domingo, 15 de noviembre de 2020

Kenneth Hagin - Intercediendo por una Nación



Intercediendo por una Nación
 
Kenneth Hagin

“Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”.
1°Timoteo 2:1-4
 
Al empezar nuestro estudio sobre la oración intercesora, fijémonos en las palabras "ante todo" de la escritura anterior. Las cosas obran resultado cuando seguimos las instrucciones dadas; por tanto, queremos aceptar la Biblia literalmente y hacer exactamente lo que dice.
Demasiadas veces decimos que creemos en la oración, pero no hacemos nada. Tú podrías decir que crees en el conducir un automóvil, pero eso no significa que puedas conducir uno. Estudiando un manual podrías aprender mucho, pero hay ciertas cosas que nunca podrás aprender hasta que te sientes al volante y empieces a conducir. Se aprende por experiencia.
Pablo dijo en nuestra escritura introductora, “Exhorto ante todo... Pongamos lo primero en primer lugar. Dejamos que las cosas secundarias predominen, y descuidamos aquellas cosas que deberían ir en primer lugar.
En nuestra vida espiritual culpamos a Dios por nuestros fracasos. Nos preguntamos por qué ciertas cosas no van bien, cuando en realidad, no estarnos poniendo lo primero en primer lugar.  Generalmente, la gente se pone a sí misma en primer lugar, incluso en cuanto a la oración se refiere.  Sin embargo la Biblia no nos enseña así. Muchas veces las oraciones no son contestadas, porque te estás poniendo a ti mismo en primer lugar.
Demasiadas veces la gente ora como aquel campesino que oraba: "Señor, bendíceme a mí y a mi señora, a mi hijo Tomás y a su señora - a nosotros cuatro y a nadie más". Puede que no lo pongamos exactamente en esas palabras, pero 6ée es el alcance de nuestras oraciones la mayoría de las veces.
Pablo dijo en nuestra escritura introductora que antes de orar por nosotros mismos o por nuestras familias, deberíamos orar "por los reyes y por todos los que están en eminencia". Eso significa que debemos orar por nuestro gobierno – por aquellos que están en eminencia desde el nivel nacional hasta el nivel local. Puede que unos pocos de nosotros lo estemos haciendo ahora, pero no muchos.  Si los cristianos estuvieran orando por nuestros líderes, las cosas marcharían de forma diferente en nuestra nación.
Pablo escribió bajo la unción del Espíritu Santo, lo cual quiere decir que estas palabras en 1°Timoteo son las palabras de Dios. Dios no nos va a decir que oremos por algo que Él no nos vaya a dar.  Ningún padre le diría a su hija que le iba a comprar una muñeca para su cumpleaños, y luego no lo hade. Por supuesto, nuestro Padre Celestial no es menos fiel en Sus promesas que lo que un padre terrenal sería. Dios no es hombre para que mienta. El hará lo que dice cuando nosotros cumplamos las condiciones. Tantas veces hay condiciones que deben ser cumplidas en relación con la oración.
“Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes. . ." (vs. 1,2). En aquel tiempo en el que Pablo escribió, la mayor parte de las naciones tenían reyes como líderes. Hoy en día el equivalente en nuestro país sería el presidente.  Pablo continuó diciendo, "por todos los que están en eminencia " (v.2). Esto significa todos nuestros líderes – miembros del Congreso, senadores, gobernadores, alcaldes – todos los que están en eminencia. Esto incluso incluye a los policías.
Es tan fácil criticar. Oigo como la gente critica y sé que no están orando por nuestros líderes, ya que cuando oramos por otros no somos tan inclinados a criticarles.
Como cristianos, sin embargo, no debemos poner a la política antes que a Cristo. Algunos se preocupan tanto de la política que no hacen ningún bien en las cosas espirituales.
En cierta ocasión, por ejemplo, varios líderes políticos en una sección del país se encontraban bajo acusación criminal. Más tarde fueron sentenciados e incluso enviados a la cárcel. Pero yo oí cómo algunos cristianos dijeron que iban a votar a favor de estos hombres de todas formas. No les importaba si habían robado dos o tres mil dólares. Iban a votar por ellos porque eran de su misma persuasión política y declaraban con vehemencia que uno debería votar por aquellos de su partido y por nadie más. No les importaba quiénes fueran los candidatos. Por fortuna, estos políticos no fueron reelegidos.
Hay quienes si oraran por alguien que no fuera un miembro de su partido político, orarían para que fuera derrotado. Si dicha persona ya estuviera en su oficio, orarían para que no tuviera éxito. Esta es una oración egoísta, y una que no será oída ni contestada.
El Señor me ha hecho saber que deberíamos orar especialmente por nuestra nación, ya que las cosas pueden cambiar a través de la oración. Dios no nos dice que hagamos algo sólo para poner palabras extra en la Biblia, o para llenar espacio. Él tiene un propósito en mente. En nuestro texto podemos aprender el propósito de orar por nuestros líderes.
Pablo dijo que oráramos por aquellos que están en autoridad, para que nosotros, los cristianos "vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad " (v.2). Dios está interesado en nosotros, y obrará, aunque aquellos que están en eminencia no sean cristianos. Él contestará nuestras oraciones y obrará a nuestro favor para que "vivamos quieta y reposadamente”.
Fíjate en el propósito final de nuestra oración por nuestro país. "Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador" (v.3). Si nosotros, como cristianos, queremos agradar a Dios, ¿qué es lo que vamos a poner en primer lugar en nuestra lista de oración? ¿Yo? ¿Mis hijos? ¿Mis nietos? ¿Mi iglesia? No; vamos a hacer exactamente como Dios dijo que hiciéramos: orar primero que nada por todos aquellos que están en eminencia.
Fíjate en el versículo cuarto: “El cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad". El propósito esencial que Dios tiene para que oremos por aquellos en eminencia es que podamos propagar el evangelio. Si no tenemos un buen gobierno donde haya quietud y paz, la propagación del evangelio es obstaculizada. En tiempo de trastorno político se nos impide el propagar el evangelio con libertad. En tiempo de guerra también se nos impide el propagar el evangelio debido a restricciones para viajar y otras limitaciones.
Dios quiere que propaguemos el evangelio. Dios quiere que prediquemos la verdad a las gentes. Jesús dijo mientras estaba aquí en la tierra, "Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin" (Mateo 24:14). El diablo quisiera tratar lo mejor posible para que esto no sea llevado a cabo.
Aquellos ministros del evangelio que han viajado extensamente en otros países con la labor del evangelio me dicen que aunque otros países están haciendo cierta cantidad de labor misionera, América es casi la única nación que está llevando el evangelio a todo el mundo. Naturalmente, podemos ver porqué el diablo se opondría a nuestra nación para poder parar ese fluir de la verdad a todo el mundo. Y podemos ver porqué Dios quiere que oremos por aquellos en eminencia, porque Él quiere que "todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad" (v.4).
Ahora que vemos porqué nos dijo que oráramos por nuestra nación, estudiemos el asunto de cómo orar por nuestra nación. La Escritura es lo suficientemente clara en cuanto a por quién hemos de orar cuando dice, "por los reyes y por todos los que están en eminencia" (v.2). Hablemos un poco acerca de cómo orar por nuestra nación. Fíjate que Pablo dijo, "rogativas, oraciones, peticiones" (v.1). En este capítulo estudiaremos las peticiones o intercesiones. La oración es, por supuesto, una oración hecha por otros, y esta escritura se está refiriendo a orar, o interceder, por otros. Un intercesor es aquel que toma el lugar de otro o defiende el caso de otro. Encontramos un ejemplo de oración intercesora en Génesis 18:20-27, donde vemos la intercesión de Abraham por las ciudades de Sodoma y Gomorra: “Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré. Y se apartaron de allí los varones, y fueron hacia Sodoma; pero Abraham estaba aún delante de Jehová. Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que están dentro de él? Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo? Entonces respondió Jehová: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos. Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza”.
Fíjate que Abraham se humilló delante del Señor, refiriéndose a sí mismo como a "polvo y ceniza". Es bueno que acudamos a la presencia de Dios y nos postremos delante del Señor. La Biblia nos dice que nos humillemos, que nos sometamos a nosotros mismos a Dios. "Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros " (Santiago 4:8).
He oído a algunos que oran, " Señor, haznos humildes". Pero Él no lo va a hacer. Esa es una oración que jamás será contestada. Él no te va a hacer humilde. Él te dice que te humilles a ti mismo.
Cuando Israel dedicó el Templo de Salomón, Dios les prometió que haría ciertas cosas. Incluso si pecaran, cuando volvieran a Dios y se humillaran a sí mismos, Él los oiría, les contestaría y les restauraría. "Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra" (2°Crónicas 7:14). Él no te va a humillar. Él puede permitir que algunas cosas ocurran que te vayan a humillar, Pero Él no te va a humillar. Tú debes humillarte a ti mismo.
Así que vemos que Abraham se humilló. No hay nada bueno en nosotros, desde el punto de vista natural, salvo que Jesús mora en nosotros. Sin Él no somos nada; somos "polvo y ceniza" (v.27).
Al orar en privado antes de ir al púlpito para predicar, digo simplemente, "Señor, yo no tengo ningún mérito propio para basar ninguna respuesta a la oración. No vengo en mi propio nombre. Simplemente me entrego a Tu misericordia. Sin Ti no soy nada".
En Génesis 18:28-32 encontramos un principio importante, una pepita de oro: “Quizá faltarán de cincuenta justos cinco: ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco. Y volvió a hablarle, y dijo: Quizá se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo haré por amor a los cuarenta. Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta. Y dijo: He aquí ahora que he emprendido el hablar a mi Señor: quizá se hallarán allí veinte. No la destruiré, respondió, por amor a los veinte. Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez....”
Cómo desearía que Abraham no hubiera dicho que iba a hablar solamente una vez más. Yo creo que si hubiera pedido, "Señor, si se hallaran cinco. . . ", el Señor habría dicho, "No la destruiré por amor a los cinco". Estoy completamente convencido de que el Señor hubiera perdonado la ciudad por amor a una persona. Pero Abraham paró al llegar a diez. "Quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez" (Génesis 18:32).
¡Qué declaración más tremenda!  "No destruiré a Sodoma y Gomorra por amor a los diez". ¡Imagínate a Dios diciendo que no destruiría aquel lugar impío! Él ya se había referido a la impureza sexual de aquellas ciudades. Sin embargo, Él dijo que no las destruiría por amor a diez justos.
Este mundo estaría, sin duda, en un embrollo si no fuera por los cristianos. Ya habría sido destruido si no fuera por nosotros. Con razón Jesús dijo, "Vosotros sois la sal de la tierra" (Mateo 5:13).
Recuerdo que antes de que tuviéramos refrigeradores o congeladores, mi abuela envasaba mucha fruta y vegetales. Cuando mi abuela mataba tocinos, les ponía sal en la carne para preservarla. Sin la sal, la carne se estropeaba y se pudría. Este mundo es suficientemente malo, pero si no fuera por los cristianos, se pudriría. "Vosotros sois la sal de la tierra pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada?  No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres" (Mateo 5:13). ¿Hemos perdido nuestro sabor?
Nosotros podemos cambiar las cosas a través de la oración. Podemos retrasar el juicio incluso sobre los que no son salvos, y darles un poco más de oportunidad para oír el evangelio. Dios le dijo a Abraham que si se hallaran diez justos en Sodoma y Gomorra, Él no destruiría esas ciudades.
Yo creo que hay más de diez justos en América hoy en día. Yo creo que hay aquellos que tomarán su lugar en oración tal y como hizo Abraham en intercesión. Si lo hacemos, podemos cambiar las cosas. Y no hace falta mucha gente para cambiarlas.
Demasiadas veces leemos artículos en el periódico y oímos sermones sobre lo que el diablo está haciendo. Oímos cuán terriblemente van las cosas. No te dicen nada de nuevo cuando te han dicho eso. Tú ya lo sabías. Si vas a la iglesia y oyes esa clase de sermón, te irás sin haber comido nada. A mí no me importa lo que el diablo está haciendo. Hay varios principios de la oración escritos en el Libro de Dios que los podemos poner en práctica hoy en día para cambiar las cosas.
Algunos declaran, “La Biblia dice que en los últimos tiempos, ‘...los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados’ " (2°Timoteo 3:13).Esto es verdad. Sin embargo, la gente de Sodoma y Gomorra iban de mal en peor. Pero Dios dijo que por amor a diez justos Él no destruiría aquellas ciudades, porque un hombre de Dios había intercedido a favor de ellas.
Encontramos otra Escritura acerca de la Intercesión en Ezequiel 22:30-31: “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que no la destruyese; y no lo hallé. Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor”.
Dios dijo esto acerca de Israel, sin embargo hay una verdad espiritual relacionada que podemos ponerla en práctica hoy en día. Dios dijo, "Y busqué entre ellos hombre... y no lo hallé" (v. 30). ¿No es esta una acusación terrible? Dios le había dicho a Abraham que si Él hallaba diez justos, no destruiría las ciudades de Sodoma y Gomorra. Esta escritura habla acerca de todo un país, una nación entera. Dios dijo que si pudiera encontrar un justo, no destruiría la tierra. Un hombre podía salvar la nación.
¿Si Dios quería salvar la tierra, por qué no lo hacía? ¿Por qué no hace Dios lo que quiere hacer? En 1°Timoteo 2:4, leemos que Dios quiere que todos los hombres vengan al conocimiento de la verdad. ¿Si Él es Todopoderoso, Omnipotente, y puede hacer todo lo que quiere hacer, por qué no salva a todo el mundo?
La respuesta la encontramos en el Libro del Génesis. Después de hacer la tierra y toda su plenitud, Dios creó al hombre. Luego le dio a Adán dominio sobre todas las obras de Sus manos, y Adán llegó a ser el gobernador de este mundo. Sin embargo, Adán cometió alta traición y se lo vendió todo a Satanás. Luego Satanás llegó a ser el gobernador, el dios de este mundo, y empezó a dominar la tierra.
En 2°Corintios 4:4, Pablo llama a Satanás el dios de este siglo: “En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios"
En Lucas 4:5-7 leemos acerca de la tentación de Jesús: “Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos”.
Si esto no hubiera sido verdad, Jesús lo habría sabido. Sin embargo, Él no contendió con Satanás sobre ello. Él solamente dijo, “...Escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás" (Lucas 4:18).
Satanás le ofreció a Jesús toda la gloria de sus reinos en este mundo. Si no le hubiera sido posible hacerlo, entonces aquella no habría sido una tentación real. Y si aquella no hubiera sido una tentación valedera, entonces la Biblia habría estado mintiendo al decir que Jesús fue tentado por el diablo. Sin embargo, la gloria de este mundo era de Satanás, y él la podía ofrecer, ya que llegó a ser suya cuando Adán pecó.
Por tanto, ¿quién es responsable por las guerras, homicidios y violencia en este mundo? El diablo. Estos no vienen de Dios. "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación" (Santiago 1:17). Y Dios sólo puede intervenir cuando los cristianos buscan Su rostro y le piden que intervenga: "... no tenéis lo que deseáis, porque no pedís" (Santiago 4:2).
La autoridad de Satanás sobre los asuntos de la tierra sólo puede ser vencida a medida que los cristianos oran e interceden a favor de nuestro país. Dios está buscando hoy a alguien que "hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que no la destruyese..." (Ezequiel 22:30).
 

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