miércoles, 25 de agosto de 2021

Estudios Básicos de la Biblia - E. W. Kenyon - Lección 8


Lección 8
EL PACTO CON ABRAHAM

Nos hemos dado cuenta que después de que el hombre murió espiritualmente, su necesidad de un Mediador, de justicia y de vida eterna, podía ser satisfecha solamente por la encarnación del Hijo de Dios. En la lección pasada, trazamos la obra de la gracia de Dios desde el tiempo en que Él dio al hombre la promesa de la encarnación, hasta la época del diluvio. Dicha obra consistió en la preservación de la línea del Justo, por medio de la cual vendría el Redentor.

Vimos que Satanás, en sus esfuerzos por hacer imposible la encarnación, corrompió a la humanidad hasta el punto de que el diluvio se hizo imperativo. Noé, que conocía a Dios, fue librado juntamente con su familia.

Noé preservó la verdadera fe en Jehová y la trasmitió a sus hijos. Recordamos también que hubo dos medios que Satanás utilizó para estorbar el propósito Divino en la Encarnación. Estos fueron:

(1) trató de eliminar el conocimiento de Dios de sobre la tierra; y (2) buscó aniquilar, por todos los medios, la línea del Justo.


I. La Torre de Babel

Desde que ocurrió el diluvio hasta la construcción de la torre de Babel, Dios era adorado. No es que todos lo aceptaron, porque muchos perversos se rebelaron contra Él, pero el conocimiento y la revelación del Dios verdadero estaban tan frescos en sus pensamientos que no tuvieron ocasión para poner en lugar suyo a otros dioses.

Notamos que en Génesis 9 se había dado un mandamiento para llenar la tierra. En Génesis 11, leemos que toda la tierra era de una sola lengua y de unas mismas palabras. La unidad de la raza era una realidad. El arca en que Noé y su familia fueron preservados, había descansado en Armenia. A medida que los hombres comenzaron a multiplicarse, esta meseta árida ya no fue suficiente para contenerlos. Los hombres debían, o bien separarse y llenar la tierra como Dios se los había ordenado, o encontrar un territorio más fértil si querían permanecer juntos. Se resolvieron por lo último y se trasladaron a las tierras bajas, ricas y fértiles de la llanura de Sinar (Gn 11.2).

Decidieron residir allí permanentemente para construir una ciudad y una torre con el fin de evitar ser esparcidos sobre la faz de la tierra (Gn 11.4). Jehová descendió y confundió sus lenguas, lo cual fue causa de que se esparcieron por toda la tierra (Gn 11.7-8). Desde allí, las corrientes de población se vaciaron en todos los rincones del mundo. Al noroeste llegaron a Europa; al oeste, a el Asia Menor; al suroeste, a Egipto y África; al Sur, a Arabia; al sureste, a Persia y la India; al oriente, a China. Toda esa corriente migratoria no se hizo en un día; pasaron siglos y siglos antes de que las tierras más distantes fueron colonizadas.

Una vez que se verificó la dispersión, la adoración y el conocimiento de Jehová fueron sustituidos por la adoración a las fuerzas de la naturaleza y luego por los ídolos. El conocimiento sensorial tomó el lugar de la revelación Divina que le había sido dada al hombre muerto espiritualmente. Los libros sagrados más antiguos de cada nación y las tradiciones de los pueblos dan testimonio de lo que dicen las Escrituras en Romanos 1.18-32, con respecto a que las naciones poseyeron originalmente una revelación de Dios. De tales escritos y tradiciones y con la ayuda de las inscripciones en los monumentos, tenemos una descripción clara de la manera en que se pasó de la adoración de un sólo Dios a la adoración de muchos dioses y de muchos ídolos.

II. El Llamado de Abraham

Abraham aparece trescientos sesenta y siete años después del diluvio. Noé vivió todavía cincuenta años después de que nació Abraham. El mundo había caído en la idolatría. Abraham vivió entre paganos e idólatras hasta la edad de setenta y cinco años.

Abraham nació y vivió en Ur de los Caldeos, una de las ciudades más grandiosas de la antigüedad, hasta que recibió el llamado Divino. Podemos comprender por qué Dios se reveló a Abraham. El conocimiento de Dios estaba prácticamente perdido. Si había de preservarse la línea del justo por medio de la cual pudiera Dios enviar a Su Hijo encarnado, tenía que escoger a un hombre que le conociera para hacer de él una nación que preservara el conocimiento del único Dios sobre la tierra. Los conciudadanos de Abraham, al igual que su propio padre, eran idólatras. Si en él iba a fundarse una nación que preservara la revelación Divina para el hombre y el conocimiento del Redentor de modo que cuando Éste viniera fuese reconocido, se hacía necesario que Abraham fuera alejado de tales influencias. Hay muchas leyendas que hablan de que Abraham era perseguido por rehusarse a adorar los ídolos. De modo que al ser llamado por Dios, sale de Ur de los Caldeos en busca de un lugar donde pudiera fundar una nación libre de la idolatría (Gn 12).

Veinticinco años después de que Abraham recibió el llamado Divino, tuvo lugar el más grande acontecimiento de la historia humana hasta que ocurrió el nacimiento de Cristo. Este fue el Pacto de Sangre en el que Jehová y Abraham entraron. El Pacto de Sangre existió antes de Abraham. Pruebas de la existencia de este rito han sido encontradas entre pueblos primitivos de todos los rincones de la tierra, y su antigüedad se remonta a muchos años antes de la época de Abraham.


III. El Pacto de Sangre

Es evidente que Dios entró en un Pacto con Adán desde un principio. Una revelación común del Pacto de Sangre de Dios debió haber sido dada al hombre primitivo. Contemplamos la dispersión del hombre en la torre de Babel. Noé evidentemente debió haber poseído cierto conocimiento del significado del Pacto de Sangre que él trasmitió a sus hijos, a fin de que las naciones que iban a formarse, surgidas de la dispersión de la torre de Babel, poseyeran cada una de ellas determinado conocimiento del Pacto de Sangre.

Creemos esto por los hechos siguientes que se revelan en el libro del Dr. Trumbull intitulado El Pacto de Sangre: “Desde épocas muy remotas en cada nación, la sangre parece haber sido considerada preeminentemente como lo que representaba la vida, y en un sentido peculiar, la vida misma. La transfusión de sangre de un organismo a otro ha sido considerada como la transferencia de la vida con todo lo que esa vida incluye. La mezcla de sangres ha sido vista como el equivalente de la mezcla de naturalezas. Dos naturalezas así mezcladas por la fusión de sangres, se considera que forman, de allí en adelante, una naturaleza, una vida, una sola alma. La unión de naturalezas por la mezcla de sangres ha sido juzgada posible entre hombre y hombre y entre la Deidad y el hombre”.

Un pacto de sangre, un pacto hecho por la mezcla de sangres, ha sido reconocido como el pacto más intimo, más santo y más indisoluble que pueda concebirse. Hay tres razones para que un hombre haga Pacto con otro:

1. Si una tribu muy fuerte vive al lado de una débil y hay el peligro de que la tribu débil sea destruida, la débil buscará la oportunidad de hacer pacto con la más fuerte para garantizar su preservación.

2. Si dos hombres de empresa quieren emprender algún negocio juntos y uno de ellos va a abandonar al país, viajando como representante en el extranjero, hará pacto con su compañero.

3. Si dos hombres llevan una amistad tan grande y tan profunda como la de David y Jonatán, establecerán un pacto entre ellos.

Desde el momento en que el pacto de sangre se solemniza, todo lo que pertenece a aquel que hace el Pacto de Sangre queda a la disposición de este hermano de sangre; no obstante, este hermano nunca pedirá nada a menos que se vea obligado a hacerlo por una verdadera necesidad.

Otro rasgo característico de un pacto de esta clase, es que tan pronto como el pacto se establece, los demás llaman a los que han hecho el pacto, “hermanos de sangre”. Ese pacto de sangre se mantiene por generaciones; es un pacto indisoluble que las generaciones no pueden borrar. Si alguien hace un pacto con su amigo, los hijos de las dos familias están obligados a observarlo.

Si dos hombres en el África hacen tal pacto (así lo dice Stanley, y lo confirma Livingstone), y si uno de ellos lo rompe, sus parientes más próximos deben darle muerte, porque nadie, que rompa el pacto de sangre, puede vivir más en el África; aun la misma tierra por donde anda es maldita. No hay nada semejante entre nosotros que sea tan sagrado como el Pacto de Sangre de los Africanos. Tanto Stanley como el Dr. Livingstone, aseguran que nunca supieron de un sólo caso en que se hubiera roto el pacto.

El método de hacer el pacto es prácticamente el mismo en todo el mundo. En algunos lugares ha degenerado en un rito grotesco, pero es el mismo pacto de sangre. El método practicado por los africanos, los árabes, los sirios y las gentes de los Balcanes, es el siguiente: los dos que desean hacer el pacto se juntan con algunos amigos y un sacerdote. Primero, se intercambian regalos. Luego traen una copa de vino. Entonces, el sacerdote hace una incisión en el brazo de cada uno de ellos dejando que la sangre caiga en la copa que contiene el vino. Mezclados el vino y la sangre, beben de la misma copa. Ahora ya son hermanos de sangre.


IV. El Pacto con Abraham

Ahora, Génesis 17 tiene un nuevo significado para nosotros. Vemos que cuando Dios apareció a Abraham para establecer pacto con él, Abraham sabía lo que eso significaba. Dios entraba en un Pacto de sólida amistad con él (el Pacto de Sangre era llamado el Pacto de Sólida Amistad), por eso Abraham fue llamado el amigo de Dios (Is 41.8; 2Cr 20.7; Stg 2.23).

Abraham es el único ser humano que fue llamado amigo de Dios en el Antiguo Testamento. El pacto que Dios hizo con Abraham fue constituir a la nación israelita como el pueblo del Pacto (Gn 17.7). Luego Dios dio a Abraham el método de establecer el Pacto (Gn 17.7-14). El sello del Pacto era la circuncisión. Todo niño varón era circuncidado a los ocho días de nacido y dicha circuncisión era la entrada al pacto.

En el mismo día Abraham fue circuncidado, y de allí en adelante llevó en su carne la evidencia de que había entrado en el Pacto de Sangre de amistad con Dios. Hasta hoy, Abraham es designado en el oriente como “el amigo de Dios” (Gn 17.26).

Después de que el pacto formal de sangre quedó establecido entre Dios y Abraham, tuvo lugar una prueba para comprobar la fidelidad de Abraham a dicho Pacto. Esa prueba también serviría como testimonio a las generaciones futuras de que el cumplimiento del pacto por parte de Abraham al circuncidarse, no había sido una ceremonia vacía, sino que en él había comprometido su vida misma a Jehová. Génesis 15.6 dice: “Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia”. La palabra hebrea Heemín que aquí se traduce “creyó”, lleva la idea de una fianza completa del uno para el otro. Abraham confió de tal manera en Jehová, que estuvo dispuesto a comprometerse con Él como en el rito del Pacto de Sangre. Por consiguiente, el espíritu de confianza vehemente y amoroso de parte de Abraham, Dios lo tuvo en cuenta para un pacto de sangre de amistad mutua.

En Génesis 22.1-19 vemos que la prueba suprema llegó cuando Isaac, el hijo del Pacto de Sangre que Dios había dado de una manera milagrosa a Abraham, tenía 18 o 20 años de edad.


V. Abraham sometido a prueba

Génesis 22.1-2 dice: “Y aconteció, después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió, heme aquí. Y dijo: Toma ahora a tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”. Y Abraham se levantó al instante para responder al llamado de su Divino Amigo.

Precisamente aquí, es bueno darse cuenta de la idea oriental en una transacción como esta. Un padre oriental aprecia al único hijo más que a su propia vida; porque para el padre oriental morir sin un hijo es una idea terrible; cuando tiene al menos un hijo que tome su lugar, se considera preparado para morir.

Para Abraham, el tener que rendir su propia vida trabajada y gastada ahora que un hijo de la promesa le había nacido, hubiera constituido una cuestión de poca importancia; pero tener que entregar a aquel hijo y ser de nuevo un viejo sin hijo y sin esperanza, era otra cosa. Solamente una fe que no protesta ni pregunta; solamente un amor que no falla ni fluctúa, podía hacer frente a una situación como aquella.

En todo el mundo los hombres que hacían un pacto de amistad de sangre, estaban dispuestos a entregar aun aquello que les era más querido que la vida a sus hermanos del Pacto de Sangre, o a sus dioses. ¿Abraham haría menos por su Amigo Divino de lo que los hombres harían por sus amigos humanos? ¿Sería capaz Abraham de entregar a su Dios todo lo que los adoradores de otros dioses estaban dispuestos a entregar en prueba de su devoción? Tales eran las preguntas que había que contestar ante el mundo.

Génesis 22.3-10, dice que Abraham fue capaz de tal amistad en su Pacto de Sangre con Jehová. Y cuando demostró su espíritu de sacrificio voluntario, se le dijo que detuviera su mano (He 11.17-19). Fue entonces cuando el ángel de Jehová llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: “Por mí mismo he jurado”, es decir “Por mi propia vida” (Gn 22.15-17).

Aquí está el fundamento de dicho pacto hacia Dios. Por ninguna otra cosa podía Dios jurar sino por Sí mismo. Para el oriental eso significaba: “Juro por mí mismo; si fallo, me convierto en tu esclavo. Tú eres mi dueño. Me entrego en esclavitud a ti. Puedes hacer con mi vida lo que quieras”. Abraham y Dios están unidos. Todo lo que Dios es, pertenece a Abraham; y todo lo que Abraham es y lo que poseerá, pertenece a Dios en esta relación de Pacto. Ahora se puede entender por qué Dios dijo muchas veces: “Yo soy Jehová, que guardo los pactos”. El es el Dios que guarda los pactos. Respaldando a Israel, estaba este pacto solemne que Dios había sellado por Su parte, entregándose a Sí mismo en completa y absoluta esclavitud a dicho Pacto.


PREGUNTAS

1. ¿Por qué Dios confundió las lenguas de los hombres en la torre de Babel?

2. ¿Por qué fue dado a Abraham el llamamiento Divino que se narra en Gn 12.1-2?

3. Diga el significado del Pacto de Sangre tal como existía entre los pueblos primitivos.

4. ¿Cuáles eran las tres razones para establecer el pacto?

5. ¿Por qué Abraham fue llamado “el amigo de Dios”?

6. ¿Cuál fue el sello del Pacto con Abraham?

7. ¿Qué significa realmente la palabra en hebreo de Génesis 15.6, traducida como “creyó”?

8. ¿Cuál fue la prueba a que fue sometido Abraham para probar su fidelidad al Pacto?

9. ¿Qué revela su obediencia al mandato de Dios?

10. ¿Qué significa la frase “Por mí mismo he jurado”, en la promesa que Dios dio?



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