Siete Pasos Hacia La Clase Más Elevada De Fe (Parte 4)
Textos Bíblicos: 1 Corintios 6:19-20; 2 Corintios
6:16; Hechos 8:14-15; 9:17; 19:1-2
Verdad Central: Dios mismo, en la persona del
Espíritu Santo, habita en el creyente.
Muy a menudo, aquellos que han sido llenos del Espíritu Santo
piensan de ellos mismos como que acaban de recibir una bendición maravillosa o
algún tipo de experiencia espiritual rica. Y dejan pasar la enseñanza de la
Palabra por completo. 1 Juan 4:4 dice: "Mayor es El que está en vosotros que el que está en el mundo".
La plenitud del Espíritu Santo significa que Él; el Espíritu
Santo, viene a morar en nosotros. Jesús dijo: "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, PARA QUE ESTE CON
VOSOTROS PARA SIEMPRE" (Juan 14:16).
Por lo tanto, el séptimo; y extremadamente vital, paso en
nuestra búsqueda de la clase más elevada de fe, es darnos cuenta de que nuestro
cuerpo es el templo de Dios. ¡Dios mismo, en la persona del Espíritu Santo
habita en nosotros!
Paso 7 - La Realidad
del Espíritu Morador
En los tiempos del Antiguo Testamento, el lugar donde Dios
moraba en la tierra era el tabernáculo o el templo. Pero después que Cristo
murió en la cruz, se levantó otra vez y regresó al cielo, enviando al Espíritu
Santo sobre los creyentes en el día de Pentecostés; Él no habita más en el
Lugar Santísimo hecho por hombres. Nuestros cuerpos se han vuelto Su templo.
1 Corintios 6:19-20 dice: “¿O
ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en
vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido
comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestros
espíritus, los cuales son de Dios”.
2 Corintios 6:16: “...Porque
vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo, habitaré y andaré
entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”.
En toda crisis de nuestra vida debemos instintivamente decir:
"Soy más que vencedor. Soy más que
victorioso, porque el Creador habita en mí. El más grande vive en mí. Él puede hacerme
triunfar. Él me puede hacer un éxito. No puedo fracasar". Esto no es
jactancia en uno mismo. Es jactarse en El que está en ti. Sin embargo, muy
frecuentemente los creyentes llenos del Espíritu Santo tiemblan ante las
pruebas de la vida, y sin haber necesidad le permiten al diablo que los
derrote.
Andan de un lado a otro llorando en los hombros de otro,
orando oraciones débiles y sin poder, preguntándose por qué no les llega la
victoria. Sin embargo la ayuda estaba presente todo el tiempo; porque el Espíritu
Santo está dentro de ellos listo para ayudarles.
El Revestimiento de
Poder en la Iglesia Primitiva
En la iglesia del Nuevo Testamento era una excepción y no una
regla que hubiera algún creyente que no hubiera recibido la plenitud del
Espíritu Santo con la señal sobrenatural de hablar en otras lenguas. Los
apóstoles reconocieron la necesidad del Espíritu de Dios morando en el
interior, y enfatizaron esto en sus enseñanzas a los nuevos convertidos.
Hechos 8:14-15 dice: “Cuando
los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la
Palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan. Los cuales, habiendo venido,
oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo”.
Hechos 9:17 dice: “Fue
entonces Ananías y entró en la case y poniendo sobre él las manos, dijo:
Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde
venías, me ha enviado para que recibas la viste y seas lleno del Espíritu Santo”.
Hechos 19:1-2 dice: “Aconteció
que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las
regiones superiores, vino a Éfeso, y hablando a ciertos discípulos, les dijo:
¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni
siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo”.
Ciertamente la iglesia de hoy no tiene menor necesidad de
este revestimiento de poder.
El apóstol Pablo dijo: "No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en
vosotros?" (1 Corintios 3:16). La Versión Amplificada de este
versículo dice: "¿No disciernen y
entienden que ustedes (toda la iglesia en Corinto) son templo de Dios (Su
Santuario), y que el Espíritu de Dios tiene habitación permanente en ustedes,
para estar en Su hogar en ustedes (colectivamente como una iglesia, y también
individualmente)?". Somos el templo de Dios. Dios habita en nosotros,
no sólo como un cuerpo, sino como individuos.
Observa la expresión: "estar en Su hogar en ti". Dios está realmente haciendo Su
hogar en nuestros cuerpos. Ya no habita más en un lugar Santísimo hecho por
hombre, como en los tiempos del Antiguo Testamento. Entonces era requerido que
cada varón se presentara, por lo menos una vez al año en Jerusalén ante Dios.
Los varones tenían que viajar a Jerusalén, ya que la presencia de Dios estaba solamente
en el Lugar Santísimo. Nadie se atrevía a acercarse a la presencia Santa
excepto el Sumo Sacerdote, y él solamente con gran precaución. Cualquier otro
que se metiera al Lugar Santo caía muerto instantáneamente.
Pero ahora todo esto ha pasado y podemos "acercamos confiadamente al trono de la
gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro"
(Hebreos 4:16).
Poco antes de que Jesús muriera dijo: "Consumado es". Él no se estaba
refiriendo al plan de redención, porque aún no estaba terminado cuando El
murió. Él tuvo que levantarse de los muertos y ascender al Lugar Santísimo en
los Cielos con su propia sangre como sacrificio para obtener nuestra redención.
Después tuvo que ascender hasta lo Alto para sentarse a la diestra del Padre y
empezar Su intermediaria intercesión, para ser el mediador entre Dios y los
hombres. Hasta entonces el Nuevo Pacto no había entrado en vigor. Cuando Jesús
dijo en la cruz, "Consumado es",
se estaba refiriendo a la terminación del Antiguo Pacto.
Cuando esto sucedió, el velo o cortina que separaba al Lugar
Santísimo fue rasgado en dos desde arriba abajo.
Los historiadores judíos nos dicen que esta cortina tenía 40
pies de anchura, 20 pies de altura y 4 pulgadas de grosor. ¡Imagínate que
difícil sería para un hombre rasgar en dos algo de estas dimensiones! Pero nota
que las escrituras no dicen que la cortina fue rasgada de abajo para arriba.
Sino "...el velo del templo se rasgó
en dos, DE ARRIBA ABAJO..." (Mateo 27:51). Esto significó que fue Dios
y no el hombre quien rasgó la cortina, la barrera que separaba al hombre de
Dios.
La presencia de Dios se fue del Lugar Santísimo hecho por
hombre y nunca más habitó allí. Ahora Su presencia divina habita en nosotros.
El ser lleno del Espíritu Santo es mucho más que solamente
una experiencia estremecedora. ¡El Espíritu Santo, la divina personalidad,
realmente viene a vivir en ti! “Porque
vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo, HABITARE Y ANDARE
ENTRE ELLOS, y seré su Dios. Y ellos serán mi pueblo" (2 Corintios
6:16). Pero ¿cuántos de nosotros nos damos cuenta completa de esta maravillosa
verdad? ¿Cuántos de nosotros reconocemos el hecho de que en nosotros, listo
para nuestro uso, está todo el poder que necesitaremos para triunfar en la
vida?
Si comenzamos a creer lo que la Biblia dice, a confesar lo
que la Palabra de Dios dice, entonces el Espíritu Santo se levantará dentro de
nosotros y dará iluminación a nuestras mentes. El dará dirección a nuestros
espíritus, salud a nuestros cuerpos y ayuda en cada aspecto de la vida. Podemos
estar conscientes de Su presencia moradora a cada momento.
Veamos otra vez la traducción Amplificada de 1 Corintios
3:16, "...El Espíritu de Dios tiene
su residencia permanente en ti, para estar en Su hogar en ti".
Muy pocos de nosotros estamos conscientes de que Dios vive en
nuestros cuerpos, porque no podemos estar conscientes de que Él vive en
nosotros y ¡todavía hablar como lo hacemos! Por ejemplo, cuando se nos pide
hacer alguna cosa difícil, que prontos somos para decir: "No, no puedo hacer eso". ¿Por qué
hacemos esto? Es porque estamos confiando en nosotros mismos para hacerlo y
sabemos que no tenemos la habilidad. Pero si sabemos que Él está en nosotros,
sabemos que Él tiene la habilidad. Entonces cambiamos el "no puedo" por "yo puedo", porque estamos confiando
en Él. Decimos "yo puedo, porque Él
está en mí. “Mayor es el que está en mí que el que está en el mundo".
No importa qué imposibilidades estemos afrontando, podemos decir: "Él me hará ser un éxito, porque mora en mí".
Esta clase de creencia, esta manera de hablar es hablar con
fe, y lo pondrá a Él a obrar a tu favor.
Algunos tienen un concepto erróneo del papel del Espíritu
Santo en su vida. Piensan que El entrará, tomará posesión y se ocupará de todo.
Esperan que se convierta en algo así como un gran jefe, sin que ellos tengan
que hacer nada. Sin embargo, el Espíritu Santo es un caballero. Él nos guiará y
nos dirigirá, pero nunca nos obligará o controlará nuestra vida. Los demonios y
los espíritus malignos controlarán a aquellos en quienes entren, forzándolos a
hacer cosas que ellos no quieren hacer. Pero el Espíritu Santo gentilmente nos
dirige y nos guía. Él no hará nada hasta que nosotros lo pongamos a trabajar
para nosotros, porque ha sido enviado para ser nuestro ayudador. Él no es
enviado para hacer el trabajo, pero para ayudarnos a hacerlo: "...Porque Él dijo: No te desampararé, ni te
dejaré, de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no
temeré lo que me pueda hacer el hombre" (Hebreos 13:5-6).
La Versión Amplificada de Efesios 3:16-17 dice: "Que él te dé de los ricos tesoros de Su
gloria, que seas esforzado y reforzado con superpoder en el hombre interior por
el Espíritu Mismo morando en lo más profundo de tu ser y personalidad. Pueda
Cristo a través de tu fe realmente morar, establecerse, habitar y hacer hogar
en vuestros corazones. Puedas tú ser enraizado profundamente en el amor, y
cimentado muy seguro sobre el amor". En este pasaje de escritura Pablo
estaba escribiéndoles a aquellos que ya habían nacido de nuevo y eran llenos
del Espíritu Santo. ¿Cómo habita Dios en nuestros corazones? A través de
nuestra fe. Cristo quiere morar en nuestros corazones, reinar como Rey en el
trono de nuestros corazones. Pero muy pocos le hemos permitido que lo haga.
La gente espera que Dios haga algo independientemente de
ellos, cantan "Pasa por aquí, Señor,
pasa por aquí" (Pensamos que si tan solo pudiéramos hacerlo pasar por
aquí, quizás haría algo por nosotros). Luego cantamos, "alarga tus brazos y toca al Señor cuando
pase". Pero esto es todo un conocimiento de los sentidos. Está todo
fuera, es todo físico. Alguien puede discutir: "Pero en la Biblia, la mujer con el flujo de sangre, ¿no alargó ella los
brazos y tocó al Señor?" Sí, pero eso fue cuando Él estaba aquí en la
tierra con forma física. Ahora Él no está con nosotros, está en nosotros. No
tenemos que alargar nuestros brazos y tocarlo, Él está siempre en nosotros.
Pero esto no te servirá de nada a menos que lo sepas y lo creas, porque el
Espíritu Santo no se levantará y tomará control. Cuando sabemos que Él está ahí
dentro y actuamos sobre la Palabra de Dios inteligentemente, entonces El obrará
a través de ti.
Podemos decir: "Mayor
es El que está en mí que el que está en el mundo. El más grande está en mí.
Estoy dependiendo en Él. Me hará triunfar, me hará tener éxito, porque Él está
en mí. El Maestro de la creación está haciendo Su hogar en mi cuerpo".
Texto Para Memorizar: "...Mayor es El que está en mí que el que está en el mundo" (1 Juan
4:4).
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