En esta enseñanza Kenyon nos muestra como la teología moderna a desechado la posición de Dios como Padre, y a los creyentes como nuevas creaciones en Cristo Jesús.
Capítulo
10
LA
VERDADERA CONCEPCIÓN DE DIOS
La conciencia de pecado nos ha dado una
figura equivocada de Dios y una figura equivocada de la nueva creación.
Ella nos ha hecho ver a Dios, como un
Ser Santo, Justo, Severo e inapelable que está siempre alerta para descubrir
pecado en nosotros y condenarnos.
Esta concepción nos hace temer a Dios y
alejarnos de Él.
Esta concepción es errónea; Él es un
Dios Padre.
Juan 14.23, dice que Él hará morada con
nosotros. "Respondió Jesús y le
dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a
él, y haremos morada con él".
Juan 16.27 dice: "Pues el Padre mismo os ama".
Juan 17.23 dice: "Para que el mundo conozca que tú me
enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado".
Esto es un completo rechazo de la teología
moderna sobre Dios Padre.
Cuando lo conocemos como alguien que
ama, el tierno Padre que anhela nuestra comunión y anhela vivir con nosotros,
toda la figura es cambiada.
Nunca se le ha dado su lugar a la
enseñanza de la relación.
Nunca hemos pensado en nosotros mismos
como hijos e hijas de Dios.
Muchos de los himnos escritos en este
asunto nos dicen que somos adoptados en la familia de Dios.
Sabemos que un hijo adoptivo no es un
hijo real y nunca podrá ser.
El hijo de Dios no sólo es recreado y
nacido del Espíritu de Dios, sino que también es legalmente adoptado.
Romanos 8.15, "Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez
en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual
clamamos: ¡Abba, Padre!".
Él tiene una relación doble; una
relación legal y una relación vital con el Dios Padre.
La Palabra declara que somos nuevas
creaciones, que las cosas viejas conectadas con la "Naturaleza Caída" pasaron. Las cosas antiguas de la duda, del
miedo y de la atadura a la enfermedad y la necesidad pasaron.
La realidad de la nueva creación nunca
fue traído a la superficie.
Romanos 6.5-11 dice: "Porque si fuimos plantados juntamente con él
en la semejanza (o unidad) de su
muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que
nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del
pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha
muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que
también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los
muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto
murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive.
Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en
Cristo Jesús, Señor nuestro.".
La nueva creación está completa en
Cristo, perfectamente cuidada, perfectamente amada.
En presencia de esos grandes pasajes,
como 2 Corintios 5.21, deberíamos rechazar todo pensamiento de debilidad y
conciencia de pecado, levantarnos al nivel de nuestro lugar en Cristo y
declarar nuestra libertad.
"Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que
nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”.
Nos hemos convertido en la justicia de
Dios en él, pero hemos vivido como esclavos cuando deberíamos reinar como
reyes. Cedemos sin luchar cuando oímos al adversario rugir sobre nuestra
indignidad de permanecer en la presencia de Dios.
Cada vez que confesamos nuestra
debilidad, rechazamos la obra consumada de Cristo y depreciamos nuestra
posición y presencia en Cristo.
Filipenses 4.13 dice: " Todo lo puedo en Cristo que me fortalece".
La mente de estar plenamente satisfecha
con la evidencia de la nueva creación, una redención del dominio de satanás y la
emancipación de los pecados.
Esto sólo puede venir a nosotros a
través de la Palabra.
El problema del pecado deja de ser un
problema en el momento que sabemos lo que somos en Cristo.
La fe sólo es un problema para aquellos
que son ignorantes de sus derechos y privilegios y sus lugares en Cristo.
Hebreos 1.3-4 nos dice que cuando Cristo
hizo la gran sustitución, se sentó la diestra de la Majestad en las alturas.
"El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su
sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder,
habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo,
se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los
ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos”.
Él no podía ser aceptado por el Padre y
haber recibido ese trono a la diestra del Padre a menos que hiciera posible
tener a la Nueva Creación, una comunión perfecta, y una posición perfecta con
el Padre para todos los que crean en Él.
Hebreos 9.11-12, nos dice que Cristo
llevó su sangre al lugar santísimo celestial e hizo una redención eterna.
"Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes
venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es
decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros,
sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo,
habiendo obtenido eterna redención.".
Si eso fue hecho, entonces nuestra
redención es una cosa completa y terminada. Dios declara que lo es.
El dominio de Satanás sobre nosotros
está terminado.
Hebreos 9.24-26, nos cuenta que Él está
en la presencia del Padre a nuestro favor, después de aniquilar el pecado con
su propio sacrificio.
Hebreos 7.25 dice: "Por lo cual puede también salvar
perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para
interceder por ellos".
La palabra "SALVAR" también significa "CURAR".
En su mente no existen no curables.
Él pone el punto culminante en todo al
declarar que hizo un sacrificio por los pecados para siempre, por lo que el
hombre que lo acepta como Salvador se convierte en un Hijo de Dios.
Como su hijo, el hombre se convierte en
la justicia de Dios en Cristo.
Ahora podemos acercarnos al Padre en
cualquier momento o en cualquier lugar con la tranquilidad que tenemos una entrada.
La fe cesó de ser un problema. El pecado
cesó de ser un problema. La justicia ha cesado de ser un problema. La filiación
ha dejado de ser un problema.
Ahora somos en Cristo, nuevas
creaciones, hijos de Dios.
1 Juan 3.2 dice: "Amados, ahora
nosotros somos hijos de Dios".
No somos hijos problemáticos. Somos
hijos dotados de Su capacidad, hijos amados del Padre.
Traducido del libro "Dos Clases de Justicia" de E. W. Kenyon
Puedes leer los capítulos anteriores siguiendo estos enlaces:
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 1
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 2
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 3
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 4
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 5
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 6
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 7
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 8
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 9
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 10
Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 11