acompañaba y los ayudaba por medio de señales milagrosas, y así Dios demostraba que los discípulos predicaban el mensaje verdadero. Amén.

Marcos 16:20 (Biblia Latinoamericana)
20  Ellos, por su parte, salieron a predicar en todos los lugares. El Señor actuaba con ellos y confirmaba el mensaje con los milagros que lo acompañaban.

Jesús trabaja con nosotros cuando predicamos Su Palabra y Dios la confirma siempre con señales y milagros.

Gálatas 1:15-16
15 Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia,
16 revelar a su Hijo en mí,  para que yo le predicase entre los gentiles,  no consulté en seguida con carne y sangre.

Dios llamó a Pablo por Su gracia, para revelar a Su Hijo en él. Eso es lo que hace la gracia revela a Su Hijo en mí y a través de mí.
Gálatas 2:7-9
7 Antes por el contrario,  como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión,  como a Pedro el de la circuncisión
8 (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión,  actuó también en mí para con los gentiles),
9 y reconociendo la gracia que me había sido dada,  Jacobo,  Cefas y Juan,  que eran considerados como columnas,  nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo,  para que nosotros fuésemos a los gentiles,  y ellos a la circuncisión.

Dios puso un Pablo una gracia apostólica para llevarles el Evangelio a los gentiles; cuando Dios coloca en alguien una gracia para servir en el interior es porque tiene un propósito exterior.
En estos versos que hemos visto de Gálatas se define la gracia para servir; cuando Dios elige revelar a Cristo en nosotros para obrar eficazmente en nuestro interior, y actuar poderosamente a través nuestro hacia una persona específica; no lo hace porque seamos gente maravillosa sino porque Dios ama a esa persona.
Efesios 3:1-8
1  Por esta causa yo Pablo,  prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles;
2  si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros;
3  que por revelación me fue declarado el misterio,  como antes lo he escrito brevemente,
4  leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo,
5  misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres,  como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu:
6  que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo,  y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio,
7  del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder.
8  A mí,  que soy menos que el más pequeño de todos los santos,  me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo.

Pablo recibió una administración de la gracia de Dios para anunciarles el evangelio a los gentiles.
La palabra que se usa para “administración” es oikonomia, que viene de oikos (casa) y nomos (ley), así que podríamos traducirla como “la ley de la casa”. Esta palabra nos habla en sentido general de la supervisión, gerencia y administración que uno tiene sobre algo.
A Pablo se le dio la responsabilidad de tener la supervisión o gerencia sobre la gracia de Dios que Dios en el sentido de que tenía que administrarla públicamente.
En el verso 6 vemos la revelación de la gracia de Dios que Pablo recibió en cuanto a su ministerio con los gentiles y la responsabilidad que tenía de predicar y enseñar esa revelación que recibió.
Nosotros también hemos recibido una administración de la gracia de Dios para servirlo específicamente en aquello para la cual hemos sido llamados.
Filipenses 1:6-7
6  estando persuadido de esto,  que el que comenzó en vosotros la buena obra,  la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;
7  como me es justo sentir esto de todos vosotros,  por cuanto os tengo en el corazón;  y en mis prisiones,  y en la defensa y confirmación del evangelio,  todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia.

Todos somos participantes de la gracia.
Es el Señor quien nos hace ministros; Quien nos pone en la iglesia y quien nos da la gracia para servirlo.
Cuando recibimos la gracia siempre viene con un objetivo; el objetivo de Pablo eran los gentiles; cuando recibimos la gracia nuestro objetivo es siempre ministrar a otros.
Hebreos 12:28
28 Así que,  recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia.

Sirvamos a Dios agradecidos por lo que Él hizo por nosotros.
1 Pedro 4:10-11
10  Cada uno según el don que ha recibido,  minístrelo a los otros,  como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
11  Si alguno habla,  hable conforme a las palabras de Dios;  si alguno ministra,  ministre conforme al poder que Dios da,  para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo,  a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.  Amén.

Debemos administrador el don que hemos recibido a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
Wuest traduce el verso 10 de esta manera: “En cualquier calidad o cantidad que cada uno haya recibido un don, minístrelo entre ustedes como buenos mayordomos de la variada gracia de Dios.”
El término don que se usa aquí es carisma, que es un don de gracia, un don que involucra la gracia (caris) de parte de Dios como el dador; y se refiere a capacidad espiritual especial de gracia que reciben ciertos creyentes para ayudarlos a realizar a las obligaciones especiales para las cuales Dios los ha llamado.
La palabra administrador nos habla literalmente de un mayordomo, o alguien que gobierna una casa; y de la responsabilidad del uso y disposición apropiada para algo que se ha confiado al cuidado de uno.

La gracia para servir administra el don que Dios nos dio para que ministremos a otros. 

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