viernes, 12 de noviembre de 2021

Estudios Básicos de la Biblia - E. W. Kenyon - Lección 32


Lección 32 
EL ESPÍRITU SANTO 
(Continuación) 
 
I.  ¿Qué es el Bautismo del Espíritu Santo? 
 
La iglesia, como un todo, no ha entendido claramente que los discípulos no habían nacido de nuevo sino hasta el día de Pentecostés. Esto ha conducido a una enseñanza errónea con respecto al Bautismo del Espíritu Santo. Estudiemos ahora con todo cuidado lo que las Escrituras enseñan sobre el ser bautizados con el Espíritu Santo. 

Juan fue el primero en mencionar este bautismo. Él dijo: “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; mas el que viene tras mi, más poderoso es que yo, los zapatos del cual yo no soy digno de llevar; Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Mt 3.11). Esta declaración hecha por Juan se encuentra también en Marcos 1.8 y Lucas 3.16. 

Después de Su resurrección Cristo se refiere a esta promesa hecha por Juan: “Les mandó que no partiesen de Jerusalén, sino que esperasen allí la promesa del Padre, la cual (así decía) habéis oído de mí. Porque Juan en verdad bautizó con agua; mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo de aquí a muy pocos días” (Hch 1.4-5 Versión Moderna). 

Luego se emplea también el término “bautismo” en Hechos 11.16; lo utiliza Pedro cuando se refiere al descendimiento del Espíritu Santo sobre los gentiles, en la misma forma que descendió sobre los judíos el día de Pentecostés. La palabra “bautizar” es una palabra griega intraducible que significa “sumergir”. Juan simplemente los había sumergido en agua, pero iba a venir una inmersión en el Espíritu Santo. 

Luego Pablo se refiere al bautismo con el Espíritu Santo en 1 Corintios 12.13: “Porque por un espíritu todos somos bautizados en un cuerpo”; y en Gálatas 3.27: “Porque cuantos habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo” (Versión Moderna). Estos son los únicos pasajes en las Escrituras donde se emplean las expresiones “bautizar” o “ser bautizados” con el Espíritu Santo. 

Examinemos ahora los textos con cuidado para entender el significado espiritual del término. Juan Bautista dijo: “Él os bautizará con el Espíritu Santo” (Mt 3.11). Cristo vino a traer la naturaleza Divina al hombre: “Mas a cuantos le acogieron (o recibieron) les dio poder de llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los que nacieron, no de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, mas de Dios” (Jn 1.12-13 Versión A.F.E.B.E. Véase también Jn 10.10). 

¿Es este nuevo nacimiento a lo que Juan Bautista se refiere? Examinemos cuidadosamente este pasaje para averiguarlo. Juan está comparando su ministerio con el de Cristo. El bautismo que él trae es físico; es externo. No toca al espíritu, al hombre verdadero. Es, justamente, un tipo de la obra que Jesús va a realizar dentro del espíritu del hombre. 

¿Qué tipifica el bautismo en agua? ¿Qué significado espiritual se le da en las Escrituras? Tipifica el nuevo nacimiento. Tal cosa se nos revela en Romanos 6.14 donde Pablo alude al bautismo de ellos, en agua, para ilustrar lo que ocurrió en sus vidas por el nuevo nacimiento: “¿O ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo, en su muerte hemos sido bautizados? Fuimos sepultados con Él por el Bautismo en muerte, para que así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en novedad de vida” (Ro 6.3-4 Versión A.F.E.B.E.). Ser sepultados con Cristo en agua, tipifica nuestra sepultura con Cristo, en Su muerte, por medio de la cual el hombre viejo fue crucificado y quitado. El levantarse del agua tipifica nuestra resurrección con Cristo, de la muerte espiritual a la vida eterna, para que podamos andar en novedad de vida. He aquí lo que acontece en el nuevo nacimiento: la muerte espiritual es erradicada del espíritu del hombre, y la vida eterna, la naturaleza Divina, es impartida al hombre, y entonces anda en novedad de vida. Después de haber nacido de nuevo, somos bautizados en agua, como un testimonio de lo ocurrido en el espíritu. 

Es como si Juan Bautista hubiera dicho: “Mi bautismo es externo y físico; es solamente un tipo de lo que Jesús hará en el espíritu del hombre. Yo bautizo el cuerpo físico en agua, pero el sumergirá al espíritu del hombre en el Espíritu Santo, y de esa inmersión surgirá el nuevo nacimiento y el hombre principiará a vivir una vida nueva”. 

Este nuevo nacimiento sería el que Cristo iría a dar al hombre espiritualmente muerto, por lo cual se les dijo a los discípulos que se quedaran en Jerusalén (Hch 1.5). Recordamos que en nuestra última lección dijimos que el Espíritu Santo no podría ser dado, ni podría descender para convertir al hombre en un hijo de Dios, hasta que Cristo fuese glorificado. 

Examinemos ahora el pasaje de 1 Corintios 12.13 para ver si también se refiere o no al nuevo nacimiento: “Porque por un espíritu todos somos bautizados en un cuerpo”. ¿Cuándo llega un individuo a ser miembro del Cuerpo de Cristo? Cuando nace de nuevo. Nuevamente nos damos cuenta que el término “bautismo” se refiere al nuevo nacimiento. El Bautismo dentro del Cuerpo de Cristo representa el nacimiento dentro del Cuerpo de Cristo: “Porque cuanto habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo” (Gá 3.27 Versión Moderna).
 
También este pasaje se refiere al nuevo nacimiento: “Y si alguno no tiene el espíritu de Cristo, el tal no es de Él” (Ro 8.9). 

Se ha enseñado que el bautismo con el Espíritu Santo es una segunda experiencia porque, como se mencionó antes, la iglesia en su totalidad no ha comprendido que ningún hombre podía ser engendrado de la muerte a la vida hasta que Cristo lo fuera. El hombre tenía que ser redimido legalmente de la autoridad satánica antes de que Dios pudiera impartirle Su Vida. 

Cristo fue el primogénito de los muertos (Co 1.18). Fue el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29). 

Por consiguiente, ellos consideraban el bautismo que iba a ocurrir, como la segunda experiencia, cuando en realidad era la primera. 

Veamos ahora lo que en realidad ocurrió el Día de Pentecostés. 
 
II.  ¿Qué Ocurrió el Día de Pentecostés? 
 
Los discípulos estaban reunidos en el aposento alto (Hch 2.1-2): “Y cuando hubo venido el día de Pentecostés estaban todos juntos en un mismo lugar. Y de repente fue hecho desde el cielo un estruendo, como de un viento fuerte que venía con ímpetu; y llenó toda la casa donde estaban sentados” (Versión Moderna). 

El Espíritu Santo entró al mundo para cumplir Su ministerio especial. Fue una venida tan precisa como lo fue el nacimiento de Cristo en el pesebre de Belén. Llenó el cuarto donde estaban sentados. ¿Que aconteció? El cuarto se llenó con el Espíritu Santo y ellos fueron sumergidos o bautizados en el Espíritu Santo. 

En cierto sentido el Bautismo en el Espíritu Santo es lo opuesto al bautismo en agua. En el bautismo en agua hay una inmersión debajo del agua. En el bautismo del espíritu hay una “inundación” del Espíritu Santo venida de arriba. Sin embargo, el resultado es el mismo: inmersión

Hay diversas frases que se usan en relación con el Pentecostés: “viniendo sobre”, “descender”, “caer sobre”, “vino sobre”, “descendió sobre ellos”, etc. El resultado fue la inmersión en el Espíritu Santo de la cual surgió el nuevo nacimiento. El Cuerpo de Cristo nació en ese día memorable. Así como el pesebre había sido la cuna del Hijo de Dios, así también el aposento alto se convirtió en la cuna del Cuerpo místico de Cristo. Ciento veinte se convirtieron en nuevas creaciones en Cristo ese día. Luego fueron llenos con el Espíritu Santo. Esta es la segunda experiencia: ser llenos con el Espíritu, ser habitados por Él. 

Hay una enorme diferencia entre ser bautizado, sumergido en el Espíritu Santo, y ser lleno con Él. Podemos ilustrar esto así: si se llenara un tanque con agua y un hombre se sumergiera en ella, él estaría en el agua pero el agua no estaría en él. Después de que los moradores del aposento alto nacieron de la muerte a la vida eterna, por el Espíritu, fueron llenos con el Espíritu: “Y fueron todos llenos con el Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas como el Espíritu les daba que hablasen” (Hch 2.4). 

No podían ser llenos con Él sin haber nacido de nuevo. Cristo dijo que el mundo (o el hombre espiritualmente muerto) no podía recibirle: “Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir” (Jn 14.17). El Espíritu Santo únicamente puede hacer Su morada en los cuerpos de aquellos que han nacido de nuevo. 

Nuestra conclusión es esta: La expresión “bautismo en el Espíritu Santo” se refiere literal y bíblicamente al nuevo nacimiento; y la segunda experiencia se refiere a recibir, o a ser llenos con el Espíritu Santo para que nuestros cuerpos puedan ser habitados por Él y se conviertan en Su Templo: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1Co 3.16). 

Es claro que la iglesia primitiva no empleó el término “bautismo” para referirse a la segunda experiencia o a ser llenos del Espíritu. Porque, después del día de Pentecostés, el término se usó solamente una vez. Las palabras de Pedro hacen evidente que ellos no habían empleado el término en la forma en que ha sido utilizado ahora por muchos grupos. Porque al relatar lo que ocurrió cuando los gentiles recibieron primero el Evangelio, dice que ocurrió exactamente lo mismo que cuando ellos primero creyeron en Cristo, y recuerda las palabras de Juan el Bautista, que Cristo bautizaría con el Espíritu Santo. 

Así como el Espíritu Santo vino sobre los judíos haciéndolos nuevas creaciones en Cristo y llenándolos de Él, así también vino sobre los gentiles cuando primero recibieron a Cristo. Notamos aquí que los gentiles no tuvieron que esperar como los judíos hasta el día de Pentecostés, porque el Espíritu Santo había venido ya, y “descendió sobre ellos” mientras Pedro les hablaba. 
 
III.  ¿Cómo Recibe Uno el Espíritu Santo? 
 
Las Escrituras enseñan claramente que la recepción del Espíritu Santo ocurre separadamente y después del nuevo nacimiento. Pedro dijo: “Arrepentios y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hch 2.38). La remisión de los pecados significa el nuevo nacimiento, y en seguida viene la recepción del don del Espíritu Santo. 

Cristo dijo: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo pidieren de él” (Lc 11.13). El Padre Celestial da el Espíritu Santo a Sus hijos que se lo pidan. 

Después de que la ciudad de Samaria recibió a Cristo por la predicación de Felipe, Juan y Pedro impusieron sus manos sobre aquellos que le habían aceptado, para que también ellos recibieran el Espíritu Santo (Hch 8.14-16). 

El Espíritu Santo se recibe por Fe: “Esto sólo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír de la fe?... Para que sobre las naciones viniese la bendición de Abraham en Jesucristo: para que así recibiésemos nosotros la promesa del Espíritu Santo por medio de la fe” (Gá 3.2, 14 Versión Moderna). 

¿Cuál es la evidencia de que el Espíritu Santo ha venido? La evidencia es la Palabra de Dios solamente. El libro de los Hechos no es un libro doctrinal, sino histórico. Relata que en distintas ocasiones, durante 35 años, algunos hablaron lenguas cuando eran llenos con el Espíritu Santo: el día de Pentecostés (Hch 2.4), y cuando los gentiles recibieron a Cristo en Efeso (Hch 19.6). El hablar lenguas se menciona en algunos pasajes de las Escrituras. Pablo habla de ello en 1 Corintios 14, al escribir a la iglesia en Corinto, para reprenderlos por el abuso de las lenguas. 

Hablar en lenguas es una manifestación física. Es una evidencia para los sentidos del hombre. En ninguna parte Dios ha prometido un premio a la evidencia sensorial ni nos ha permitido confiar en ella. Él es un Dios de Fe. En Sus tratos con el hombre y con la nueva creación, Él tiene como norma la ley de la Fe. Nosotros nacimos de nuevo por la fe (Ef 2.8). Vivimos por la fe (Ro 1.17). Todo lo que recibimos en oración lo recibimos por la fe. 

Dios no ha cambiado la ley para normar Sus tratos con nosotros en lo que respecta a la venida del Espíritu, porque nos dice en Gálatas 3.2, que recibimos el Espíritu también por fe. ¿Qué es la fe sino el actuar sobre la Palabra sin la evidencia de los sentidos físicos? Un hombre nace de nuevo cuando dice: “Yo tengo vida eterna porque la Palabra lo declara así”. Un hombre es sanado cuando dice: “Yo soy sanado porque la Palabra declara que por Sus llagas sois vosotros sanados”. Tratándose de las necesidades económicas, recibimos la respuesta cuando decimos: “Mi necesidad está satisfecha porque la Palabra declara: mi Dios suplirá toda necesidad vuestra conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil 4.19 Versión Moderna). 

Así también, recibimos el Espíritu Santo cuando decimos: “Yo tengo el Espíritu Santo porque se lo he pedido al Padre, y Él ha prometido dar el Espíritu Santo a los que se lo piden”. 
 
PREGUNTAS 
 
1. ¿En qué pasajes se menciona el Bautismo del Espíritu Santo? 

2. ¿Qué significa la palabra “bautizar”, en el griego? 

3. Explique cómo el bautismo en agua es un tipo del nuevo nacimiento. 

4. ¿Qué quiso decir Juan el Bautista cuando dijo que Cristo bautizaría al hombre en el Espíritu Santo? 

5. Explique 1 Corintios 12.13. 

6. ¿Qué ocurrió con los que estaban en el aposento alto cuando éste fue lleno con el Espíritu Santo? 

7. ¿Qué pasajes muestran que el recibir el Espíritu Santo es algo aparte de y sigue al nuevo nacimiento? 

8. ¿Cómo recibe uno el Espíritu Santo? 

9. ¿Ha recibido usted el Espíritu Santo? 

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