martes, 21 de septiembre de 2021

Estudios Básicos de la Biblia - E. W. Kenyon - Lección 14


Lección 14  
EL SACERDOCIO  
 
El Tabernáculo y sus vasos, así como el sacerdocio y los varios oficios conectados con ellos, formaban una sola unidad, aunque nosotros los dividimos con el objeto de estudiar cada porción. El Tabernáculo no hubiera servido sin sus vasos y el Tabernáculo con sus vasos no hubieran sido de ninguna utilidad sin la familia de sacerdotes constantemente ocupados en diversas actividades dentro del Lugar Santo y con los distintos vasos sagrados. Ellos actuaban como mediadores. Hebreos 8 demuestra que los sacerdotes que ofrecían las ofrendas de acuerdo con la ley, servían de ejemplo y sombra de las cosas celestiales. 

Éxodo 28.1 nos da las instrucciones que le fueron dadas a Moisés con respecto a la familia sacerdotal. Ni Moisés ni sus hijos desempeñaban el oficio de sacerdotes. Esto señala el contraste entre el sacerdocio bajo la Ley y el sacerdocio del cual Cristo es la Cabeza: 

1. La autoridad y el carácter de conductor que tenía Moisés, así como su oficio de mediador, fueron en él algo separado del sacerdocio, el cual quedaba limitado a Aarón y a sus hijos; por otra parte, estas dignidades eran distribuidas entre diferentes personas; mientras que la Epístola a los Hebreos indica que el Señor Jesús en Su resurrección combinó en Sí mismo los varios oficios y dignidades de Señor, Mediador, Apóstol, Fiador, Capitán y Pastor. 

2. Las palabras del versículo primero son notables: “Y harás que se presente delante de ti Aarón y sus hijos con él, para que él sea constituido mi sacerdote”. Aarón y sus hijos formaban un sólo ministerio en el oficio sacerdotal; y Aarón no podía ejercer su servicio a menos que sus hijos estuvieran con él. ¿No hay en esto una sugerencia de la unión entre el sacerdocio de Cristo y Su casa, y también del gran objeto de dicho sacerdocio, que consiste en ser constituido ministro de Dios con respecto a Su casa? (He 3.1-7). 

3. El Sumo Sacerdote, bajo la Ley, tenía compasión de los ignorantes y de aquellos que andaban extraviados porque tenía conciencia de sus propias debilidades. El hecho de ser él mismo un pecador lo calificaba para ese sacerdocio (He 5.1-5). El Señor Jesús, por medio de Su vida humana, fue perfeccionado para el sacerdocio. Él es capaz de simpatizar porque fue tentado en todo como nosotros, aunque sin pecado. Él sufrió, siendo tentado, y puede socorrer a los que son tentados. Los espantosos cuchicheos del enemigo que tuvo que soportar llenaron su alma de un sagrado aborrecimiento y le enseñaron a sentir compasión por aquellos que están sujetos a los asaltos de Satanás (He 4.14-16). 

4. Los sacerdotes de la casa de Leví fueron constituidos sacerdotes sin juramento, y en consecuencia, algunos de ellos fueron eliminados del sacerdocio como ocurrió en los casos de Nadab y Abiú y en la línea de Elí. El Señor Jesús fue constituido sacerdote con juramento. 

Juró el Señor y no se arrepentirá”. La inmutable Palabra de Dios y el juramento constituyeron al Señor Jesús como el Fiador de un pacto mejor (He 7.20-25). 

Hebreos 7.11-17 dice que Aarón fue constituido sacerdote según la Ley del mandamiento carnal, mientras que Cristo se constituyó en el Sumo Sacerdote, mediante el poder de la vida sin fin, por el poder eterno y glorioso de la resurrección. La vida recibida de la muerte, y el haber hecho manifiesta Su victoria sobre la muerte, lo constituyeron gran Sumo Sacerdote. 

 
I.  Las Vestiduras del Sumo Sacerdote 
 
Procedamos ahora con Éxodo 28.4: “Estas son las vestiduras que han de hacer: Un pectoral, un Efod, una sobretúnica, una túnica bordada, una mitra y un cinturón” (Straubinger). Sin estas vestiduras Aarón no podía ser Sumo Sacerdote. Ellas tipificaban poderes distintos, responsabilidades y cualidades relacionadas con ese oficio. 

Las vestiduras sacerdotales eran consideradas como parte de la obra del Tabernáculo. Las túnicas del Sumo Sacerdote expresan las funciones y cualidades de éste. 

Éxodo 28.5-6 y Éxodo 29.1-2 nos dan las instrucciones para hacer el Efod. Allí se especifican los materiales, oro y lino fino torcido; los otros, azul, púrpura y escarlata, son colores dispuestos artísticamente sobre el torzal de lino y entrelazados con oro en todas partes. La forma en que fue hecho se describe en Éxodo 39.3: “Fabricaron láminas delgadas de oro, y las cortaron en hilos, para entretejerlos con jacinto, púrpura, escarlata, y carmesí y con el lino fino, obra de recamador” (Straubinger). 

Las distintas fases de la humanidad están tipificadas por los colores. El oro representaba Su Divinidad. Ambas relacionadas inseparablemente pero cada una era distinta. La vida de Cristo fue una fusión rara y hermosa de humanidad y Divinidad. No obstante, hubo cierta distinción misteriosa entre Su humanidad y Su Deidad. Con una facilidad asombrosa y perfecta, Él pasaba de la esfera de Su capacidad humana a la esfera de Su Deidad. Él se sentía lo mismo tanto en la una como en la otra. Ante el sepulcro de Lázaro Él aparece como verdadero hombre y como verdadero Dios. 

El Efod, la gran túnica sacerdotal, estaba íntimamente ligado con las hombreras y el pectoral. La fuerza de los hombros y los afectos del corazón fueron consagrados a los intereses del pueblo al que Él representaba. La fuerza omnipotente y el amor infinito de Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, son nuestros continua e indudablemente. 

Los hombros que sustentan al universo sostienen al miembro más débil de Su Cuerpo. El sacerdocio fue algo que Dios proveyó para traer a Israel a Su presencia y conservarlo allí. Fue algo que Dios preparó para el Israel espiritualmente muerto a fin de que pudiera aproximarse a Él. 

Éxodo 28.15-29 y Éxodo 39.8-21 nos describen el pectoral con los nombres de las doce tribus engastados en piedras preciosas. La excelencia peculiar de una piedra preciosa es que mientras más intensa es la luz, más intenso es su brillo. Estas fueron conservadas en la Divina presencia con un lustre que no disminuyó y con la misma belleza inalterable como correspondía a la posición en que la gracia de Dios las había colocado. 

Cualesquiera que pudieran ser las fallas de Israel, sus nombres resplandecían delante de Él. Jehová los había colocado en un lugar donde ningún hombre los podía arrancar. Nadie podía entrar al Lugar Santo para oscurecer su brillo. Cada tribu tenía su lugar y su propia piedra. Cada piedra tenía su propia gloria peculiar y su belleza. Cada una difería de la obra sin rivalizar entre sí; y cada una llenaba el lugar que se le había señalado delante de Dios. 

Dios pudo crear variedad sin implicar inferioridad. Y así es con los individuos que componen el Cuerpo de Cristo. Cada uno refleja a Cristo; y no obstante, Cristo se ve en cada uno con una belleza y una gloria peculiares en la cual ningún otro se entromete. Cada uno tiene su lugar en el Cuerpo, una responsabilidad para magnificar a Cristo, que no pertenece a otro. 

Ante los ojos del Padre, el Cuerpo brilla con la luminosidad y la Justicia de Cristo. El hombre no puede verlo, pero Dios puede vernos en Cristo, en Su Justicia y en Su Belleza. 

El Gran Pastor de las Ovejas no cesará de llevar sobre Sus hombros y en Su corazón al más débil del rebaño hasta que al fin le presente sin mancha y sin culpa ante el Padre. Cuando llegue la mañana de la resurrección, cada uno de los redimidos será como Cristo y se manifestará con la misma belleza y gloria con que está sostenido representativamente sobre los hombros del gran Sumo Sacerdote delante de Dios. 

 
II.  Las Piedras Conmemorativas 
 
Éxodo 28.12: “Y pondrás aquellas dos piedras sobre los hombros del efod, para piedras de memoria a los hijos de Israel; y Aarón llevará los nombres de ellos delante de Jehová en sus dos hombros por memoria” (Éx 39.7; 28.29). 

Israel celebraba una fiesta a la cual se aplicaba de una manera peculiar la palabra “conmemorativa”: La Fiesta de la Pascua. “Y este día os ha de ser en conmemoración, y habréis de celebrarlo como solemne a Jehová durante vuestras generaciones” (Éx 12.14; 13.9). Tenían, por lo tanto, dos razones constantes para recordar a Jehová: su liberación de la esclavitud de Egipto por la sangre del cordero pascual, y su aceptación en la brillantez y la gloria de las piedras preciosas delante del Señor sobre los hombros del Sumo Sacerdote. 

Hay dos actos conmemorativos para nosotros que somos Sus hijos: Nuestra absoluta redención del reino de las tinieblas por la sangre del cordero (Col 1.13), y nuestra posición delante de Dios como Sus hijos, manteniéndonos en Su presencia con toda gloria y justicia. 

Así como Aarón no podía entrar al Lugar Santo sin recordar a Jehová del amor y perfección en los cuales Israel había sido aceptado delante de Él, nosotros tenemos una constante memoria de Él en nuestro gran Sumo Sacerdote quien nos coloca ante Su presencia. Él es nuestra Sabiduría, nuestra Justicia, nuestra Santificación y nuestra Redención. 

 
III.  El Urim y el Tumim 
 
Éxodo 28.30 refiere que el pectoral estaba hecho de los mismos materiales que el efod y estaba doblado para formar una bolsa en la cual se ponía el Urim y el Tumim. Éstos eran piedras preciosas con nombres significativos cuya finalidad nadie ha podido conocer hasta el presente. 

Urim significa “luces”; y Tumim, “perfecciones”. Este contenido misterioso del pectoral parece dirigir nuestros pensamientos al corazón del Señor Jesús que contiene toda la luz y toda la perfección; toda la gracia y la verdad; todo el perdón y la justicia. Se nos dice en Efesios 5.13Porque lo que manifiesta todo, la luz es”. El Sumo Sacerdote con el Urim en su pectoral se convirtió en el canal por el cual Dios manifestaba Sus consejos. El Señor Jesús da a conocer los consejos y propósitos de Dios. Él es luz, y en Él no hay ningunas tinieblas, y por medio de Él se nos da a conocer la voluntad de Dios. 

 
IV.  Las Campanillas de Oro y las Granadas (Éxodo 28.33-35) 
 
Alrededor de los bordes pusieron granadas de tres colores azul, púrpura y escarlata, y alternando con cada granada una esferita de oro puro. El único adorno de esta Túnica Celestial eran frutos recogidos de la tierra. El Sumo Sacerdote proclamaba así al entrar al Lugar Santísimo, que había llegado del mundo, anunciando su carrera terrenal. Las granadas se mencionan especialmente como fruta de la Tierra Santa.
 
Entre cada dos granadas había una campanilla de oro. El sonido áureo estaba combinado con el fruto rico y jugoso, y cuando el Sumo Sacerdote se acercaba al Lugar Santísimo, sus pisadas producían una melodía celestial; y cuando regresaba de la presencia cercana de la gloria al campamento, sus pasos recatados hacían vibrar el sonido que no era de la tierra. Las campanillas de oro proclamaban su tránsito celestial en el Lugar Santísimo. 

Cuando el Sumo Sacerdote se acercaba a Dios, Este debió oír el sonido celestial producido por sus pisadas, aunque aquel llegara de en medio de un ruido ensordecedor de mundanalidad y de confusión. Su andar, aunque rodeado de estos pecados, tenía que estar relacionado con fertilidad, para con Dios; y no tendría que ver, en ningún sentido, con las ambiciones, la gloria o la prosperidad terrenales. Y al salir de la presencia inmediata de Dios, sus pisadas recatadas debían expresar la misma verdad. Debía regresar a las ocupaciones ordinarias de la vida, pero haciendo saber que sus pisadas procedían del cielo. 

 
V.  La Mitra (Éxodo 28.29; 39.28) 
 
La palabra “Mitra” se usa para el atavío de la cabeza del Sumo Sacerdote. Se deriva de un verbo que quiere decir “rodar” o “girar alrededor”; sugiriendo que posiblemente la mitra del sumo sacerdote iba enredada alrededor de su cabeza. La Mitra que cubría la cabeza del Sumo Sacerdote era símbolo de su sujeción a Dios y de que se suponía que siempre estaba en la presencia del Señor. Nunca debía perder de vista su llamamiento glorioso, pero su vida debía gastarse en el Tabernáculo, listo para hacer la voluntad de Dios. 

El lino fino y blanco de que estaba hecha, es emblema de aquella justicia y pureza que debe manifestarse en todo aquel que se coloca en la presencia de Dios para interceder por los demás. 

 
VI.  La Plancha de Oro Fino (Éxodo 28.36-38; 39.30-31) 
 
La plancha de oro se describe antes que la mitra, siendo el objeto de ésta capacitar al Sumo Sacerdote para usar la plancha de oro delante del Señor. Grabada profundamente en la plancha de oro estaba la siguiente inscripción: “SANTIDAD A JEHOVA”, sin la cual no podía aparecer en la presencia del Señor y a favor de Israel. Cuánta verdad contiene esta breve sentencia. Cuán expresiva es de Aquel, el único que puede ostentarla: el verdadero Sumo Sacerdote. 

La frente es de manera especial la parte del rostro humano en que se retratan el propósito, la voluntad y la mente. Durante todo Su ministerio terrenal la santidad a Jehová fue el propósito dominante de la mente de Cristo. 

Aarón podía únicamente presentar santidad a Jehová grabada sobre la corona sagrada que llevaba en la frente. Cristo es santidad a Jehová. Aarón se presentó delante de Dios sólo para suplicar a favor de Israel. Cristo no solamente lo hace a favor de Su pueblo, sino que Su pueblo está unido a Él en Su vida. 

 
PREGUNTAS 
 
1. ¿Por qué el sacerdocio era una necesidad? 

2. Presente al menos tres contrastes o semejanzas que existen entre el Sumo Sacerdote del Antiguo Pacto y Jesús, nuestro Sumo Sacerdote del Nuevo Pacto. 

3. ¿Qué simbolizan las vestiduras del sacerdote? 

4. Explique Hebreos 7.11-17. 

5. (a) Diga algo sobre el significado del pectoral con los nombres de las doce tribus grabados en piedras preciosas. (b) ¿Qué verdad acerca del Cuerpo de Cristo se revela aquí? 

6. ¿Cuáles eran los dos actos conmemorativos de Israel? 

7. ¿Qué actos conmemorativos tenemos nosotros que correspondan a aquellos? 

8. Explique el Urim y el Tumim. 

9. ¿Qué significaban las campanillas de oro y las granadas? 

10. ¿Qué significaba la Mitra en la cabeza del Sumo Sacerdote? 
 
 
 
 
 

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