Epístola a los Efesios
La Epístola a los Efesios es una carta dirigida a la iglesia, en la cual Pablo le muestra a la Iglesia lo que es en Cristo, su posición, su autoridad, sus beneficios y su caminar.
En este primer capítulo Pablo les recuerda cual es el propósito de la iglesia, y que es lo que ha hecho particular en cada creyente, además de mostrar cual es su propósito divino.
En los versos del 15 al 23 nos muestra la primera de las dos oraciones que hace Pablo por los creyentes en esta Epístola, en la cual ora para que tengamos una revelación de la obra que Cristo hizo en y por nosotros. Lo que somos en Cristo, lo que tenemos en Cristo y lo que podemos hacer en Cristo.
Capítulo 1
1 Pablo, apóstol (mensajero,
agente, enviado especial) de Jesucristo (el Ungido), por la voluntad divina (el
plan, propósito y elección de Dios) a los santos (consagrados y separados) que residen en Efeso y a los fieles, leales y
firmes (creyentes) en Cristo (El Ungido) Jesús.
2 Gracia (el favor y la buena
voluntad de Dios hacia nosotros) y paz (bienestar) de parte de Dios nuestro
Padre y del Señor Jesucristo.
3 Bendito (alabado y adorado) sea
el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo (el Ungido) Quien nos bendijo con
toda (y cada) bendición espiritual (dada
por el Espíritu Santo) en los lugares celestiales en Cristo.
4 Dios [en Su amor] nos eligió
[nos tomó para ser de Su propiedad] en Cristo (el Ungido) desde antes de la fundación
del mundo, para que seamos santos (consagrados y separados para Él) y sin
mancha (libres de todo pecado) delante de Él,
5 en amor, eligiéndonos de
antemano (predestinándonos) para ser adoptados como Sus hijos por medio de
Cristo (el Ungido); según la buena intención y propósito de Su voluntad.
6 Para alabanza de la gloria de
su gracia (el favor y la buena voluntad de Dios hacia nosotros) que
gratuitamente nos ha impartido y con la cual nos otorgó el honor especial de
ser aceptos en el Amado.
7 En quien tenemos redención
(liberación, salvación y rescate) a través de su sangre, la remisión (perdón y
libertad) de nuestros pecados (faltas y transgresiones), según las [abundantes]
riquezas de su gracia (el favor y la buena voluntad de Dios hacia nosotros).
8 Que Él derramó
sobreabundantemente sobre nosotros con toda clase de sabiduría e inteligencia
(prudencia, y entendimiento práctico y espiritual).
9 Haciéndonos conocer el misterio
(secreto) de Su voluntad (de Su plan y propósito). De acuerdo a Su buen
propósito que de antemano se había propuesto y que estableció en Cristo (el
Ungido),
10 para realizarlo en la
[dispensación de la] plenitud de los tiempos y clímax de las edades, de reunir,
dirigir y consumar todas las cosas en Cristo (el Ungido), las que están en los
cielos y las que están en la tierra.
11 En Él también hemos sido
constituidos herederos y tenemos parte en la herencia de Cristo, porque Dios,
en Su propósito soberano (según el designio
de Su voluntad), nos predestinó (eligió y destino de antemano) para ser
suyos,
12 a fin de que nosotros, que
fuimos los primeros en poner nuestra esperanza en Cristo (el Ungido), seamos [y
sirvamos] para alabanza de su gloria.
13 En Él también ustedes,
habiendo escuchado la Palabra de la verdad, el Evangelio (la Buena Nueva) de su
salvación, y creído también en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de
la Promesa,
14 este sello es las arras (el
enganche, el pago anticipado) de nuestra herencia hasta la redención completa
de la posesión adquirida, para alabanza
de su gloria.
15 Por ese motivo yo, habiéndome
informado de vuestra fe en el Señor Jesús
y del amor que demuestran por todos los santos (el pueblo de Dios),
16 no ceso de dar gracias por
ustedes, recordándolos (teniéndolos siempre presentes) y haciendo mención de
ustedes en mis oraciones.
17 [Siempre oro para que] para
que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, les conceda
espíritu de sabiduría y de revelación (el entendimiento de los misterios y
secretos) en la esfera de un [perfecto y completo] conocimiento de Él,
18 para que sean iluminados los
ojos de vuestros corazones (espíritus) para que sepan y entiendan la esperanza
a la que Él los ha llamado, cuales son las riquezas de la gloria de su herencia
en los santos (los consagrados y separados para Él),
19 y [para que puedan conocer y
entender] cuál es la extraordinaria, ilimitada y superabundante grandeza
(magnitud) de Su poder inherente para con nosotros los que creemos, según la
energía operativa (actividad propia) de Su poderosa fuerza,
20 que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó
de entre los muertos y lo sentó a Su diestra en los lugares celestiales,
21 muy por encima de todo principado y autoridad
y poder y dominio, y de cualquier otro
nombre [por encima de cualquier título que pueda ser conferido] que se
invoque, no sólo en este mundo presente
sino también en el venidero.
22 Y Dios sometió todas las cosas
debajo de sus pies, y lo constituyó sobre todas las cosas como cabeza universal
y suprema de la iglesia [no como una organización, sino como un cuerpo
invisible de creyentes],
23 la cual es Su cuerpo, la
plenitud de aquel que llena todas las cosas en todos [para que en ese cuerpo
viva la medida total de aquel que completa todas las cosas, y que en cualquier
lugar llena todas las cosas consigo mismo].