domingo, 16 de abril de 2017

Cristo vive en mí (John G. Lake)


Cristo vive en mí (John G. Lake)

Traducción de una enseñanza de John G. Lake del 20 de agosto de 1920 en Spokane, Washington.

“Cristo vive en mí”. Esta es la revelación de este tiempo, el descubrimiento del momento. Es el revolucionario poder de Dios en la tierra, el factor que está cambiando el espíritu de la religión en el mundo y el carácter de la fe cristiana; es la divina revitalización. El mundo está despertando a la maravillosa verdad de que Cristo no está sólo en el cielo y en la atmósfera exterior, sino que está en el cielo, en la atmósfera y en ti.

Cuando hablamos de la energía eléctrica, notamos que el mundo vivió en la oscuridad por miles de años. Sin embargo, había tanta electricidad en el mundo antes como la hay ahora. La electricidad no nació en un momento repentino: siempre estuvo aquí hasta que los hombres aprendieron cómo utilizarla y fueron bendecidos por esto.

Cristo habitando el corazón humano es el misterio de los misterios. El Apóstol Pablo lo describió como el supremo misterio de toda la revelación de Dios y la conclusión de todas las maravillas que conoció.

“Cristo vive en ti”.

Cristo tiene un propósito para ti: revelarse a ti, a través de ti y en ti. Solemos repetir una y otra vez la conocida frase: “La Iglesia, la cual es Su cuerpo”. Si nos diéramos cuenta de la verdad y el poder de esto, el mundo sería un lugar diferente. Cuando la iglesia cristiana se dé cuenta que es la carne tangible, viva y palpitante, los huesos, la sangre y el cerebro de Jesucristo, cuando la iglesia comprenda que Dios se manifiesta a través de cada uno de sus miembros y Se esfuerza por cumplir Su gran voluntad para el mundo a través de ellos y no de algún otro cuerpo, entonces la responsabilidad cristiana habrá sido entendida.

Jesucristo opera a través de ti y no independientemente de ti. El hombre y Dios se vuelven unidos. Este es el divino secreto de una real vida cristiana: la real unión consciente del hombre con Dios. No hay sustitutos para esta unión. Puedes elaborar todas las ordenanzas y leyes de la tierra y crear todos los símbolos que pienses que representen esto, hasta que, aturdido, te pierdas en el laberinto de ellos. Aún con todo esto, no habrás encontrado a Dios.

Hay una sola realidad, y es Dios. El alma del hombre debe contactar a Dios. A menos que el espíritu del hombre esté verdaderamente unido a Dios, no hay tal cosa como la real manifestación cristiana. Todo el proceso de preparación por el cual un alma es preparada por Dios para tal manifestación es solo preliminar. El propósito final es que los hombres puedan revelar a Dios y que Él pueda tener no solo un lugar de residencia sino el derecho de actuar en el cuerpo y el espíritu del hombre. Cada hombre enseñado por el Espíritu se vuelve sujeto a Dios y a Su voluntad.

En una oportunidad recibí la visita de un hombre que tenía una queja para mí. Él dijo: “Le escribí una carta de veinticuatro hojas y no la ha recibido. Si lo hubiere hecho, no estaría aquí.” No pude menos que soltar una carcajada. El hombre ha sido un devoto cristiano por 30 o 40 años y hablé de él a menudo con mi esposa y amigos como uno de los más consistentes cristianos que he conocido. Sin embargo, de vez en cuando el gran humano se levanta por encima del espíritu y arruina la belleza de una deliciosa y maravillosa vida que está revelando a Dios.

Dios no desea autómatas.

El esfuerzo y el propósito de Dios en nosotros es traer todas las condiciones de nuestro ser a la armonía con Su voluntad y mente. Dios no desea autómatas. El ventrílocuo maneja con habilidad un pequeño muñeco de madera. Sus labios se mueven y esto hace parecer que está hablando, pero la marioneta está dominada por el poder que la opera.

Dios tiene ahora un propósito más alto que hacer del hombre un autómata. Este propósito sublime es manifestar todas Sus cualidades en tu alma y manifestar toda la individualidad que está en tu vida, no para someterla o destruirla sino para transformarla, para energizarla y extenderla hasta que toda tu personalidad llegue a ser una con la naturaleza, la sustancia y calidad de Dios.

Observa entre los cristianos más devotos cuán continuamente su pensamiento está limitado porque creen que deben ser ejercitados o movidos por Dios. Pero lo que Dios tiene es mayor que eso: recibe el Espíritu y utilizalo para la gloria de Dios.

Estando en Chicago me encontré con un par de viejos amigos que me invitaron a comer. Mientras cenábamos la mujer, una persona muy sincera, me dijo: “Sr. Lake, le conozco hace tanto tiempo y nuestra amistad tiene ya tantos años, que siento que puedo hablarle con franqueza”.

-­“Por supuesto”, respondí. “Bien”, dijo ella. “Hay algo que me extraña acerca de Ud. A falta de otro ejemplo, voy a decirlo en las palabras de Pablo: ‘Llevo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús’. No parece Ud. tener las marcas de Jesús.”

Le contesté: “Eso depende de si se trata de marcas o de una forma de expresión. Si espera que la personalidad que Dios me dio cambie y yo sea otra persona y no yo mismo, entonces se extrañaría Ud. que yo no fuera yo. Si ese es el tipo de marcas que está buscando, no las encontrará. Pero si espera ver que la carne, la sangre, los huesos, el espíritu y la mente de un hombre sean habitados por Dios, entonces lo hallará; no una máquina, no un autómata o una imitación, sino una mente clara y un corazón puro, un hijo de Dios en naturaleza y esencia.”

El esfuerzo de Dios con el mundo, no es otro sino manifestar al hombre real en la imagen de Cristo y con el conocimiento de Dios.

El hombre real, reconstruido hasta en su propia sustancia, ¡es transformado a la sustancia de Dios! Y cuando te detienes a razonar esto para llegar a una conclusión adecuada, es la única manera en la que Jesucristo mismo o Dios, el Padre Eterno, nos librará de vivir en una soledad eterna.

Cuando nos detenemos a analizar esto, podemos ver que Dios está tratando de hacernos -en toda nuestra naturaleza, existencia, hábitos, pensamiento y toda estructura de nuestra vida- tan hermosos, tan reales, tan limpios de mente y tan fuertes como Jesús mismo.

Así es como entendemos lo que significa la Redención de Cristo. Ella implica la manifestación de Cristo en ti hasta el punto en que sea la única manifestación. Se manifieste a través de tus ojos tanto como Dios se manifestó a través de los ojos de Jesús, se manifieste a través de tu toque, así como Dios se manifestó a través del toque de Jesús.

La vida de Dios no es un poder o una vida separada de ti mismo, sino dos vidas hechas una, dos naturalezas conjuntas, dos mentes operando en una: Cristo en ti.

Un día asistí a una conferencia en Chicago. Estaba sentado junto a una anciana de color una tarde después del encuentro, y ella me contaba de sus enfermedades y aflicciones, que eran muchas. Luego de un rato, le pregunté: “Querida madre, ¿Cuánto hace que es Ud. cristiana?” Ella respondió: “Desde pequeña”. Procuré entonces mostrarle que Dios espera desarrollar Su naturaleza en ella, a fin de lograr una transformación poderosa a través de la operación del Espíritu, y que había un proceso de reconstrucción y remodelación que podía cambiar su naturaleza y su vida, disolviendo el reumatismo y toda otra dificultad de la misma forma que tiempo atrás el pecado había desaparecido de su alma.

Cuando la conversación llegó al punto apropiado, le dije: “Querida hermana, cualquiera puede ver que Cristo habita en su espíritu” (Sus ojos eran amorosos y deliciosos). “Permita que su mente se extienda un poco más. Deje que sus pensamientos comprendan que así como Jesús habita ahora en su espíritu y también posee su alma, de la misma manera Él está poseyendo su sangre y sus riñones y la misma cosa sucederá en ese viejo reumatismo en sus huesos cuando se dé cuenta de esta verdad, así como se dio cuenta de la limpieza de sus pecados cuando se convirtió en el altar”.

La mujer me contó entonces que había orado veintidós días y sus noches hasta que Cristo se reveló en su alma como Salvador. Ella parecía entonces estar esperando otros veintidós días para que Dios se manifestase en el reumatismo de los huesos.

Mientras procuraba apartarla de ese pensamiento, la anciana entonces me dijo: “Hermano, imponga sus manos sobre mí y seré sanada”. Le respondí: “¡No! Quiero que UD. obtenga su sanidad al percibir que, en este instante, el mismo Jesucristo que habita en su espíritu y en su alma está en sus huesos, en su sangre y en su mente”. La anciana se levantó y exclamó: “¡Dios mío, Él está!”. ¡Lo había logrado! Cristo había sido apresado en su alma y espíritu en su conversión, y ahora se le había permitido manifestarse en su cuerpo.

El hermano Tom Hezmalhalch vino a un encuentro de gente de color en Los Ángeles un día donde se estaba hablando sobre bautismo del Espíritu Santo. Había leído en una octavilla que traía en su mano sobre esas reuniones tan peculiares y, entre otras cosas, se enteró que hablaban en lenguas. Eso era algo nuevo para él. Se dijo: “Si ellos lo hacen y esto es real, es un avance en el Espíritu de Dios más allá de lo habitual. ¡Yo quiero eso!”.

El hombre se puso a escuchar una enseñanza que estaba impartiendo un viejo Negro, que hablaba de desarrollar el pensamiento de limpia consciencia e la gente usando el hermoso texto en Juan 15:3: “Ahora vosotros estáis limpios a través de la Palabra que os he hablado”. Eso se volvió muy real para Tom. Luego fueron todos invitados a arrodillarse al altar para buscar a Dios y el bautismo del Espíritu Santo. Tom me dijo: “John, me levanté y caminé hacia ese viejo banco con el entendimiento en mi alma de la verdad de la Palabra y que esa real y verdadera limpieza y el Limpiador mismo estaban en mi corazón”.

“Ahora vosotros estáis limpios a través de la Palabra que os he hablado”. Juan 15:3.

Se arrodilló y oró por un minuto o dos. Su alma se alzó y su corazón creyó por el bautismo del Espíritu Santo. Luego se levantó y tocó uno de los asientos. Uno de los obreros le dijo: “Hermano, no dejes de orar hasta que seas bautizado con el Espíritu Santo”. Él respondió: “Jesús me dijo que ya estaba bautizado con el Espíritu Santo. El Señor Seymour dijo: “Déjalo solo, él ya lo tiene. Sólo espera y verás”. Pasó algún tiempo, y un día Tom dijo que el Espíritu comenzó a surgir a través de él y una canción de alabanza en lenguas, una voz angelical, rompió a través de sus labios.

Un viejo predicador vino un día a mi oficina en África y me dijo: “Hermano Lake, hay algo que quiero hablar con Ud. Solía tener notables manifestaciones de lenguas e interpretación en mi vida, pero hace un año que no lo hago. Desearía que ore Ud. por mí.”

Le respondí: “No. Vaya, recuéstese y quédese quieto, y permita que Dios actúe en su vida”. Me hallaba escribiendo una carta, así que volví a mi trabajo. Un momento después, sentí que algo en mí deseaba hablar. Giré la cabeza un poco y vi que el anciano hablaba en lenguas y yo estaba obteniendo la interpretación de ellas mientras escribía la carta.

¿Sabías que los cristianos tropiezan con cosas como estas todos los días? Están dudando y temiendo y preguntándose si Cristo está allí.

Amado hermano y hermana: dale a Jesús la oportunidad de revelarse a Sí mismo. Él está ahí. Tal vez porque aún no has caído en esa cuenta es que tu alma está cerrada y Él no logra, en muchos casos, revelarse fuera del espíritu o el alma. El verdadero secreto del ministerio de sanidad es permitir que la gracia de Dios en tu corazón fluya a través de tus manos y tus nervios hacia el interior de la otra persona. Ese es el verdadero secreto.

Una de las obras más grandes que Dios necesita lograr es que sujetemos nuestra carne a Él. Muchos Cristianos profundos, que realmente conocen a Dios en sus espíritus y disfrutan de la comunión con Dios, se ven obligados a esperar que un proceso de espiritualización tenga lugar en sus cuerpos antes de que Dios pueda revelarse a través de ellos. No aprisiones a Cristo en ti. Deja que Él viva, que se manifieste, que encuentre un conducto a través de ti.

Hay una gran cosa que el mundo necesita más que cualquier otra cosa, y cada día que pasa estoy más convencido. La humanidad tiene una suprema necesidad y esta es el AMOR DE DIOS. Los corazones de los hombres están muriendo por carecer del amor de Dios.

Tengo una hermana en Detroit. Ella vino a Milwaukee a visitarnos por dos o tres días en una convención que teníamos allí. Mientras la observaba actuar, le dije: “Me gustaría llevarte por los alrededores y que ames a la gente de aquí. No necesitas predicarles. No es la palabra que dices lo que va a bendecirlos. Ellos tienen necesidad de algo más grande, y es lo que hay en tu alma. Ellos tienen que recibir esto. Entonces sus almas se abrirán y habrá una respuesta divina. Dales eso a ellos. Es el amor de Cristo”.

Seguramente has conocido gente que ha amado a alguien y no ha sido correspondida. Si hay alguna dura situación en la tierra de Dios, es esa: amar apasionadamente a alguien y no encontrar respuesta.

Tengo un amigo inglés. Estuve presente en su casamiento. Unos años más tarde, él y su mujer nos vinieron a visitar a nuestra casa. Él tenía el tipo del inglés frío y cerrado, pero ella era más cálida. Un día salimos a caminar y me di cuenta del anhelo de pasión en el alma de ella. ¡Si él pudiera decirle algo tierno, que gratificara el deseo ardiente de la naturaleza afectuosa de ella! Pero él parecía estar absolutamente inconsciente de esto. Luego que la mujer entró en la casa, le dije: “Hibbs, eres un cadáver. ¿Cómo es posible que camines por la calle con una mujer como tu esposa y no te des cuenta que su corazón está deseando ardientemente y llorando por que la mires y le días algo que le muestre que la amas?”. Él dijo: “¿De veras crees eso? Iré con ella y lo haré ahora mismo”.

Todo se solucionó cuando lo hizo.

¿Qué es lo que buscan los hombres? ¿Qué es lo que su corazón está pidiendo cuando están buscando a Dios? ¿Por qué clama su alma? La humanidad está separada de Dios. Puede no haber montañas de pecado entre tú y Dios en absoluto, sólo puede ser que tu naturaleza esté cerrada e insensible. ¡Oh! cuando el verdadero toque de amor de Dios se respira en tu alma, ¡qué transformación tiene lugar! Probablemente no hay cosa más deliciosa en la tierra que ver a un alma llorar cuando la luz de Dios entra en ella y la vida divina llena su naturaleza y ese afecto santo, que buscamos en otros, encuentra expresión en Él.

Esto es lo que el Señor espera de ti. Si deseas complacer el corazón de Jesucristo, esta es la única forma de hacerlo. Sabes que la invitación no es: “dame tu mente”, la invitación es: “Hijo mío, dame tu corazón”. Esto es una relación afectiva, una verdadera unión de amor en Dios y con Dios.

Piensa en la excelencia del propósito de Dios. Él anhela que esa misma y maravillosa unión espiritual que se produjo entre tu alma y Su ser, se extienda de forma tal que puedas abrazar en esa unión a cada alma que se encuentre alrededor tuyo.

Oh… esto es lo que significa ser bautizado en un Espíritu: ser sumergido, enterrado, envuelto, rodeado en el único Espíritu de Dios.

Mientras estabamos en Milwaukee fui una mañana con el reverendo Fockler en respuesta al llamado de un enfermo. Nos detuvimos ante uno de los más perturbadores hogares en los que haya estado jamás. Una de las hijas había desarrollado una extraña condición. La dueña de casa estaba muy afligida por ello y la tristeza pesaba sobre el hogar. Era una familia alemana y Fockler, que hablaba alemán, comenzó a hablarle a la familia. Yo me quedé a un costado, y noté que las caras comenzaban a relajarse y que la ansiedad se iba. La hija de esta familia, aparentemente con problemas mentales, bajó las escaleras y se paró a un lado de la puerta donde no podía ser vista por nadie excepto por mí. Fockler continuó conversando con la familia y mientras sus almas se suavizaban y su fe se elevaba, los ojos de la muchacha comenzaron a cambiar. Ella fue llevada por el mismo Espíritu hasta que su naturaleza respondió también, y en apenas unos momentos se unió al grupo. Esta muchacha había estado atormentando a esa familia al punto que nadie podía estar cerca de ella. Así fue que se escurrió a un lado de la silla donde estaba sentado Fockler y estuvo allí de pie con sus manos en el respaldar. Él observó esto e hizo como que no se dio cuenta y siguió hablando. Luego de un momento, la muchacha apoyó una mano en su hombro, luego le puso la mano en el otro hombro y en sólo unos veinte minutos abandonamos ese hogar habiendo dejado mucha diferencia en las actitudes que esa familia había tenido cuando llegamos. Esas amadas almas habían pasado del infierno al cielo. Si el infierno tiene una característica es la de distraer, desviar la atención. El cielo en cambio tiene una característica muy particular: es la presencia de Dios, la calma de Dios, el poder de Dios, el amor de Dios.

Hubo días en que la iglesia llevaba a los hombres a la obediencia predicándoles sobre el infierno, pero esos días ya han pasado. El mundo ha madurado y los hombres han descubierto que solo hay un camino y ese es Jesús. Jesús no vino a establecer una hermandad sino a instaurar el gran corazón amoroso de Dios. Él fue movido a compasión

“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor”. Mateo 9:36.

Esta mañana estaba recostado en mi cama, escribiendo una carta a cierta persona. Me preparaba para que cuando Etna volviera pudiera dictarle las frases de la mejor manera, y una de estas frases era: “Oye tú, especie de vaca gorda, deja de hacer eso y sé un hombre”. Mientras lo hacía me puse a pensar: “Si Jesús estuviera escribiendo esta carta, ¿qué hubiera puesto Él?”. Pero de una u otra manera, esto no encajaba. No estaba en mí la actitud de escribir tal cosa. Así que volví esa mañana, llamé a Etna y procuré dictarle la carta permitiendo que el Espíritu de Jesús sea mi guia. De pronto desperté al hecho de que me hallaba escribiendo como un abogado. Luego que Etna terminara la carta y la dejara en mi escritorio para que yo la firme, le di una leída final. No era en absoluto lo que yo deseaba escribir. Los primeros dos párrafos tenían un toque del Espíritu correcto, pero eso era todo. Así que la puse a un lado. Entonces me fui y oré un poco más, y luego de haber estado orando por veinte minutos, el teléfono sonó y esta persona estaba del otro lado de la línea. Él me pidió que fuera al hotel Davenport y pasamos tres de las mejores horas sin ser conscientes del tiempo.

Hablamos de nuestro desarrollo en Dios, hablamos esplendorosamente de nuestras experiencias espirituales, pero nos encontramos en el verdadero amor de Dios sólo por un momento. La mayor parte del tiempo estuvimos en nosotros mismos más que en Dios. Esto evidencia una sola cosa: que Cristo aún no obtuvo toda nuestra vida, esa sujeción de nuestra naturaleza, esa absorción de nuestra individualidad al punto de poder impregnarla y mantenerla en Él mismo. A menudo retrocedemos, nos cerramos y así encarcelamos a nuestro Señor.

Amados, el secreto de una reunión de iglesia es que los corazones de los hombres se abran, se vuelvan receptivos y que el amor de Dios pueda hallar un hueco en sus naturalezas por un instante de forma tal que se vayan diciendo: ¿No lo hemos pasado en grande? ¿No fue esta una maravillosa reunión?

Me pregunto si hay algo que no pueda ser realizado a través del amor de Dios. Pablo dijo que no lo hay. El amor nunca deja de ser. Esta es una declaración infalible. Pruébala en tu esposa, en tus hijos, en tus vecinos.

Ah… algunas veces necesitamos superar las cosas en el más grande amor, el más grande corazón. Es algo bueno hacer a un lado nuestro ser y no sostener a las personas, no atarlas; sólo déjalas ir libres y permitir que Dios las tenga. Hay veces que sostenemos a las personas con tanta fuerza cuando oramos por ellas, que algunas veces se pierden la bendición. ¡Vaya! Tenemos tanta tendencia a aferrar, que tu humanidad se ejercita a sí misma y el Espíritu queda sumergido. Deja que tu alma se relaje y deja que el Espíritu de Dios encuentre una abertura en ti. No hay sustitutos para el amor de Dios. Es Cristo en nosotros, ¡Oh…! tienes la capacidad para amar. Toda la acción del espíritu de Dios tiene su secreto allí.

Asistí en una ocasión a una mujer moribunda que estaba sufriendo una terrible agonía. Había estado orando en varias oportunidades por ella, sin resultados. Pero ese día algo ocurrió en mi interior. Mi alma se quebró claramente y pude ver esa pobre alma con una nueva luz. Y antes de darme cuenta la tomé entre mis brazos y la abracé con mi alma, no con mi pecho. En un minuto lo verdadero tomó su lugar y la dejé sobre las almohadas y 5 minutos después ella estaba bien. Dios estaba esperando poder darle a mi alma el sentido de esa ternura que había en el hijo de Dios.

Esa es la verdadera razón por la que el nombre de Jesús está escrito en la memoria imperecedera y es el nombre más reverenciado en la tierra, el mar o el cielo y es por eso que yo anhelo llegar a esa categoría de personas que pueden manifestar el verdadero amor de Dios todo el tiempo. La vida de Dios, el Espíritu de Dios, la naturaleza de Dios son suficientes para cubrir toda necesidad del hombre.

En el más alto sentido de la palabra, un verdadero cristiano es aquel cuyo cuerpo alma y espíritu juntos son llenados con la vida de Dios. La sanidad, sea espíritu alma o cuerpo, no es más que un medio para un fin. El objetivo de la sanidad es proporcionar sanidad al cuerpo, al alma y al espíritu. La sanidad del espíritu une el espíritu del hombre a Dios para siempre. La sanidad del alma corrige desordenes físicos y genera procesos en armonía con la mente de Dios. Y la sanidad del cuerpo completa la unión del hombre con Dios cuando el Espíritu santo lo posee todo.

John Graham Lake (18 de marzo de 1870 – 16 de septiembre de 1935), conocido usualmente como John G. Lake, fue un líder del movimiento Pentecostal que comenzó a principios del siglo 20, y es conocido como un sanador por fe, misionero y co-fundador de la Apostolic Faith Mission of South Africa junto a Thomas Hezmalhalch. John G. Lake jugó un papel fundamental en la expansión del Evangelio en África del Sud gracias a su trabajo misionero desde 1908 a 1913. Sus “Salones de sanidad” y campañas de sanidad, influencia de los ministerios de sanidad de John Alexander Dowie y Charles Parham, se extendieron por veinte años en la costa oeste de los EEUU.


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