lunes, 23 de agosto de 2021

Estudios Básicos de la Biblia - E. W. Kenyon - Lección 7

Lección 7

LA ENCARNACIÓN PROMETIDA

 

 

Al estudiar los problemas que tuvo que encarar el Dios-Padre para proporcionar al hombre un redentor de la muerte espiritual, vimos que la necesidad que el hombre tenía de tal redentor demandaba la unión de la Divinidad y de la humanidad en un solo individuo. La necesidad que el hombre tiene de justicia, de vida eterna y de un Mediador, solamente podía ser satisfecha por la encarnación del Hijo de Dios.


La encarnación de la Divinidad con la humanidad proporcionaría un sustituto donde estuvieran unidas la naturaleza Divina y humana; sobre tales bases el Dios-Encarnado podría actuar como mediador del hombre. Siendo igual a Dios por una parte, y unido con el hombre por la otra, podría hermanar a los dos. Estando la Deidad y la humanidad unidas, el Encarnado podrá asumir las responsabilidades de la traición del hombre y satisfacer las demandas de la justicia Divina, y así tender un puente de unión entre Dios y la humanidad.

 

I.  La Primera Promesa de Dios Relacionada con la Encarnación 

Cuando el hombre cometió el pecado de alta traición, murió espiritualmente. En su estado de muerte espiritual se describe su condición, como “sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Ef 2.12). Sin embargo, inmediatamente el amor de Dios comenzó a obrar en favor del hombre. El Dios-Padre se enfrentó a la condición del hombre con toda equidad. Sabía que las necesidades del hombre podían satisfacerse solamente sobre bases legales mediante la Encarnación de Su Hijo. Su amor no escatimó ningún sacrificio como demasiado grande para restablecer el compañerismo con el hombre.


La misericordia y la verdad se encontraron (Sal 85.10), y el triunfo del amor dio al hombre la promesa de un Redentor. En su conversación con Satanás, Dios anuncia al hombre la primera promesa de la Encarnación (Gn 3.15): “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza y tú le herirás en el calcañar”. Notemos cuatro afirmaciones extraordinarias en esta promesa:


Primera: Pondré enemistad entre ti y la mujer”.


Es decir, habrá enemistad entre Satanás y la mujer. La historia de la mujer prueba eso. La mujer ha sido comprada y vendida como si fuera un mueble. Sólo donde el cristianismo ha penetrado al corazón de las gentes, la mujer ha recibido un trato distinto que la ha elevado por encima de la creación animal.


En países llamados cristianos ella es la heredera de nuestras enfermedades y la víctima de los tribunales de divorcio. Los médicos nos dicen que el 95 por ciento de los casos que requieren hospitalización, es de mujeres.


Segunda: Pondré enemistad entre tu simiente y la simiente de ella”.


La simiente de Satanás es la raza humana no regenerada; la simiente de la mujer es Cristo. Cristo fue perseguido desde que era un pequeñito por la simiente de Satanás, hasta que finalmente lo crucificaron; y desde la resurrección de Jesús hasta nuestros días, la Iglesia ha sido objeto de las persecuciones más enconadas y de la enemistad del mundo.


Tercera:La simiente de la mujer”.


Aquí está la profecía de que una mujer dará a luz un hijo independientemente de la procreación natural. Cualquier hijo es llamado siempre “la simiente del hombre” o “hijo del hombre”.


Cuarta: Y él te herirá en la cabeza y tú le herirás en el calcañar”.


Él te herirá en la cabeza”, es decir, en la cabeza de Satanás. En todos los idiomas orientales la expresión “herir en la cabeza” significa “quebrantar el señorío del que gobierna”.


El hombre le había entregado a Satanás su señorío. Satanás acababa de adquirir el dominio que Dios había otorgado al hombre. Y Satanás va a ejercer ese dominio hasta que llegue la Simiente de la mujer. Un Hombre va a quebrantar su señorío.


El calcañar”, es la Iglesia militante en la tierra. Los largos períodos de persecución que ha sufrido la Iglesia por la simiente de Satanás han quedado registrados como hechos históricos absolutamente comprobados. Esta profecía es una de las más notables y claras que jamás se haya cumplido. El Dios encarnado ha venido y ha reducido a la nada a aquel que tenía la autoridad de la muerte, el diablo, y ha libertado a todos aquellos que por el temor a la muerte vivían siempre sujetos a servidumbre (Hebreos 2.14).


Este pasaje también tuvo su cumplimiento en la ruda persecución contra Jesús que culmina con Su muerte en el Calvario; y luego en la persecución contra la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, y que hace Su voluntad en la tierra.


Génesis 3.20 dice: “Y llamó el hombre el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes”. La palabra “Eva” en hebreo es Javah, que literalmente significa “la que vive o la que da vida”. Aquí, dice Dios al hombre, que su esposa será la madre de “Aquel que da vida”, nuestro Cristo.

 

II.  Deseo Universal del Hombre Relacionado con la Encarnación

La enseñanza sobre la encarnación no está en desacuerdo con los anhelos humanos o las tradiciones de los pueblos. Ha sido creída en alguna forma por todas las razas. El hombre universal ha anhelado una encarnación. Su espíritu tiene hambre de unión con la Divinidad, porque fue creado a la imagen de Dios con la capacidad de participar de la vida Divina. 

Ello se prueba por las distintas costumbres que los hombres han tenido: por ejemplo, el beber la sangre de los sacrificios humanos, el dar nombres de divinidades a sus reyes, o el hacer de sus emperadores o reyes, encarnaciones de la Deidad.

Los griegos y los romanos suponían que sus dioses habían sido divinos y humanos, lo cual demuestra el anhelo del hombre por una unión con la Divinidad. La encarnación no es más difícil de creer, que la creación del primer hombre. Adán fue creado por un acto del poder Divino; el resto de la raza humana fue engendrado por procesos naturales; pero este Redentor que nacería de la mujer será formado por un acto especial del poder Divino. El es el Dios Todopoderoso y la encarnación es, para Él, una cosa absolutamente posible.

 

III.  Intentos de Satanás para Hacer Fracasar el Plan de Dios 

No sabemos hasta qué punto Satanás comprendió el plan de Dios para la redención del hombre cuando el Redentor le fue prometido a éste. Lo que sí sabemos es que no lo comprendió completamente, pues de otro modo no hubiera crucificado a Cristo (1Co 2.8). Satanás pensó que la crucifixión significaba la destrucción de la vida de Cristo, sin darse cuenta que en realidad era el medio de la redención del hombre.


No obstante, Satanás debió haber comprendido el hecho de que iba a venir un Redentor por medio de la humanidad, el cual quebrantaría su dominio sobre el hombre. Por consiguiente, trataría de destruir el plan del Dios-Padre. La obra de Satanás para frustrar el propósito Divino sigue dos derroteros: (1) destruir el conocimiento de Dios en la tierra; y (2) destruir la línea del Justo (del Mesías) en la humanidad.


Por estos dos medios haría imposible para el Redentor tomar forma humana. Lo que el diablo desea es separar al hombre de todo compañerismo con Dios.


El primer intento de Satanás para conseguir su propósito se encuentra en el asesinato de Abel por Caín (Gn 4.1-15). Abel había recibido el testimonio de que era justo al ofrecer un sacrificio de fe, de acuerdo con la revelación que Dios le había dado: “Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de su grosura. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda” (Gn 4.4).


Por la fe Abel ofreció a Dios mayor sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio a sus presentes; y difunto, aún habla por ella” (He 11.4).


Satanás sólo sabía que de Abel vendría el Redentor del hombre; por lo tanto, destruyó su vida. Al hacerlo, destruyó la línea del Justo que existía entonces.


Pero, después de esto, Génesis 4.25 afirma que a Adán y a Eva les nace Set. Parece que Eva comprendió que una línea del Justo había sido destruida y que Set venía a ocupar el lugar de Abel.


Ella le puso por nombre Set, que significa “sustituto”, y dijo: “Dios me ha sustituido otra simiente en lugar de Abel, a quien mató Caín”.

 

IV.  La Simiente de la Mujer 

A medida que van pasando las generaciones, la muerte espiritual sigue actuando dentro de la vida del hombre, alejándolo de Dios y entenebreciéndole la mente (Ef 4.17-18). Satanás trata de mantener a la simiente de la mujer tan alejada de Dios, que Él no pueda enviar a un Redentor por medio de la humanidad. Hasta ahora la única promesa dada acerca de la encarnación había sido muy general. Por consiguiente, la guerra encarnizada de Satanás contra la simiente de la mujer es total. Más tarde, Dios hace la promesa del Redentor en forma más específica y definitiva, y a medida que vayamos estudiando veremos una obra específica de Satanás encaminada a destruir la línea del Justo, designado por Dios.


En Génesis 3.15, el Encarnado es llamado la simiente de la mujer, un término muy general. Pero Génesis 12.3 lo hace más definido, y el Encarnado se especifica con el término “la simiente de Abraham”. En el Salmo 89.3-4 se le denomina la simiente de David. Vendrá de la familia de David. Poco a poco se define una familia.


Isaías 7.14 lo especifica más cuando dice: “He aquí que la virgen concebirá, y parirá hijo, y llamará Su nombre Emmanuel”. Dice “la virgen”, como si ya la hubiera señalado. Se designa aquí a un individuo.


Al estudiar la historia de Israel veremos los esfuerzos de Satanás dirigidos hacia la simiente de Abraham; luego hacia la simiente de David, y después, su odio enconado y la persecución a Jesucristo, nacido de la virgen.

 

GÉNESIS 5

 

Génesis 5 nos, da la genealogía de Noé. Mientras Satanás trabaja para destruir la línea del justo, Dios está preservando la línea por medio de la cual vendrá el Redentor. Dios está actuando con miras a la encarnación. Es bueno leer los capítulos cuatro y cinco de Génesis. Notaremos dos cosas. Primera: Después de que Caín se destaca ante nosotros por el asesinato de su hermano, se menciona su progenie un poco, y termina en Lamec, un asesino también (Gn 4.18-23).


Segunda: El Espíritu Santo se propone interesarnos en otro hombre, el tercer hijo que les nació a Adán y a Eva, cuyo nombre es Set (Gn 4.24-26). Por esta línea vinieron Noé, Sem, Abraham, Jacob, y, más tarde, Jesús, quien fue la simiente de la mujer que hirió la cabeza de la serpiente. Para fijar nuestra atención en Set, la línea del Justo, el Autor Divino repite, al principio del capítulo cinco, el relato original de la creación del hombre, trazando la historia de Adán brevemente y luego dando en detalle el linaje de Seth.

Esto nos demuestra que sus tratos son ahora con esta línea.

 

GÉNESIS 6

 

Génesis 6.1-3 dice: “Y acaeció que, cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas; se tomaron mujeres, escogiendo entre todas”.


Notamos aquí la diferencia bien marcada entre los Camitas y los Setitas, los últimos del linaje del Justo. Los Camitas edificaron ciudades, inventaron artes e idearon diversiones para mitigar la maldición del pecado (Gn 4.21-22). Los Setitas anduvieron con Dios (Gn 4.26).

En Génesis 4.26 la palabra Dios, en el original es Jehová, el nombre usado para Dios en el Pacto. Aquellos que creían y tenían esperanza en Su promesa conocían y amaban ese nombre. Es de notar que el séptimo en la descendencia de Adán, por la línea de Caín, fue Lamec, un polígamo, asesino y amante de la violencia (Gn 4.16-24), en tanto que el séptimo en la línea de Seth fue Enoc, el hombre que tuvo el testimonio de que había agradado a Dios (He 11.5) y fue trasladado (Gn 5.21-24). En Génesis 6 vemos de nuevo la obra de Satanás para impedir el propósito de Dios. Él fomenta la mezcla de matrimonios entre los descendientes de Caín y los descendientes del Justo. Eso da por resultado la corrupción de la descendencia por medio de la cual vendrá el Redentor, y esa corrupción es de tal naturaleza, que solamente queda Noé como el único adorador del Dios del Pacto: “Y Jehová vio que la malicia de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gn 6.5).

Satanás había destruido el conocimiento de Dios en el corazón del hombre. Los pensamientos de los hombres eran malos continuamente. Solamente Noé conocía y andaba con el Dios verdadero (Gn 6.8-9). Si la humanidad hubiera sido dejada en esa condición, después de la muerte de Noé, el conocimiento de Dios se hubiera perdido por completo. La línea del Justo hubiera sido destruida y la encarnación no habría sido posible.


Aparentemente, Satanás había triunfado en sus esfuerzos, pero el propósito del Dios Todopoderoso no sería frustrado. Para Él era una cuestión de poca monta el poner fin a la humanidad en su condición corrompida (Gn 6.11-13). Si la línea del justo iba a preservarse y el conocimiento de Él iba a perdurar sobre la tierra, Dios tenía que destruir a la humanidad y continuar la línea por medio de la cual vendría el Redentor, por Noé.


Si en el pasado no pudimos comprender la obra del Dios-Padre con miras futuras hacia la encarnación, tal vez nos ha sido difícil entender la destrucción de la humanidad por el diluvio. Ahora, entendiendo claramente que la necesidad del hombre solamente podía ser satisfecha mediante la encarnación, nos damos cuenta de que el diluvio se hacia imperativo.

 


PREGUNTAS

 

1.      Explique las cuatro afirmaciones hechas en Génesis 3.15.


2.      ¿Por qué el hombre universal anhela la unión con la Divinidad?


3.      ¿Cómo prueba la historia, que el hombre universal anhela una encarnación?


4.      ¿Cuáles fueron los dos medios que Satanás usó para impedir el plan de Dios relacionado con la encarnación?


5.      Mencione el primer intento de Satanás para destruir la línea del justo.


6.      Diga cuál es la diferencia entre Camitas y Setitas.


7.      Diga lo que pueda sobre los descendientes de Adán por Caín.


8.      ¿Por qué se le da atención especial en el capítulo 5 a la descendencia de Set?


9.      ¿Cuál fue el propósito que tuvo Satanás al fomentar los matrimonios entre Camitas y Setitas, tal como se lee en Génesis 6.1-3?


10.   ¿Por qué fue necesario el diluvio?

 

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