lunes, 18 de octubre de 2021

Estudios Básicos de la Biblia - E. W. Kenyon - Lección 22


Lección 22 
LAS DOS CREACIONES DE DIOS  
 
En nuestra última lección que trató de la identificación con Cristo, estudiamos los pasos por los cuales Dios efectuó una nueva creación en Cristo. Cuando Cristo fue vivificado de la muerte espiritual, se levantó, como el primogénito entre muchos hermanos. 

Romanos 8.29 dice: “Porque a los que antes conoció, también predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de Su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos”. Él fue el primogénito entre muchos Hijos de Dios. 

Él fue el Primogénito de los muertos: “Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi hijo eres tú, y yo te he engendrado hoy? Y otra vez: Yo seré a El Padre, y él me será a mí hijo? Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en la tierra, dice: Y adórenle todos los ángeles de Dios” (He 1.56). Él fue el primer hombre de todas las épocas de la historia humana nacido de la muerte espiritual al reino de la vida: “Y Él es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia; Él que es el principio, el primogénito de los muertos, para que en todo tenga el primado” (Col 1.18). Él es la cabeza de una nueva creación. Él es la cabeza de una nueva especie, de un nuevo tipo de hombres. 

Es Él la cabeza de una creación de hombres liberados del dominio satánico. Siempre que algún hombre acepta a este Hijo de Dios como Salvador y Señor, pasa de muerte a vida (Jn 5.24). “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2Co 5.17). Esta nueva creación en Cristo, siendo una creación espiritual, es tan real como la creación en Adán. En este estudio vamos a comparar estas dos creaciones. 
 
I.  La Creación en Adán 
 
La creación del universo y la creación del hombre, como cúspide de la creación, nos señalan a un Creador inteligente y omnipotente. Sólo aquel que esté cegado por la terquedad de no creer en Dios podrá afirmar lo contrario. Diremos brevemente lo que el hombre debe creer si se rehúsa a aceptar la existencia de un Creador inteligente. 

He aquí lo primero a que el hombre se enfrenta: existe. Aquí por lo menos está seguro de su conocimiento. Como hombre, existe. ¿Pero cómo llegó a existir? Vive en un mundo rebosante de vida, pero ¿en qué forma comenzó esta vida? Afirmar que el hombre arranca su existencia de una o múltiples generaciones es simplemente dejar la dificultad en donde está. 

¿De dónde vino el primer hombre? ¿Cómo comenzó la vida? Hasta el día de hoy la ciencia no ha podido dar ninguna respuesta, ni siquiera una hipótesis. La única respuesta que la ciencia puede dar es que la vida surgió de la muerte, de la nada. El hombre de ciencia que rechaza a Dios debe aceptar como base misma de su creencia una teoría que no sólo carece de pruebas, sino que contradice todo lo que hoy sabemos sobre el particular. Todo experimento científico ha demostrado que la vida no puede generarse independientemente de otra vida anterior; que la materia inanimada no puede convertirse en vida excepto bajo la influencia de materia ya viva, y que la vida es producida sólo por la misma Vida. 

Aquel que rechaza a un Creador replica que, aunque no pueda probar que haya habido generación espontánea, ésta pudo haber tenido lugar hace billones de años. Afirma también que solamente habría sido necesario un germen de materia viva. Desde luego, da por hecho que existió este germen primero de vida. Pero debe creer que dicho germen tenía como algo inherente todas las posibilidades para el desarrollo de la vida en cada reino. 

Ahora bien, ¿puede un hombre honrado creer que existió un germen vivo de materia que poseía las potencias y capacidades para el desarrollo del universo con sus formas de vida altamente complicadas e inteligentemente organizadas, en vez de creer en un Creador inteligente? ¿Podremos aceptar que un ser consciente e inteligente como el hombre, que se conmueve con el anhelo de la inmortalidad, podría haber sido formado de materia inconsciente y desprovista de inteligencia? 

¡No! La creación del hombre señala hacia un creador inteligente. La creación de Adán revela a un creador sabio y lleno del más tierno amor y cuidado para el hombre. Al estudiar la creación a través de los potentes telescopios, descubrimos que los planetas, las estrellas y las nebulosas fueron formados de acuerdo con un plan sujeto a orden y leyes; por otro lado, también a través de los poderosos microscopios observamos que las mismas leyes y el mismo orden prevalecen en las formas infinitesimales de vida, en las cuales se ha puesto el mismo cuidado y diseño que caracteriza a todas las formas de vida. 

El mismo Creador que pintó con admirable destreza un crepúsculo y un arcoiris, ha puesto su toque de brillantes colores en cada pluma de los pajarillos. Y porque el Creador supo que el hombre sería curioso y estudiaría la vida a través de poderosos lentes artificiales con sumo cuidado y reflexión hizo también la más pequeña forma de vida, con toda delicadeza y hermosura. Algunas formas de vida son tan pequeñas que veinte de ellas pueden caber en una sola gota de rocío. Sin embargo, cada una de ellas ha sido exquisita y bellamente diseñada. 
 
II.  El Lugar que el Hombre Tiene 
 
Cabría preguntar: ¿cuál es el propósito de todo este cuidado y de toda esta previsión manifestados en la creación entera? La respuesta la encontramos en el Hombre. Cada paso en la creación señala al hombre como meta. La tierra, con sus depósitos de carbón, de minerales y de aceite; con sus campos floridos, sus frutos, sus vegetales, sus bosques, su ganado y su belleza, es para el hombre. Nos damos cuenta de que al preparar el hogar para el hombre, el Creador puso tanta solicitud y esmeró al diseñar cada partícula de polvo como al sembrar de estrellas el espacio infinito. 

¡Cuánta exactitud, cuánta previsión, cuánto amor se manifiesta en todo lo que Dios hizo para el hombre, al cual creó a Su propia imagen para que juntamente con Él señorease en la creación! La creación del género humano comenzando con Adán (Su primer hombre), revela el amor infinito del Creador por el hombre y el lugar que éste tiene en Sus planes. Pero volvámonos ahora a la nueva creación en Cristo para ver lo que nos revela acerca del Creador. 
 
III.  La Creación en Ruinas 
 
Ya vimos en nuestro estudio anterior que una catástrofe había arruinado esta creación y la vida de aquel que fue creado a la imagen de Dios. La muerte espiritual, la naturaleza de Satanás, entró al espíritu del hombre alejándolo de Dios (Gn 3). 

En esa condición de muerte espiritual, el hombre debe haber contemplado la creación maldita por Satanás y debe haber pensado que Dios, si es que existía, había estado inactivo y solamente como un espectador, frente a los acontecimientos terrenales. Las fuerzas de la naturaleza que son tan benignas para con el hombre, son al mismo tiempo destructivas en grado sumo e indiferentes hacia la vida humana. Parece que en cada uno de los elementos hay una bendición y una maldición. El sol, los vientos, el agua, y el fuego, son benéficos, pero también, con frecuencia traen sufrimiento y muerte. 

Pero durante el imperio de la muerte espiritual el Creador estuvo muy lejos de permanecer inactivo. No estuvo menos activo y previsor hacia el hombre que cuando preparaba el advenimiento de Adán a este mundo. A través de los siglos, en la historia de la humanidad, cada paso, cada trato de Dios con el hombre, se ha dirigido hacia una meta: hacia la nueva creación, la creación espiritual del hombre a quien habría de liberar por completo de la muerte espiritual y del dominio satánico. No menos previsión, no menos cuidado, no menos amor se prodigaron en los preparativos de la nueva creación que los que se habían prodigado en la antigua creación del hombre. Si la primera creación revela el amor del Creador por el hombre, ¡cuánto más la nueva! 

Si la primera creación nos da un vislumbre del lugar que Dios tiene para el hombre en Su plan, ¡cuánto más la nueva! El solo poder creador no hubiera producido esta nueva creación. No hubiera sido posible crearla en el paraíso. 
 
IV.  La Nueva Creación en Cristo 
 
En nuestra última lección estudiamos los pasos por los cuales fue realizada la nueva creación. Solamente el Hijo de Dios al tomar nuestro lugar en la muerte espiritual, al sufrir la pena que nos correspondía y al pagar por ella, pudo hacer que la nueva creación fuese una posibilidad. ¿Había estado inactivo el Dios de la Creación durante los siglos de dolor y de miseria humanos? No, Él, el Creador, había asumido las responsabilidades del pecado del hombre. El Hijo de Dios, Aquel que existía en términos de igualdad con Dios, no solamente se había conmovido ante el sufrimiento causado por la muerte espiritual, sino que Él mismo lo había asumido, llevando el castigo y sufriendo en lugar de la humanidad para que el hombre no tuviera que sufrir. 

La primera creación se verificó en un paraíso y salió fresca de las manos del Creador. La nueva creación en Cristo tuvo lugar en el infierno. El infierno había sido preparado para el diablo y sus huestes, y en este lugar pavoroso sufrió el Hijo de Dios hasta que las demandas de la justicia fueron satisfechas. Entonces fue vivificado y nosotros fuimos legalmente vivificados con Él: “Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo” (Ef 2.5). 

Este fue el lugar donde la nueva creación se efectuó legalmente. Fue allí donde el hombre espiritualmente muerto, una vez que hubo sido justificado, fue conformado legalmente a la imagen del Hijo de Dios: “Porque a los que antes conoció, también predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Ro 8.29). 

Y Cristo se levantó como el primogénito de muchos hermanos porque nosotros fuimos declarados justos: “El cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación” (Ro 4.25). Su alma no fue dejada en el Infierno: “Que no dejarás mi alma en el infierno” (Hch 2.27). “Viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el infierno, ni su carne vio corrupción” (Hch 2.31). “Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte” (Hch 2.24). Cuando Dios vivificó a Cristo, fue liberado de las intensas agonías que había sufrido en Su condición de muerte espiritual. Este fue el origen de la nueva creación en Él. 

La primera creación había sido hecha a la imagen de Dios como la corona y el clímax de toda la creación. La nueva creación fue realizada en el infierno, conformada a la imagen del Hijo de Dios, un coheredero con Él. Tal es el precio que el Dios-Padre pagó por la nueva creación. No podemos estimar con palabras lo que la nueva creación significa para Él.
 
Hemos tratado el aspecto legal, de lo que Dios hizo por el hombre en Cristo. El hombre entra vital y realmente en la nueva creación al recibir a Cristo en lo personal como su Salvador y Señor (Ro 10.9-10). 2Co 5.17 afirma que el hombre es hecho una nueva creación en Él. Estudiemos ahora la actitud del Padre hacia la nueva creación en su aspecto actual. 

¿Es el Creador en la actualidad indiferente hacia la nueva creación en Cristo? ¡No! Porque Su interés está concentrado en la nueva creación. Cada sueño, cada plan para el hombre, sólo encuentra su realización en la nueva creación. 

Estudiemos ahora lo que Dios ha dicho acerca de la nueva creación. Él declara que la nueva creación ha sido hecha justa: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz con Dios...” (Ro 5.1 Straubinger). También afirma el autor de Romanos que Jesús, el propio Hijo de Dios, es la justificación del hombre que ha llegado a ser una nueva creación en Él. 

1 Corintios 1.30 afirma: “Mas de Él sois vosotros en Cristo Jesús” (esta es una descripción de la nueva creación engendrada por Dios en Cristo), el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, y justificación, y santificación y redención. Sin embargo, estas declaraciones son insuficientes para describir la justicia del nuevo hombre que Él ha creado. No pudo haberlo explicado mejor que cuando afirma que la nueva creación ha venido a ser la misma justicia de Dios en Él: “Al que no conoció pecado, hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en El” (2Co 5.21). 

La nueva creación está tan libre del imperio de Satanás como lo está Cristo. El nuevo hombre ha sido libertado por completo de la autoridad satánica: “Que nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Col 1.13). 

Por lo que a la nueva creación se refiere, Satanás no existe: “Para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, es a saber, al diablo” (He 2.14). Satanás es el padre y el amo del hombre natural y el gobernador de los dominios de la muerte, pero para la nueva creación, es como si no existiera, legalmente hablando. 

Romanos 6.1-13 demuestra que la nueva creación es tan libre del imperio de la muerte espiritual como Cristo lo es. El primer hombre era un súbdito de Dios, pero el nuevo hombre es un coheredero con Jesucristo: “El espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios; y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Ro 8.16-17). 

El Dios-Padre contempla a la nueva creación como contempla a Cristo. El nuevo hombre no pertenece al mundo y no tiene más parte en sus relaciones con Satanás que la que tuvo Cristo: “Ellos no son del mundo como tampoco yo soy del mundo” (Jn 17.16). 

El Dios-Padre ama al nuevo hombre como ama a Cristo. Juan 17.23 dice: “Y que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado como también a mí me has amado”. 

El Padre escucha las peticiones de la nueva creación de la misma manera que escuchó a Cristo, porque la nueva creación ora en el Nombre de Jesús: “De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará” (Jn 16.23-24). ¡Cuán ilimitada en poder y autoridad es la vida de todo el que ha sido hecho una nueva creación en Él! 
 
PREGUNTAS 
 
1. Explique la siguiente frase en Romanos 8.29Para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos”. 

2. ¿Qué tiene que admitir el que niega la existencia de un Creador con respecto a la creación del hombre?
 
3. Diga por qué la Creación del hombre señala a un Creador inteligente. 

4. ¿Cómo demuestra la creación el cuidado de Dios por el hombre? 

5. ¿Qué precio pagó Dios por la nueva creación? 

6. ¿Por qué fue necesario hacer una nueva creación? 

7. Diga cuán ilimitada en poder y autoridad es la vida del hombre que ha sido hecho una nueva creación en Él. 

8. ¿Qué tan justo es este nuevo hombre en Cristo? 

9. ¿Cuál es la actitud del Padre hacia él? 
 
 
 
 
 
 

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