Génesis 17:15-22
15 Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre.
16 Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella.
17 Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir?
18 Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti.
19 Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él.
20 Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación.
21 Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene.
22 Y acabó de hablar con él, y subió Dios de estar con Abraham.
Tenemos un Dios de imposibles.
Dios le da una promesa a Abraham que a los ojos humanos parecía algo irrealizable, un hijo de su esposa de 90 años que toda su vida había sido estéril.
Abraham no entendió en primer lugar la magnitud de esta promesa, pensaba que Ismael, el hijo que había tenido con Agar sería su heredero, pero Dios le dice que no sería así sino que de su esposa Sarai tendría un hijo al cual llamaría Isaac.
Una cosa que vemos en este pasaje es que Dios bendice familias,no solo sería bendecido Abraham sino también su esposa, y aún el hijo que había tenido con la esclava. La bendición cae sobre cada miembro de la familia.
Luego vemos que Dios le da una nueva perspectiva; así como Dios le había dado un nuevo nombre a Abram (Padre), llamándolo Abraham (Padre de Naciones), también le da un nuevo nombre a Sarai (Princesa) y le pone por nombre Sara (Madre de Naciones).
A veces nos vemos como eramos en el pasado, como el antiguo hombre, pero Dios creó un nuevo hombre en Cristo, ahora somos nuevas criaturas en Cristo (2 Corintios 5:17).
Para recibir la promesa, Abraham y Sara, ya no podían verse como lo que eran antes, no como dos viejitos sin hijos, sino como padres de naciones.
Para recibir las promesas de Dios no podemos hacerlo desde la perspectiva de la vieja persona que eramos sin Cristo; tratando de obtener las cosas de Dios por medio de nuestras obras, sino como el nuevo hombre en Cristo, como participantes del pacto que Dios estableció con nosotros.
Abraham pensó al principio que Ismael, el llamado hijo de la carne, el cual había nacido del esfuerzo humano, sería el hijo de la promesa, pero Dios le dice que no sería él, sino que un hijo vendría de su esposa Sara, al cual llamaría Isaac.
Al pacto con Dios no se entra por medio del esfuerzo humano (por la carne) sino por medio de la obra de Cristo.
Hoy nosotros somos los hijos de la promesa, por la obra de Cristo en la cruz.
Gálatas 3:6-9
6 Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
7 Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.
8 Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.
9 De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.
Estamos hoy en pacto con Dios, por medio de la fe en Cristo somos los "Isaacs espirituales", así que disfrutemos de las bendiciones del pacto.
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