lunes, 30 de diciembre de 2013

La Tricotomía del Hombre

La Tricotomía del Hombre


En esta ocasión veremos la tricotomía del hombre, o como dicen algunos, las tres dimensiones del hombre.

Empecemos desde el principio:

Génesis 1:26-28
26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos;  llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, y le dio autoridad y señorío sobre toda su creación.

La Biblia de Fácil Lectura (ERV – Easy Read Bible) dice: “Hagamos personas como una copia de nosotros.”

La Biblia El Mensaje lo coloca así: “Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen haciendo que reflejen nuestra naturaleza para que así sean responsables de….”

La traducción en Lenguaje Actual lo pone así: “Hagamos ahora al ser humano tal y como somos nosotros.”

En Génesis 2:7 encontramos un segundo relato de la creación del hombre: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra,  y sopló en su nariz aliento de vida,  y fue el hombre un ser viviente.”

La palabra “aliento” es el término hebreo “neshama”, que significa aliento, soplo, espíritu, alma entre otros.

Barnes explica la frase “aliento de vida” de esta manera:

El “aliento de vida” es especial en este pasaje. Expresa el elemento espiritual y principal que hay en el hombre, que no es formado, sino soplado en la parte física del hombre por el creador. Esta parte racional es en la que llevamos la imagen de Dios, y se acomoda para ser su vicegerente en la tierra. Como la tierra fue preparada para ser su habitación, así el cuerpo para ser el cuerpo para ser el órgano del aliento de vida que es su esencia, el mismo.

La Biblia de Oro traduce este versículo así: “Formó, pues, el Señor Dios al hombre del lodo de la tierra, y le inspiró en el rostro un soplo o espíritu de vida, y quedó hecho el hombre viviente con alma racional.”

Lo que me gusta de esta versión es que muestra lo que hizo Dios, el creó al hombre del polvo de la tierra (le dio un cuerpo), colocó en él el aliento, soplo o espíritu de vida (le dio un espíritu) y le dio un alma racional, es decir, una vida pensante.

Es lo que nos enseña más adelante Primera de Tesalonicenses:

1 Tesalonicenses 5:23
23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

El hombre es un ser trino, a la imagen y semejanza de Dios.

En Juan 4:24 dice: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.”

Dios es espíritu, y creó al hombre como un ser espiritual, que además posee un alma y habita en un cuerpo.

A veces la gente confunde entre el espíritu y el alma, y piensan que son lo mismo. De niño fui enseñado de esa manera, y así crecí hasta que encontré la verdad en la Biblia.

En Hebreos 4:12 podemos ver esta gran verdad: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”

La Biblia es el instrumento por el cual podemos partir el alma y el espíritu, claro que haciéndolo por cuestión de estudio.

El alma tiene que ver con nuestros pensamientos, nuestra vida intelectual y pensante, es el lugar de nuestras ideas, emociones y decisiones.

El espíritu es el mismo corazón del hombre, es el verdadero hombre, la parte que se contacta con Dios y donde reside la isma vida del hombre.

En 1 Pedro 3:3-4 encontramos nuevamente al espíritu del hombre, siendo llamado, el hombre interno, el del corazón: “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.”

Mucho se ha usado estos versículos para condenar a las propias mujeres acusándolas de vanidosas tan solo por el hecho de estar bien arregladas; pero, ¿de eso es lo que está hablando ese versículo?

Cuando fui pastor en la ciudad de Talara, al norte del Perú, vino un grupo de jóvenes presentando una obra de teatro evangelística.

Nos invitaron a una radio cristiana que continuamente atacaban a las hermanas que se pintaban. Fui con una hermana que estaba arreglada, y el pastor le preguntó de frente: “¿Qué piensa de la vanidad?” Ella le contestó: “Una casa pintada se ve más bonita.”

Fin del tema. Se quedó sin palabras el pastor.

Esté versículo no habla de eso, lo que dice es que no estemos tan preocupados de las cosas externas, de cómo se vea nuestro cuerpo, sino que la importancia principal debe ser nuestro espíritu, ocuparnos de las cosas de Dios.

No digo que tengamos que estar desarreglados, pero, ¿qué necesidad hay de ser un metrosexual?

Pero veamos aquí que hay un hombre externo y un hombre interno.

Concluimos que el hombre es un ser tripartito, tiene un espíritu, una alma y un cuerpo.

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