La Confesión De La Palabra de Dios Edifica La Fe
Textos Bíblicos: Marcos 16:15-20; Isaías 41:10;
Salmos 119:28,130.
Verdad Central: La confesión es el modo que la fe
tiene de expresarse. La confesión de la fe crea realidades.
Siempre es posible saber si una persona está creyendo de
forma correcta por lo que dice. Si su confesión es incorrecta, su creer es
incorrecto, si su creer es incorrecto, su manera de pensar es incorrecta. Si su
pensar es incorrecto, es porque su mente aún no ha sido renovada con la Palabra
de Dios. Los tres; creer, pensar, decir, van juntos. Dios nos ha dado Su
Palabra para corregir nuestro pensar. Nosotros podemos pensar de acuerdo con la
Palabra de Dios.
En nuestros estudios sobre el tema de la confesión hemos
tratado con tres tipos de confesión: la confesión de los pecados de los judíos,
la confesión del pecador de hoy, y la confesión del creyente que está fuera de
comunión con Dios. En esta lección veremos la confesión de nuestra fe en la
Palabra de Dios.
Como ya lo mencionamos en una de las lecciones previas,
siempre que la palabra "confesión"
es usada, nosotros instintivamente pensamos en el pecado y en el fracaso. Pero
ese es el lado negativo. Eso es importante en su lugar, claro, pero hay un lado
positivo y la Biblia tiene mucho más que decir acerca del lado positivo que del
negativo.
Las Cinco Partes De La Confesión
Confesar es afirmar algo que creemos. Es testificar de algo
que nosotros sabemos. Es dar testimonio de una verdad que nosotros hemos
abrazado. Nuestra confesión debe centrarse en cinco cosas:
1) Lo que Dios en Cristo ha provisto para nosotros en su plan
de redención.
2) Lo que Dios, a través de Su Palabra y del Espíritu Santo,
ha creado en nosotros en el nuevo nacimiento y en la plenitud del Espíritu
Santo.
3) Lo que somos para Dios Padre en Cristo Jesús.
4) Lo que Jesús está haciendo por nosotros ahora a la diestra
del Padre donde vive siempre intercediendo por nosotros.
5) Lo que Dios puede hacer por nosotros, o lo que Su Palabra
puede hacer a través de nuestros labios.
La Confesión En Marcha – Predicando La Palabra
Marcos 16:15-20: “Y les
dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que
creyere y fuere bautizado será salvo, mas el que no creyere, será condenado. Y
estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios;
hablarán nuevas lenguas. Tomarán en las manos serpientes y si bebieren cosa
mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán las manos y sanarán. Y
el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a
la diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles
el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían”.
Dios obra a través de nosotros por su palabra a través de
nuestros labios. Jesús dijo, "Id por
todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura". Esa es la
manera en que Dios obra a través nuestro. Nosotros llevamos la Palabra a los
perdidos. Si no llevamos la Palabra al mundo, entonces perdemos el tiempo,
orando para que Dios haga algo. En otras palabras, sería inútil orar por
alguien que está perdido sino le lleváramos también el evangelio de la
salvación. Si con solo orar pudiéramos conseguir que la gente se salvara, no
tendríamos que mandar misioneros por todo el mundo. Sólo tendríamos que orar
para que todos entraran al reino. Sin embargo, el Espíritu Santo obra solamente
en conexión con la Palabra.
En obediencia al mandato de Jesús de ir por todo el mundo y
predicar el evangelio, los discípulos fueron predicando la Palabra por todas
partes y el Señor trabajó con ellos y confirmó Su Palabra con señales. Dios no
hizo nada hasta que los discípulos predicaron la Palabra. Entonces las señales les
seguían.
Hablando de las señales que les seguían, éstas no siguen a un
individuo, sino que siguen a la Palabra. Di la Palabra y las señales se
encargarán de seguirla. Tú no sigues las señales, las señales siguen la
Palabra.
En la última iglesia que pastoreé, llegué a preocuparme
porque no sucedían muchas señales en mi ministerio. Me encerré a orar por
varios días, pidiéndole a Dios por más señales. Finalmente el Señor me habló y
dijo: "Tú has estado orando para que
yo confirme mi Palabra y hayan señales. Pero todo lo que tienes que hacer es
predicar la Palabra y yo la confirmaré. Si tú predicas la Palabra, las señales la
seguirán. Si las señales no están sucediendo, entonces no estás predicando la
Palabra”.
Yo me sorprendí de esto, pero al examinar más cuidadosamente
mi predicación, descubrí que era cierto. Había mezclado mucha tradición y
muchas opiniones personales en mis sermones. Y Dios no va a confirmar
tradiciones con señales.
A medida que empecé a predicar más de la no diluida, pura
Palabra de Dios, comencé a ver que seguían más señales. ¡Mientras más predicaba
la Palabra más señales tenía!
Dios se mueve solamente de acuerdo con Su Palabra. Él ha
magnificado Su Palabra por encima de Su nombre. Y no podemos esperar recibir
ayuda de Dios si nos ponemos en contra de Su Palabra, aunque éste sea un acto
inconsciente por nuestra parte. Deberíamos tratar la Palabra de Dios con la
misma reverencia que le demostraríamos a Jesús si él estuviera presente en el
mundo natural.
La Confesión Dispersa El Temor
Isaías 41:10 dice: “No
temas, porque yo estoy contigo, no desmayes, porque yo soy tu Dios que te
esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi
justicia”.
¿Has notado alguna vez, al leer la Biblia cuántas veces Dios le
dice a Sus hijos "No temas"?
Cuando Jairo pidió a Jesús que sanara a su hija, el Señor le dijo, "...no temas. Cree solamente, y será salva"
(Lucas 8:50). Cuando Cristo les estaba enseñando a Sus discípulos, les dijo,
"No temáis, manada pequeña, porque a
vuestro Padre le ha placido daros el Reino" (Lucas 12:32).
Cuando el Señor se le apareció a Isaac, renovando el pacto
que había hecho con su padre Abraham, el Señor le dijo, "...No temas, porque yo estoy contigo, y te
bendeciré..." (Génesis 26:24). Si Dios sólo hubiera dicho, “No temas", y nos hubiera dejado
ahí, podríamos decir ‘sí, pero no puedo
evitar el tener miedo', pero El no dijo solamente, "No temas", también dijo, "Porque yo estoy contigo". ¿Podemos creer que Él está con
nosotros y aún tener miedo? No. Si tenemos miedo, es porque le estamos dudando.
"Pero", alguien podría
decir, "yo soy tan débil".
Dios dijo, "Yo te esfuerzo".
"Pero soy tan indefenso",
alguien podría decir. Dios dijo, "Yo
te sustentaré".
Salmos 119:28,130: “Se
deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra... La exposición de
tus palabras alumbra; hace entender a los simples”.
Es cierto que en nosotros mismos podemos ser débiles e
indefensos, cargados de ansiedades y problemas. Pero en nuestra debilidad
miramos Su Palabra para recibir fuerzas, porque "La exposición de tus palabras alumbrar hace entender a los simples".
Nuestra confesión puede ser, "Dios está conmigo". Podemos decir, “Mayor es el que está en mí, que el que está en el mundo" (1 Juan
4:4). "...Si Dios es por nosotros,
¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31). Puedes estar enfrentándote a
un problema que parece imposible. En vez de hablar acerca de lo imposible que
es, míralo a Él, que está dentro de ti y di, "Dios está en mí ahora". Te encontrarás con que tu confesión de
fe hará que Él obre a tu favor. Él se levantará dentro de ti y te dará el éxito.
¡El Maestro de la Creación está en ti! Puedes enfrentarte a la vida sin temor
porque sabes que mayor es el que está en ti, que cualquier fuerza que pueda ser
organizada en contra tuya. Esta debería ser tu confesión continua.
La Confesión Aumenta La Fe
Sin confesión no hay fe. La confesión es el modo en que la fe
se expresa a sí misma. La fe, como el amor, es del corazón, del espíritu. Y
sabemos que no hay amor sin palabra o acción.
Con el razonamiento no podemos meter el amor dentro de las
personas ni lo podemos sacar tampoco con el razonamiento. Es algo del corazón.
Como la fe también es del espíritu o corazón, podemos decir con seguridad que
no hay fe sin confesión. La fe crece con la confesión.
La confesión del creyente hace varias cosas en él. Primero,
lo ubica. Segundo, arregla las fronteras de su vida. Nunca tendrás más de lo
que confiesas.
Marcos 11:2 dice3: “Porque
de cierto os digo que CUALQUIERA QUE DIJERE a este monte: Quítate y échate en
el mar, y no dudare en su corazón, sino CREYERE QUE SERA HECHO LO QUE DICE, LO
QUE DICE LE SERA HECHO”.
Si decimos que no podemos hacer algo, entonces por supuesto
no podemos. Pero si decimos que podemos, entonces podemos. De acuerdo con
Marcos 11:23, podemos tener cualquier cosa que digamos, o confesemos, sea
creencia o incredulidad, éxito o fracaso, enfermedad o salud.
La razón por la que la mayoría de los cristianos, aunque sean
sinceros, son débiles, es que nunca se han atrevido a hacer una confesión de lo
que son en Cristo. Deberían averiguar cómo los ve Dios y luego confesarlo.
Estos privilegios se encuentran mayormente en las epístolas del Nuevo
Testamento, ya que fueron escritas a la iglesia. Cuando tú descubras todo lo
que Dios tiene para ti, entonces confiesa con confianza lo que la Palabra de
Dios declara que eres en Cristo. A medida que hagas esto, tu fe va a abundar.
La razón por la cual tu fe es ahogada y detenida en
cautiverio es porque nunca te has atrevido a confesar lo que Dios dice que
eres. Recuerda, la fe nunca crece más allá de tu confesión. Tu confesión diaria
de lo que el Padre es para ti, de lo que Jesús está haciendo por ti ahora a la
diestra del Padre, y de lo que el Espíritu Santo está haciendo en ti edificará
una vida sólida de fe positiva.
No tendrás temor de ninguna circunstancia. No tendrás temor
de ninguna enfermedad. No le temerás a ninguna situación. Enfrentarás la vida
sin temores, serás un vencedor. Y para ser un vencedor, debes confesar que lo
eres. "Antes, en todas estas cosas
somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (Romanos
8:37).
Viendo de nuevo la escritura en Romanos 10:10, vemos en forma
de cápsula la Ley de Dios de la fe: "Porque
con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para
salvación". Para conseguir algo de Dios, primero debemos creer en
nuestro corazón lo que la Palabra dice. Luego debemos confesar con nuestra boca
que es así. Por ejemplo, para ser salvo un hombre debe creer en su corazón y
entonces confesar con su boca que Jesús murió por él de acuerdo a las Escrituras,
y que fue levantado de los muertos para su justificación. Como resultado,
recibirá (o verá) la respuesta a su oración. Creerlo, confesarlo, recibirlo.
"...Cualquiera que CREYERE que será
hecho lo que DICE, LO QUE DIGA LE SERA HECHO" (Marcos 11:23).
A medida que estudias la Palabra de Dios y aprendes lo que la
Palabra dice que eres, quien eres, y lo que tienes en Jesucristo, aunque no te
parezca real al principio, empieza a confesar, "Sí, es mío, de acuerdo a la Palabra de Dios". Entonces
averiguarás que la confesión de fe crea realidad.
Texto Para Memorizar: "Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte:
Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón sino creyere que será
hecho lo que dice, lo que diga le será hecho" (Marcos 11:23).
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