En esta lección Kenyon nos explica lo que es la conciencia de pecado, su efecto negativo en el creyente y la cura que proveyó Dios por medio de Jesucristo.
Capítulo 3
ESTUDIO
DE LA CONCIENCIA DE PECADO
En la conciencia de pecado prácticamente
puede encontrarse la razón de toda falla espiritual. Ella destruye la fe.
Destruye la iniciativa del corazón. Ella le da al hombre un complejo de
inferioridad.
El hombre ha estado con miedo de Dios. Tiene
miedo de él mismo. Siempre está buscando encontrar a alguien que pueda orar la
oración de la fe por él. No tiene conciencia de su derecho legal a permanecer
en la presencia del Padre sin condenación.
El complejo de inferioridad que nace de
la conciencia del pecado lo encontramos en todas partes en la Iglesia.
Varias veces me han dicho, "Si pudiera
librarme de esa conciencia de pecado, obtendría mi sanidad. Sería poderoso para
Dios. Pero no puedo librarme de ella.
¿Dios proveyó una Redención que sana esta
enfermedad pecaminosa?
Estoy seguro de si. Si Él no hubiera
planeada sacarlo del hombre durante su caminar terrenal, el hombre nunca podría
quedar bien ante Dios porque las obras de la Redención sólo serían en esta
época.
Dios hizo la provisión de hacer una
nueva creación. Él planeó darle su propia naturaleza, sacando la naturaleza del
pecado y reemplazándola con su propia naturaleza. Eso destruiría la conciencia
de pecado.
Pocos teólogos han reconocido el hecho
de que la conciencia del pecado es prácticamente pariente de todas las
religiones humanas.
El hombre ha buscado curar esta terrible
enfermedad.
El sentido de indignidad destruye la fe,
roba la paz de nuestras mentes, deja sin efecto la más seria y celosa vida de
oración.
Nos roba toda amistad y comunión con el
Padre.
Nuestros teólogos desde Lutero nunca han
encontrado una cura para esta condición. La gente del Movimiento de Santidad intentó
con valentía para encontrar la salida,
pero lejos de lograrlo nunca fueron capaces de tener una cura permanente para
el paciente.
La curación del hombre ha sido
arrepentimiento de pecados, angustia por los pecados y profunda agonía en la
oración.
Otros han intentado calmar sus
conciencias yendo a la Iglesia, hacer penitencia, ayunar, dar dinero, hacer oraciones,
hacer buenas obras, desistir de los placeres, confesar sus pecados, luchar
contra los malos hábitos, poniéndose bajo disciplina de auto abnegación y
humillándose descuidando el cuerpo. Algunos han ido incluso más lejos flagelando
sus cuerpos. Otros han hecho largas peregrinaciones.
Todos estos métodos se han intentado.
Todo espíritu serio ha estado atado a alguno de ellos.
Un nuevo movimiento se ha levantado en
el que hombres y mujeres están encontrando temporalmente alivio confesando sus
pecados los unos a los otros.
La confesión de los pecados puede traer
temporalmente alivio de la presión que está sobre ellos, pero ninguna obra de
cualquier tipo que hagan, sean obras de auto abnegación, arrepentimiento,
penitencias, oraciones o negación a sí mismos, puede librar el corazón de la
conciencia Del pecado.
Hay dos tipos de conciencia del pecado.
Una es el hombre que nunca nació de nuevo. La otra es el creyente sin
desarrollo; aquel que nunca creció más allá del estado de infancia, que no
conoce sus derechos y privilegios en Cristo.
¿Dónde está la dificultad?
Está en esto: El hombre natural es un
pecador, pero él es más que eso.
2 Corintios 6.14 lo llama "injusticia". En otros lugares, se
le llama "pecado".
Él es más que un transgresor. Él es más
que un violador de la ley.
Es por naturaleza un hijo de la ira. Está
espiritualmente muerto. Está unido a Satanás tal como el creyente está unido a
Dios.
El creyente se convirtió en un
participante de la naturaleza de Dios, el hombre natural es un participante de
la naturaleza de Satanás.
El problema es: ¿Cómo puede Dios tratar
legalmente con el problema del pecado y con el problema de los pecados? ¿Cómo
puede lidiar con esta naturaleza satánica en el hombre?
LA
CURA DE DIOS
Dios hizo una redención que cubre cada
fase de la necesidad del hombre, restaura perfectamente su comunión con el
Padre de modo que no hay sentido de culpa o pecado, ninguna memoria de haber
hecho cosas malas en el pasado.
El creyente permanece completo en
Cristo. Ha participado en la plenitud de Dios en Cristo.
Juan 1.16 dice: "Porque de su plenitud tomamos todos, y
gracia sobre gracia".
Si lees Hebreos cuidadosamente 10.1-19, verás
que en el Primer Pacto había un recordatorio de los pecados hechos año tras
año, pero en el Nuevo Pacto un hombre que aceptó a Jesucristo pierde el sentido
del pecado y en su lugar recibe el sentido de su Unidad y comunión con el
Padre.
Colosenses 1.13-14 dice: "El cual nos ha librado de la potestad de las
tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención
por su sangre, el perdón de pecados."
Observa en este pasaje que Él "nos libró de la autoridad de las tinieblas";
este es el dominio de Satanás,- y al mismo tiempo "nos ha trasladado al
reino de su amado Hijo".
Hay cuatro hechos aquí.
El primero, estamos liberados del
dominio de satanás.
El segundo, nos trajo al reino de Su
amado Hijo.
El tercero es: "En quien tenemos la redención".
Esta es una redención del dominio de satanás. Satanás no tiene el derecho legal
de reinar sobre el hombre que aceptó a Jesucristo como su Salvador. Este hombre
fue liberado del dominio de satanás, de la familia de satanás, de la autoridad
de Satanás.
Él fue traído a la familia de Dios, el
reino de Su amado Hijo.
Cuando lo hizo la obra redentora que
Cristo realizó se convirtió en una realidad.
Cuarto, Él no sólo nos redime del
dominio de Satanás; hay también una remisión de nuestros pecados.
Él nos redime.
Nos recrea.
Nos libera de la autoridad de Satanás.
Nos perdona por todo lo que ya hicimos.
Traducido del libro "Dos Clases de Justicia" de E. W. Kenyon
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