Capítulo 27
LA PALABRA EN EL LIBRO
DE HECHOS
LOS HECHOS FUERON ESCRITOS por Lucas entre los 63 y los 65 D.
C. Es una historia de los treinta y tres primeros años de Cristo a la diestra
del Padre. Es una muestra de la vida sobrenatural de los hijos de Dios
realizando la voluntad de su Señor sentado. Es el único libro inacabado en el
Nuevo Testamento. No se ve a un hombre en ella. Al Espíritu Santo se le da Su
lugar como la personalidad regidora y gobernante de la Nueva Creación. Lucas
fue llevado a Cristo por Pablo y había vivido con él durante quince o dieciocho
años. Conocía la revelación que el Padre le había dado de Jesús y de Su obra
acabada; y sin embargo no se puede ver ni en el Evangelio de Lucas o en este
libro una sola indicación de ello. Lucas escribió cuando fue movido por el
Espíritu Santo. Si hubiera escrito como hombre, como historiador, habría
elogiado a Pablo.
Pero Pablo se mueve a través del Libro de Hechos como un
hombre común. Sus debilidades, su fuerza, sus fallas y sus éxitos se registran
sin ninguna disculpa. El Nombre de Jesús tiene su lugar. No es el primer lugar.
Tiene un lugar propio. Tiene en su interior la autoridad que Adán perdió en el
Jardín. No hay nada que Jesús hizo en Su caminar sobre la tierra que el Nombre
no hará hoy en los labios de la Nueva Creación. Este libro es una Revelación.
Los demonios ceden a la autoridad del Nombre. Los muertos son
resucitados; los hombres son bautizados en él; los enfermos son sanados por él.
Los hombres lo predicaron. El Sanedrín lo temía. El Nombre tomó el lugar del
Cristo resucitado tal como la Palabra tomó el lugar del Cristo resucitado.
Estos son algunos hechos acerca de la Palabra que estos
hombres predicaron: Él gobernó sus vidas privadas. Estaba magnificada. Se
incrementó; creció, era un poder viviente. Se multiplicó. Los hombres fueron
dominados por la Palabra. Los hombres proclamaron la Palabra. Los hombres se
reunieron para escuchar la Palabra.
La Palabra creció poderosamente y prevaleció en las ciudades
paganas. La Palabra de gracia es la revelación de la Capacidad de Dios para
edificarse a sí mismo en la vida de los hombres. En el Libro de Hechos nadie usa
el Nuevo Testamento tal como lo usamos hoy. (Estaba en curso de hacerse.) Las
Epístolas Paulinas fueron escritas entre el período de 54 y 65 A.D. No estaban
en circulación hasta el segundo siglo. No estuvieron unidas hasta más tarde que
eso, así que la Palabra que tenemos en el Libro de Hechos es la Palabra
Hablada. Jesús era la Palabra Encarnada. Los cuatro Evangelios son lo que el
Espíritu Santo tiene que decir sobre el Verbo encarnado; Y tienen el registro
de la palabra pronunciada por el Encarnado.
El Libro de los Hechos es un registro de que el Espíritu
Santo tomó el lugar de Jesús en la tierra por treinta y tres años. Es una
revelación de Dios en el cuerpo infantil de la Nueva Creación. Es un registro
del efecto de la Vida Eterna sobre el mundo pagano, sobre una nación judía
apóstata. El pueblo de Dios del Antiguo Pacto había repudiado al Dios del Pacto.
No hubo sustituto de la Palabra en ese día. Durante esos treinta y tres años no
hubo ninguna organización del cuerpo de Cristo tal como la vemos hoy.
La Palabra ocupó el primer lugar. María, la madre de Jesús,
se pierde de vista. Juan, que se apoyó en el seno de Jesús, no es más que uno
de los testigos. Pedro está en primer plano un poco, pero la Palabra es mayor
que Pedro.
El Espíritu Santo toma la preeminencia sobre cualquiera de
los apóstoles. Sólo la Palabra da la fe. Sólo la Palabra dio el Nuevo
Nacimiento. Solamente la Palabra sanó. Solamente la Palabra unía a los
discípulos. Casi se podría decir que la Palabra es Cristianismo.
Esa Palabra hablada que vemos en el Libro de Hechos fue el
maná de Dios para el espíritu humano recreado. Lo sigue siendo. No se puede
encontrar en el Libro de los Hechos o en el Libro de Lucas ni siquiera una
sugerencia de la obra terminada de Cristo, de Su gran batalla sustitutoria,
excepto en el primer sermón que Pedro predicó, y en Hechos 13:33 donde Pablo
dice: "La cual Dios ha cumplido a
los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también
en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy". Aquí
está hablando de que Jesús nació de nuevo y su resurrección después de haber
sido hecho pecado. Es muy importante que reconozcamos el poder de esta Palabra hablada
y de la Palabra escrita. Hechos 6:2, 4 dice: "Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y
dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las
mesas... Y nosotros persistiremos en
la oración y en el ministerio de la palabra". En el séptimo versículo
dice: "Y crecía la palabra del
Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén;
también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe".
No estaban hablando del Antiguo Testamento, sino de la
Palabra de Dios que vino a los apóstoles por revelación. Cuenta cómo esta
Palabra aumentó y dominó al pueblo.
Hechos 8:4 dice: " Pero los que fueron
esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio".
En el versículo catorce leemos: "Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había
recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan". Nuestros
corazones deben comprender la importancia de esto: que la Palabra había tomado
el lugar de Jesús. Y fue la Palabra que estaba naciendo en los corazones de
aquellos primeros cristianos. Hechos 11:1 dice: "Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea, que también
los gentiles habían recibido la palabra de Dios". No habían recibido
un credo o una doctrina, sino sólo esta Palabra no escrita. Hechos 12:24 dice:
" Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba". En el sexto capítulo había
aumentado. Ahora se multiplicó. Estaba ganando la ascendencia rápidamente.
Tenía una tremenda influencia sobre los hombres.
Hechos 14:3 dice: "Por
tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el
Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se
hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios". Era la "Palabra de Su gracia", de Su Amor.
Era la Palabra de la habilidad del Dios invisible. Es lo que obtenemos en
Efesios 3:20: " Y a Aquel que es poderoso para hacer
todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según
el poder que actúa en nosotros". Está de acuerdo con la capacidad de la Palabra que
está obrando en nosotros.
Esa iglesia primitiva vivía en la Palabra. La Palabra vivía
en ellos. La Palabra fue una revelación de lo que eran en Cristo; pero la
verdad "en Cristo" aún no los había dominado. Si fue predicado, no hay
constancia de ello en el Libro de los Hechos. Como ves, predicar la Palabra era
predicar a Jesús. Es predicar lo que Cristo fue para ellos y lo que Él significaba
en sus labios y en sus vidas. Vivían en la Palabra. La Palabra vivía en ellos,
así que ellos llegaron a ser como el Autor de la Palabra. Es importante saber
que el verdadero predicador de la Palabra es aquel a quien la Palabra ha hecho
bien. Su testimonio es lo que la Palabra viva, salvadora y sanadora ha hecho en
él y a través de él. Es la verdadera Palabra de Fe. Es la Fe; la Palabra de
Dios. Pablo dijo: "Para mí el vivir
es Cristo" (Filipenses 1:21). "Porque para mí el predicar es predicar a Cristo por medio de mí, el vivir
es para que Cristo sea reproducido entre los hombres". Lenguaje
fuerte, ¿no?
Él dice que Cristo vive en él. "Yo vivo porque Él vive en mí, la vida de Cristo y mi vida son una vida,
yo soy una rama de la vid viviente". Ese es el lenguaje de Pablo. Hoy,
las doctrinas han tomado el lugar de la Palabra. El Conocimiento de los
Sentidos gobierna el cuerpo de Cristo.
Hechos 19:20 dice: "Así
crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor". Y sin
embargo, no estaba escrito. Era la Palabra viva y hablada. Hoy en día Cristo
puede absorber a uno, y uno puede así absorber la Palabra, que lo que se dice
será la Palabra viva. Uno puede estar tan dominado por la Palabra que las
palabras de la boca y las meditaciones de su corazón serán agradables al Padre.
En Éfeso la Palabra había adquirido tal autoridad que leemos
en Hechos 19:17-18: "Y esto fue
notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como griegos; y tuvieron
temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús. Y muchos de los
que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos".
Mira, ellos no confesaron sus acciones hasta después de haber aceptado a
Cristo. Muchos de ellos eran espiritualistas, y muchos de ellos que habían
hecho esto trajeron sus libros y los quemaron. Contaron el valor y eran 30.000
piezas de plata. La Palabra había prevalecido.
La personalidad de Pablo no había prevalecido. La filosofía
de Pablo no había prevalecido; sino la Palabra había prevalecido. Esa Palabra
es el Logos; y el Logos es Cristo. No puedes separar este Logos viviente del
Cristo viviente. Sana a los enfermos; rompe el poder de los demonios sobre las
vidas y llena esas vidas con una confianza sin temor para que la persecución,
incluso la muerte, no los intimide. En Hechos 20:32, Pablo se despide de la
iglesia de Éfeso: "Y ahora, hermanos,
os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para
sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados".
Él le dijo a los ancianos: " Ni plata ni oro ni
vestido de nadie he codiciado. Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido
necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo
os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y
recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que
recibir". Él
vivió la Palabra. Su predicación hubiera tenido poco efecto si la Palabra no hubiera
gobernado su vida. La Iglesia nunca ejercerá la autoridad divina que le
pertenece hasta que la Palabra se convierta en parte de su vida cotidiana.
Esa Palabra no escrita tenía más autoridad sobre la vida de
estos hombres que la Palabra viva escrita hoy. Eso está mal. Esta Palabra debe
gobernarnos hoy. Nuestros labios deben estar llenos de ella. Hemos sustituido
las evidencias de los Sentido por la Palabra. Hemos sustituido la educación y
la organización por la Palabra. Todos ellos son fracasos.
La Palabra en labios de fe, llenos de amor, llenos de la
misma vida de Dios, tiene grande autoridad y capacidad como la que siempre hubo
en la historia de la Iglesia. Debemos darnos cuenta de que Él y Su Palabra son
uno; que la palabra del hombre es una palabra moribunda; y que la Palabra de
Dios es una Palabra viva y duradera. Los más cultos y hermosos sermones están
muerto tan pronto como se den a menos que estén llenos de la Palabra.
La Palabra es la espada del espíritu. Es decir, la Palabra es
la espada del espíritu humano recreado. La Palabra en los labios del hombre que
está llena de amor será tan efectiva hoy como la Palabra estuvo en los labios
de Jesús, Esteban, Pedro o Pablo. Estas palabras se convierten en una realidad
curativa, salvadora, presente. La Palabra es en realidad Cristo. "Las palabras que yo hablo", dijo
Jesús, "son espíritu y son vida".
Nosotros fuimos hechos vivos por la Palabra. Somos mantenidos espiritualmente
vivos por la Palabra. Nos hemos alimentado de la Palabra; y las palabras de
Jesús en Juan 6:53 se hacen realidad: "Jesús
les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del
Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros".
El cuerpo y la sangre del Señor están en Su Palabra. No está
en el pan y el vino. Eso no es más que un símbolo. Es en esta Palabra viva. La
Palabra es una palabra muerta en la Biblia sobre la mesa. Sólo toma vida a
medida que comenzamos a actuar, mientras le damos lugar, mientras la
practicamos en nuestra conducta diaria. La palabra "justicia" tal como la Revelación Paulina la da, apenas se
menciona en el Libro de los Hechos, pero ellos vivieron en la realidad de ella.
No se dice nada acerca del Espíritu Santo en ellos, sino que todo el libro
respira de la presencia interior de Aquel que vino el día de Pentecostés. Ellos
no sabían nada acerca de la Nueva Creación como la Revelación de Pablo nos la
da, pero la Nueva Creación fue el hecho viviente que estaba sacudiendo al
Gobierno Romano.
Ellos predicaron el Nombre y lo vieron demostrar la realidad
que Jesús había declarado que estaba en él. Ellos no sabían nada acerca del
Señorío de Jesús como lo vemos revelado en el mensaje paulino, pero lo
reconocieron; ellos lo vivieron. Los primeros quince años de la Iglesia
primitiva fueron vividos en el reino de los Sentidos. No tenían la Palabra
escrita. Sólo tenían lo que los apóstoles habían dicho en el Día de
Pentecostés. Ellos oyeron el sonido de aquel viento recio. Vieron las lenguas
de fuego en las cabezas de esos 120 hombres y mujeres. Los oyeron hablar en
esas extrañas lenguas. Vieron los poderosos milagros suceder.
La nación judía fue sacudida por las evidencias físicas de la
resurrección de Jesús. La Palabra lenta pero segura ganó el dominio sobre los
sentidos; pero Dios trató con ellos como sólo un padre sabio podría tratar con
sus hijos. Se produjo una constante revelación a través de la palabra hablada,
la Palabra viva que les reveló a Jesús.
El contraste entre la verdad de Dios y la Palabra de Dios y
la verdad del hombre y la palabra del hombre nos asombra. La palabra del hombre
es una palabra moribunda. Su Palabra, hablada hace dos mil años, es viviente,
vivificante, poderosa. La razón es porque la Palabra es una parte de Dios
mismo, así como la palabra del hombre es una parte de sí mismo. La Palabra de
Dios es como su Autor. Mi Palabra es como yo.
La Palabra de Dios está llena de Amor, porque Dios es Amor.
Está llena de habilidad Divina. Está llena de capacidad creativa.
Tenemos la Palabra, la Palabra segura, esta Palabra viva; Y
nuestros corazones pueden depender de eso. El nuevo convertido debe alimentarse
de esta Palabra creativa. El creyente anciano debe alimentarse de esta Palabra
que sostiene y fortalece la vida.
Es la Palabra predominante que se necesita hoy en día. Es
necesario prevalecer sobre nuestro pensamiento, prevalecer sobre nuestras
enfermedades, prevalecer sobre nuestra debilidad, prevalecer sobre nuestros
temores, prevalecer sobre nuestras dudas. Es la Palabra imperante y viva de nuestro
Maestro.
Preguntas
1. ¿Por qué no se menciona al hombre en el libro de Hechos?
2. Da al menos tres hechos acerca de la Palabra como fue
predicado en el Libro de Hechos.
3. Explica la declaración: "Y la Palabra de Dios se
incrementó".
4. ¿En qué forma existe la Palabra en el Libro de los Hechos?
5. Explica Hechos 14: 3.6.
6. ¿Cuál es la diferencia entre hablar la Palabra y dar una
experiencia?
7. ¿Qué le da a la Palabra autoridad y habilidad hoy en día?
8. ¿Qué se revela en Juan 6: 53?
9. Explica la diferencia entre la verdad de Dios y la verdad
del hombre.
10 a. ¿Qué lugar debe darse la Palabra en la vida del niño en
Cristo? b. ¿En el creyente antiguo?
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