lunes, 13 de enero de 2020

Nuestras Realidades Espirituales en Cristo - Clase 4



Capítulo 4
Nuestra Justificación

2 Corintios 5:17-21
17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.  

Hemos sido hechos nuevas criaturas en Cristo Jesús, las cosas viejas ya pasaron, todo es hecho nuevo. Sin embargo, cuando recibimos a Jesús todo parecía ser igual exteriormente; teníamos el mismo pelo, los mismos ojos, el mismo cuerpo, pensábamos igual, sentíamos lo mismo; ¿dónde fue el cambio?

1 Tesalonicenses 5:23
23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

El hombre es un ser trino, tiene un espíritu, un alma y un cuerpo. Pero aunque tiene tres partes, el hombre es un solo ser.

El espíritu es la parte central del hombre, la verdadera persona. El alma es la parte mental del hombre, donde está su intelecto, sus pensamientos, sentimientos deseos y voluntad, el cuerpo es la parte exterior del hombre, donde se encuentran los sentidos físicos.

Podemos decirlo así: “El hombre es un espíritu que posee un alma y vive en un cuerpo.”

Al nacer de nuevo la parte de nuestro ser que se convierte en una nueva criatura es nuestro espíritu.

Romanos 12:2
2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Nuestra alma no ha sido cambiada por eso debemos hacer algo con ella, debemos renovar nuestra mente con la Palabra de Dios.

1 Pedro 1:23
23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

1 Pedro 1:23 (Nuevo Testamento de Arcas y Fernández)
23 Por cuanto habéis nacido de nuevo, no de un padre mortal, sino de uno inmortal, mediante la palabra de Dios viva y permanente.

Hemos nacido de nuevo por la Palabra de Dios.

En Juan 3 Jesús habló con Nicodemo acerca del nuevo nacimiento:

Juan 3:1-8
1 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. 
2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.

Nicodemo no estaba entendiendo las palabras de Jesús, pensaba que Jesús le estaba hablando acerca de la reencarnación: por eso le preguntó si un hombre debía volver de nuevo al vientre de su madre y nacer, pero Jesús le estaba hablando de algo completamente diferente, del renacimiento del espíritu humano.

Efesios 2:1-10
1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,
3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,
7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
9 no por obras, para que nadie se gloríe.
10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.  

Debido al pecado, estábamos muertos espiritualmente, es decir, separados de Dios. Pero Dios nos dio vida cuando hizo resucitar nuestro espíritu muerto y nos sentó en los lugares celestiales juntamente con Cristo.

Como vimos en 2 Corintios 5:21: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”

Jesús que nunca había pecado, tomó nuestro lugar y se hizo pecado por nosotros para que fuésemos justos delante de Dios.

Un pasaje muy conocido por todos nosotros es Romanos 3:23, que dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” Este pasaje siempre lo usamos cuando predicamos, pero no nos damos cuenta de que lo estamos sacando de su contexto.

Romanos 3:21-26
21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;
22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,
23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,
26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

El contexto de este pasaje es la justicia de Dios, la justificación ha sido provista gratuitamente por Dios a todos los hombres mediante la redención que es en Cristo Jesús, debido a que todos los hombres sin excepción son incapaces de salvarse por si mismos debido al pecado que es lo que los separa de Dios.

Esta palabra justificación significa sencillamente que Dios nos declaró inocentes e hizo justos no por nuestras propias acciones de justicia sino por medio de la obra de Cristo.

En 2 Corintios 5:19 vimos: “que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.” Es decir, Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo, no tomándole a los hombres sus pecados; y es lo que vemos en los versos 25 y 26, que por medio de la sangre de Jesús Dios manifestó su justicia, debido a que pasó por alto nuestros pecados pasados con el fin de manifestar su justicia.

No son nuestras propias acciones, no son nuestras obras de justicia. Como dice en Isaías 64:6: “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia.”

No es nuestra justicia, pues ella es incapaz de alcanzar a Dios, ya que para el es como un trapo de inmundicia. La traducción literal se que nuestras propias justicias son para Dios como un trapo de menstruación usado.

En Romanos 5 vemos:

Romanos 5:17-19
17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.
19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.

Debido al pecado de Adán es que la condenación y la muerte espiritual reinaron en el mundo sobre todos los hombres, los cuales se volvieron pecadores; pero por medio de Jesucristo, los hombres han sido constituidos justos.

Ahora podemos caminar con la cabeza levantada, sin temor, culpabilidad ni condenación porque somos nuevas criaturas que han sido justificadas por Cristo.

Ya no eres un pecador ahora eres un justo.

Cuando Satanás te diga que eres un sucio pecador dile: “eres un mentiroso, yo soy justo delante de Dios.”

Antiguamente yo decía: “Soy un pecador salvo por gracia”; pero ya no, ahora sé lo que soy, “soy un justo salvo por gracia.”

En Romanos 5:1 dice: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” Dios ya no tiene nada contra nosotros, estamos en paz con Él. En los versos del 8 al 11 amplia más esta idea:

Romanos 5:8-11
8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
11 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.   

Ya no somos enemigos con Dios, la ira de Dios ya no está contra nosotros, por medio de la sangre de Cristo hemos sido justificados y reconciliados con Dios.

No, ya no son los pecados los que separan al hombre de Dios, es un solo pecado el que causa la separación, el no creer en Jesús; como dice en Juan 16:

Juan 16:8-9
8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
9 De pecado, por cuanto no creen en mí.

Es por eso que el infierno está hoy lleno de personas cuyos pecados han sido perdonados, por un solo motivo, porque decidieron no creer en Jesús.

Pero nosotros, que hemos decidido creer en Jesucristo hemos recibido la justificación, es decir, hemos sido declarados inocentes y hechos justos,

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