martes, 30 de mayo de 2017

Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 4

En esta lección Kenyon nos explica lo que es la conciencia de pecado, su efecto negativo en el creyente y la cura que proveyó Dios por medio de Jesucristo.

Dos Clases de Justicia - E. W. Kenyon

Capítulo 3
ESTUDIO DE LA CONCIENCIA DE PECADO 
En la conciencia de pecado prácticamente puede encontrarse la razón de toda falla espiritual. Ella destruye la fe. Destruye la iniciativa del corazón. Ella le da al hombre un complejo de inferioridad.
El hombre ha estado con miedo de Dios. Tiene miedo de él mismo. Siempre está buscando encontrar a alguien que pueda orar la oración de la fe por él. No tiene conciencia de su derecho legal a permanecer en la presencia del Padre sin condenación.
El complejo de inferioridad que nace de la conciencia del pecado lo encontramos en todas partes en la Iglesia.
Varias veces me han dicho, "Si pudiera librarme de esa conciencia de pecado, obtendría mi sanidad. Sería poderoso para Dios. Pero no puedo librarme de ella.
¿Dios proveyó una Redención que sana esta enfermedad pecaminosa? 
Estoy seguro de si. Si Él no hubiera planeada sacarlo del hombre durante su caminar terrenal, el hombre nunca podría quedar bien ante Dios porque las obras de la Redención sólo serían en esta época.
Dios hizo la provisión de hacer una nueva creación. Él planeó darle su propia naturaleza, sacando la naturaleza del pecado y reemplazándola con su propia naturaleza. Eso destruiría la conciencia de pecado.
Pocos teólogos han reconocido el hecho de que la conciencia del pecado es prácticamente pariente de todas las religiones humanas.
El hombre ha buscado curar esta terrible enfermedad.  
El sentido de indignidad destruye la fe, roba la paz de nuestras mentes, deja sin efecto la más seria y celosa vida de oración.
Nos roba toda amistad y comunión con el Padre.
Nuestros teólogos desde Lutero nunca han encontrado una cura para esta condición. La gente del Movimiento de Santidad intentó  con valentía para encontrar la salida, pero lejos de lograrlo nunca fueron capaces de tener una cura permanente para el paciente.
La curación del hombre ha sido arrepentimiento de pecados, angustia por los pecados y profunda agonía en la oración.
Otros han intentado calmar sus conciencias yendo a la Iglesia, hacer penitencia, ayunar, dar dinero, hacer oraciones, hacer buenas obras, desistir de los placeres, confesar sus pecados, luchar contra los malos hábitos, poniéndose bajo disciplina de auto abnegación y humillándose descuidando el cuerpo. Algunos han ido incluso más lejos flagelando sus cuerpos. Otros han hecho largas peregrinaciones. 
Todos estos métodos se han intentado. Todo espíritu serio ha estado atado a alguno de ellos.
Un nuevo movimiento se ha levantado en el que hombres y mujeres están encontrando temporalmente alivio confesando sus pecados los unos a los otros.
La confesión de los pecados puede traer temporalmente alivio de la presión que está sobre ellos, pero ninguna obra de cualquier tipo que hagan, sean obras de auto abnegación, arrepentimiento, penitencias, oraciones o negación a sí mismos, puede librar el corazón de la conciencia Del pecado. 
Hay dos tipos de conciencia del pecado. Una es el hombre que nunca nació de nuevo. La otra es el creyente sin desarrollo; aquel que nunca creció más allá del estado de infancia, que no conoce sus derechos y privilegios en Cristo.
¿Dónde está la dificultad?
Está en esto: El hombre natural es un pecador, pero él es más que eso.
2 Corintios 6.14 lo llama "injusticia". En otros lugares, se le llama "pecado".
Él es más que un transgresor. Él es más que un violador de la ley.
Es por naturaleza un hijo de la ira. Está espiritualmente muerto. Está unido a Satanás tal como el creyente está unido a Dios.
El creyente se convirtió en un participante de la naturaleza de Dios, el hombre natural es un participante de la naturaleza de Satanás.
El problema es: ¿Cómo puede Dios tratar legalmente con el problema del pecado y con el problema de los pecados? ¿Cómo puede lidiar con esta naturaleza satánica en el hombre?

LA CURA DE DIOS
Dios hizo una redención que cubre cada fase de la necesidad del hombre, restaura perfectamente su comunión con el Padre de modo que no hay sentido de culpa o pecado, ninguna memoria de haber hecho cosas malas en el pasado.
El creyente permanece completo en Cristo. Ha participado en la plenitud de Dios en Cristo.
Juan 1.16 dice: "Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia". 
Si lees Hebreos cuidadosamente 10.1-19, verás que en el Primer Pacto había un recordatorio de los pecados hechos año tras año, pero en el Nuevo Pacto un hombre que aceptó a Jesucristo pierde el sentido del pecado y en su lugar recibe el sentido de su Unidad y comunión con el Padre.
Colosenses 1.13-14 dice: "El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
Observa en este pasaje que Él "nos libró de la autoridad de las tinieblas"; este es el dominio de Satanás,- y al mismo tiempo "nos ha trasladado al reino de su amado Hijo".
Hay cuatro hechos aquí.
El primero, estamos liberados del dominio de satanás.
El segundo, nos trajo al reino de Su amado Hijo.
El tercero es: "En quien tenemos la redención". Esta es una redención del dominio de satanás. Satanás no tiene el derecho legal de reinar sobre el hombre que aceptó a Jesucristo como su Salvador. Este hombre fue liberado del dominio de satanás, de la familia de satanás, de la autoridad de Satanás.
Él fue traído a la familia de Dios, el reino de Su amado Hijo.
Cuando lo hizo la obra redentora que Cristo realizó se convirtió en una realidad.
Cuarto, Él no sólo nos redime del dominio de Satanás; hay también una remisión de nuestros pecados.
Él nos redime.
Nos recrea.
Nos libera de la autoridad de Satanás.
Nos perdona por todo lo que ya hicimos.

Traducido del libro "Dos Clases de Justicia" de E. W. Kenyon

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Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 2

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