sábado, 11 de septiembre de 2021

Estudios Básicos de la Biblia - E. W. Kenyon - Lección 12


Lección 12
LA LEY Y EL TABERNÁCULO 
(Éxodo 15.27-36.38)  

Jehová apareció muchas veces a Israel en forma especial. Cada vez que se comportaron mal, que murmuraron o se rebelaron, Dios se les manifestó en la nube. Dios se les revelaba por medio de señales; algunas veces eran plagas o serpientes abrasadoras; otras, una voz que los llenaba de temor y de reverencia. 

Éxodo 15.27. Acamparon en Elim, donde había doce fuentes de aguas, y la mano de Dios fue sobre ellos. Murmuraron en Mara por lo malo del agua, pero no dijeron nada por la falta de pan. Evidentemente llevaban provisiones abundantes al salir de Egipto. Debieron haber previsto el viaje por el desierto. Ahora, sus reservas de alimentos llegaban a su fin. Pronto se descubrió la condición en que se encontraban los tres millones de personas. Al ir un vecino para pedir algo prestado del otro, se encontraba con que el otro estaba tan necesitado como él. De esta manera lo terrible de la situación se acentuó sobre ellos con un efecto hipnótico. La muerte, entonces, les pareció inevitable. 


I.  El Maná  

Marchar hacia adelante haría esa muerte segura. Retroceder, era igualmente imposible. Perecerían antes de que pudieran volver sobre sus pasos y ganar las fronteras de Egipto. “Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto. Y les decían los hijos de Israel: ¡Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, y cuando comíamos pan en hartura; Pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud” (Éx 16.2-3). 

Aquí estaba un caso en el cual este pueblo pudo fácilmente haber buscado la ayuda de Dios. ¿No había probado Él, de muchas maneras, ser fiel al Pacto? La falta de pan era alarmante, pero Aquel que los había librado milagrosamente de Egipto, que los había guiado al través del Mar Rojo, que los había dirigido por la nube y que había convertido las aguas amargas en dulces, podría fácilmente darles pan. 

Qué relato tan diferente hubiéramos tenido y qué alegría hubiera causado al Dios del Pacto si ellos se hubieran acercado a Él presentándole su necesidad, con la certidumbre de que Aquel que había entrado en las relaciones del Pacto de Sangre, habría satisfecho cada necesidad. En vez de eso, se alejan de Dios. Se entregan a una murmuración sediciosa. Habían sido vergonzosamente engañados. Los habían sacado de Egipto, tierra de paz y de abundancia, y ahora estaban atrapados en ese terrible desierto para morir todos, jóvenes y viejos. No obstante, su rebeldía no haría que Jehová se negara a Sí mismo. El oyó su murmuración y sus palabras de incredulidad. 

Entonces les dio la promesa de que les daría pan y carne para que supieran que Él era Su Dios del Pacto (Éx 16.4-12). 

Éxodo 16.13-36 contiene el relato del envío del pan y de la carne y las instrucciones para recogerlos. Durante cuarenta años, Él, Su Dios del Pacto, los alimentó de esta manera milagrosamente. 

 

II.  Razón de la Ley  

Al estudiar la historia de Israel, tengamos presente que ellos son el pueblo del pacto Divino. Al tercer mes de su viaje llegan al desierto de Sinaí. Ha llegado el tiempo cuando el Dios del Pacto les va a dar la ley (Éx 19.1-8). 

Recordemos que ellos no han recibido aún la vida de Dios. Todavía están muertos espiritualmente, y se les ha de entregar la Ley para que gobierne cada fase de su vida. Antes de dar la Ley, Moisés es llamado al Monte. Allí Dios reafirma a Moisés Su fidelidad al Pacto. Ahora Israel debe manifestar si le obedecerá o no, como Su Dios del Pacto. En estos tres meses se han enterado de la fidelidad de Dios en la parte que le corresponde en el Pacto (Éx 19.8). Israel promete obedecer. 

Éxodo 19.9-25 nos da la manifestación de Dios a Su pueblo. Notamos que esta revelación de Sí mismo fue dada nuevamente al nivel de sus sentidos físicos. Pudieron ver el humo y el fuego en lo alto del monte y escuchar la voz de la trompeta que cada vez era más fuerte. No pudieron acercarse al monte por causa de su muerte espiritual. 

La ley que les fue dada es la Ley del Pacto. Cuando el Pacto con Abraham se cumplió, ésta también se cumplió. Hay tres divisiones en esta ley: Los mandamientos que expresan la Justa Voluntad de Dios (Éx 20.1-27; las leyes que gobiernan la vida social de Israel (Éx 21.1-24); y las ordenanzas que gobiernan la vida religiosa (Éx 24.12-31). Es decir, tres elementos formaron la Ley: los Mandamientos, las Ordenanzas y los Sacrificios. 

Los Mandamientos eran un ministerio de condenación y de muerte (2Co 3.7-9)... revelaban la muerte espiritual que reinaba en el corazón del hombre. Las Ordenanzas proporcionaron en el Sumo Sacerdote, un representante del pueblo ante Jehová. Los Sacrificios fueron una protección por el quebrantamiento de la ley para el Israel espiritualmente muerto. 

 

III.  Se Da la Ley  

Hay tres ocasiones en que se da la Ley: 

Primera. Fue dada en forma oral, tal como se registra en Éxodo 20.1-17. Esta fue dada sin disponer nada para el Sacerdocio ni para los sacrificios y fue acompañada de los Juicios (Éx 21.1-23). Además de normar las relaciones interpersonales entre los hebreos, se agregaron instrucciones para la celebración de tres fiestas anuales (Éx 23.14-19) e instrucciones para la conquista de Canáan (Éx 23.30-33). Estas palabras fueron las que dio Moisés al pueblo (Éx 24.3-8). 

Segunda. Moisés fue llamado para recibir las Tablas de Piedra (Éx 24.12-18). Moisés recibe en el monte instrucciones favorables con respecto al Tabernáculo, el Sacerdocio y los Sacrificios (Éx 25.31). Entretanto, el pueblo guiado por Aarón quebranta el primer mandamiento (Éx 32). Moisés rompe las Tablas escritas por el dedo de Dios (Éx 31.18; 32.16-19). 

Tercera. Moisés hizo las segundas tablas y la Ley fue escrita de nuevo por la mano de Jehová (Éx 34.1, 28-29). 

Pasajes para leer: Ro 3.21-31; 6.14-15; Gá 2.16; 3.10-14, 16-18, 24-26; 4.21-31; He 10.11-17. 

 

IV.  Razón para Construir el Tabernáculo  

Éxodo 25.8 expresa que Dios deseaba habitar con Su Pueblo del Pacto. No podía morar en sus corazones porque no habían recibido todavía la vida eterna; Su presencia debía manifestarse a sus sentidos físicos. Su adoración a Él debía estar al mismo nivel de sus sentidos. Debía haber un lugar de habitación físico en el cual Él morara, y donde ellos se encontraran con Él por medio de un sacerdocio de carácter físico también. 

Para construir el tabernáculo Él les pidió ofrendas voluntarias (Éx 25.2). Sus corazones debían estar dispuestos a tener Su Presencia entre ellos (Éx 25.9). El Tabernáculo iría a construirse exactamente como Dios se lo había revelado a Moisés. Desde el tiempo en que el hombre cayó en la muerte espiritual, Dios comenzó a preparar su redención. Ahora el Tabernáculo va a ser un tipo de Cristo y la redención que Él efectuó para el hombre. Por consiguiente, cada detalle debe estar de acuerdo con Su modelo exacto. 

Notemos primero algo que es muy sugestivo. Vimos, al estudiar la creación, que Dios nos dio el relato en menos de dos capítulos; sin embargo, las instrucciones para hacer el Tabernáculo están contenidas en once capítulos. Podríamos pensar que la obra de la Creación era mucho más importante que la construcción del Tabernáculo, pero, grande como fue la obra de la Creación, simplemente fue, por decirlo así, la construcción de un escenario sobre el cual se iría a realizar una obra mucho más grande, la obra de nuestra redención en Cristo. 

Así como en un teatro, el actor es mucho más importante que el escenario, de la misma manera Aquel que realizó aquella obra tan portentosa, es infinitamente más glorioso que el escenario sobre el cual la realizó. 

 

V.  El Tabernáculo, tal y como se Erigió  

El Tabernáculo propiamente dicho estaba en el extremo occidental del atrio. Tenía cincuenta y dos pies de largo, diecisiete y medio de ancho y diecisiete y medio de alto. Estaba dividido en dos compartimientos. El más grande de ellos se llamaba el Lugar Santo; el más pequeño, el Lugar Santísimo. En el más grande, el Lugar Santo, estaban el Altar de Oro, el Candelabro de Oro y la Mesa de Oro. En el más pequeño, el Lugar Santísimo, estaba el Arca y el Propiciatorio. 

Una vez que el Tabernáculo terminó de construirse, la única cubierta visible fue la exterior hecha de pieles de tejón con la anchura de la cortina de pelos de cabra sobre la puerta. El primer juego de cortinas era de lino fino torcido: azul, púrpura, blanco y escarlata. Sobre dichas cortinas estaban las de pelos de cabra teñidas de rojo, y sobre todas había una cubierta de pieles de tejón. 

Cuando el Tabernáculo estaba en reposo, la Nube, símbolo de la Presencia Divina, descansaba en el extremo posterior del mismo, y era como una enorme sombrilla que proyectaba su sombra sobre el campamento. La nube siempre estaba con ellos. Cuando tenían que continuar el viaje, ésta se levantaba de lo alto del Tabernáculo e iba en la dirección que Dios quería que siguieran. Cuando la nube se detenía en algún sitio, ellos sabían que allí era el lugar donde debían acampar. 

En esta forma la nube los guiaba, indicándoles la dirección que habían de seguir; hasta dónde debían ir y cuándo debían acampar. Dios tenía que manifestarse a sus sentidos físicos, porque ellos estaban espiritualmente muertos. 

El atrio estaba formado por sesenta columnas de madera de acacia las cuales sostenían el muro de cortinas de lino. El Tabernáculo era comparativamente un edificio pequeño. Fue diseñado como un lugar donde Dios pudiera habitar en medio de Israel y comunicarse con su pueblo por medio del Sumo Sacerdote; de modo que no era un auditorio como los que se acostumbran hoy para las reuniones del pueblo de Dios. 

 

VI.  La Cortina y la Cubierta del Tabernáculo  

Al estudiar las cubiertas y las cortinas comenzamos por el exterior; si observamos el Tabernáculo desde afuera, no hay nada interesante en su apariencia. Era un edificio semejante a una caja larga, sin líneas graciosas o curvas, como si se tratara de acentuar su falta de atractivo. Las pieles de tejón, nada atractivas, lo cubrían por fuera; pero si penetramos al interior, qué cambio tan maravilloso. A ambos lados los tablones cubiertos de oro resplandecen a la luz del candelabro de siete brazos. Sobre nuestras cabezas se encuentra el techo formado por las hermosas cortinas de lino fino torcido, con los querubines adornados de azul, púrpura y escarlata. Delante de nosotros se encuentra el velo; detrás de nosotros la puerta con todos los colores del arco-iris mezclados. Allí está también el altar de oro del incienso llenando el Lugar Santo con su aroma. Y la mesa de oro con los doce panes que también emiten un olor fragante. 

En estas cubiertas vemos una descripción de Cristo en Sus dos aspectos diferentes. Si contemplamos el exterior del Tabernáculo, no tiene forma ni hermosura; las cortinas de pieles de tejón ocultan toda su belleza. Isaías 53.2 dice que Cristo no tenía forma ni atractivo para el hombre natural. Nada había en Él para que el hombre lo deseara. No tenía nada en común con el hombre. Las pieles de tejón son simbólicas de la severidad de Su separación de los hombres. Para el ojo natural hubo cierta reserva y austeridad en Él. No podían los hombres entenderlo o gozarse con Él porque no estaban dentro de Su ambiente (cf. Jn 4.44; Mt 16.17

El era una raíz de tierra seca. La belleza de Cristo estaba escondida. Sólo unos cuantos amigos íntimos le conocieron; del mismo modo que el azul, el púrpura, el escarlata y el lino del tabernáculo. 

Éxodo 16.10 dice: “Yo te calcé de tejón”. Esto sugiere separación del mal; las sandalias protegen los pies de la tierra, los conservan separados de ella. Cristo tomó Su lugar en la voluntad del Padre, y todas las fuerzas de los hombres y de los demonios en la tierra y en el infierno no podrían vencerlo ni estorbarle que hiciera esa voluntad. La piel de carnero teñida de rojo es simbólica de Su obra mediadora, y de Su sangre derramada. 

Las cortinas interiores estaban colocadas en dos juegos, cinco en cada uno de ellos. Estaban unidas por cincuenta corchetes de oro que se aseguraban en cincuenta lazadas de azul, formando, como leemos, un Tabernáculo. Las lazadas de azul y los cincuenta corchetes de oro eran simbólicos de Su Gracia Celestial y Divina Energía que capacitaron a Cristo para satisfacer perfectamente las demandas de Dios y del hombre. Estas cortinas eran todas de una sola medida. El azul, color etéreo, marca el carácter Celestial de Cristo. Aunque fue verdadero hombre, fue también verdadero Dios.  Él anduvo con la conciencia y la dignidad de Su Misión Divina. Él nunca olvidó quién era o adónde iba. La púrpura es simbólica de Su realeza. Él era el rey de los judíos. Fue recibido en los cielos como conquistador (Sal 2; Fil 2.9-11

El escarlata representa Su muerte. El verdadero color escarlata sólo puede ser producido por la muerte (sangre). Su Encarnación, la unión de Dios y el hombre, no eran suficientes para nuestra redención. Él debía ser hecho sobre la cruz todo lo que el hombre era. Por Su muerte, Él redujo a la nada a aquel que tenía el poder de la muerte y libró al hombre del imperio satánico (He 2.14). El lino fino torcido es simbólico de Su pureza inmaculada como hombre. Hay profundas verdades espirituales en la humanidad de Jesucristo. A fin de que Él satisfaciera las demandas de la Justicia y las necesidades del hombre, le fue necesario hacerse absolutamente humano; y no obstante ser hombre, sujeto a toda clase de tentaciones como lo somos nosotros, tenía que agradar al Padre como Su Hijo perfecto. Fue necesario para Cristo, andar como el primer hombre tuvo que haber andado. (El estudio del Tabernáculo continuará en la próxima lección). 

 

PREGUNTAS 

 

1. ¿Qué debieron hacer los israelitas cuando descubrieron que no tenían alimento? 

2. ¿Cómo satisfizo el Dios del Pacto esa necesidad de alimento? ¿Por cuánto tiempo? 

3. ¿Por qué fue dada la ley? 

4. ¿Por qué se manifestó Dios al pueblo por medio de la columna de humo, del fuego y de la Nube? 

5. ¿Cuál fue el propósito del Tabernáculo? 

6. ¿Cómo se reunieron los materiales? ¿Por qué? 

7. ¿Por qué fue necesario que el Tabernáculo se hiciera de acuerdo con el modelo dado a Moisés? 

8. ¿Cómo representa a Cristo la cubierta de pieles de tejón? ¿Cómo lo representa la piel del carnero? 

9. ¿De qué eran simbólicas en la vida de Cristo? 

10. Demuestre cómo las cortinas interiores representan a Cristo. 

 

 

 


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